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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

Incansable (13 page)

BOOK: Incansable
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—¿Podemos avanzar con la formación según esta va maniobrando? —preguntó Desjani.

—Los ingenieros están aumentando la potencia de salida de las unidades de propulsión principales que quedan, capitán. Los equipos de control de daños están reforzando los sectores del casco afectados. La central de control de daños solicita que evitemos realizar maniobras complejas durante los próximos diez minutos.

—¡Dígales que tendrán que ser cinco!

—Sí, capitán. Cinco minutos.

La
Ilustre
, que todavía no se había recuperado de los daños sufridos en el combate de Cavalos, recibió más impactos, al igual que la
Valiente
y el
Arrojado
. Sin embargo, los síndicos, superados en número en ese sector de la flotilla, perdieron otros tres cruceros de batalla.

—¿Qué demonios están haciendo? —bramó Geary al ver que los síndicos continuaban ascendiendo y dando vueltas en espiral.

—No tengo ni idea —confesó Desjani.

—Continúan haciendo lo mismo… Tenemos al director general. Siguen sus últimas órdenes porque nadie se ha puesto al mando todavía.

—Bien —dijo Desjani, casi ronroneando, mientras veía cómo la formación de acorazados de la Alianza arrasaba a la reducida flotilla síndica. Solo diez acorazados síndicos y cruceros de batalla continuaron operativos después de aquella acción, pese a que la formación de la Alianza se deshizo de la
Gallarda
cuando regresó para realizar otra pasada ofensiva.

—La
Gallarda
ha registrado daños en el sistema de propulsión, pero todavía puede defenderse. Están concentrando su fuego —observó Desjani con reticencia—. Están empleando todo su armamento contra los acorazados que han recibido más daños. Mire también el estado crítico en el que se halla el
Temible
.

—Por lo menos todavía puede mantenerse junto a la formación.

Desjani se giró para mirar al consultor de ingeniería.

—Han pasado cinco minutos. ¿Puedo maniobrar?

—Dentro de un minuto, capitana —pidió el ingeniero.

—¡No dispongo de un minuto!

—Listos para maniobrar —jadeó aliviado el consultor en cuanto recibió el informe.

—Bien —dijo Geary—. Adelante. —Apenas hubo dado la orden, la flotilla síndica alteró su rumbo radicalmente y comenzó a descender en el sentido opuesto—. ¿Adónde…?

Geary dirigió la formación de cruceros de batalla hacia los síndicos tan rápido como pudo, intentando determinar qué vector escogerían para estabilizarse. Al cabo de unos minutos, vio clara la respuesta.

—Van detrás del
Resuelto
y la
Increíble
.

—En ese caso, antes ejecutaremos, al menos, una nueva pasada sobre ellos —dijo Desjani—, y también los acorazados.

—¿Nuevos datos sobre la
Gallarda?
—preguntó Geary. Podía consultar el visualizador para obtener esa información él mismo, pero necesitaba ese tiempo para concentrarse en la situación general.

—La
Gallarda
informa de que alrededor de la mitad de sus sistemas de combate permanecen activos —anunció la consultora de operaciones—. Los escudos son frágiles, pero se están regenerando; están sellando diversas grietas de gran envergadura en el blindaje del casco. El tiempo estimado para recuperar parte de la capacidad para maniobrar es de veinte minutos.

Geary, tras decidir que la
Gallarda
podría defenderse sola por el momento, alineó los cruceros de batalla en otra intercepción con la flotilla síndica y ajustó la ruta de los acorazados para poder alcanzar de nuevo a los síndicos.

Esta vez, la espera hasta el contacto resultó angustiosa. El
Resuelto
y la
Increíble
avanzaban a la deriva, demasiado dañados como para confiar en que resistieran un nuevo ataque de los síndicos; además, ninguno disponía de suficientes armas operativas como para tener muchas posibilidades de causarle algún daño al enemigo. La caja de los oponentes, ahora más reducida todavía, entraba por arriba y por la izquierda. También por este flanco, más lejos y desde un poco más arriba, los cruceros de batalla de la Alianza iban descendiendo con rapidez sobre sus contrincantes. Hacia la derecha, y casi a la misma altura que los síndicos, los acorazados de la Alianza se acercaban a una velocidad constante.

Los síndicos debieron de ver claro que no tendrían la oportunidad de asestarles el golpe de gracia al
Resuelto
y la
Increíble
antes de que el resto de la flota de la Alianza los acribillara. Cuando las dos formaciones de la Alianza se acercaron, la flotilla síndica se zambulló de súbito, incrementando de forma evidente su ángulo de descenso y avanzando hacia la formación síndica menor, que se mantenía al margen del combate.

En respuesta a los movimientos de los síndicos, Geary transmitió unas órdenes rápidas a los cruceros de batalla y a los acorazados.

Cuando las naves de la Alianza se estabilizaron en sus nuevos vectores, empezaron a saltar las alarmas de peligro de colisión. Geary apenas tuvo tiempo para mirar los avisos antes de que los cruceros de batalla atravesaran la flotilla síndica, desde un flanco y desde arriba, casi en el mismo instante en el que la formación de acorazados entraba por el flanco opuesto y desde una altura ligeramente superior.

Durante ese instante sobrecogedor, muchos de los buques de guerra que seguían vectores muy distintos se entrecruzaron a gran velocidad mientras los sistemas de maniobra automática activaban sus estridentes alarmas para evitar colisionar en medio del torbellino de buques de guerra. Entre tanto, los sistemas automáticos de combate de los distintos contendientes, que percibían de repente un entorno saturado de objetivos, comenzaron a disparar sin miramientos en todas direcciones.

Inmediatamente después, las tres formaciones empezaron a separarse de nuevo. Geary inspiró con fuerza cuando se dio cuenta de que había dejado de respirar por un momento.

Incluso Desjani se había quedado pálida.

—Señor, ¿ha considerado la idea de que fuese posible equilibrar con eficacia los movimientos del enemigo?

—Hasta ahora no. —Geary respiró hondo de nuevo y consultó el visualizador con insistencia—. Hemos perdido algunos destructores más, pero puede que haya sido por el fuego enemigo. ¿No ha habido colisiones?

—Sin novedad. Será mejor que no lo repitamos, señor.

—De acuerdo. —La caja de la flotilla síndica, sometida a una descomunal ofensiva desde varios flancos al mismo tiempo, terminó deshaciéndose. Dos acorazados seguían avanzando con pesadez, pero ambos habían sufrido daños graves. Ninguno de los cruceros de batalla síndicos logró resistir y todos los escoltas fueron masacrados. Irónicamente, pese a haber tenido tantos blancos al alcance, los síndicos no consiguieron concentrar su fuego. Aparte de perder algunos cruceros y destructores desafortunados, la flota de la Alianza logró evitar males mayores.

Geary suspiró aliviado.

—Formación Índigo Dos —ordenó a los acorazados—, rompan la formación y eliminen a los dos acorazados síndicos que quedan. Formación Índigo Uno, persecución general. Ignoren a los dos acorazados síndicos que quedan hasta que sean reducidos por nuestros acorazados.

Lo último que deseaba era sufrir otra pérdida como la de la
Oportuna
.

Para su sorpresa, Desjani no ordenó que el
Intrépido
saliera de inmediato detrás de algún otro objetivo. La capitana observó su reacción y se encogió de hombros.

—Lo único que ahora merece la pena eliminar son esos acorazados. Además… —Señaló el visualizador del estado de su nave—. Las reservas de células de combustible están al treinta y cinco por ciento.

—¿Al treinta y cinco por ciento? —En tiempo de paz lo habrían llevado ante un consejo de guerra por permitir que el nivel de las reservas de células de combustible se redujera tanto bajo su mando.

—Menos mal que salvamos la
Titánica
, la
Hechicera
y la
Genio
—observó Desjani—. Necesitaremos hasta la última célula de combustible que puedan fabricar hasta que lleguemos a Varandal.

Capítulo 4

El recuento de pérdidas siempre era la peor parte de una batalla. Geary leyó los nombres. La
Osada
, la
Atrevida
, la
Ejemplar
y la
Trasgo
; los cruceros pesados Tortuga, Recámara, Kurtani, Tarian y Nodowa. Los cruceros ligeros Kissaki, Blasón, Trunnion, Inquarto y Septime. Los destructores Punzón, Yatagán, Embestida, Arabas, Kururi, Shail, Cámara, Bayoneta y Tomahawk.

En ese aspecto tuvieron mucha suerte. Si hubieran tenido que huir del sistema estelar perseguidos por los síndicos, habrían perdido, por lo menos, el triple de cruceros y destructores y muchos más cruceros de batalla y acorazados. No obstante, la flota de la Alianza tuvo tiempo de realizar las reparaciones necesarias para volver a poner las naves en marcha.

El
Resuelto
, pese a que estaba acribillado, podría mantener la velocidad de la flota, pero Geary ignoraba aún si conseguiría salvar a la
Increíble
. Por su parte, la
Gallarda
había restablecido suficientes sistemas de maniobra para volver a luchar, aunque gran parte de su armamento seguía inoperativo.

Tanto si les gustaba como si no, debían permanecer allí un poco más de tiempo, para reparar las unidades de propulsión de las naves averiadas, además de otros sistemas críticos, para recoger las cápsulas de escape de las naves de la Alianza que fueron abandonadas durante el combate y para distribuir las escasas células de combustible que las naves auxiliares habían fabricado desde que la flota salió de Dilawa.

Desjani masculló algo. Geary observó que la capitana estaba observando la flotilla síndica menor, que había salido disparada en dirección al punto de salto hacia Padronis tras la destrucción de la flotilla mayor. Los cruceros y las naves de caza asesinas de esa flotilla empezaban a desplegarse en abanico; algunas unidades seguían avanzando hacia aquel punto de salto y otras lo hacían en dirección a los puntos de salto hacia Kalixa y Dilawa.

—Ahora ya sí que no los alcanzaremos —se quejó Desjani—. Esperaba que nos plantasen cara en el punto de salto hacia Padronis, donde los habríamos triturado.

—Es muy probable que hayan dejado colocadas sus minas y pretendan regresar lo antes posible para avisar de lo que ha ocurrido aquí —comentó Geary.

—¡Han abandonado a sus camaradas! ¡Ni siquiera intentaron atacarnos mientras luchábamos contra la flotilla síndica mayor!

Eso era lo que más le molestaba. A su modo de ver, aquellos síndicos les habían fallado a sus compañeros, y, aunque no se hubiese tratado de escoria síndica, merecían un castigo.

—Tanya, apuesto a que la flotilla menor recibió órdenes de retirarse del combate para ir a formar una última barrera en el caso de que pusiéramos rumbo al punto de salto hacia Padronis.

—¡Eso no es excusa!

—Por lo menos no se han quedado para intentar rematar nuestras naves dañadas.

Antes de que Desjani pudiera responder, la imagen de una sonriente capitana Crésida apareció ante Geary.

—Señor, creo que le gustará saber que hemos recuperado las cápsulas de escape de la
Osada
, incluida la que transportaba al capitán Roberto Duellos, que, aunque ha sufrido algunas magulladuras, sigue en activo.

Geary le contestó con una sonrisa tan amplia que le dolieron hasta las mejillas y, después, miró a Desjani.

—Duellos está a salvo en la
Furiosa
.

—Ya le dije que no se dejaría matar fácilmente —dijo Desjani con serenidad antes de sonreír ella también.

—Aquí está, capitán Geary —anunció Crésida.

La imagen de la capitana fue sustituida por la de Duellos, cuyo uniforme presentaba varios desgarrones y quemaduras.

—Se presenta el capitán Duellos, señor.

—Me… —Geary se interrumpió y miró a Duellos durante un instante—. Maldita sea, me alegro mucho de que se encuentre bien. Lamento profundamente lo de la
Osada
. Y lo de la
Atrevida
.

—Muchas gracias. —Duellos bajó la vista un momento—. Es muy duro perder una nave, pero eso es algo que usted sabe muy bien.

—Sí, es una auténtica tragedia. Sométase a una revisión y descanse un poco.

—Debo supervisar a mis hombres, señor. —Duellos señaló vagamente hacia un lado—. Asegurarme de que reciben la atención necesaria. Los tripulantes de la
Osada
y los de la
Atrevida
, en las naves que los recogieron.

Geary iba a decirle que Crésida podía encargarse de ello, pero desistió al recordar la sensación de impotencia que lo embargó a él cuando su crucero, la
Merlón
, fue destruido; sentía que tenía que hacer algo, sobre todo por los que ya no podía hacer nada. De la misma manera, Duellos quería encargarse de eso en persona. Mejor; así tendría algo que hacer aparte de atormentarse por la pérdida de la
Osada
y de los hombres que no consiguieron salir de la nave.

—Desde luego, capitán Duellos. Avíseme si usted o sus hombres necesitan algo.

Duellos iba a cortar ya la conexión, pero vaciló un momento.

—Capitán Geary, usted sabe lo que necesito, y también sabe que no puede proporcionármelo. Se lo agradezco de todos modos, pues sé que usted me comprende.

Tan pronto como la ventana con la imagen de Duellos se hubo cerrado, Geary volvió a comprobar el estado de la flota, poco dispuesto a que la pérdida de la
Merlón
siguiera afectándolo. Por desgracia, el
Intrépido
no era la única nave cuyas reservas de células de combustible estaban al treinta por ciento.

Incapaz de hacer nada al respecto en ese momento, llamó a la
Increíble
. Al instante se abrió una ventana con la imagen de su capitán, el comandante Parr.

—¿Cuál es la situación, comandante?

—Podría haber sido peor —respondió Parr, que sonreía fugazmente mientras buscaba a Geary con los ojos—. No era necesario que dejara tantos síndicos para nosotros, señor.

—Lo siento. He visto las actualizaciones de la
Increíble
, pero me gustaría que me informase usted en persona. ¿Cree que tardará mucho en volver a ponerla en marcha?

Parr vaciló.

—¿De cuánto tiempo disponemos, señor?

—Tal vez unos días. Tenemos que recoger a los prisioneros de guerra en el tercer planeta de Heradao, así que no puedo darle más tiempo.

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