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Authors: Maurice Nicoll

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky (21 page)

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky
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Al hacer un esfuerzo sobre un aspecto de sí mismo, tal como alguna forma particular de ser negativo, recuerde que en uno mismo
todo
se efectúa en ciclos, es decir, todo acontece repetidamente y a ciertos intervalos. No es que esos intervalos sean regulares, sino que las cosas se repiten o retornan, internamente, a veces antes, a veces después. Lo importante es que por la observación una persona observa y recuerda que esto ocurre así, y de este modo logra cierta presencia y puede producir un choque en sí antes que algún modo de ser o algún estado de ánimo haya empezado propiamente en si misma. Esto pertenece a la idea de hacer el
esfuerzo en el momento oportuno.
Una vez que un estado de ánimo o un modo de ser característico, etc., haya logrado suficiente fuerza, es difícil o imposible detenerlo. Pero si la observación de sí ha desarrollado en uno mismo esa memoria especial que resulta de ella (y sólo puede resultar de ella), luego si esta nueva memoria es bastante fuerte le dará un punto de ventaja que le permitirá hacer un esfuerzo sobre algún estado inútil, cuando empiece a regresar. Es decir, si lo reconoce. Si en verdad empezó a tenerle antipatía, entonces tendrá una emoción que podrá ayudar su memoria y pensamiento. Esto lo ayudará a observar más, a saber, que el estado se inicia antes de lo que pensaba usted, en pequeñas cosas triviales que antes no había relacionado con él, tal como comenzar a emplear ciertas frases o un ligero cambio de sentimiento hacia los otros, y así sucesivamente.

Una observación más amplia nos ayuda a reconocer los estados de depresión y a distinguirlos de los estados negativos. La depresión no es la misma cosa que ser negativo. Traten de descubrir esta verdad por sí mismos. Observen que es así. En la última disertación se hizo particular hincapié sobre esta distinción, y si no ha observado usted que la depresión se diferencia de ser negativo, entonces no ha entendido su significado. Las personas que creen ser brillantes, alegres y felices, suelen estar muchas veces deprimidas. En todo caso, no es la misma cosa que ser negativo. La observación de sí y el recuerdo de los estados de depresión son muy importantes, porque a menos que uno reconozca lo que es en verdad la depresión, se puede hacer la clase equivocada de esfuerzo. Es sólo por la comprensión de dichos estados que es posible trabajar sobre ellos de un modo correcto. La depresión es muchas veces el resultado de la enfermedad, o más bien, al estar enfermo se presenta la posibilidad de sentirse deprimido. Al estar enfermo la vitalidad baja. Esto no es en verdad depresión sino que se debe al hecho de que cuando el Centro Instintivo, que se ocupa del trabajo interior del organismo y de su química, tiene que enfrentarse con la enfermedad, pide préstamos a los otros centros, del mismo modo que en la guerra se obtiene dinero de todas clases de fuentes. Todos ustedes ya han oído hablar de que por lo general el Centro Instintivo pide prestado primero al "Banco" del Centro Motor, luego al del Centro Emocional y después al del Centro Intelectual. Pero esto no es necesariamente
depresión;
es vitalidad deprimida, y si uno se cuida de ser pasivo y de no
identificarse con ella
cuando empieza, si no se espera nada y se permanece tranquilo y pequeño en uno mismo, la depresión no produce pérdida de esperanzas, sino un estado en el cual no se debe pensar y es preciso quedarse quieto y silencioso en uno mismo. Se producen, claro está, alteraciones rítmicas en el cuerpo que llevan a la depresión. Se debe aprender en la enfermedad y en tales estados de alterada vitalidad a descubrir dónde se está en uno mismo y lo que se puede hacer, lo que está cerrado y lo que está abierto. Querer comportarse como de costumbre cuando se está enfermo es lo que deprime. Esta es una actitud equivocada. Estar internamente tranquilo, detener la imaginación, detener las quejas, relajarse, darse cuenta de que se está enfermo y se dispone de escasas fuerzas es la manera correcta de encarar la situación.

A diferencia de la depresión, la emoción negativa es
siempre
causada por otra persona. No es preciso que la otra persona esté presente. Si se tiene imaginación ésta actúa en lugar de dicha persona. La imaginación nos hace negativos —la memoria nos hace negativos— pero es siempre imaginar o recordar una
persona.
Cuando la emoción negativa surge de la imaginación o de la memoria repite por lo general lo que se ha sentido antes respecto de la persona de que se trata, y al cabo de un tiempo es posible observar cuándo se produce por primera vez, en cuyo caso se lo puede extirpar antes que alcance su plena fuerza. Cuando usted es "violentamente negativo", como dijo alguien, no se puede hacer gran cosa. ¿Por qué? Porque usted no lo desea, y a todos nos gusta ser violentamente negativos en algún momento. Es preciso comprender que a la gente le gusta ser negativa y sentir que sufre. Esto es todo lo que se puede decir. Pero hay que verlo. Es menester luchar mucho y por largo tiempo para empezar a no
gustar
de ser negativo. Es demasiado fácil ser negativo. Sólo usted mismo, en su más hondo pensamiento, comprensión y sentimiento, puede salir del pozo de los estados negativos, hacia la luz de la conciencia y del propósito. Uno de los estados negativos más serios resulta de compadecerse a sí mismo durante demasiado tiempo, lo cual suele conducir a la pérdida del poder de esforzarse. Hasta la más ligera autocompasión es negativa por su color. Puede transformarse en hacer una novela de la propia vida, pero es negativa y tiene el color y el sabor de la emoción negativa, si uno se empeña en observarla. Cuando mi mujer y yo estábamos en Francia, G. nos dijo: "Si ustedes no tienen compasión de sí mismos, yo tendré compasión de ustedes". Un perro, cuando se lo baña, a veces tiene compasión de sí. ¿Qué hace? Se aprovecha —salta sobre la cama sabiendo que no debe hacerlo. Había en Francia un perro llamado "Kakvas", es decir, "como usted mismo". Lo que es preciso comprender es que todos tienden a tener compasión de sí, ricos o pobres, casados o solteros, triunfadores o fracasados. Cuando un hombre tiene compasión de sí, siente que se le debe algo, como el perro. Si usted siente que se le debe algo, nunca empezará a trabajar verdaderamente sobre sí mismo. ¿Cómo podría hacerlo? Es preciso que sienta que es usted quien debe algo. Para hacer el esfuerzo de trabajar sobre usted mismo es menester que sienta realmente que hay algo
equivocado en usted.
Por lo general se necesitan años y años antes que una persona llegue a estar convencida de ello. El Trabajo debe atravesar capas y capas de orgullo, vanidad, ignorancia, satisfacción de sí, lenidad de sí, amor de sí, merecimiento de sí, y así sucesivamente. Empero, con el tiempo, logra atravesarlas. Pero antes que llegue a hacerlo, la primera señal de que una persona de pronto comprende que el Trabajo se refiere a algo real es que muestra por su manera de pensar que ya empieza a reflexionar sobre las ideas del Trabajo. El primer cambio tiene lugar en la mente, por ejemplo, piensa diferente. Esto es
metanoia,
traducido erróneamente en los Evangelios por "arrepentimiento". Es llamado en el Trabajo el "despertar del Cochero". Empieza con el darse cuenta de la situación en que se está. Es preciso comprender que no es una cosa muy común. La gente piensa rara vez en el Trabajo desde sí misma. Esto se debe a que pocas veces sienten que hay algo censurable en ellas, aunque están seguras de que los demás están equivocados. Se asemejan al hombre que era corto de vista y se negó a usar anteojos, diciendo que nada andaba mal en él, que lo que pasaba era que los diarios estaban mal impresos. Hablo de un paso que la gente debe dar.

Mientras se sigue pensando de la misma manera y se sigue sintiendo de la misma manera se es mecánico. Uno es una máquina, pero se imagina otra cosa. Nuestra vida no es acción, sino
reacción;
y reaccionamos a las cosas de la misma manera mecánica una y otra vez. Es sólo al ver que se es una
máquina,
como se puede lograr la emoción correcta que ayude a cambiar. Afortunadamente hay algo en nosotros que odia la mecanicidad, pero esta cosa está adormecida por nuestra imaginación que le hace creer que tenemos plena conciencia y actuamos siempre por la voluntad, y la conciencia, y que siempre sabemos lo que estamos haciendo, diciendo y pensando. Es sólo por un
esfuerzo consciente
como se puede comprender nuestra mecanicidad, y es preciso hacer este esfuerzo hacia una cosa definida, una reacción definida, algo práctico, claro y distinto. Tomarlo como una teoría es peor que nada. Cuando se comprende que se es mecánico en un grado definido, se produce un choque. En realidad, es un momento de recuerdo de sí. El trabajo contra la mecanicidad exige un esfuerzo de observación de sí. La razón por la cual reaccionamos a las cosas del mismo modo mecánico una y otra vez se debe nuevamente a las conexiones y asociaciones en y entre nuestros centros. Pero no tenemos conciencia de ello mientras no observemos nuestros centros. Para cambiar es preciso que los centros trabajen en una forma nueva. Demos un ejemplo: supongamos que siempre se siente trastornado al no poder encontrar una cosa. ¿Es mecánico o no? Sí, es una reacción mecánica que se repetirá regularmente mientras no la ilumine con la luz de la conciencia. Es la conciencia la que nos cambia. Primero, se precisa el esfuerzo de observación de sí. Supongamos que al no encontrar dicha cosa, reacciona siendo negativo. Este es el primer esfuerzo y pertenece al esfuerzo general de observación de sí, es decir, a llegar a ser más consciente, observarse a sí mismo y no siempre darse a sí mismo por supuesto. Luego, observe sus pensamientos. ¿Cuál es el pensamiento que siempre se presenta cuando usted ha perdido algo? Luego observe la emoción; repare en ella, en su sabor. Luego examine sus movimientos, su expresión, etc. La próxima vez no le será tan fácil reaccionar mecánicamente cuando pierde algo. ¿Qué lo ayudará? El trabajo que hizo previamente sobre esta reacción mecánica, a saber, el esfuerzo por ser más consciente. Todo lo que hacemos conscientemente queda para nosotros: todo lo que hacemos mecánicamente se pierde para nosotros.

Ya que vamos a hablar del aspecto cosmológico de este Trabajo, es preciso que diga unas palabras a modo de explicación preliminar sobre
la relación del esfuerzo consciente, o esfuerzo en el Trabajo, con el esfuerzo mecánico, o esfuerzo en la vida.
El Trabajo es
vertical
a la vida. Todo el esfuerzo del Trabajo radica en elevar al hombre a un nivel superior, y un nivel superior es vertical a él, es decir, está por
encima
de él. Tomemos este símbolo, que nos da uno de los significados de la Cruz.

La línea vertical es una línea que representa los diferentes niveles de ser, no sólo del Hombre, sino del Universo mismo. Una línea horizontal, trazada perpendicularmente, tal como AB, y que corta la línea vertical en C, representará la vida de una persona en el Tiempo en el nivel de ser representado por el punto C. Los esfuerzos que hacemos en el Tiempo desde la Causa y Efecto en el Tiempo —es decir, el esfuerzo mecánico— están a lo largo de AB. La línea vertical representa una dirección de esfuerzo diferente de la que se hace en el Tiempo. Habrá oído decir que los estados superiores de conciencia son atemporales, es decir, sin sentido de Tiempo. El movimiento en la línea vertical es atemporal. El estado superior del hombre no está a lo largo de la línea AB, sino
arriba
del hombre, en la línea vertical. Esta línea es la que da
significado
a todas las cosas. Representa la eterna escala de significado.

Al encarar el lado cosmológico de esta enseñanza, tenemos que comprender que es una parte esencial del aparato mental de este sistema y que sin él la enseñanza no puede formarse ni conectarse correctamente en las diferentes partes de la mente como instrumento para la recepción de las influencias provenientes de los centros superiores. Pero tengo la intención de darles toda la ayuda posible, en la forma de comentarios, para que el lado cosmológico les sea más accesible y así puedan, sentir la influencia de algunos de sus significados. El lado cosmológico es una cosa muy poderosa, pero si no se realiza ningún intento de pensar en él, su fuerza no producirá efecto alguno sobre una persona y de este modo su experiencia del Trabajo no irá mucho más lejos que sus limitados intereses propios.

Piensen ahora en el lado vertical. Es fácil comprender la Causa y el Efecto en el Tiempo. En el Tiempo la Causa siempre viene antes del Efecto. Pero la
Causa
no está solamente en el Tiempo pasado. La Causa puede estar por encima y por debajo de nosotros. Para ilustrarlo, mostremos la Tabla de los Cosmos, desde la Tierra hacia abajo:

Cosmos de la Tierra

Cosmos de la Vida Orgánica

Cosmos del Hombre

Cosmos de las Células

Cosmos de las Moléculas

Cosmos de los Átomos

Ven cómo el
Hombre
no está libre, porque es una diminuta parte del Cosmos de la Vida Orgánica y está compuesto de partes diminutas que pertenecen el Cosmos de las Células, las que a su vez están compuestas de partes diminutas —a saber, las moléculas— y así sucesivamente.

El hombre está compuesto de células, que pertenecen a su propio cosmos. Pero el Hombre forma parte de la Vida Orgánica. Si la Vida Orgánica muere, el Hombre, que es una parte, morirá. Y si el cosmos que está debajo del Hombre —las miríadas de células— muere, el Hombre dejará de existir.

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