Una mochila para el Universo (31 page)

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Authors: Elsa Punset

Tags: #Ensayo, Ciencia

BOOK: Una mochila para el Universo
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Cada niño y cada adulto deberían celebrar la magia de nacer y de ser únicos, de poder hacer tanto bien o tanto mal. Celebrar los misterios de la física cuántica y de las partículas que se comunican fantasmagóricamente. Celebrar la magia de despertar cada mañana en un minúsculo planeta cubierto por un manto de vida verde que cruza el espacio a doscientos cincuenta kilómetros por segundo, y también la magia de que a su vida puedan legar otros seres que de repente lo comprendan y le amen. Celebrar que haya flores y frutas para saciar su hambre, y agua para apagar su sed. Celebrar que escrutemos impacientes el universo con inmensos telescopios buscando más vida, que nos preguntemos incesantemente qué nos espera después de la muerte, que inventamos canciones y enlazamos palabras hasta crear poemas.

¿Hay mayor magia que todo lo que nos rodea a diario?

Si lográsemos vivir y educar a nuestros hijos con los ojos abiertos a la realidad misteriosa y palpitante, si supiésemos transmitirles el regalo que supone estar inmersos en tanta belleza y tanto misterio, no nos haría falta acumular todo lo inexplicable del mundo en supersticiones y respuestas cerradas que niegan la magia que nos rodea. No necesitaríamos infinitas distracciones y una exagerada acumulación de bienes, imágenes y sensaciones para disfrutar de la abundancia de la vida. Si fuésemos justos y observadores, sabríamos sin dudarlo que la verdadera magia se esconde en este universo deslumbrante que poco a poco estamos logrando descifrar.

AGRADECIMIENTOS

Algunos de los textos que aparecen en este libro tienen su punto de partida en los guiones que a lo largo de los últimos años he realizado para El Hormiguero y el programa de RNE Afectos en la noche, además de en los artículos que he escrito para, entre otras, la revista Telva. Sin el esfuerzo de sistematización que tuve que levar a cabo para divulgar mi trabajo en los medios de comunicación y sin el apoyo de los diferentes equipos que los integran, quizá este libro no habría sido posible.

Quisiera también aquí agradecer la excelencia, dedicación y entusiasmo del equipo de Destino que ha asumido la tarea de editar este libro, de forma muy especial a mi editor, Ramon Pereló, cuyo afecto y persistencia han hecho posible que estas páginas estén hoy en sus manos.

Elsa Punset

ELSA PUNSET, se licenció en Filosofía y Letras y es máster en Humanidades por la Universidad de Oxford. Es también máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y máster en educación secundaria por la Universidad Camilo José Cela (UCJC). Colabora habitualmente en distintos medios de comunicación, imparte conferencias y dirige en la UCJC el Laboratorio de Aprendizaje Social y Emocional, desde el que trabaja en la aplicación de la inteligencia emocional en los procesos de toma de decisiones y aprendizaje de niños y adultos. Sus libros,
Brújula para navegantes emocionales
(2008) e
Inocencia radical
(2009) la han consagrado ya como autora de éxito, y sus intervenciones en RNE y en televisión en el programa
El Hormiguero
han confirmado el impacto que generan sus mensajes en la audiencia.

Notas

[1]
El Hormiguero es el programa de televisión con el que ha venido colaborando la autora, en los últimos años, con elevados registros de audiencia. (N. del e.)
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[2]
Éste fue el título de uno de los programas más populares y gratificantes de nuestra sección de El Hormiguero. Tras una reflexión sobre cuánto amor necesitamos los humanos, aquella noche le recordamos a los telespectadores que si no nos tomamos el tiempo suficiente para vernos y sentirnos, no podremos expresar ni recibir amor. El mensaje de que cada abrazo debe ser sentido, que hemos de dar su tiempo a las muestras de afecto, me ha rodeado literalmente desde entonces gracias a los testimonios espontáneos de novios, padres y madres que abrazan a sus hijos, nietos que abrazan a sus abuelos o desconocidos que me piden un abrazo recordando aquella sección luminosa.
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[3]
Hay un vídeo de las jaulas de monos de Harlow en
http://videosurf.com
, buscando por «food or security»
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[4]
En la novela
El hombre terminal
, de Michael Crichton, se menciona que en 1972 el mejor ordenador tenía el mismo número de circuitos que el cerebro de una hormiga. Fabricar un ordenador con la capacidad de un cerebro humano requeriría el tamaño de un enorme rascacielos y consumiría la energía de una ciudad de medio millón de habitantes.
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[5]
Jerry Andrus (1920-2007) fue un mago e ilusionista norteamericano que ideó trucos e ilusiones para engañar al cerebro humano, como los dragones de papel o los imperdibles enlazados. En YouTube, buscando por «Nut and Bolt Jerry Andrus» podemos ver un vídeo que muestra el efecto logrado por las «tuercas imposibles» de Andrus.
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[6]
Esta sección de El Hormiguero fue muy conocida porque nuestra invitada de esa noche, la cantante Ana Torroja, no se dio cuenta de la errata que teníamos en el enorme cartel donde podía leerse «Y que viva la la buena vida», una frase que leyeron ella y el público, y tantas personas que estaban en sus casas, sin caer en la cuenta de cómo sus propios cerebros estaban corrigiendo la errata. En esta misma emisión, Pablo Motos y yo ofrecimos otro popular ejemplo de lo tendencioso que puede ser el cerebro: fabricamos un set que simulaba un museo con cuadros. Este juego lo diseñamos en línea con el conocido experimento del gorila, de Daniel Simons y Christopher Chabris —en YouTube se encuentra fácilmente al buscar «selective attention test gorilla»—, que mostraba cómo nuestra atención es tan selectiva que se nos pueden escapar detalles evidentes e importantes cuando estamos centrados en una acción cognitiva concreta. En el caso del museo, pedimos a los espectadores que buscasen un cuadro extraño mientras Pablo y yo «visitábamos» el espacio. Durante la visita, cambiamos varios elementos del set, todos ellos muy visibles, pero en general el espectador, centrado en buscar algo concreto, un cuadro, se perdía estos cambios.
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[7]
Para demostrar que podemos tener miedo a cosas absurdas, porque nos descoloca una situación o porque nos recuerda una película de terror, por ejemplo, en El Hormiguero grabamos con una cámara oculta a una niña en un hotel. La hipótesis era que si sacamos a un niño de contexto, podemos despertar miedos extraños en los adultos. En este caso le pusimos un camisón blanco a la niña, le echamos el pelo hacia delante y la soltamos en un pasillo. Si queréis ver lo que pasó, abrid ese enlace:
http://www.youtube.com/watch?v=jjJq1R5MzH4
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[8]
Nadie sabe qué fue del niño, pero este experimento fue uno de los últimos experimentos «oficiales» que se hizo a costa de seres humanos, pues ahora a las personas nos protege un código ético.
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[9]
El neurocientífico Matthew Lieberman ha encontrado una relación inversa entre la amígdala —el centro emocional del cerebro— y la corteza prefrontal. Cuando la amígdala se activa con sangre y oxígeno, la corteza prefrontal está menos activa, por lo que se ralentizan nuestras capacidades cognitivas y hay déficits en nuestra resolución de problemas, un efecto similar al de perder entre diez y quince puntos de cociente intelectual de forma temporal.
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[10]
Estudios de la Universidad de California (Ucla), por ejemplo, demuestran que cuando nombramos una emoción, la corteza prefrontal fabrica péptidos que inhiben la amígdala —recordemos: el centro emocional del cerebro— sobreactivada. La inteligencia emocional tiene mucho que ver con lograr equilibrar y armonizar la parte emocional y la parte racional del cerebro; es decir, con potenciar la corteza cerebral y calmar la amígdala.
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[11]
Desde la página web de Frans de Waal en la Universidad de Emory se puede acceder a esta y otras investigaciones:
http://www.psychology.emory.edu/nab/dewaal
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[12]
Gracias a un experimento clásico de Andrew Meltzoff y Keith Moore realizado en 1983, sabemos que los bebés de una hora de vida pueden imitar expresiones faciales al cabo de unos veinte segundos. Esto sorprendió a la opinión mayoritaria de entonces, que apuntaba a que los bebés eran criaturas pasivas y socialmente ineptas. En YouTube podemos ver experimentos de estas características a través de la búsqueda «neonate imitation».
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[13]
En El Hormiguero planteamos un día el tema del sentimiento de insignificancia, y yo utilicé un ejemplo muy clásico en psicoterapia: imaginábamos que asistíamos a nuestro propio entierro y, desde un lugar remoto, escuchábamos a los demás hablar acerca de nosotros. ¿Qué dirían aquellos que nos acompañan sobre lo que somos? ¿Qué recordarían, qué apreciarían? Pablo Motos se metió en un ataúd y desfilaron los colaboradores del programa haciendo comentarios jocosos sobre la vida del supuesto difunto. Yo me subí a una nube de cartón con unas alas carnavalescas.Al día siguiente, ya sabía que no habíamos acertado en nuestra puesta en escena, porque de entrada un supuesto entierro es demasiado morboso para un plató televisivo y la anécdota ahogó el mensaje que intentábamos transmitir: que cada persona es única y especial, y tiene por tanto algo único y especial que dar a los demás. Como soy consciente de que erramos con el ejercicio propuesto, he decidido contároslo aquí transformándolo en una boda, que también es un acto simbólico donde nuestros amigos pueden expresar lo que ven y sienten acerca de nosotros.
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[14]
Otras ideas para fomentar el sentido del humor: haz una sesión de risoterapia de grupo de quince minutos. ¿Cómo? Estírate en el suelo. Otra persona, y para ello es ideal contar con niños, familiares o personas amigas, se estira en el suelo a tu lado, pone su cabeza en tu tripa y dice «HA». La siguiente persona hace lo mismo y dice «HA HA». Y así cuantas más personas mejor. Te reirás sin duda alguna. Colecciona momentos divertidos: todos los días durante una semana proponte hacer algo divertido o encontrar algo gracioso en lo que te rodea, y no te vayas a dormir sin hacerlo. Intercambia cotilleo por diversión: cuando te encuentres con tus colegas o amigos pídeles que te cuenten también algo divertido, así cambiarás el cotilleo por la diversión y propagarás buen humor. También puedes acordar con un amigo un intercambio diario de humor durante unos días.
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[15]
Buscando «Jaak Panksepp tickes a rat» en YouTube puede verse un ejemplo.
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[16]
Siglas de
Rapid Eyes Movement
, los movimientos rápidos del ojo que se producen durante esa fase del sueño.
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[17]
Langer, E., «Mindfulness», Addison Wesley, Reading, 1989.
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[19]
Estos estudios han generado un debate apasionante en el que podéis profundizar leyendo, por ejemplo, a Benjamin Libet, Daniel Dennett o Stephen Hawking.
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[20]
Puede verse en YouTube buscando «Bill Clinton mintiendo».
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[21]
La sonrisa de Duchenne se llama así por el nombre del médico francés Guillaume Duchenne, que pasaba corrientes eléctricas a través de algunos sujetos de experimentos y tomaba fotos de sus caras retorcidas por el dolor.
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[22]
Tuve la suerte de tener como invitado en El Hormiguero a Miguel Bosé, que estuvo ensayando las sonrisas más irresistibles del mundo… ¡A mí por lo menos me convencieron!
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[23]
El vídeo aparece en YouTube al buscar por «Stop and Hear de music».
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[24]
La felicidad es la palabra coloquial que utilizamos para definir cómo evaluamos, de forma subjetiva, nuestra propia sensación de bienestar.
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[25]
Conviene citar al respecto el clásico estudio sobre dinero y felicidad del psicólogo y Premio Nobel Daniel Kahneman, que puede consultarse en el apartado de publicaciones de su web,
www.princeton.edu/~kahneman
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[26]
Barbara Fredrickson afirma que experimentar emociones positivas y negativas en una ratio de 3:1 es el punto de inflexión en el cual las personas se vuelven más resilientes frente a la adversidad y logran sus metas con más facilidad. Puedes medir tu ratio positiva/ negativa diaria aquí:
www.positivityratio.com
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[27]
David Steindl-Rast ha desarrollado sugerentes teorías acerca del aprecio y la gratitud por lo que nos rodea: «Me ayuda en mi propia práctica de la gratitud aplicar la regla que aprendí cuando era niño y que usaba cuando iba a cruzar una calle: "Para, mira, anda". Antes de acostarme miro hacia atrás en mi día y me pregunto "¿Me detuve y permití ser sorprendido? ¿O caminé aturdido y con desgana? ¿Estuve demasiado ocupado para despertarme frente a la sorpresa? ¿O permití que las circunstancias me distrajeran de poder ver el obsequio dentro del regalo?" Y finalmente "¿estuve suficientemente alerta para aprovechar la oportunidad que se me ofrece?" Esta receta para vivir agradecido suena simple porque lo es. Pero simple no significa fácil. Algunas de las cosas más simples son difíciles, porque hemos perdido nuestra simplicidad infantil y aún no hemos encontrado la de nuestra madurez. Crecer en gratitud es crecer en madurez. Y encontrarás casi siempre ese momento que te ofrece una oportunidad de disfrutar… los sonidos, los olores, los sabores, las texturas, los colores, y aún con más alegría la amistad, la bondad, la paciencia, la fidelidad, la honestidad y todos aquellos dones que ablandan nuestros corazones como una lluvia de primavera.» (Textos extraídos de la página web creada por David Steindl-Rast:
www.gratefulness.org
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