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Con ese informe, Sánchez Manzano efectúa una doble manipulación: por un lado, le oculta al juez que la Policía Científica había encontrado diferencias entre las muestras, mientras que por otro le hace creer a Del Olmo que la metenamina es un componente de la Goma-2 ECO, con lo que se evitaban incómodas preguntas sobre posibles explosivos de tipo militar.

Gracias a esa doble manipulación, la verdad oficial fue convenientemente apuntalada ante la opinión pública y ante el juez. A partir de ese momento, todo el mundo daría ya por supuesto que el explosivo utilizado en los atentados era Goma-2 ECO. De hecho, los informes posteriores de Sánchez Manzano al juez ya sólo mencionan el nombre de dicho subtipo de dinamita, sin entrar en peligrosas explicaciones sobre la composición química de las muestras encontradas en la mochila y en la furgoneta.

La huida hacia adelante

Esta manipulación tenía que terminar por descubrirse antes o después, y así fue, aunque para ello tuvo que transcurrir un año. La primera señal de alarma saltaría en enero de 2005, al recibir el juez un informe de la Guardia Civil relativo a una serie de cartuchos de dinamita recogidos en Asturias. El análisis de los cartuchos de Goma-2 ECO arrojaba la presencia de los cinco productos normales que componen dicho explosivo. Por supuesto, no aparecía la metenamina por ninguna parte.

Para remachar la jugada, el juez Del Olmo recibía el 21 de marzo de 2005 un informe elaborado por la Comandancia de Toledo de la Guardia Civil, encargada de investigar el atentado fallido en el AVE. En ese informe, la Guardia Civil solicitaba, muy sibilinamente, que se pidiera a la Policía información sobre si había sido detectada metenamina en los explosivos de Leganés, lo que era una hábil manera de llamar la atención del juez sobre el punto fundamental del engaño.

Después de revisar la documentación obrante en su poder, el juez Del Olmo detectó las contradicciones y solicitó a Sánchez Manzano las clarificaciones oportunas con fecha 5/4/2005.

En su informe de contestación de 20 de abril de 2005, Sánchez Manzano se ve cogido en la tremenda red de engaño tejida en torno a este tema y emprende la huida hacia adelante. Por un lado, reconoce que en la mochila de Vallecas no había metenamina, pero la explicación que da para haber dicho que sí la había es que se trata de un "
error de transcripción
". Un error muy providencial, sí. Ese "
error de transcripción
" indujo al juez a considerar durante un año, equivocadamente, que todas las muestras se correspondían con el mismo tipo de explosivo. En determinados puestos, y sobre determinados asuntos, uno no puede permitirse semejantes "
errores de transcripción
".

A continuación, Sánchez Manzano reconoce que la metenamina no forma parte de la composición de la Goma-2 ECO (entonces, ¿por qué dejó, con su primer informe de 16 de marzo de 2004, que el juez creyera que la Goma-2 ECO sí contiene metenamina?). Reconocido esto, el jefe de los Tedax se ve forzado a dar una explicación al hecho de que en la muestra patrón de Goma-2 ECO entregada para los análisis sí hubiera metenamina. ¿Y cuál es la explicación que da Sánchez Manzano? Pues que "
se trata inequívocamente de una sustancia contaminante ajena y extraña a la composición originaria
". Peculiar explicación. Lo que Sánchez Manzano nos dice es que la Policía Científica permite que se le contaminen las muestras que se le entregan para su análisis. Y además no se trata de una contaminación cualquiera, sino que "
casualmente
" se le contaminan muestras de dinamita con componentes de explosivos militares. Si eso fuera así, la conclusión ineludible es que tendrían que tirarse esos análisis a la basura, porque ¿quién nos garantiza que el resto de sustancias detectadas en el análisis no sean también "
sustancias contaminantes
"?

Pero hay más: ante la pregunta del juez de si la metenamina es relevante para identificar el tipo de explosivo, Sánchez Manzano reconoce que se trata de un compuesto utilizado para fabricar ciclonita (que es, recordemos, un explosivo de tipo militar) pero se apresura a añadir que "
no es una sustancia explosiva en sí misma
" y que de aquí "
se deduce que nunca puede ser relevante para la identificación de sustancias explosivas y que por ello en los informes emitidos por esta Unidad… nunca se ha utilizado, mencionado o tenido en cuenta
" (sic). Es decir:

1. Por un lado, Sánchez Manzano afirma, con todo desparpajo, que nunca ha "
utilizado, mencionado o tenido en cuenta" la metenamina en sus informes, porque es irrelevante
. ¡Hombre! Teniendo en cuenta que hubo que recurrir a un "
error de transcripción
" para añadir metenamina a una de las muestras y que el juez creyera que todas las muestras de explosivo eran iguales, esa afirmación de Sánchez Manzano resulta un tanto descarada.

2. Por otro lado, el jefe de los Tedax nos está diciendo que un componente de ciertos explosivos de tipo militar "
no es relevante
" para conocer el explosivo que estalló en los trenes. Muy lógico, si. Supongo que lo que está diciendo es que a él le daba igual qué componentes aparecieran en los análisis, porque al final tenía que decir de todos modos que se trataba de Goma-2 ECO.

Conclusiones

Esta secuencia de informes pone sobre la mesa dos interrogantes fundamentales. Dada la presencia de metenamina en la furgoneta de Alcalá, ¿de qué tipo de explosivo se trataba, ya que no puede ser sólo Goma-2 ECO? Todavía más importante: dado que en la Goma-2 ECO no hay metenamina, ¿cómo se explica que aparezca ese producto en el fragmento entregado por los Tedax como muestra patrón? ¿Es que ese fragmento de muestra no se extrajo de un cartucho de Goma-2 ECO?

¿Hay alguna otra marca de dinamita donde sí intervenga la metenamina como componente?

En cuanto a los explosivos de los trenes y a los que se encontraron en otros escenarios relacionados con la masacre, tratemos de resumir al lector el estado actual de las investigaciones. En los trenes y en la casa de Morata de Tajuña sólo se pudieron detectar en los análisis componentes genéricos de dinamita, por lo que no podemos afirmar con seguridad qué tipo de dinamita se usó para los atentados (es decir, no existen datos analíticos para determinar si lo que estalló en los trenes fue Goma-2, Titadyne u otro tipo de dinamita). De hecho, en dos de los diez focos de explosión de los trenes no se han podido identificar en absoluto componentes de explosivos, como informaba el diario
El Mundo
hace pocas fechas. En cuanto al extraño artefacto encontrado en las vías del AVE, lo que allí había era Goma-2 ECO pura (como en la mochila de Vallecas).

Lo que sí tenemos claro a estas alturas es que el explosivo de la mochila de Vallecas no coincide con el de la furgoneta de Alcalá, lo que apunta a que una de las dos pistas (en el próximo capítulo veremos cuál) era un mero señuelo.

Y también tenemos clara otra cosa. Pocos aspectos del sumario ilustran tan a la perfección los intentos deliberados de manipulación a que el juez Del Olmo se ha visto sometido desde el mismo día 11 de marzo de 2004. Del Olmo ha tenido que soportar informes manipulados, detenciones absurdas, dilaciones injustificadas en la entrega de información, ocultaciones de datos, falsas atribuciones de responsabilidad a personas inocentes… pero hasta el momento no habíamos podido acreditar de manera tan palmaria una cadena tan estructurada de mentiras como la que este artículo pone de manifiesto.

No son las únicas mentiras de Sánchez Manzano en el tema del 11-M. El jefe de los Tedax faltó a la verdad en la Comisión de Investigación cuando dijo que las mochilas detonadas por los Tedax en las estaciones no habían sido hechas estallar, sino que habían estallado accidentalmente al intentar desactivarlas. No es así: los Tedax procedieron a efectuar detonaciones controladas de los artefactos, como consta en los autos del juez Del Olmo y en las declaraciones de los policías presentes. Sánchez Manzano faltó asimismo a la verdad en sucesivos informes enviados al juez sobre la mochila de Vallecas, en los que le ocultó durante cuatro meses que la mochila no había estallado debido simplemente a que estaba preparada para no estallar, porque desde el mismo día 12 de marzo se disponía de una radiografía que mostraba que había dos cables sin conectar dentro de la mochila.

Todos los lectores recordarán cómo durante aquellas fatídicas jornadas que van del 11 al 14 de marzo de 2004, se acusó hasta la nausea al gobierno popular de mentir a la opinión pública, aduciendo que el gobierno ocultaba que el explosivo utilizado en los atentados era Goma-2, un tipo de dinamita que ETA había dejado de utilizar hacía tiempo.

Pues bien, es verdad que a partir del 11 de marzo hubo mentira y manipulación en el tema de los explosivos, pero el sumario demuestra que quien mintió y manipuló no fue precisamente el ministro Acebes.

Capitulo 5

Las miguitas de Pulgarcito

Uno de los enigmas más extraños del 11-M era, hasta ahora, el relativo a la misteriosa aparición de una mochila-bomba en Vallecas en la madrugada del 12 de marzo.

¿Cómo llegó hasta aquella comisaría de Vallecas esa providencial mochila, que conduciría con sorprendente rapidez a la detención de los
pelanas de Lavapiés
en plena jornada de reflexión? Hasta el momento, nadie se había dignado a explicar a los españoles las circunstancias completas de la aparición de aquella mochila, pero la desclasificación del sumario por parte del juez Del Olmo nos permite por fin ir entreviendo la respuesta a éste y otros enigmas. Hablaremos en el artículo de cuál es el supuesto trayecto que pudo haber seguido esa mochila, pero lo malo es que el aclarar ese enigma tan sólo nos sirve para que se nos planteen otros muchos enigmas nuevos y, quizá, más inquietantes.

Sigue el camino de baldosas amarillas

Fue nuestro admirado Fernando Múgica el que destapó la caja de Pandora de las dudas en su primer artículo sobre los agujeros negros del 11-M. En aquel texto, Múgica ponía blanco sobre negro unas preguntas que muchos millones de españoles llevaban planteándose en silencio desde el mismo día de los atentados. Las "
miguitas de Pulgarcito
", como Múgica las bautizó, eran demasiado grandes y llamativas como para ignorarlas.

Entre el 11 y el 14 de marzo, muchos ciudadanos tuvieron la sensación de estar asistiendo a una farsa, a la escenificación coreográfica de un guión previamente ensayado, que conducía inevitablemente en una sola dirección: el día 11, la furgoneta de Alcalá con su famosa cinta coránica; el día 12, la milagrosa mochila de Vallecas; el día 13, las detenciones y la cinta de reivindicación. La cronometrada secuencia de aparición de las "
pruebas
", su carácter marcadamente teatral y la falta de explicaciones claras sobre las extrañas circunstancias en que esas pruebas habían aparecido hicieron sospechar a muchos españoles que alguien nos estaba "
vendiendo la moto
", que toda aquella acumulación de sorprendentes pruebas no era más que el camino de baldosas amarillas que la opinión pública tenía que seguir para terminar encontrando a un Ben Laden tan falso como el Mago de Oz.

La furgoneta de Alcalá

Son numerosos los datos del sumario que apuntan a que la furgoneta no fue abandonada por los terroristas que colocaron las mochilas, como hasta ahora nos habían hecho creer.

En primer lugar, los testigos oculares. El portero de Alcalá, en su primera declaración ante la Policía, dijo que las personas que vio tapadas con bufandas y gorros aquella mañana le habían parecido europeos del este; por su parte, una empleada de las taquillas de la estación de Alcalá estuvo hablando con uno de los presuntos terroristas, que estaba tapado con pasamontañas y bufanda y que hablaba "
en español con acento de español
". En lo que coinciden las dos declaraciones es en que el comportamiento de esos presuntos terroristas llamaba la atención. Es como si buscaran que las miradas se dirigieran hacia aquella furgoneta. Resulta difícil de explicar que a nadie se le ocurriera citar, para que compareciera ante la Comisión 11-M, a esa taquillera de Alcalá que es la única persona que habló el día de los atentados con uno de los supuestos terroristas.

También resulta curiosa la ausencia de huellas. Las únicas dos huellas dactilares de un presunto terrorista que aparecieron no estaban en la propia furgoneta, sino en la bolsa con detonadores que había debajo del asiento. Sin embargo, esos terroristas que evitan tan cuidadosamente dejar huellas en el volante, en la puerta, en el salpicadero e incluso en la famosa cinta coránica (lo que indica que probablemente utilizaron guantes), se dejan abandonadas en la parte de atrás numerosas prendas de ropa con su ADN. ¿Alguien tiene alguna explicación racional?

Otro de los problemas que más quebraderos de cabeza le ha dado al juez Del Olmo es la cuestión de las llaves. La furgoneta apareció perfectamente cerrada, sin ningún signo de violencia, lo que quiere decir que se usaron llaves para abrirla y cerrarla. ¿De dónde sacaron las llaves los terroristas? Según declaró el propietario de la furgoneta, un ebanista jubilado, le había desaparecido un manojo de llaves ocho meses antes de los atentados. Pero resulta bastante extraño que unos terroristas que adquieren los explosivos y los teléfonos a escasos días del 11-M tengan la previsión de robar un manojo de llaves con ocho meses de antelación. A esto se suma otro dato inexplicable: hicieron falta al menos doce terroristas para colocar las doce mochilas, así que tendrían que haber aparecido al menos dos vehículos más abandonados. ¿Dónde están esos vehículos? Tres meses después de los atentados, apareció un Skoda Fabia en Alcalá, de nuevo sin huellas dactilares y lleno de prendas de ropa de los terroristas. Pero el problema es que ese Skoda no estaba allí el 11 de marzo, según publicó
El Mundo
. Entonces, ¿quién lo depositó en Alcalá con posterioridad a los atentados, y con qué objeto?

La matrícula no doblada es otro de los misterios. Los mercenarios implicados en la trama del 11-M se dedicaban, entre otras cosas, a la compraventa de vehículos robados, y a todos les doblaban sistemáticamente las matrículas.

Resulta incomprensible que no doblaran la matrícula del único vehículo que no podían permitirse que les interceptaran: aquél en que tenían que trasladar los explosivos desde Morata hasta Alcalá.

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