Sombras de Plata (52 page)

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Authors: Elaine Cunningham

Tags: #Aventuras, #Fantástico, #Juvenil

BOOK: Sombras de Plata
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No obstante, aquella misma noche, en manos de un asesino desconocido e invisible, el reinado del bajá Balik llegó a un brusco y sangriento final. Corrieron rumores de que había sido traicionado desde el interior de palacio, porque nadie vio entrar ni salir al asesino. La única señal que quedó en el lugar del crimen fue un pañuelo largo y de colores variopintos, como los que se usan para que las mujeres se recojan el cabello en turbantes.

Y a la mañana siguiente, Hasheth se convirtió en miembro de pleno derecho de los Caballeros del Escudo, al haber probado su lealtad comprando la seguridad de Hhune a un precio que muchos hombres habrían considerado demasiado elevado.

Arilyn partió poco antes del alba, sin conocer los acontecimientos de la noche anterior y los cambios que pronto sacudirían Espolón de Zazes. Sentía el corazón alegre mientras cabalgaba velozmente rumbo al norte, rumbo a su hogar. Por primera vez en toda su vida, sabía perfectamente qué hogar le correspondía.

La Arpista no se había alejado demasiado de los muros de la ciudad cuando oyó el fragor de un combate en el camino que tenía frente a ella. De forma increíble, una familiar voz de tenor se elevaba por encima del estrépito de las espadas. Espoleó al caballo hasta ponerlo al galope.

Mientras se aproximaba, alcanzó a oír con total nitidez la letra de la canción. Se trataba de una melodía ligera, el tipo de canción intrascendente que tan bien conocía..., y que había aprendido a soportar.

Hemos venido a llorar la muerte del paladín,

el hombre más noble y más bueno.

Su camino era justo; su voluntad, férrea.

¡Y aun así lo han matado en esta guerra!

A solas se enfrentó con la horda de orcos

e, impávido, desenfundó su poderosa espada.

No flaqueó, no parpadeó.

¡Probablemente no se detuvo ni pensó!

Una mezcla familiar de exasperación y regocijo fluyó por el corazón de la semielfa. Una canción irreverente como ésa sólo podía cantarla una persona. Arilyn descendió del caballo y se aproximó a la carrera al combate, con la hoja de luna en la mano.

Sin embargo, la lucha que tenía lugar en el camino era más cómica que peligrosa. En el centro del conflicto estaba Danilo, con los brazos cruzados sobre el pecho mientras contemplaba la pelea entre la pequeña banda de escoltas que había contratado y un puñado de rufianes aficionados. El iba cantando sus versos, con el objetivo de estimular a los combatientes según el estilo de la tradición clásica de los bardos, aunque el hecho de que alguien pudiese sentirse inspirado por aquella canción era algo que iba más allá de la comprensión de Arilyn.

Sin saber que lo contemplaba, divertida, la semielfa, Danilo siguió cantando:

Se abrieron los salones de Tempus;

y nuestro paladín se metió dentro,

comparte con todos su noble credo,

y al ver orgías y banquetes frunce el entrecejo.

No podemos lamentar la muerte del héroe,

aunque nos han privado de su fortaleza.

Si queréis llorar, llorad por los dioses,

¡que ahora soportan su aburrida naturaleza!

Danilo no se contentaba con deleitar a todos con sus habilidades como juglar sino que, entre verso y verso, lanzaba pequeños hechizos que sembraban la confusión entre las filas enemigas. Arilyn soltó una carcajada al ver que un bandido caía de pronto de bruces sobre el barro pues de repente los cordones de sus botas se habían atado entre ellos.

El joven mago alzó la vista sorprendido al oír aquella risa elfa. Cuando su mirada descubrió a Arilyn, su rostro se iluminó como si en él hubiese salido el sol. Desenvainó su espada y empezó a luchar frenéticamente mientras se abría paso a través del círculo de guerreros hacia ella.

Arilyn suspiró. Danilo podía mantener un combate bastante bien, pero no era ningún espadachín y en aquel momento no tenía paciencia para esperar a que finalizara la lucha, así que levantó su hoja de luna y, sosteniéndola en alto, soltó un sonoro grito de guerra en lenguaje elfo.

Los rufianes alzaron la vista, sorprendidos por el sonido. El hecho de que se añadiera una guerrera elfa a las filas de sus enemigos era más de lo que su vacilante voluntad podía soportar, así que salieron corriendo en desbandada en dirección a las colinas que había hacia el este, donde, para regocijo de Arilyn, los esperaba cierto alquimista ansioso por encontrar oportunidades para probar sus últimos artilugios.

El noble apartó la espada y echó a correr hacia ella. Arilyn notó que el rostro de Danilo estaba muy bronceado por el sol del verano y que tenía el cuerpo ligeramente inclinado y endurecido por la vida en la carretera. También parecía mayor, como si el tiempo le hubiese afectado de un modo que unos simples meses de ausencia no podían explicar. Arilyn no sentía amor por la magia, pero sabía reconocer las huellas que los hechizos poderosos dejaban sobre aquellos que los lanzaban. Según parecía, Danilo no había estado inactivo durante el tiempo en que habían estado separados. ¡Los dos tenían cosas que contar!

También había otra cosa que parecía haber cambiado en él. Arilyn, que recientemente había conseguido conocerse a sí misma y saber cuál era su camino, reconocía en él una sensación de paz que parecía indicar que el mismo tipo de conocimiento lo había podido adquirir él. Tampoco su rostro lucía el más mínimo signo de afectación. Por una vez, la máscara con la que se ocultaba él del mundo había desaparecido y en su rostro se reflejaba su corazón auténtico.

Danilo le cogió ambas manos y esta vez Arilyn no se apartó.

—Nos reencontramos del mismo modo que nos despedimos —comentó con voz suave.

—Eso parece —convino ella en tono irónico—. ¿Por qué será que siempre te encuentro rodeado de gente que desea verte muerto?

Una fugaz sonrisa cruzó por el rostro de Danilo.

—Supongo que es el precio que tengo que pagar por el encanto, la riqueza y la fama. Pero basta de tonterías. Te he echado mucho de menos.

Tras pronunciar aquellas palabras, le soltó las manos y alargó los dedos para tocar la piedra preciosa que estaba incrustada en la empuñadura de la hoja de luna, un gesto que había hecho con frecuencia durante los últimos dos años. De repente, Arilyn se dio cuenta de lo que aquello significaba. Era la única caricia que ella le había permitido hacer, la única prueba tangible del lazo que los unía. Se preguntó durante un instante si Danilo podría comprender el don mágico de la armonía y cómo se sentiría cuando supiera que ya no estaba allí. Tenía que contárselo, y enseguida, pues nadie podía tocar una hoja de luna salvo su dueño, bajo pena de muerte.

Cogió con firmeza su muñeca antes de que sus dedos rozaran la hoja de luna.

—No puedes —explicó, seria—. El poder que te permitía compartir mi espada ya no existe.

La mirada pesarosa y desolada que asomó a los ojos de Danilo conmovió el corazón de Arilyn.

—No puedes, porque ya no es necesario —añadió, apresuradamente—. No necesito que la magia de la hoja de luna haga algo que puedo hacer yo misma. —El resto de las explicaciones se las daría más tarde; esto se lo debía.

—¿Es posible? —murmuró, maravillado—. Arilyn, he esperado más de dos años para conocer qué sentía tu corazón. El mío ya sabes lo que siente, es tuyo, junto con mi vida y mi alma.

—Tu corazón lo aceptaré gustosa, pero tu alma —concluyó con honda satisfacción—, te pertenece de nuevo por completo.

Notas

[1]
Foxfire
significa en inglés «candela», que es la flor del alcornoque y que tiene una forma característica y un tono rojizo.
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