Y, si no estás familiarizado con estos temas, es imposible que lo asimiles todo de una sola leída.
Por ello, trata de digerir bien todo lo que aprendas. Estúdialo con detenimiento. Y no te sorprendas si, tras leer, subrayar y estudiar el libro varias veces, este empieza a adquirir significados y matices diferentes.
Pues, aunque llegue a parecerte que se comporta como si estuviera vivo, lo cierto es que no lo está. Sin embargo, tú sí lo estarás por lo que, a medida que vayas alcanzando niveles superiores de conocimiento, empezarás a descubrir y ver en él ideas y perspectivas que antes no veías.
Y esto, de nuevo, también te lo digo con toda seriedad.
Así que, ya lo sabes. Trata este libro con el respeto que merece, porque encierra años del conocimiento y experiencia de los mayores expertos del mundo en la materia. Si lo haces, puede llevarte muy lejos.
DOS CONSEJOS CRUCIALES PARA ESTUDIAR EL MANUAL
Dicho lo dicho, si tuviese que reducir todos los consejos que puedo darte sobre cómo sacar mayor partido a este manual, sólo a dos, estos serían los siguientes.
Es el primer gran truco de Sex Code. Una vez leído, estudia el índice.
En serio, vuelve al índice una y otra vez, pues es un esquema de la obra y de su lógica.
Hazte fotocopias de él y estudia de él. Usa el resto del libro solo para repasar los puntos y conceptos que no te hayan quedado claros. De hecho, solo estudiando el índice puedes llegar muy lejos en tu aprendizaje.
El segundo gran truco de Sex Code viene ahora. Desde el principio, haz también constante uso del glosario. En él están las palabras que definen la filosofía y la ciencia del Aven. Recuerda que, si entiendes y conoces los conceptos de un Aven, puedes pensar como un Aven. Y, si piensas como un Aven, puedes empezar a actuar como un Aven.
En cualquier caso, haz buen uso del conocimiento que te brindo. Y prepárate para cambiar, de una vez por todas, tu relación con las mujeres.
La industria las usa para anunciar sus productos, los negocios las prefieren en sus mostradores y, algunas de ellas, hasta comercian directamente con sus cuerpos. Cuando pensamos en cualquier hombre con fama o poder, nos cuesta imaginarlo sin una de ellas a su lado.
Afrontémoslo. Las tías buenas están ahí. Y, lo queramos o no, ejercen un gran poder sobre nosotros.
Mujeres como Mónica Bellucci, Leticia Casta o Angelina Jolie son capaces de despertar atracción instantáneamente en miles de millones de hombres de sustratos, gustos y culturas diferentes. Y aun cuando ninguna de las mujeres citadas sea «tu tipo», apuesto a que si cualquiera de ellas estuviese ahora mismo dondequiera que te encuentres, se acercase a ti lentamente y te pasase el dedo por el cuello mientras te mira intensamente a los ojos con los suyos brillando de deseo… apuesto, entonces, a que en tu organismo se produciría un súbito cambio fisiológico.
¿Qué sentirías si, en cambio, hiciera lo mismo esa sesentona con sobrepeso y vello facial con la que te cruzas a diario? Con toda seguridad, algo completamente distinto. ¿La razón? No es una tía buena.
Ahora bien, ¿te has planteado alguna vez qué es una tía buena exactamente? ¿Quién lo decide? ¿Cómo es posible que exista un acuerdo tan generalizado sobre ellas? ¿Y por qué provocan tales reacciones en nosotros?
La respuesta que yo he encontrado a todas estas preguntas es bastante simple. Las TBs
[6]
, simplemente, accionan una serie de interruptores en nosotros encargados de activar el mecanismo de atracción.
LA ATRACCIÓN NO SE ELIGE
Parece evidente, pues, que por lo general nuestra voluntad consciente juega un papel más bien escaso a la hora de decidir qué nos atrae y por qué. Por el contrario, todo apunta a que es precisamente esta mente consciente la que inventa razones para justificar aquello que una parte mucho más antigua y profunda de nosotros ha decidido sin apenas consultarnos.
Cuando ves a una de estas TBs, tu reacción es instantánea e inconsciente. Las razones por las que experimentas ese súbito interés vendrán luego. Porque, en un primer momento, lo único que sabes es que ya la estás mirando sin haberlo decidido. Algo en ella ha accionado varios interruptores en tu interior y, antes siquiera de que puedas darte cuenta de ello, ya te sientes atraído.
En definitiva, la atracción nos viene impuesta por factores que están fuera de nuestro control. Por supuesto, podemos luchar contra ella. Pero esa lucha, ¿no hace aun más evidente que nos encontramos frente a algo que no hemos elegido?
Podemos entonces afirmar que la atracción no es una elección. Al menos no lo es en el caso de los hombres. Pero, ¿qué ocurre con las mujeres? ¿Son ellas diferentes?
LA ATRACCIÓN FEMENINA ES MÁS COMPLEJA
El caso femenino se antoja a primera vista mucho más complejo. Aunque es cierto que las mujeres parecen atraídas hasta cierto punto por la belleza física masculina, esta deja muchas preguntas sin respuesta.
Por ejemplo, ¿cómo es posible que algunos hombres de avanzada edad se acuesten con mujeres jóvenes y atractivas que rechazarían sin dudarlo a otros con menos años y mejores rasgos? ¿Qué es lo que hace que una gran estrella musical pueda acostarse con miles de sus fans sin apenas proponérselo aun cuando se aleje mucho del estereotipo de belleza masculino?
Aunque sea de vista, todos conocemos hombres más bien poco agraciados que mantienen relaciones sexuales con mujeres que quitan el aliento. Puede, incluso, que como yo hayas conocido individuos especiales. Hombres que, pese a tenerlo TODO en su contra, no dejan de acostarse con TBs.
Si, como en mi caso particular, te ha ocurrido además que en diversas épocas de tu vida has sido mucho más capaz que en otras de atraer a las mujeres aun cuando tu físico apenas haya cambiado, puede que estés buscando respuestas.
Las hayas encontrado o no, una cosa está clara.
En tanto que un cierto grado de belleza o atractivo físico parece bastar a las mujeres para despertar atracción en la mayoría de los hombres, responder a qué atrae a las mujeres no parece tan sencillo.
¿Qué es, pues, lo que atrae a las mujeres? Y, aunque nosotros no podamos elegirlo, ¿lo hacen ellas?
Si crees que Darwin no tiene nada que ver con una vida sexual plena, es hora de que revises tus ideas.
Por sorprendente que te pueda parecer yo creo que, en última instancia, aquello responsable de que las mujeres que he mencionado antes nos exciten sexualmente no hay que buscarlo más allá de nuestros genes. Y estos son como son por razones puramente evolutivas.
Como es lógico, no quiero llenarte la cabeza de teorías científicas. La misión que tengo es otra. Mi principal propósito es ayudarte a que aumentes tu éxito con las mujeres para que puedas sentirte plenamente realizado como hombre. Y eso es, precisamente, lo que con toda probabilidad has venido a buscar en estas páginas.
Sin embargo, me parece que el que cuentes con algunas nociones y conceptos claros es fundamental para que puedas comprender qué es la atracción y cómo funciona. Sin ellos, te resultaría demasiado fácil extraviarte en el camino.
Con este fin, te ofreceré primero una breve explicación sobre la finalidad biológica del ser humano e, incluso, sobre aquella a que parece apuntar la vida misma. Así, te resultará más fácil entender el papel que juega la atracción en todo ello.
LA PRIMERA FORMA DE SELECCIÓN NATURAL
Según Richard Dawkins
[7]
, en el principio solo había simplicidad.
Tras la gran explosión que dio origen al universo, este empezó a verse paulatinamente poblado de cosas estables. Por «cosa estable» entendemos una colección de átomos que es lo bastante permanente o común como para merecer un nombre.
Esto no tiene nada de sorprendente si pensamos en el comportamiento de los átomos. Cuando los átomos se topan con otros átomos, estos tienden a asociarse en reacciones químicas dando lugar a las moléculas, las cuales pueden ser más o menos estables. Por definición, las inestables ocurrirían con menos frecuencia o, cuando no lo hiciesen, durarían menos que las estables.
Era, pues, de esperar que con el tiempo el universo se fuese viendo más y más poblado de cosas estables. Esto era así hasta el punto de que, en lugares de superficie y número de átomos limitados como la Tierra, pronto pudiéramos hablar de Supervivencia de lo Estable. Esa fue, pues, la primera forma de selección natural que tuvo lugar
[8]
.
EL PRIMER REPLICANTE
En un momento dado de la «Verdadera Historia Universal», ocurrió algo que cambiaría el aspecto de la Tierra para siempre. De entre las numerosas reacciones químicas que tenían lugar en ella, casualmente surgió una que tenía la propiedad de crear copias de sí misma. Dawkins la llama «el Replicante».
Esta molécula probablemente aprovechaba algunas clases de moléculas de las que tenía a su alrededor, utilizándolas como materia prima a la hora de replicarse. Si supones que esta molécula pronto llegaría a ser más y más común gracias a su capacidad para replicarse aprovechando el abundante material que la rodeaba, supones bien.
NUEVOS REPLICANTES
Otra consecuencia del fenómeno es que, en el proceso de copia, a veces ocurrían errores. La mayoría eran insignificantes. Sin embargo, al darse algunos de estos errores sobre copias erróneas de copias erróneas de copias erróneas de copias erróneas de copias erróneas…, en tales casos dichos errores se hacían acumulativos. Este error acumulado daba lugar a moléculas totalmente distintas a la original
[9]
.
A menudo, las moléculas a que daban lugar tales fallos acumulados no eran aptas para sacar partido de su entorno o ni siquiera podían replicarse, por lo que no prosperaban. En algunos casos excepcionales, sin embargo, la cadena de errores daba lugar accidentalmente a una molécula que no solo podía replicarse, sino que además contaba con alguna ventaja adicional sobre el Replicante original. Quizás lo hacían más rápido y consumiendo menos energía. O tal vez más a menudo y aprovechando mejor los recursos de su entorno. Con el tiempo esto daría lugar a que —válgame la expresión— «los errores más acertados» fuesen superando en número a los Replicantes originales y sustituyéndolos. Pronto nos encontraríamos frente a un panorama en el que diferentes tipos de Replicantes se viesen envueltos en una especie de competencia ciega e inconsciente en su carrera por producir copias de sí mismos.
EL ORIGEN DE LA VIDA
A medida que los Replicantes y sus distintos tipos se fueron haciendo más abundantes, las moléculas que estos utilizaban como «ladrillos» de sus copias, se fueron haciendo más escasas. Aquellos peor preparados no podrían prosperar frente a otros con mejor equipamiento o capaces incluso de utilizar las moléculas de los primeros como «ladrillos» de sus copias.
Así es como una nueva forma de selección natural se impuso, en la que la regla era clara: la supervivencia del más apto.
Nuevos Replicantes surgirían, cada vez mejor armados y equipados para sacar partido del entorno y de otros Replicantes. Necesariamente, muchos modelos un tiempo exitosos dejarían de serlo a medida que otros mejor adaptados apareciesen, dejando a aquellos obsoletos y eliminándolos directa o indirectamente. Pronto los Replicantes se servirían incluso de complicados artefactos diseñados y programados por ellos mismos. Por simplificar, identificaremos dichas máquinas de supervivencia con las primeras formas de vida.
La selección natural había dado lugar a la evolución tal como hoy la conocemos. Y esta era, por definición, imparable.
ROBOTS AL SERVICIO DE LOS GENES
[10]
Habría tiempo en abundancia para la mejora.
¿Qué extraños e insólitos dispositivos de autopreservación no traería consigo cada nuevo milenio? Al cabo de cuatro mil millones de años, ¿cuál ha sido la suerte de los antiguos Replicantes? No han muerto, porque son maestros en las artes de la supervivencia.
Pero no los busques flotando desperdigados en el océano. Hace mucho que renunciaron a esa forma de libertad heroica. Ahora se apiñan en vastas colonias, a salvo en el interior de robots gigantescos y obedientes, aislados del mundo exterior, comunicándose con este por tortuosas vías indirectas, manipulándolo por control remoto.
Están en ti y en mí. Nos crearon, cuerpo y mente; y su preservación es el único fin de nuestra existencia. Han hecho un largo camino, estos Replicantes. Ahora se les conoce con el nombre de genes, y nosotros somos sus máquinas de supervivencia.
LA FINALIDAD DE LA VIDA: SOBREVIVIR Y REPLICARSE
Los antiguos Replicantes son los responsables de la vida. En sus múltiples formas, esta solo existe para servirles a ellos. Y ellos, como hemos visto, tienen una única misión: sobrevivir y replicarse. Aun cuando nos consideremos totalmente libres e independientes, no hay que olvidar que tanto nuestros cuerpos como nuestros cerebros están diseñados para maximizar la probabilidad de que estos Replicantes puedan realizar numerosas copias de sí mismos y perpetuar así su existencia a lo largo del tiempo.
No nos controlan directamente del modo en que un piloto controla a su vehículo, sino como un grupo de ingenieros programadores controlarían a un robot que ha sido enviado a otro planeta. Este podría aprender y actuar con cierta independencia de criterio, pero siempre fiel a los designios de sus programadores. Es decir, no controlarían directamente sus acciones, pero sí su «política de acción»
[11]
.