—Debo recordaros algunas de las normas —comenzó a decir—. En el POE y en el mando del cuartel debe haber alguien destacado en todo momento. Nadie debe abandonar su puesto hasta no ser debidamente relevado. Las personas que sean sorprendidas dormidas durante las guardias estarán obligadas como castigo a hacer algunas tareas realmente desagradables. Una cosa nueva: para generar energía que complemente a las placas solares y al generador eólico, la persona que esté destacada en el mando del cuartel deberá darle vueltas al generador manual al menos una de las horas que dure su guardia. —Este comentario provocó algunas reacciones contrarias. Todd se mordió el labio y añadió—: Pensad en la cantidad de ejercicio que haremos. Cuando llegue la próxima primavera pareceremos cangrejos violinistas.
Todd esperó a que el resto de grupo volviese a prestar atención y después continuó:
—En ningún caso nadie saldrá de la casa si no va debidamente armado; o sea, como mínimo llevará una.45, y preferiblemente un rifle o una escopeta de repetición. Cuando trabajéis en algo en el exterior, se ha de tener siempre un arma larga al alcance de la mano.
»Nadie disparará ningún arma, ni para practicar puntería, ni para probar el arma, ni para ahuyentar a ningún pájaro, sin el permiso del coordinador táctico. Y lo mismo para la motosierra, el generador de 2 kW o cualquier otra cosa que haga un ruido semejante. Cualquier salida fuera de la zona de perímetro será considerada patrulla, con el consiguiente pertrecho de combate, plan operativo, inspección, entrenamiento, puntos predeterminados de encuentro y todo lo demás.
»Siguiente asunto: a partir de ahora debemos mantener una estricta disciplina en todo lo concerniente a luces, ruidos y residuos. Tenemos que evitar parecer una presa apetecible para los saqueadores nocturnos. Eso significa que las mantas para bloquear cualquier luz tienen que estar colocadas cada día antes de que caiga el sol. Será responsabilidad de la persona destacada en el puesto de mando el dar un paseo por los alrededores de la casa y comprobar que no hay ninguna rendija por la que se escape la luz, y en caso de que las hubiera, hacer todas las correcciones necesarias. Y lo mismo con respecto a quien esté en el puesto de guardia: nada de encender linternas si no se les ha puesto previamente un filtro, e incluso en ese caso, solo se puede encender un momento para consultar un mapa o algo parecido, y siempre enfocando hacia abajo. Si estando en el exterior necesitáis usar una linterna para mirar el mapa, siempre se hará debajo del poncho, para bloquear así cualquier emisión de luz. A partir de esta misma tarde no quiero ver a nadie fuera de la casa sin llevar el uniforme puesto, y nada de excepciones.
»Bueno, aparquemos todo este rollo de soldados —dijo Todd, concluyendo para dejar abierto el turno de palabra—. Volviendo a cosas más mundanas, ¿cómo vamos a organizar la comida y los turnos de sueño? —La conversación en torno a esto duró otra media hora. Se decidió que aparte de las comidas que se hicieran en el puesto que había junto a la valla, la comida sería comunal, aunque habría diferentes turnos. En principio, diariamente y de forma rotatoria, cada uno de los miembros aportaría una parte de la comida que tenían almacenada. Como casi todos habían guardado un tipo de comida muy parecida, cuando no idéntica, este sistema podría funcionar muy bien.
Los acuerdos en torno a los turnos de sueño también fueron sencillos de alcanzar, pese a que, tal y como dijo Mike, «correría poco el aire». Los tres solteros del grupo: T. K., Kevin y Dan compartirían una de las habitaciones.
El cuarto solo disponía de dos camas dobles, pero los turnos de seguridad ocupaban las veinticuatro horas del día; podían ir turnándose, tal y como se hacía en los submarinos. Los Gray se quedarían con un cuarto y los Nelson con el otro. Jeff y Rose, como se trataba de la pareja que ocupaba el escalafón más bajo, dormirían en el sótano, en el sofá cama que había en el salón. Por el momento, se dejaba fuera a los Layton, si bien quedó acordado que si aparecían, se volvería a organizar el reparto.
—Una última cosa —dij o Todd, enlazando con el tema de los Layton—. Como se supone que su llegada no va a ser inminente, creo que provisionalmente Lisa debería adoptar las funciones que Terry tenía como coordinadora logística, ¿os parece razonable la propuesta? —Todos los presentes asintieron—. Muy bien, entonces Lisa es la que tiene la última palabra en todo lo que se refiera a «latas, tiros y tiritas». Ah, se me olvidaba —dijo Gray tras bajar un momento la mirada—, pero para que Rose lo tenga claro, y también todos los demás, a partir de ahora tenemos que llevar una forma de vida extremadamente conservadora, es decir, debemos conseguir que todas las cosas duren el mayor tiempo posible. Basta con usar el sentido común: por ejemplo, no malgastéis ni una gota de nada, usad las dos caras de cada folio y cuando ya no sirva, guardadlo para prender fuego. Todos los restos de verduras van al compost, y todos los huesos y restos de carne que no vayan a usarse para hacer caldo se le dan a Shona. Todas las cosas metálicas, papel de aluminio incluido, serán lavadas, seleccionadas y guardadas en cubos de basura. Eso significa que prácticamente no vamos a producir nada de basura. Tenemos que vivir como si cada cosa que tengamos fuera la última, porque sin forma posible de reabastecernos llegará un momento en que nos quedaremos de verdad sin cosas. Y en estas circunstancias eso puede suponer algo más que una simple molestia.
Al día siguiente, a bordo de un convoy armado formado por cuatro vehículos, parte del grupo se trasladó a la casa de Kevin a recoger todo lo que les pudiese ser de utilidad. Seis miembros cargaban las cosas mientras que uno se encargaba de la seguridad; en menos de cinco horas estuvo hecho el traslado. El objeto más aparatoso era un conjunto de placas fotovoltaicas. Metieron toda la instalación de paneles solares, menos el palo que servía de soporte, en la caja de la camioneta de Todd, en medio de un colchón y un somier. La de Todd era la única Power Wagon que no tenía capota. A Todd le hubiese gustado instalar un poste giratorio en el refugio, pero no tenían ninguno de los tubos de acero Schedule 40 de cuatro pulgadas de diámetro que eran necesarios para hacer un nuevo soporte y que eran extremadamente pesados. Trasladar el poste que servía de base a las placas de Kevin era impensable: el último metro estaba insertado en un cilindro de cemento reforzado de noventa centímetros de diámetro.
Una vez en el refugio, añadieron las placas de Kevin a los ocho paneles solares que ya había instalados. Por desgracia, como no contaban con un poste giratorio tuvieron que sujetarlas con tornillos en el espacio que había entre dos ventanas en el lado sur de la casa, con una inclinación de 45°. De esta manera, por lo menos conseguirían aprovechar un setenta y cinco por ciento del potencial total de la instalación, y las placas de Kevin quedarían durante su ausencia, que previsiblemente iba a ser larga, a salvo de ladrones o de vándalos.
La cosa cambió sobremanera cuando la comida que Kevin tenía almacenada se añadió a la que había guardada en el sótano. De hecho, apenas quedó espacio libre para caminar. Al acabar el traslado de los trastos de Kevin, Todd le pidió a Lisa que coordinara un inventario de todos los productos fungibles que los miembros del equipo habían traído, incluyendo comida, munición y combustible. No era necesario que se molestase en incluir los productos que estaban allí, ya que Todd había elaborado inventarios periódicamente. Lisa le pidió al resto del grupo que le dieran los recuentos individuales antes de las ocho de la tarde.
Para cumplir con este plazo, Mike, que estaba destacado junto a la valla, tuvo que dictar su inventario al mando del cuartel a través del teléfono de campaña. Esa noche, Todd y Lisa se sentaron con los impresos de inventario e hicieron algunos cálculos grosso modo. Los resultados les sorprendieron. Todd convocó otra reunión a primera hora del día siguiente.
La reunión se celebró en el salón para que Rose pudiese escuchar sin necesidad de levantarse de la cama. Todd dio comienzo a la reunión leyendo el informe que había preparado junto a su mujer la noche anterior.
—Suponiendo que Ken y Terry consigan llegar sanos y salvos, y que ninguna de nuestras abuelas se decida a hacernos una visita, seremos un total de once personas para proteger el refugio. Suponiendo también que llevemos una dieta más o menos normal, tenemos almacenada comida para alrededor de mil ciento cuarenta días. —Al escuchar eso último, Jeff Trasel dejó escapar un fuerte silbido de sorpresa.
Tras la interrupción, Todd prosiguió:
—Si imponemos una dieta más restrictiva, con menos calorías, las reservas podrían llegar a durar mil setecientos días. Además, en estos cálculos, no están incluidos los alimentos que podamos conseguir de nuestro huerto, ni los tubérculos de Camas ni las flores de Montana que podamos coger de ahí fuera, ni las piezas que podamos cazar con nuestros rifles o por medio de trampas. Además, contamos con agua de sobra como para agrandar el huerto que tenemos actualmente. La única restricción es tener el vallado necesario para evitar que los ciervos arrasen nuestra plantación.
—Me he fijado en que los lugareños —intervino Kevin— vallan sus huertas, pero no las parcelas donde cultivan el maíz. ¿No podríamos hacer nosotros lo mismo? Podríamos preparar otro pedazo de tierra del mismo tamaño que el huerto y tener una buena plantación de maíz.
Todd hizo una señal de aprobación levantando el pulgar de su mano derecha.
—Es una observación muy acertada. Gracias, Kevin. —Luego miró un momento a su alrededor y explicó—: La planificación de las necesidades alimentarias se ha hecho correctamente. Hemos conseguido guardar doscientos kilos de comida de perro para Shona. Cuando se termine, tendrá que apañarse con las sobras de carne. En cuanto a la munición, la cosa está muy bien: en total, tenemos cerca de trescientas mil balas, casi la mitad de ellas de calibre.22 rimfire. No voy a hacer un recuento detallado, bastará con decir que tenemos mucha munición. Teniendo en cuenta que la munición será la primera forma de moneda cuando la sociedad empiece a reconstruirse, sois enormemente ricos. La gente corriente tendrá de media un par de cientos de balas.
—La mayoría de los cálculos que hicimos anoche —le interrumpió Lisa— tuvieron que ver con los combustibles. Actualmente tenemos disponibles unos catorce montones de leña. ¿Qué os puedo decir? Todd se lo pasa bomba cortando y partiendo leña. Cada verano, corta el doble de lo que necesitamos. Si los próximos inviernos no son especialmente fríos, tendremos suficiente leña para tres años. Este verano, por supuesto, y los veranos venideros, podemos cortar más leña. Cuando la gasolina de la motosierra se acabe o se degrade hasta volverse inútil, siempre podemos echar mano de la sierra. Por cierto, eso me recuerda que tenemos que encontrar en Bovill a alguno de los viejos del lugar que nos enseñe cómo se afilan esas sierras. Se trata de un arte casi perdido.
»La categoría que más me preocupa son los combustibles líquidos. Nuestro depósito de reserva de diesel está prácticamente lleno: hay unos tres mil trescientos litros, que han sido ya estabilizados y tratados con un antibacteriano. Esto ya lo sabéis, pero por deferencia hacia Rose, lo volveré a repetir. La regla básica para almacenar combustible es que cuanto más refinado sea el combustible, menos vida útil tiene. Eso significa que el queroseno durará quince años o más, el diesel, de ocho a diez años, y la gasolina, normalmente, un par de años. Una vez pasado ese tiempo, se generan resinas y peróxidos, y los compuestos antidetonantes se descomponen hasta el extremo de que obturan los filtros y los motores no funcionan. Aparte, el butano que se añade a la gasolina tiene tendencia a evaporarse, y cuando esto sucede resulta mucho más difícil poner en marcha un motor; lo que se suele hacer en estos casos es echar un chorrito de éter en el carburador.
»Las altas temperaturas y la exposición al oxígeno aumentan en general el proceso de descomposición. El combustible almacenado tiene tendencia a favorecer la humedad y eso genera muchos problemas. La vida útil de los combustibles líquidos se puede ampliar por medio de un aditivo que retrasa el proceso de descomposición llamado Sta-Bil y del que tenemos más que de sobra. El mejor procedimiento es que el contenedor esté lleno, bien sellado y que se almacene bajo tierra.
—Respecto a nuestro tractor —retomó el hilo Todd—, que es el único vehículo que tiene un motor diesel, podemos contar con diez años de suministro.
Tenía pensado comprarme una camioneta diesel, pero nunca encontré ninguna a un precio razonable. Pensándolo ahora, debería haber puesto esa prioridad por delante de otras. El tractor solo lo usaremos para labrar y para llevar el remolque con heno y leña. Así que a efectos prácticos podemos pensar que tenemos una gran cantidad de diesel, a menos que la situación se complique enormemente.
»Donde sí vamos a tener un problema, y serio, va a ser con la gasolina. Nuestro depósito de súper sin plomo está por un poco menos de la mitad: entre mil quinientos y mil quinientos cincuenta litros. Hay otros trescientos litros en latas y bidones, y unos doscientos veinte litros en los depósitos de los distintos vehículos. La gasolina del depósito bajo tierra ya tiene añadido su estabilizador y está bastante bien aislada para evitar humedades, así que a partir de ahora seguiremos la directriz de usar primero la gasolina que tenemos en las latas. Lo más probable es que casi no cojamos el coche para salir del refugio, aparte de para ir a recoger leña y abono orgánico, así que la mayoría de la gasolina la utilizaremos para la motosierra y la desbrozadora, o para poner en marcha el generador en las ocasiones en que necesitemos aparatos eléctricos que precisen de más potencia, como la taladradora, la radial o la sierra de la mesa de carpintero. El problema que vamos a tener con la gasolina va a ser de vida útil, no de cantidad. Incluso utilizando el estabilizador, solo podemos contar con tener gasolina en los próximos cinco o seis años. Esperemos que para entonces las cosas hayan vuelto a la normalidad.
»Con diferencia, la mayor complicación que se nos presenta es el queroseno. Aunque no presenta tantas dificultades a la hora de ser almacenado, no tenemos suficiente cantidad. Mary y yo solo teníamos quince litros. Del resto del grupo, solo T. K. trajo algo previamente, y solo fueron tres latas de cuatro litros cada una. Los que vinisteis después habéis traído solo ocho litros más y ayer en casa de Kevin encontramos una lata de cuatro litros que estaba por la mitad. Mary y yo teníamos planeado comprar varios bidones de setenta y cinco litros, pero con todo el lío que llevábamos organizando el refugio no llegamos a hacerlo. En fin, como se suele decir, después de visto, todo el mundo es listo. Lo importante ahora es que vamos a tener que ser muy austeros con los quinqués y que no podremos utilizar la estufa de queroseno de Mike y Lisa, a menos que se trate de una emergencia o de alguna ocasión excepcional.