—¿Señor Church…? —le dijo Grace en voz baja.
Church bebió un poco de agua.
—Nos dio un nombre. —Se recostó en la silla y se quedó mirando la galleta a medio comer que tenía entre el pulgar y el índice—. Sebastian Gault.
Grace se puso pálida.
—No…
Grace me contó quién era Gault, pero incluso yo había oído hablar de él. ¿Quién no?
—Si esto es cierto…
Church no la miró, pero dijo.
—Es verdad. Al final Lee fue… —Hizo una pausa y buscó la palabra adecuada—. Sincero.
—Dios. Esto le va a doler a mucha gente.
Church asintió.
—He llamado a la Tía Sallie. Ha iniciado una búsqueda por todo el mundo. Silenciosa, pero intensa.
Grace sacudió la cabeza.
—Entonces… ¿todo esto fue por dinero?
—No —dijo él—. Para Gault está claro que sí, pero no para El Mujahid. Él hizo esto por Dios. Se lo dijo al capitán Ledger y Lee lo confirmó. Dijo que Gault había estado financiando a los terroristas con la intención de asustar a EE.UU. para que se retirasen de Oriente Próximo. Es tal y como usted dijo, capitán, y probablemente habría funcionado. Pero, al parecer, El Mujahid tenía un propósito diferente y él sí estaba intentando liberar la plaga e incluso era peor que eso: no solo estaba dispuesto a morir por su causa, sino también a convertirse en un monstruo. Él no quería el dinero de Gault. ¿Qué bien le podría hacer? ¿En qué lo convertía?
—¿Qué era? —pregunté—. Está claro que no era un caminante.
—Sí lo era. Encontramos el coche de Ahmed Mahoud. Había dos viales vacíos de una cepa del patógeno diferente. Hu la ha calificado como «mutación transformativa». Mantenía el flujo de oxígeno al cerebro de El Mujahid para que no perdiese las funciones más importantes. Hu sospecha que El Mujahid planeaba compartir esa versión con otros fundamentalistas para que, incluso si la plaga se le iba de las manos y se infectaban, siguiesen conscientes y pudiesen mantener la fe. —Suspiró—. Hu me ha dicho que la versión del patógeno que se propagó desde la Campana de la Libertad era otra cepa diferente. Mucho más virulenta. —Entonces me miró—. Si no le hubiese ordenado a Brierly que sellase las puertas del Centro de la Libertad…
—¡Dios! —dijo Grace suspirando. No se me ocurría qué añadir a sus palabras.
Church empujó el plato de galletas hacia mí sin hacer más comentarios. Grace y yo cogimos una.
Del foso humeante que seguía ardiendo en el interior de la provincia de Helmand de Afganistán, salía una columna de humo de más de noventa metros. Helicópteros militares británicos rodeaban la zona y los satélites fueron redireccionados para sondear la región. Había ocurrido algo en lo más profundo de las arenas que ningún sismógrafo había predicho. Se conocía la existencia de puntos con actividad geotérmica a mucha profundidad, pero en más de cien años no había ocurrido nada como esto. Llevaría años descubrir la causa.
Unos diez días después encontré a Church en su oficina del Almacén. Había oído que volvía al Hangar del antiguo aeropuerto Floyd Bennet Field.
—¿Va a cerrar el Almacén?
—No…, usted y Grace pueden gestionarlo. Necesitamos una base aquí.
Me gustaba cómo sonaba aquello, pero no mostré ni una sonrisa. Grace y yo habíamos estado demasiado ocupados para compartir aquella copa desde la catástrofe del Centro de la Campana de la Libertad, pero habíamos planeado una cita para esa noche. Por las sonrisas secretas que me había estado regalando pensaba que quizá podríamos ir más allá de nuestra última siesta platónica. Cogí una silla y me senté.
—Entonces, ¿quién es usted? —le pregunté.
Church dejó los papeles que estaba ojeando y extendió las manos.
—Hemos salvado al mundo, capitán Ledger. Más o menos. Lo que está claro es que hemos salvado la economía de Estados Unidos. También hemos neutralizado una gran red terrorista. Somos héroes y hemos recibido las gracias de una nación agradecida, aunque nadie lo dirá nunca. Pero durante el camino hemos avergonzado a mucha gente y nos hemos creado algunos enemigos. A la esposa del vicepresidente le gustaría ver a la comandante Courtland empalada. Por otro lado, la primera dama quiere que usted y el sargento primero Sims sean canonizados.
—¿Qué significará todo eso para nosotros?
—¿Nosotros?
—Para el DCM —dije.
Church se encogió de hombros.
—Que seguiremos trabajando.
Lo miré fijamente a los ojos.
—¿Quién es usted, Church?
—Solo un burócrata del Gobierno.
—Y una mierda.
—¿Quién cree que soy?
—Grace cree que puede mantener a raya a las personas más influyentes de Washington porque sabe dónde están enterrados los cadáveres.
Me lanzó la sonrisa más desolada y triste que jamás había visto.
—Debería —dijo con voz suave—. Yo enterré muchos de ellos.
Aquella noche, con Grace entre mis brazos, hablamos de muchas cosas. Ambos estábamos desnudos. No tocamos la cerveza, que estaba en el suelo en medio de una maraña de ropa. Algunas de las prendas estaban rotas. Mías y suyas.
—Entonces, ¿te quedas con nosotros? —preguntó. Sabía que se refería al DCM, pero, como siempre, aquello implicaba muchos otros significados.
—Claro. Rudy se ha alistado. Henry también. —Hice una pausa y flexioné los dedos, que estaban entrelazados a los de ella—. Creo que he encontrado un hogar aquí.
Grace se quedó en silencio durante mucho, mucho tiempo.
—Yo también —dijo.
Cerré los ojos y la acerqué a mí.
El buque médico de su majestad Agatha navegaba lentamente por las grandes olas del mar Arábigo. Era una noche abrasadora de mediados de julio y el personal había subido a la cubierta del barco a más soldados que podían andar para que pudiesen disfrutar de la brisa que peinaba las crestas de las olas. Algunos de aquellos hombres y mujeres estaban tan malheridos que ni siquiera aquella brisa les proporcionaba alivio y, de todos ellos, las víctimas con quemaduras eran las que más sufrían. Vientos cálidos, un sistema de aire acondicionado deficiente bajo cubierta y las salpicaduras con sal eran una auténtica tortura.
Pero el hombre que estaba sentado solo en una silla de ruedas junto a la barandilla de popa nunca dijo ni una sola palabra de queja. Tenía la cara y las manos envueltas en gasa y uno de sus ojos tenía una nube blanquecina. Los doctores habían dicho que, literalmente, se había quemado hasta la médula. Cómo había conseguido sobrevivir al desierto aquel hombre era todo un misterio. No le quedaban huellas, pero un test de ADN reveló que se llamaba Steven Garrett, un médico destinado a una unidad británica que había sido aniquilada durante una serie de ataques suicidas de insurgentes. El hombre quemado decía incoherencias a causa del dolor y una vez que fue evacuado por helicóptero a la estación aérea, y luego transportado al Agatha, se había sumido en el más profundo de los silencios. Las experiencias que había vivido lo habían destrozado, los médicos estaban de acuerdo en eso. Pobre hombre.
El buque giró hacia el oeste, en dirección al golfo de Adén y luego giró al noroeste, hacia el mar Rojo. El hombre quemado observaba el atardecer sobre las colinas montañosas. Cerró los ojos y bajó la cabeza.
Junto a él estaba sentado un hombre joven y delgado con ojos verdes como los de un gato y el pelo oscuro. Él también estaba quemado, pero no tanto. Llevaba una venda en la cara y otra en el cuello; y aunque tenía las manos envueltas en gasas le sostenía la mano al otro, como haría un padre. O un hermano.
El hombre más quemado lo miró durante un momento y luego volvió a mirar el atardecer.
—Amirah… —suspiró.
Su compañero le dio una palmadita en la mano otra vez y sonrió.
—¡Chsss! —susurró Toys mientras el barco abandonaba aguas turbulentas.
Jonathan Maberry
nació en 1958. Este novelista, dos veces galardonado con el premio Bram Stoker, es también autor de varios cuentos, obras de teatro y cómics, e imparte clases de escritura.
Empezó su carrera escribiendo libros sobre artes marciales como Judo and You y Ultimate Jujitsu y varias obras dedicadas a lo oculto, lo paranormal y las criaturas de la noche, entre las que destacan Vampire Universe: The Dark World of Supernatural Beings That Haunt Us, Hunt Us and Hunger for Us y, más tarde, Zombie CSU: The Forensics of the Living Dead.
Cuando Maberry decidió dar el salto a la literatura, lo hizo por la puerta grande: su primera novela, Ghost Road Blues, ganó el premio Bram Stoker a la mejor obra novel en 2007. Era el primer volumen de lo que se convertiría en la trilogía de ‘Pine Deep’, completada por Dead Man’s Song (2007) y Bad Moon Rising (2008).
En 2009 inició otra serie de novelas, esta vez basada en la amenaza de una invasión zombi enmarcada en un contexto de bioterrorismo y con una marcada estructura de thriller. Paciente cero fue la primera entrega, seguida de The Dragon Factory (2010) y, próximamente, de King of Plagues. La industria del cine se ha fijado en esta serie, y
Michael de Luca
, productor de Seven, Magnolia y Blade, ya ha adquirido la opción de compra para Sony.
Jonathan Maberry también se ha hecho un hueco en el mundo del cómic. Empezó escribiendo una historia sobre Lobezno (“Wolverine: Ghost”) que se publicó en el volumen Wolverine: Anniversary, en 2009. Ese mismo año empezó a trabajar regularmente en la serie ‘Black Panther’ de Marvel y escribió la novela gráfica Marvel Zombies Return: Wolverine.
El año 2010 se presentó con interesantes proyectos para el autor: uno fue la novelización de la película El hombre lobo, protagonizada por
Benicio del Toro
y Anthony Hopkins, y el otro representa su primera incursión en la novela juvenil con Rot & Ruin, el primer libro de una serie sobre zombis posapocalípticos.
Sorprendentemente, todo esto aún le deja tiempo para participar activamente en múltiples asociaciones de escritores (ITW, SFWA, MWA, SCBWI, SFWA y HWA), además de ser miembro de The Liars Club, un red de autores y profesionales de la edición, y de mantener al día su blog (Big Scary Blog, www.jonathanmaberry.com), en el que destacan sus entrevistas a otros autores del gremio de la talla de
Sandra Brown, David Morrell, Alafair Bruke, Barry Eisler, Jack Ketchum, Tom Piccirilli, Dale Brown o Kevin J. Anderson
.
—Novelas
2010 — The Wolfman 2010 — Rot & Ruin
—Series
Deep Pines
2006 — Ghost Road Blues
2007 — Dead Man's Song
2008 — Bad Moon Rising
Joe Ledger
2009 — Patient Zero Paciente cero, La Factoría de Ideas, Eclipse n.º 55, 2010
2010 — The Dragon Factory Próximamente en La Factoría de Ideas
—Novelas gráficas
2010 — Marvel Zombies Return (con Seth Grahame-Smith)
2010 — Black Panther: Power
—No ficción
2006 — Vampire Universe: The Dark World of Supernatural Beings That Haunt Us, Hunt Us, and Hunger for Us
2007 — The Cryptopedia: A Dictionary of the Weird, Strange, and Downright Bizarre (con David F. Kramer)
2008 — Zombie CSU
2009 — They Bite (con David F. Kramer)
2010 — Wanted Undead or Alive: Vampire Hunters and Other Kick-Ass Enemies of Evil (con Janice Gable Bashman)
—Premios
2006 — Ganador del premio Bram Stoker a la mejor obra novel por Ghost Road Blues.
2006 — Finalista del premio Bram Stoker a la mejor novela por Ghost Road Blues.
2007 — Ganador del premio Bram Stoker por The Cryptopedia: A Dictionary of the Weird, Strange, and Downright Bizarre.
[1]
Las palabras seguidas de asterisco están en español en el original.
[2]
N. de la t.: Pope significa «papa» en inglés. Elder significa «anciano» o «antepasado», St. John es san Juan, Church es «iglesia», y Deacon, «diácono».
[3]
N. de la t.: Término utilizado en la jerga del Ejército de Estados Unidos para referirse a un sargento primero.
[4]
N. de la t.: Bunny en inglés significa “conejito” y rabbit “conejo”.