En el 866 Uthred, un joven anglo-sajón de ascendencia aristocrática, vive escindido entre dos mundos antagónicos. Desde pequeño vive entre vikingos, pues fue raptado por estos, lo que le otorga una situación privilegiada desde la que enjuiciar las costumbres, las creencias y los ritos de sajones y daneses. Poco a poco Uthred va ganándose el respeto de los vikingos por su audacia y su valentía, pero, como no podía ser de otra manera, llega un momento en que la cuestión de la identidad se convierte para él en un peso difícil de soportar.
La habilidad de Cornwell para presentar cuestiones de largo alcance mediante novelas de aventuras, ajustadas a los acontecimientos históricos y su innegable capacidad para narrar grandes y violentas batallas brilla en todo su esplendor.
Bernard Cornwell
Northumbria, el último reino
Sajones, vikingos y normandos - 01
ePUB v1.2
Roy Batty22.08.12
Título original:
The Last Kingdom
Bernard Cornwell, 2004.
Traducción: Libertad Aguilera
Editor original: Roy Batty (v1.0 a v1.2)
Corrector: Brogor
ePub base v2.0
El último reino
está dedicado a Judy, con amor
wyrd bid ful aroed
La ortografía de los topónimos en la Inglaterra anglosajona era un asunto incierto, incoherente y en el que no hay acuerdo siquiera en el propio nombre. Así, Londres podía aparecer de cualquiera de las siguientes maneras: Lundonia, Lundenberg, Lundenne, Lundene, Lundenwic, Lundenceaster y Lundres. Sin duda, algunos lectores preferirán otras versiones de los nombres enumerados abajo, pero he empleado normalmente la ortografía citada en el
Oxford Dictionary of English Place Names
[Diccionario Oxford de topónimos ingleses] durante los años más cercanos o pertenecientes al reinado de Alfredo el Grande, 871-899 d. de C, pero ni siquiera esa solución es infalible. La isla Hayling, en 956, se escribía tanto Heilincigae como Haeglingaiggae. Ni tampoco yo he sido totalmente coherente; he preferido el moderno Inglaterra a Englaland y he utilizado Northumbria en lugar de Noróhymbralond para evitar sugerir que los límites del antiguo reino coinciden con los del actual condado. Así que esta lista, como la ortografía misma de los nombres, es caprichosa:
Æbbanduna - Abingdon, Berkshire
Æsc, colina de - Ashdown, Berkshire
Badum (se pronuncia Bathum) - Bath, Avon
Basengas - Basing, Hampshire
Beamfleot - Benfleet, Essex
Beardastopol - Barnstable, Devon
Bebbanburg - Bamburgh Castle, Northumbria
Berrocscire - Berkshire
Blaland - Norte de África
Cantucton - Cannington, Somerset
Cetreht - Catterick, Yorkshire
Cippanhamin - Chippenham, Wiltshire
Cirrenceastre - Cirencester, Gloucestershire
Contwaraburg - Canterbury, Kent
Cornwalum - Cornualles
Cridianton - Crediton, Devon
Cynuit - Fortaleza de Cynuit, cerca de Cannington, Somerset
Dalriada - oeste de Escocia
Defnascir - Devonshire
Deoraby - Derby, Derbyshire
Dic - Diss, Norfolk
Dunholm - Durham, condado de Durham
Eoferwic - York (también la danesa Jorvic, que se pronuncia Yorvik)
Exanceaster - Exeter, Devon
Fromtun - Frampton on Severn, Gloucestershire
Gegnesburh - Gainsborough, Lincolnshire
el Gewæsc - el Wash
Gleawecestre - Gloucester, Gloucestershire
Gyruum - Jarrow, condado de Durham
Haithabu - Hedeby, ciudad comercial en el sur de Dinamarca
Hamanfunta - Havant, Hampshire
Heilincigae - isla de Hayling, Hampshire
Hreapandune - Repton, Derbyshire
Kenet - río Kennet
Ledecestre - Leicester, Leicestershire
Lindisfarena - Lindisfarne (isla sagrada), Northumbria
Lundene - Londres
Mereton - Marten, Wiltshire
Meslach - Matlock, Derbyshire
Pedredan - río Parrett
Pictland - este de Escocia
el Poole - bahía de Poole, Dorset
Readingum - Reading, Berkshire
Sæfern - río Severn
Scireburnan - Sherborne, Dorset
Snotengaham - Nottingham, Nottinghamshire
Solente - Solent
Streonshall - Strensall, Yorkshire
Sumorsæte - Somerset
Suth Seaxa - Sussex (sajones del sur)
Synningthwait - Swinithwaite, Yorkshire
Temes - río Támesis
Thornsæta - Dorset
Tine - río Tyne
Trente - río Trent
Tuede - río Tweed
Twyfyrde - Tiverton, Devon
Uisc - río Exe
Werham - Wareham, Dorset
Wiht - isla de Wight
Wiire - río Wear
Wiltun - Wilton, Wiltshire
Wiltunscir - Wiltshire
Winburnan - Wimborne Minster, Dorset
Wintanceaster - Winchester, Hampshire
Mi nombre es Uhtred. Soy el hijo de Uhtred, que era hijo de Uhtred y cuyo padre también se llamaba Uhtred. El secretario de mi padre, un sacerdote llamado Beocca, lo escribía Utred. No sé si mi padre lo habría escrito así, pues no sabía ni leer ni escribir; pero yo sé hacer ambas cosas y a veces saco los viejos pergaminos del arcón de madera y veo el nombre escrito como Uhtred, Utred, Ughtred o bien Ootred. Miro esos pergaminos en donde los hechos demuestran que Uhtred, hijo de Uhtred, es el legítimo y único propietario de las tierras cuidadosamente señaladas con piedras, zanjas, robles y fresnos, marismas y mar, y sueño con esas tierras, azotadas por las olas salvajes y recorridas por los vientos. Sueño y sé que un día se las quitaré a quienes me las arrebataron.
Soy un
ealdorman
, aunque me hago llamar
jarl
Uhtred, que es lo mismo, y los manuscritos emborronados son prueba de lo que poseo. La ley dice que esas tierras son mías, y la ley, nos cuentan, es lo que nos distingue ante Dios de las bestias. Pero la ley no me ayuda a recuperar mis tierras. La ley quiere un acuerdo. La ley cree que el dinero compensa la pérdida. La ley, por encima de todo, teme la deuda de sangre. Pero yo soy Uhtred, hijo de Uhtred, y ésta es la historia de una deuda de sangre. Es la historia de cómo recuperaré de mi enemigo lo que la ley dice que es mío. Y es la historia de una mujer y su padre, un rey.
Era mi rey y todo cuanto tengo se lo debo. La comida que como, la casa en la que vivo, y las espadas de mis hombres: todo procede de Alfredo, mi rey, que me detestaba.
* * *
Esta historia comienza mucho antes de que conociera a Alfredo. Empieza cuando yo tenía nueve años y vi a los daneses por primera vez. Era el año 866 y entonces no me llamaba Uhtred, sino Osbert, pues era el segundo hijo de mi padre y le correspondía al primero el nombre de Uhtred. Mi hermano tenía a la sazón diecisiete años, era alto y de buena complexión, el pelo rubio de la familia y el rostro taciturno de mi padre.
El día que vi a los daneses por primera vez cabalgábamos por la orilla de la playa con halcones en los brazos. Estaba mi padre, el hermano de mi padre, mi hermano, una docena de criados y yo mismo. Había focas en las rocas, y una bandada de aves marinas daba vueltas y gritaba; demasiadas para soltar a los halcones. Cabalgamos hasta que llegamos a las aguas poco profundas y entrecruzadas que ondeaban entre nuestra tierra y Lindisfarena, la isla sagrada, y recuerdo haber mirado al otro extremo los muros desmoronados de la abadía. Los daneses la habían saqueado, pero eso tuvo lugar muchos años antes de que yo naciera, y aunque los monjes habían vuelto a habitarla, el monasterio jamás recuperó su pasada gloria.
También recuerdo aquel hermoso día, y puede que lo fuera. A lo mejor llovió, pero no creo. Brillaba el sol, el mar estaba bajo, las olas eran suaves y el mundo feliz. Las garras del halcón hembra se asían a mi muñeca protegida por una manga de cuero, tenía la cabeza cubierta con una capucha y se movía nerviosa porque escuchaba los graznidos de las aves blancas. Habíamos dejado la fortaleza antes del mediodía, en dirección al norte, y aunque llevábamos halcones no habíamos salido de caza; pero mi padre podía cambiar de idea.
Gobernábamos aquella tierra. Mi padre, el
ealdorman
Uhtred, era señor de todo al sur del Tuede y al norte del Tine, pero teníamos un rey en Northumbria y su nombre, como el mío, era Osbert. Vivía más al sur que nosotros, rara vez venía al norte, pero ahora un hombre llamado Ælla quería el trono, y Ælla, que era un
ealdorman
de las colinas al oeste de Eoferwic, había reunido un ejército para desafiar a Osbert y había enviado regalos a mi padre para animarlo a que lo apoyara. Mi padre, ahora reparo en ello, tenía en sus manos el destino de la rebelión. Yo quería que apoyara a Osbert, por el único motivo de que el legítimo rey compartía mi nombre e, insensatamente, a los nueve años, creía que cualquier hombre llamado Osbert tenía que ser noble, bueno y valiente. En verdad Osbert era un majadero, pero era el rey, y mi padre se mostraba reacio a abandonarlo. Por desgracia, Osbert no había enviado ningún regalo y tampoco había dado muestras de respeto, mientras que Ælla sí, así que mi padre estaba preocupado. Sin tiempo podíamos comandar un centenar y medio de hombres a la guerra, todos bien equipados, y con un mes éramos capaces de aumentar esa fuerza a más de cuatrocientos guerreros, así que quienquiera que apoyásemos sería rey y nos estaría agradecido.
O eso pensábamos.
Y entonces los vi.
Tres barcos.
En mi recuerdo brotan de entre un banco de niebla marina, y puede que lo hicieran, pero los recuerdos no son de fiar y mis otras imágenes del día son de un cielo claro y sin nubes, así que puede que no hubiera niebla, aunque a mí me diera la sensación de que el mar estaba vacío y que de la nada surgieron tres barcos procedentes del sur.
Algo precioso. Parecían descansar sobre el océano como si no pesaran, y cuando los remos se hundían en las olas espumaban el agua. Las proas y popas se enroscaban hacia arriba y estaban coronadas con bestias doradas, serpientes y dragones, y me pareció en aquel lejano día de verano que las tres embarcaciones bailaban sobre el agua, impulsadas por las subidas y bajadas de las alas de plata que eran sus hileras de remos. El sol hacía destellar las palas mojadas, esquirlas de luz, después los remos se sumergían, eran empujados y los barcos con cabeza de bestia avanzaban; yo contemplaba la escena como sumido en trance.