Read Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea Online
Authors: Annabel Pitcher
Habían pasado tantas cosas ese día que se me hacía raro decirle adiós. Yo no quería que se fuera. Sunya se secó los dedos en los leotardos y me tendió la mano.
«Amigos para siempre»
preguntó con la voz un poco más aguda de lo normal.
«Amigos para siempre»
respondí. Nos dimos la mano deprisa, mi palma caliente contra la suya. Al soltarnos nos miramos el uno al otro de refilón y luego apartamos la vista.
Yo me concentré en un petirrojo que se había posado en una rama. El pecho lo tenía rojo y las alas marrones y el pico lo tenía abierto y estaba cantando como si…
«Jamie».
Pegué un brinco. Sunya sonrió. Subió las manos hasta la cabeza. Sus dedos morenos se curvaron sobre la tela amarilla.
Se fue bajando el hiyab.
La frente.
El pelo.
Pelo liso y brillante desde la cabeza hasta los hombros en una cortina negra de seda.
Ella pestañeó con timidez. Yo me acerqué. Sin el velo estaba todavía más guapa. Miré a Sunya, la miré de verdad, intentando retenerlo todo. Entonces me eché muy rápido hacia delante y le besé la peca, y fue emocionante y me dio vértigo, exactamente como había dicho el Director que debían ser nuestros propósitos.
Sunya dio un respingo y salió corriendo, su pelo perfecto meciéndose al viento.
«Nos vemos mañana»
me gritó por encima del hombro, mirando hacia atrás una última vez. Yo estaba preocupado por si la había asustado pero ella se tocó la peca y puso una gran sonrisa y me lanzó a la cara un beso. Los ojos le brillaban más que diamantes y me sentí el chico más afortunado y más rico del planeta.
Entré en casa y subí las escaleras y me puse delante del espejo. La camiseta de Spiderman se me había quedado pequeña. Me la quité y la tiré al suelo y volví a mirar mi reflejo. El superhéroe había desaparecido. En su lugar había un niño. En su lugar estaba Jamie Matthews. Me pegué una ducha y me puse un pijama.
Papá llegó a casa a las seis. Hizo tostadas con alubias en salsa de tomate. Cenamos enfrente de la tele y nos preguntó qué tal nos había ido el día. Yo dije
«Estupendo»
y Jas respondió
«Bien»
. Ella no dijo nada de Sunya y yo no dije nada de Leo. Era agradable tener secretos. Jas no le dio más que un par de mordiscos a la tostada y papá se tomó tres cervezas. Si los de la Ofsted vinieran a inspeccionar mi familia yo sé la nota que nos pondrían. Satisfactorio. Bien, pero tampoco para tirar cohetes. Pero a mí con eso me vale.
Mucho más tarde, fui al cuarto de Jas con una cosa escondida a la espalda. Estaba pintándose las uñas de negro y oyendo música. Con un montón de guitarras y chillidos y gritos.
«Qué quieres»
me dijo, sacudiendo las manos para que se le secaran las uñas.
«Fuiste tú quien me mandó la camiseta, verdad»
le pregunté. Paró de mover las manos y puso cara de preocupación.
«No pasa nada»
le dije.
«No me importa»
. Se sopló en los dedos.
«Pues sí. Lo siento. No quería que pensaras que mamá se había olvidado»
. Me senté en su cama.
«Fue un regalo estupendo»
. Jas hundió el pincel en el frasco negro.
«No te importa que no fuera de mamá»
me preguntó mientras se pintaba el dedo meñique.
«Me gusta más aún que me la hayas regalado tú»
respondí.
«Te he traído esto»
. Le tendí el osito de peluche marrón.
«Para reemplazar a Burt. Porque fui yo quien le sacó los ojos y eso»
.
Jas se puso al nuevo Burt en el regazo, con cuidado de que el peluche no se le manchara de pintura. Me estiré desde el colchón hasta el equipo de música y la paré.
«Quiero decirte una cosa»
dije.
«Una cosa importante»
. Jas le acarició a Burt el pelo.
«Sabes la canción que cantaste en el concurso»
. Ella asintió despacio.
«Eso es exactamente lo que yo siento contigo»
. A Jas se le saltaron las lágrimas. Aquella pintura de uñas debía de ser fortísima para hacer que le lloraran los ojos.
«Tu fuerza me da valor para volar»
canté malamente y Jas me dio un codazo en las costillas.
«Fuera de mi cuarto, enano cursi»
dijo. Pero estaba sonriendo.
Y yo también.
Esta novela se puso en marcha con una sencilla idea y unos pocos apuntes en un cuaderno. Sin la ayuda de algunas personas importantes, nunca se habría convertido en el libro que tienes en tus manos.
Gracias a Jackie Head, que sacó
Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea
del montón de originales de autor desconocido y con una llamada de teléfono me cambió un día la vida. Mi más caluroso agradecimiento para mi agente, Catherine Clarke, por orientarme con tanta sabiduría e inteligencia. A todo el equipo de Orion, gracias por hacer un trabajo tan estupendo y por lograr que tanta gente se emocionara con mi libro. Y gracias especialmente a mi editora, Fiona Kennedy, por tratar el manuscrito con tanta comprensión y tanto respeto al tiempo que ponía de relieve lo mejor que había en mi historia.
Por encima de todo, gracias a mi familia y a mis amigos, que estaban antes del libro y seguirán estando mucho después de él. Me siento particularmente en deuda con mi hermano y mis hermanas, con mi padre y mi madre y con mi maravilloso marido. Tú, como Sunya, haces que la vida brille.
Annabel Pitcher
West Yorkshire Julio de 2010
Fin