La voz de los muertos

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Authors: Orson Scott Card

Tags: #ciencia ficción

BOOK: La voz de los muertos
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Después del genocidio de los Insectores, Ender Wiggin desapareció y en su lugar surgió una voz poderosa: la neva religión de los Portavoces de los muertos, que sirven como sacerdotes a los que no creen en ningún Dios y, sin embargo, creen en los valores de los seres humanos. Han pasado tres mil años desde los hechos de El juego de Ender, pero los efectos del viaje relativista permiten la presencia de un Ender de treinta y cinco años, que será el elemento central en el segundo contacto de los seres humanos con otra inteligencia galáctica.

Orson Scott Card

La voz de los muertos

Saga de Ender / 2

ePUB v1.3

Batera
16.05.11

Título original: Speaker For The Dead

Traducción: Rafael Marín

©1986 Orson Scott Card

©1993 Ediciones B, SA.,

Depósito legal: B.37.966-1998

ALGUNOS HABITANTES DE LA COLONIA LUSITANIA

Xenólogos (Zenadores)

Pipo (Joao Figueira Álvarez)

Libo (Liberdade Graças a Deus Figueira de Medici)

Miro (Marcos Viadimir Ribeira von Hesse)

Ouanda (Ouanda Quenhatta Figueira Mucumbi)

Xenobiólogos (Biologistas)

Gusto (Viadimir Tiago Gussman)

Cida (Ekaterina Maria Aparecida do Norte von Hesse-Gussman)

Novinha (Ivanova Santa Catarina von Hesse)

Ela (Ekaterina Elanora Ribeira von Hesse)

Gobernadora

Bosquinha (Faria Lima Maria do Bosque)

Obispo Peregrino (Armão Cebola)

Abad y Superiora del Monasterio

Dom Cristão (Amai a Tudomundo Para Que Deus vos Ame Cristão)

Dona Crista (Detestai o Pecado e Fazei o Direito Cristã)

LA FAMILIA FIGUEIRA

Pipo (m. 1948 c.c.) -Conceição

Pinpinho (João) -Maria (m. 1936) -Libo (1931 -1965) -Bruxinha -Bimba (Abençoada)

Patinha (Isolde) -Rã (Tomás)

Ouanda (n. 1951) -China (n. 1952) -Zinha -Prega

LA FAMILIA DE OS VENERADOS

Gusto (m. 1936) -Cida (m.1936)

Mingo (m. 1936) -Novinha (n. 1931) -Marcão (Marcos Maria Ribeira) (m. 1970)

Amado (m. 1936) -Guti (m. 1936)

Miro (n. 1951) -Ela (n. 1952) -Quim (n. 1955) (Estevão Rei) -Olhado (n. 1958) (Lauro Suleimão)

Quara (n. 1963) (Lembrança das Milagres de Jesus) -Grego (n. 1964) (Gerão Gregorio)

Todas las fechas se refieren a los años transcurridos tras la adopción del Código Estelar.

NOTAS SOBRE PRONUNCIACIÓN

Tres lenguajes humanos se utilizan en este libro. El stark, que procede del inglés (se representa en castellano en la traducción). El nórdico, hablado en Trondheim, evolucionado del sueco. El portugués, la lengua nativa de Lusitania. Sin embargo, en cada mundo, los niños aprenden stark en la escuela desde el principio.

El idioma portugués, inusitadamente hermoso cuando se habla en voz alta, es muy difícil para los lectores por la peculiar pronunciación de sus fonemas. Si no piensan ustedes en leer este libro en voz alta, tal vez se sientan más cómodos si tienen una idea general de cómo se pronuncian los nombres y las frases en portugués.

Las consonantes: Se pronuncian más o menos tal como son, con la excepción de la ç que suena siempre como «ss». Algunas excepciones son la j, que se pronuncia como la «sh», y como «g» cuando va seguida de «e» o «i». La r inicial y la doble rr, se pronuncian aproximadamente entre la «h» americana y la «ch» yiddish.

Vocales: Las vocales se pronuncian más o menos como son. Aunque realmente hay dos sonidos distintos para la a, tres formas de pronunciar e (é, é y la e rápida al final de una palabra) y otras tres de pronunciar la o.

Combinaciones consonantes: La combinación «lh» como la «lli» en William; nh, como la ñ. La combinación ch se pronuncia siempre como la sh inglesa. La combinación qu, cuando va seguida de e o de i, se pronuncia como k; cuando va seguida por a, o, u, suena como qu. Lo mismo sucede con gu. Por tanto, Quara se pronuncia CU-A-RA, mientras que Figueira se pronuncia Fi-Ge-i-ra.

Combinaciones vocales: Se pronuncian tal como suenan: ou, az, ez, eu.

Vocales nasales: Una vocal o una combinación vocal con tilde (normalmente ao o a), o la combinación am al final de una palabra son siempre nasales. Es decir, se pronuncian como si la vocal terminase con el sonido ng. Además, por llevar tilde, la sílaba siempre va acentuada. Por tanto, el nombre Marcão se pronuncia Mar-Kóung.

Si les dijera que cuando la t va antes de i suena como la ch, y que la d sigue el mismo modelo del sonido j en inglés, o si les mencionara que la x siempre suena como sh, excepto cuando suena como z, puede que entonces renuncien por completo a leer este libro, así que no lo haré.

PRÓLOGO

En el año 1830 después de la formación del Congreso Estelar, una nave robot de exploración envió un mensaje a través del ansible: el planeta que estaba investigando encajaba en los parámetros de la vida humana. El planeta más cercano con problemas de población era Bala; así que el Congreso Estelar les concedió licencia para explorarlo.

Así pues, los primeros humanos en ver el nuevo mundo fueron portugueses por su lenguaje, brasileños por su cultura y católicos por su credo. En el año 1886 desembarcaron de su lanzadera, se establecieron allí y llamaron al planeta Lusitania, que era el antiguo nombre de Portugal. Se pusieron a catalogar la flora y la fauna. Cinco días más tarde se dieron cuenta de que los pequeños animales que habitaban los bosques, a los que habían llamado porquinhos, o cerdis, no eran realmente animales.

Por primera vez desde el Genocidio de los Insectores a manos del monstruo Ender, los humanos habían encontrado vida alienígena inteligente. Los cerdis eran tecnológicamente primitivos, pero usaban herramientas, construían casas y hablaban su propio lenguaje.

-Es otra oportunidad que Dios nos ha ofrecido -declaró el cardenal Pío de Bahía -. Podemos ser redimidos de la destrucción de los insectores.

Los miembros del Congreso Estelar adoraban a muchos dioses, o a ninguno, pero estuvieron de acuerdo con el Cardenal. Lusitania sería colonizada a partir de Bahía y, por lo tanto, bajo licencia católica, como la tradición demandaba. Pero la colonia nunca podría expandirse más allá de un área limitada o exceder de una población determinada. Y debía ceñirse, sobre todo, a una ley:

Los cerdis no tenían que ser molestados.

Pipo

Ya que no nos sentimos completamente cómodos con la idea de que los habitantes del pueblo vecino son tan humanos como nosotros, es extremadamente presuntuoso suponer que podemos mirar alguna vez a criaturas sociables que derivan de otras formas de evolución y no verlas como bestias, sino como hermanos; no rivales, sino compañeros peregrinos viajeros hacia el altar de la inteligencia.

Sin embargo esto es lo que yo veo, o desearía ver. La diferencia entre raman y varelse no está en la criatura juzgada, sino en la que juzga. Cuando declaramos raman a una especie alienígena, eso no significa que haya aprobado un examen de madurez moral. Significa que lo hemos hecho nosotros.

 

Demóstenes. «Epístola a los Framlings».

Raíz era a la vez el más problemático y el más valioso de los pequeninos. Siempre estaba allí cada vez que Pipo visitaba su calvero, y hacía todo lo posible para responder a las preguntas que la ley le prohibía a Pipo formular. Pipo dependía de él —demasiado, probablemente —, y aunque Raíz tonteaba y jugaba como el joven irresponsable que era, también observaba, probaba y experimentaba. Pipo siempre tenía que estar alerta ante las trampas que Raíz le tendía.

Un momento antes, Raíz había estado escalando los árboles, agarrándose a la corteza con sólo los artejos de sus talones y sus muslos. En las manos llevaba dos palos —Los Palos Padres, los llamaban —, con los que golpeaba contra el árbol de una manera arrítmica y sañuda mientras escalaba.

El ruido hizo que Mandachuva saliera de la casa de troncos. Llamó a Raíz en el Lenguaje de los Machos, y a continuación en portugués.

—¡P'ra baixo, bicho!

Varios cerdis de los alrededores, al oír el juego de palabras en portugués, expresaron su apreciación frotando sus muslos con rudeza. Eso produjo un sonido sibilante, y Mandachuva dio un saltito en el aire agradeciendo sus aplausos.

Raíz, mientras tanto, se inclinó hacia atrás hasta que pareció que se iba a caer. Entonces se soltó, dio una voltereta en el aire, aterrizó sobre sus patas y dio unos cuantos brincos sin tropezar.

—Así que eres un acróbata —dijo Pipo.

Raíz se le acercó contoneándose. Era su manera de imitar a los humanos. Era la forma más efectiva y ridícula, porque su hocico aplastado parecía decididamente porcino. No era extraño que los habitantes de otros mundos les llamaran «cerdis». Los primeros visitantes de este mundo habían empezado a llamarles así en sus primeros informes, allá en el 86, y para cuando se fundó la Colonia Lusitania en 1925, el nombre ya era ineludible. Los xenólogos esparcidos por los Cien Mundos se referían a ellos como «los aborígenes lusitanos», aunque Pipo sabia perfectamente bien que eso era simplemente una cuestión de dignidad personal: excepto en sus papeles eruditos, los xenólogos les llamaban también sin duda cerdis. En cuanto a Pipo, les llamaba pequeninos, y a ellos parecía no importarles, pues se llamaban a sí mismos «Los Pequeños». Sin embargo, con dignidad o sin ella, no había forma de negarlo. En momentos como éste, Raíz parecía un cerdo sosteniéndose sobre sus patas traseras.

—Acróbata —dijo Raíz, intentando pronunciar la nueva palabra —. ¿Qué hice? ¿Tenéis una palabra para la gente que hace eso? ¿Así que hay gente que hace eso como trabajo?

Pipo suspiró suavemente y congeló la sonrisa en su cara. La ley le prohibía estrictamente divulgar información sobre la sociedad humana, pues podría contaminar la cultura porcina.

Aun así, Raíz jugaba constantemente a exprimir hasta la última gota de cuanto implicaba todo lo que Pipo decía. Esta vez, sin embargo, Pipo no podía echar la culpa a nadie, más que a sí mismo, por haber hecho una observación tonta que abría unas ventanas innecesarias hacia la vida humana. De vez en cuando se encontraba tan a gusto entre los pequeninos que hablaba de modo natural. Eso era siempre un peligro. No soy bueno en este juego constante de sacar información mientras intento no dar nada a cambio. Libo, mi silencioso hijo, ya es más discreto que yo, y sólo lleva aprendiendo de mi… ¿cuánto hace que cumplió los trece años…? Cuatro meses.

—Ojalá tuviera artejos en las piernas como vosotros —dijo Pipo —. La corteza del árbol me dejaría la piel convertida en jirones.

—Eso nos daría vergüenza a todos —Raíz continuaba en la postura expectante que Pipo suponía que era su forma de expresar una cierta ansiedad, o quizás un aviso no verbal para que otros pequeninos tuvieran cautela. También podía ser un signo de miedo extremo, pero, por lo que Pipo sabía, nunca había visto a un pequenino sentir miedo extremo.

En cualquier caso, Pipo habló rápidamente para calmarle.

—No te preocupes. Soy demasiado viejo y blando para escalar árboles de esa forma. Es mejor que lo hagan vuestros retoños.

Y funcionó. El cuerpo de Raíz se puso otra vez en movimiento.

—Me gusta subir a los árboles. Puedo verlo todo —Raíz se plantó delante de Pipo y acercó su cara a la de él —. ¿Traerás la bestia que corre sobre la hierba sin tocar el suelo? Los otros no me creen cuando les digo que he visto una cosa así.

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