La sociedad del espectáculo (10 page)

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Authors: Guy Debord

Tags: #Ensayo

BOOK: La sociedad del espectáculo
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Tras la desaparición de las condiciones localmente favorables que habían conocido las comunidades griegas la regresión del pensamiento histórico occidental no ha ido acompañada de una reconstitución de las antiguas organizaciones míticas. Con el choque entre los pueblos del Mediterráneo en la formación y el hundimiento del Estado romano aparecieron
religiones semihistóricas
que pasaban a ser los factores fundamentales de la nueva conciencia del tiempo y la nueva armadura del poder separado.

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Las religiones monoteístas han sido un compromiso entre el mito y la historia, entre el tiempo cíclico dominando todavía la producción y el tiempo irreversible en que se enfrentan y recomponen los pueblos. Las religiones surgidas del judaísmo son el reconocimiento universal abstracto del tiempo irreversible que se encuentra democratizado, abierto a todos, pero en lo ilusorio. El tiempo todo se orienta hacia un único acontecimiento final: "El reino de Dios está cerca." Estas religiones nacieron sobre el suelo de la historia y allí se establecieron. Y aún se mantienen allí en oposición radical con la historia. La religión semihistórica establece un punto de partida cualitativo en el tiempo, el nacimiento de Cristo, la huida de Mahoma, pero su tiempo irreversible —al introducir una acumulación efectiva que en el Islam podría tomar la figura de una conquista o en el cristianismo de la Reforma la de un acrecentamiento del capital— se invierte de hecho en el pensamiento religioso como una
cuenta regresiva
: la espera, en el tiempo que disminuye, del acceso al otro mundo verdadero, la espera del Juicio final. La eternidad salió del tiempo cíclico. Es su más allá. Es el elemento que introduce la irreversibilidad del tiempo, que suprime la historia en la historia misma, colocándose como puro elemento puntual en que el tiempo cíclico ha vuelto a entrar y es abolido
del otro lado del tiempo irreversible
. Bossuet dirá todavía: "Y por medio del tiempo que pasa entramos en la eternidad que no pasa".

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La edad media, ese mundo mítico inconcluso que tenía su perfección fuera de él, es el momento en que el tiempo cíclico, que rige todavía la parte principal de la producción, es realmente corroído por la historia. Se reconoce una cierta temporalidad irreversible a todos individualmente en la sucesión de las edades de la vida, en la vida considerada como un
viaje
, un paso sin retorno por un mundo cuyo sentido está en otra parte: el
peregrino
es el hombre que sale de este tiempo cíclico para ser efectivamente ese viajero que cada uno es como signo. La vida histórica personal encuentra siempre su cumplimiento en la esfera del poder, en la participación en las luchas emprendidas por el poder y en las luchas por la disputa del poder; pero el tiempo irreversible del poder está dividido hasta el infinito, bajo la unificación general del tiempo orientado de la era cristiana, en un mundo de la
confianza armada
, donde el juego de los amos gira alrededor de la fidelidad y de la contestación de la fidelidad debida. Esta sociedad feudal, nacida del choque entre "la estructura organizativa del ejército conquistador tal como se desarrolló durante la conquista" y "las fuerzas productivas encontradas en el país conquistado" (
La ideología alemana
) —y es preciso considerar su lenguaje religioso en la organización de estas fuerzas productivas— ha dividido la dominación de la sociedad entre la Iglesia y el poder estatal, a su vez subdividido en las complejas relaciones de señorío y vasallaje de las tenencias territoriales y de las comunas urbanas. En esta diversidad de la vida histórica posible, el tiempo irreversible que comportaba inconscientemente la sociedad profunda, el tiempo vivido por la burguesía en la producción de mercancías, la fundación y la expansión de las ciudades, el descubrimiento comercial de la tierra —la experimentación práctica que destruye para siempre toda organización mítica del cosmos— se reveló lentamente como el trabajo desconocido de la época cuando la gran empresa histórica oficial de este mundo fracasó con las Cruzadas.

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Al declinar la Edad Media el tiempo irreversible que invade la sociedad se experimenta por la conciencia vinculada con el antiguo orden bajo la forma de una obsesión por la muerte. Es la melancolía de la disolución de un mundo, el último en que la seguridad del mito equilibraba todavía la historia; y para esta melancolía todo lo terrestre se encamina solamente hacia su corrupción. Las grandes revueltas de los campesinos de Europa son también su intento de
responder a la historia
que les arrancaba violentamente del sueño patriarcal que había garantizado la tutela feudal. Es la utopía milenarista de la
realización terrenal del paraíso
, en la que vuelve al primer plano lo que estaba en el origen de la religión semihistórica, cuando las comunidades cristianas, como el mesianismo judaico del que provenían, en respuesta a los problemas y a la desdicha de la época, esperaban la realización inminente del reino de Dios y añadían un factor de inquietud y de subversión en la sociedad antigua.

Habiendo llegado a compartir el poder en el imperio, el cristianismo desmintió en su momento como simple superstición lo que subsistía de esta esperanza: tal es el sentido de la afirmación agustiniana, arquetipo de todos los
satisfecit
de la ideología moderna, según la cual la Iglesia establecida era desde hacía mucho tiempo ese reino del que se había hablado. La revuelta social del campesinado milenarista se define naturalmente en primer lugar como una voluntad de destrucción de la Iglesia. Pero el milenarismo se despliega en el mundo histórico y no sobre el terreno del mito. Las esperanzas revolucionarias modernas no son, como cree mostrar Norman Cohn en
La persecución del milenio
, secuelas irracionales de la pasión religiosa del milenarismo. Todo lo contrario, es el milenarismo, lucha de clase revolucionaria hablando por última vez el lenguaje de la religión, el que constituye ya una tendencia revolucionaria moderna a la que falta todavía
la conciencia de no ser histórica
. Los milenaristas tenían que fracasar porque no podían reconocer la revolución como su operación propia. El hecho de que esperasen para actuar un signo exterior de la decisión de Dios es la traducción en el pensamiento de una práctica en la que los campesinos sublevados siguen a jefes armados fuera de ellos mismos. La clase campesina no podía alcanzar una conciencia justa del funcionamiento de la sociedad y de la forma de llevar su propia lucha: debido a que le faltaban esas condiciones de unidad en su acción y en su conciencia expresó su proyecto y condujo sus guerras según la imaginería del paraíso terrestre.

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La nueva posesión de la vida histórica, el Renacimiento, que encuentra en la antigüedad su pasado y su derecho, lleva consigo la ruptura gozosa con la eternidad. Su tiempo irreversible es el de la acumulación infinita de conocimientos, y la conciencia histórica surgida de la experiencia de las comunidades democráticas y de las fuerzas que las destruyen volverá a tomar con Maquiavelo el razonamiento sobre el poder desacralizado, a decir lo indecible del Estado. En la vida exhuberante de las ciudades italianas, en el arte de las fiestas, la vida se conoce como un goce del paso del tiempo. Pero este goce del pasar debería ser él mismo pasajero. La canción de Lorenzo de Médicis, considerada por Buckhardt como la expresión "del espíritu mismo del Renacimiento", es el elogio que esta frágil fiesta de la historia ha pronunciado sobre sí misma: "Qué bella es la juventud — que se va tan deprisa."

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El movimiento constante de monopolización de la vida histórica por el Estado de la monarquía absoluta, forma de transición hacia la dominación completa de la clase burguesa, hace aparecer en su verdad lo que es el nuevo tiempo irreversible de la burguesía. Es al
tiempo de trabajo
, por primera vez librado de lo cíclico, al que la burguesía está ligada. El trabajo se ha convertido con la burguesía en
trabajo que transforma las condiciones históricas
. La burguesía es la primera clase dominante para quien el trabajo es un valor. Y la burguesía que suprime todo privilegio, que no reconoce ningún valor que no derive de la explotación del trabajo, ha identificado precisamente con el trabajo su propio valor como clase dominante y ha hecho del progreso del trabajo su propio progreso. La clase que acumula las mercancías y el capital modifica continuamente la naturaleza modificando el trabajo mismo, desencadenando su productividad. Toda la vida social se ha concentrado ya en la pobreza ornamental de la Corte, atavío de la fría administración estatal que culmina en el "oficio de rey"; y toda libertad histórica particular ha debido consentir su pérdida. La libertad del juego temporal irreversible de los feudales se consumió en sus últimas batallas perdidas con las guerras de la Fronde o el levantamiento de los escoceses en favor de Carlos Eduardo. El mundo ha cambiado de base.

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La victoria de la burguesía es la victoria del tiempo
profundamente histórico
, porque es el tiempo de la producción económica que transforma la sociedad de modo permanente y de arriba a abajo. Durante tanto tiempo como la producción agraria sigue siendo el trabajo principal, el tiempo cíclico que continúa presente en el fondo de la sociedad sostiene las fuerzas coaligadas de la
tradición
, que van a frenar el movimiento. Pero el tiempo irreversible de la economía burguesa extirpa estas supervivencias en toda la extensión del mundo. La historia que había aparecido hasta entonces como el movimiento de los individuos de la clase dominante únicamente, y por tanto escrita como historia de acontecimientos, es ahora comprendida como el
movimiento general
, y en este severo movimiento los individuos son sacrificados. La historia que descubre su base en la economía política conoce ahora la existencia de lo que era su inconsciente, pero sigue no obstante sin poder sacarlo a la luz. Es solamente esta prehistoria ciega, una nueva fatalidad que nadie domina, lo que la economía mercantil ha democratizado.

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La historia que se halla presente en toda la profundidad de la sociedad tiende a perderse en la superficie. El triunfo del tiempo irreversible es también su metamorfosis en
tiempo de las cosas
, porque el arma de su victoria ha sido precisamente la producción en serie de objetos según las leyes de la mercancía. El principal producto que el desarrollo económico ha hecho pasar de la rareza lujosa al consumo corriente ha sido por tanto la historia, pero solamente en tanto que historia del movimiento abstracto de las cosas que domina todo uso cualitativo de la vida. Mientras que el tiempo cíclico anterior había sostenido una parte creciente de tiempo histórico vivido por algunos individuos y grupos, la dominación del tiempo irreversible de la producción tiende a eliminar socialmente este tiempo vivido.

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De este modo la burguesía ha hecho conocer y ha impuesto a la sociedad un tiempo histórico irreversible, pero negándole su
uso
. "Hubo historia, pero ya no", porque la clase de los poseedores de la economía, que no puede romper con la
historia económica
, debe también rechazar como una amenaza inmediata todo otro empleo irreversible del tiempo. La clase dominante, compuesta por
especialistas de la posesión de las cosas
que son ellos mismos, por esa razón, una posesión de cosas, debe unir su suerte al mantenimiento de esta historia reificada, a la permanencia de una nueva inmovilidad
en la historia
. Por primera vez el trabajador, en la base de la sociedad, no es materialmente
extraño a la historia
ya que ahora la sociedad se mueve irreversiblemente por su base. En la reivindicación de
vivir
el tiempo histórico que hace el proletariado encuentra éste el simple centro inolvidable de su proyecto revolucionario; y cada una de las tentativas de ejecución de este proyecto aniquiladas hasta ahora marca un punto de partida posible de la nueva vida histórica.

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El tiempo irreversible de la burguesía dueña del poder comenzó por presentarse bajo su propio nombre, como un origen absoluto, el año I de la República. Pero la ideología revolucionaria de la libertad general que había abatido los últimos restos de organización mítica de los valores y toda reglamentación tradicional de la sociedad permitía ver ya la voluntad real que había vestido a la romana: la
libertad de comercio
generalizada. La sociedad de la mercancía, descubriendo entonces que debía reconstruir la pasividad que le había sido necesario sacudir fundamentalmente para establecer su propio reino puro, "encuentra en el cristianismo con su culto al hombre abstracto... el complemento religioso más conveniente" (
El Capital
). La burguesía ha concluido entonces con esta religión un compromiso que se expresa también en la presentación del tiempo: abandonando su propio calendario su tiempo irreversible vuelve a amoldarse a la
era cristiana
cuya sucesión continúa.

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Con el desarrollo del capitalismo el tiempo irreversible se ha
unificado mundialmente
. La historia universal llega a ser una realidad, ya que el mundo entero se reúne bajo el desarrollo de ese tiempo. Pero esta historia que es la misma en todas partes a la vez no es todavía otra cosa que la negación intrahistórica de la historia. Es el tiempo de la producción económica, recortado en fragmentos abstractos iguales, que se manifiestan sobre todo el planeta como el
mismo día
. El tiempo irreversible unificado es el del
mercado mundial
, y corolariamente el del espectáculo mundial.

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El tiempo irreversible de la producción es en primer lugar la medida de las mercancías. Así que el tiempo que se afirma oficialmente en toda la extensión del mundo como el
tiempo general de la sociedad
, no significando más que los intereses especializados que lo constituyen
no es más que un tiempo particular
.

Capítulo 6

El tiempo espectacular

"No tenemos nada nuestro, salvo el tiempo, del que gozan hasta quienes no tienen morada."

B
ALTASAR
G
RACIÁN
,

El Cortesano.

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