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Authors: Fran Ray

La siembra (29 page)

BOOK: La siembra
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—Parece un complot.

—En efecto. —Una fugaz y amarga sonrisa—. Las grandes empresas ejercen mucha presión. Una industria agroquímica, por ejemplo, donó tres millones de euros a la universidad. —Suspira—. Que la enseñanza y la investigación universitarias sean independientes y no vinculadas a intereses quizá nunca ha dejado de ser un deseo piadoso.

Hirsch bebe un sorbo de té y no suelta la taza, como si quisiera calentarse la mano.

—Obtuve un puesto aquí, en Noruega. Jérôme no dejó que le estropearan su gusto por la investigación y fue a trabajar para Edenvalley. Supongo que le hicieron una oferta irresistible —dice, sacudiendo la cabeza.

Seguro que él no la hubiera aceptado, piensa Ethan.

—Bien —suspira el profesor—, todos hemos de vivir de algo. Jérôme se introdujo en la materia, él no se oponía a la ingeniería genética, al contrario. Estaba fascinado por la oportunidad de luchar contra el hambre en el mundo mediante la ingeniería genética.

—Y mi mujer, ¿qué quería de usted?

—Resulta extraño, a posteriori. Trajo unas semillas y me rogó que las examinara en el instituto.

—¿Por qué?

Hirsch frunce el ceño.

—Eso no me lo dijo, es decir, no quería hablar de ello.

—¿Las examinó?

—Sí, eran de un tipo de maíz hasta entonces desconocido. Empezamos a alimentar a las ratas con ellas.

—¿Y?

—Murieron, sus células dejaron de dividirse. Por así decirlo, envejecieron a gran velocidad. Imagine que todas las mañanas, cuando usted se despierta, su cuerpo ha envejecido diez o quince años.

—¿Cómo puede ocurrir semejante cosa?

—Mediante productos tóxicos que impiden la partenogénesis. —Se contempla las manos y después las pliega—. Además penetró en las células nerviosas...

Suena un móvil. Hirsch alza las cejas y mira en torno.

—Atienda —dice Ethan, y deja la taza en la mesa; sólo la ha cogido por cortesía.

—Creí que era el suyo —dice Hirsch con una sonrisa nerviosa.

Ethan también mira en torno y ve un pequeño paquete sin abrir en la mesa del comedor a sus espaldas.

El segundo que tarda en relacionar esa información aparentemente neutral con las experiencias fatales de los últimos días parece eterno; es como si Ethan viera las chispas que lanzan las sinapsis de su cerebro. Por fin logra gritar:

—¡Al suelo! —Y se lanza detrás del sillón.

Un instante después, una bola de fuego envuelve al profesor Hirsch. Ethan se acurruca, pero sabe que está atrapado. «¡Lárgate pitando!» ordena su cerebro. Se arrastra hasta la puerta que da al pasillo y las vigas de madera en llamas empiezan a caer, la alfombra se convierte en lenguas de fuego, las ventanas y las tuberías estallan, a sus espaldas arde el marco de la puerta. Avanza tropezando y se aleja de las alfombras y paredes incendiadas; detrás de él se derrumba una pared, la puerta salta de los goznes, las vigas arden como antorchas y un calor insoportable lo invade todo. Se lanza a las llamas, que le abrasan la cara, el cuello, los brazos. La oleada ígnea lo envuelve pero Ethan no se rinde: algo en su interior es más fuerte que este infierno y logra salir al exterior. Se arroja a la nieve, se revuelca y las llamas se apagan con un siseo.

A sus espaldas, las ventanas de la planta superior estallan y después el techo se incendia mientras la nieve no deja de caer, los copos mezclados con las chispas. Otra explosión y la casa, el refugio confortable y seguro del profesor Hirsch y su mujer, se disuelve en medio de una bola de fuego que se eleva al cielo polar.

Entonces cree distinguir una sombra, a la derecha, en el linde del bosque. Logra ponerse en pie apoyándose en algo, «¿Un árbol? ¿Una piedra?» Se tambalea y trastabilla hacia el bosque. De pronto el calor se convierte en un frío glacial y nota que no lleva zapatos, sólo calcetines. Las llamas también devoraron su chaqueta acolchada. El cielo se convierte en un embudo negro que lo absorbe. «¡Ahora no!» Se resiste contra ese poder que quiere arrancarlo del tiempo, que quiere hacerle perder la conciencia, se incorpora, hace caso omiso del frío y se abalanza hacia la oscura arboleda. «En alguna parte tiene que haber un hueco por donde escapar.» Se abre paso entre los troncos y penetra en un bosque de pinos, aún más frío y oscuro. Aquí, donde la nieve no brilla en el suelo y no penetra la luz de las estrellas, está oscuro como boca de lobo y sólo puede avanzar tanteando. «¿Hacia dónde?» Percibe una oleada caliente y se agacha, es como si las oscuras ramas cubiertas de agujas afiladas trataran de atraparlo, sujetarlo, rodearlo y asfixiarlo. Otra oleada de calor, esta vez no retrocede sino que avanza en esa dirección, sus manos tantean el vacío, las agujas vuelven a clavarse en su piel, se enganchan como si no quisieran soltarlo nunca, como si ansiaran beber su sangre, su vida. «Un bosque que se alimenta de sangre humana.» Las raíces con que tropieza son los huesos de los muertos, las víctimas de este bosque que también quiere su vida, esta naturaleza oscura y solitaria que acecha a todo lo animado, que atrae con falsas promesas —«te protegeré»— y después arrastra a su presa hacia la perdición.

Sigue corriendo, tiene que salir de este mundo pavoroso. Tropieza con una raíz y cae. «Levántate o morirás... aunque ¿por qué no morir? Morir de frío es una muerte dulce. Pero no ahora, no aquí. Sigue.» En algún lugar se oyen voces, voces humanas. Se vuelve. «¿De dónde provienen? Allí, detrás de los troncos... ¿una luz? ¿Fuego?» Se abre paso en esa dirección, trastabilla y echa a correr hacia la luz y las voces.

De repente ve una sombra, una figura en movimiento. Una sombra que se desliza entre los troncos y se confunde con éstos. Ethan se detiene, cambia de dirección, gira a la izquierda, quiere atacar a la sombra desde un flanco. Se agacha, se impulsa hacia delante y roza algo con las manos. «¿Un brazo, una rama?» Las ramas heladas crujen al romperse bajo unos pasos apresurados.

—¡Eh! —oye gritar a alguien y ve que corren hacia él.

Son bomberos o camilleros de chaquetas fluorescentes. Un haz de luz se aproxima y lo enfoca. Se cubre los ojos con un brazo. Los otros bajan las linternas y dicen palabras que no comprende. Se acerca una oleada de agua oscura, una antigua pesadilla, casi la ha olvidado, la sufrió todas las noches tras el accidente de Tony, durante casi seis meses. Lo levantan y un océano negro lo arrastra cada vez más lejos.

12

Martes 12 de Abril, París

Ayer por la noche Camille anotó todo lo que Véronique Regnard mencionó de un modo tan incoherente, esforzándose por recordar todos y cada uno de los detalles del encuentro. Eran las dos y media de la mañana cuando marcó el número de Bonne Nouvelle para informarse acerca del estado de la reclusa. Una adormilada celadora le dijo que no estaba autorizada a dar dicha información, y menos a esa hora. Furiosa —aunque había contado con esa respuesta—, Camille colgó. Los nervios no la dejaban conciliar el sueño. Una frase no cesaba de resonar en su cabeza y por la mañana la seguía oyendo: «Si descubren que sabe demasiado, ésos también la perseguirán a usted.» ¿Quiénes eran «ésos»? ¿O sólo se trata de la paranoica visión del mundo de Véronique Regnard?

Se sirve otra taza de café y se obliga a concentrarse en la pantalla, a no prestar atención a la conversación que mantienen Luc y Christian.

Esta mañana, después de que Camille los amenazara con la prensa, le han dicho que Véronique se encontraba mejor, que sólo había sufrido una breve crisis, pero que aun así no podía ponerse al teléfono. Entonces Camille llamó a Amnistía Internacional e informó del caso. Una tal Gunilla le prometió que se ocuparía de ello, y Camille se tranquilizó un poco.

Vuelve a mirar la pantalla.

Toba, un volcán de Sumatra.

Según una teoría científica no comprobada, hace 75.000 años, tras la erupción del volcán Toba en Sumatra y del invierno volcánico que provocó en todo el planeta, sólo sobrevivieron diez mil personas. Hasta el año 10000 a.C, la raza humana aumentó hasta alcanzar los cuatro millones.

«¿Cuántos habitantes tiene París? ¿Diez millones?»

Según dicha teoría, la población no se duplicó hasta que pasaron once mil años más. En aquel entonces, en la Tierra sólo vivían cuatrocientos millones de seres humanos. En los últimos cuarenta años la población mundial se duplicó. En pocos años, siete mil millones de seres humanos habitarán la Tierra.

«Toba... Océane Rousseau es peligrosa, quiere que se produzca un nuevo Toba...» ¿Así que un exterminio masivo? ¿Acaso alguien puede desear algo así? ¿Lo desea Edenvalley? ¿Qué ganarían con ello? Porque entonces nadie compraría sus semillas. Y todas las otras afirmaciones, ¿acaso no son las típicas teorías de la conspiración?

Camille busca información sobre NAT. Noah's Arch Trust, empresarios que lo administran. Tres artículos describen el Noah's Arch, situado en la isla de Ellesmere al norte de Canadá, como el banco de semillas más caro y moderno que jamás haya existido.

—Christian, Lucien, escuchadme y decidme qué se os ocurre.

Ambos dejan de hablar y se reclinan en sus sillas.

Camille carraspea y lee:

—«Noah's Arch. A principios de los años setenta se pronosticó que habría una terrible hambruna mundial debido al aumento demográfico y al estancamiento de las cosechas. Por ese motivo, en 1971 fue creado el Consejo Internacional para la Investigación Agraria, el Consultative Group on International Agricultural Research, o CGIAR. De momento apoyan a quince centros de investigación internacionales dedicados a diversas disciplinas. Al principio se centraron en mejorar el rendimiento del trigo, el maíz y el arroz, más adelante también el de las patatas, la mandioca y el mijo, como también el de las leguminosas.

»La financiación de Noah's Arch no depende del CGIAR, lo financia la ONU, Canadá y el Noah's Arch Trust: un grupo de diversas empresas.

»Se debía asegurar que sobrevivieran las plantas cultivadas, sobre todo ciertos tipos de cereales. Si una especie se extingue, ya sea debido a catástrofes naturales, choques de asteroides, guerras atómicas o epidemias del reino vegetal, más adelante debe ser posible cultivarla de nuevo en la isla de Ellesmere. Las industrias agroquímicas prometen ayudarse mutuamente en el futuro cultivo de plantas de mayor rendimiento, alimenticias y resistentes al estrés...»

—¡Un momento! —la interrumpe Christian—. Epidemias en el mundo vegetal... ¿Acaso se refieren a cuando una empresa como Edenvalley haya contaminado genéticamente todas las plantas naturales?

—Claro —afirma Lucien, y se arremanga la camiseta negra—. Empresas como Edenvalley, que entonces pueden obtener nuevas semillas.

—Aún no sabéis quién forma parte del Noah's Arch Trust —dice Camille, lanzando un suspiro.

—¡Seguro que nos lo dirás de inmediato,
ma chère!

—Si me dejáis hablar... —Y sigue leyendo—: «El suelo de
permafrost
de la isla de Ellesmere en Canadá ofrece la más absoluta seguridad, incluso si el sistema de refrigeración fallara. Al parecer, las semillas conservarán la capacidad de germinar durante mil años. Al final de un túnel de cien metros de largo excavado en la roca se encuentran tres cámaras que contienen semillas; cada una tiene una superficie de veinte metros cuadrados y una altura de seis metros. Protegidas de las bombas, incluso de la caída de aviones. El acceso está protegido por muros de cemento, cámaras de vigilancia, una esclusa de acero hermética, personal de seguridad... además de los osos polares que habitan la isla. Incluso si los polos siguen derritiéndose a causa del calentamiento global y el nivel del mar aumenta dramáticamente, el búnker permanecerá seguro: está situado a ciento treinta metros por encima del nivel actual del mar. Los primeros suministros de semillas de todo el mundo ya han sido entregados: setenta mil variedades de arroz de las Filipinas, cuarenta y cinco mil variedades de trigo y diez mil variedades de maíz de México, miles de tipos de patatas de Perú, miles de tipos de cebada de Oriente Próximo.

»"Es absolutamente correcto montar este almacén", asegura el doctor Lansing, experto en plantas cultivadas del Instituto de Biogenética de Ginebra. "Si realmente se produce el Apocalipsis, dispondremos de un fondo a partir del cual la humanidad podrá volver a cultivar cereales. Además, muchos países han financiado sus bancos de genes de un modo deficiente. Debido a las malas condiciones de almacenamiento, sobre todo en Asia y África, las semillas obtenidas mediante los últimos experimentos se estropearon. Ya no se pueden recuperar. Ese peligro también se reduce gracias al almacén, que ha costado seis millones de euros. El estado de las semillas pasa controles regulares y el banco de semillas se va completando poco a poco. Uno de los logros más innovadores e impresionantes al servicio de la humanidad, según palabras del secretario general de Naciones Unidas."»

Christian se balancea en su asiento.

—Suena maravilloso y sensato, pero como conocemos la maldad y la codicia humanas...

—... y somos una revista satírica —añade Lucien.

Christian sonríe y prosigue:

—... deberíamos leer entre líneas. ¿Quién se oculta tras el Noah's Arch Trust?

Camille ya lo ha investigado.

—No es nada sencillo averiguarlo, casi no hay nada... Un momento. Aquí. ¿Sabéis quién es un tal Hal Upright, profesor de sociología de la Universidad de Washington, D.C.?

—No tengo el gusto —contesta Christian, y Lucien también niega con la cabeza.

—Da igual, aquí pone... Vaya, es un artículo kilométrico... El NAT, es decir el Noah's Arch Trust, está formado por los siguientes miembros: Edenvalley, industria agroquímica; Eastman Black Defense Inc., empresa productora de armamentos; Milward-Foundation... ésos son los que fundaron The Project en los años veinte; Global-Water Trust, Adana Pharmaceutics y Bob-Redfern-Foundation.

Lucien suelta un silbido.

—Bob Redfern es Brainstorm, ¿verdad? ¿Así que ése también participa en el juego? ¿Una empresa informática? —pregunta Christian.

—No sólo informática —precisa Lucien—. También de software, y es el dueño del buscador Brain, además de varios museos y un canal de televisión. Y que yo sepa, también de la agencia de noticias RED con sede en Bruselas, y seguro que eso no es todo.

Christian se ha apoyado contra la ventana.

—¿Y todo eso para qué? Hay más de mil bancos de semillas. ¿Y por qué ningún africano, asiático o europeo forma parte de ese trust? ¿Por qué sólo deciden las grandes empresas estadounidenses? Apuesto a que también controlan la empresa de seguridad.

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