La noche de Tlatelolco (16 page)

Read La noche de Tlatelolco Online

Authors: Elena Poniatowska

Tags: #Historico, Testimonio

BOOK: La noche de Tlatelolco
11.03Mb size Format: txt, pdf, ePub

• Antonio Careaga, vendedor de ropa.

Imagínate lo que hubiera sucedido si realmente la Unidad Tlatelolco llega a consolidarse como un núcleo de rebeldía, digamos un centro de guerrilla urbana. No estábamos en condiciones para que eso sucediera pero quizá el gobierno lo pensó así y decidió acabar con ello. El gobierno estaba perfectamente enterado de la participación efectiva del pueblo, ya no de un grupo estudiantil con relaciones de trabajo o de estudio, como puede ser la Universidad o el Politécnico, sino de un grupo de población de México que estaba apoyando como tal a un movimiento de estudiantes. Por esto alego que el gobierno eligió perfectamente el lugar para descabezar al Movimiento. Nosotros caímos en la ratonera más perfecta de una manera irresponsable porque desde el 2 de octubre, con la aprehensión de los muchachos, el terror y la represión, naturalmente se vino atrás el Movimiento y se desconectaron las bases completamente. La base de los estudiantes nunca ha vuelto a luchar como antes.

• Mercedes Olivera de Vázquez, antropóloga.

Lo más vergonzoso que ha logrado Tlatelolco es amedrentar a los jóvenes.

• Elvira B. de Concheiro, madre de familia.

Después de muchas experiencias positivas, después de que la gente empezaba a sentir que podía influir en la política, discutir decisiones, participar, darse cuenta que los acontecimientos podían depender de su acción y no simplemente caerles desde arriba —como del cielo— vino el golpe brutal del 2 de octubre y hubo un sentimiento tremendo de impotencia, de fracaso. Pero el saldo del Movimiento, con todo y los muertos, la barbarie y el terror, es positivo porque la gente ha empezado a vivir sabiendo qie TODO es político, y, aunque las condiciones no permiten ura actividad política abierta, hay muchos que trabajan.

• Carolina Pérez Cicero, de Filosofía y Letras de la
UNAM
.

Las mujeres le dieron al Movimiento muchas de sus características de combatividad. Recuerdo a algunas compañeras: Mira de la Wilfrido Massieu,
Tita
y
Nacha
de Derecho, Bertha de Medicina, Mari Carmen, Evelia, Betty de Ciencias, Consuelito, Marivilia y Adriana de Preparatoria, Marcia, por supuesto, miles más. En verdad, miles más y como grupo las maravillosas muchachas de enfermería del Poli, las de Ciencias Biológicas, las de Medicina de la
UNAM
, etcétera.

En la toma del Casco, las compañeras de enfermería se portaron como verdaderas valientes. Lo Adelita les salió espontáneamente, del corazón. Curaron a los compañeros heridos, los sacaron del Casco, los atendieron sin importarles el peligro.

Todas ellas se han ganado, a base de valor y compañerismo, un lugar preponderante en el Movimiento…

En una ocasión nos avisaron por teléfono que la porra había tomado una Prepa. Inmediatamente organizamos a un grupo grande de estudiantes de
CU
para que fueran a ver lo que sucedía. En el camión de Economía se sentaron cuatro muchachas de mi escuela. Les ordené:

—Bájense inmediatamente. Sólo vamos a ir hombres.

Indignadas, me contestaron que el Che admitía mujeres en la guerrilla y que me fuera inmediatamente al diablo. Yo les insistí y ellas, aparentemente, accedieron a bajarse del camión. Me metí a la escuela y, luego, subí nuevamente al camión y emprendimos la marcha. Llegamos a la Prepa como trescientos muchachos y… cuatro muchachas en el camión de Economía, sentadas en la parte de atrás donde no se veían muy fácilmente. Por fortuna no pasó nada y regresamos en santa paz a
CU
.

En el último discurso de la manifestación silenciosa cometí un error del que hoy me arrepiento. Incluí una frase por demás impropia: «No lloremos como mujeres lo que no supimos defender como hombres». Al día siguiente de la manifestación, al llegar a mi escuela estaban dos brigadas de muchachas esperándome. Me pasé horas explicándoles, entre gritos y justas reclamaciones, que era en sentido metafórico la tal cita. Después me disculparon amablemente y a los dos días me llevaron un riquísimo pastel que los de la brigada de guardia devoramos con algunos otros compañeros.

• Eduardo Valle Espinoza,
Búho
, del
CNH
.

Una vez en una manifestación que rodearon los granaderos y los soldados, los muchachos se pusieron furiosos, ¿ves?, porque nos tocaba como a veinte granaderos por piocha, o casi, casi. Además no fueron en los acostumbrados camiones azules sino en camiones de línea. Me parece que la manifestación iba a ser en el Auditorio de la Unidad Cultural del Bosque. Cuando los muchachos vieron que no se podía hacer nada por el despliegue de fuerzas tan desmesurado dieron la consigna: «Vámonos a
CU
… Nos vamos ahorita a
CU
y hacemos asamblea… Pídanle aventón a la gente». Yo iba en mi coche sola con Marili y naturalmente nos pidieron aventón:

—¡Órale, a
CU
, allá nos dejan y regresan por otros compañeros!

—Órale…

Como a la cuarta vuelta, unos muchachos nos advirtieron:

—Rápido porque dicen que el ejército va a ir a
CU
.

—¿Otra vez?

—Es un rumor.

Dije: ¡En la torre! ¡Rápido, rápido, rápido! Yo venía voladaza por Insurgentes Norte, ya casi a la altura de San Ángel, y un camión de línea adelante me estorbaba; no me dejaba pasar y yo le pitaba y le pitaba y le pitaba, ¿ves?, y el camión que andaba como a setenta u ochenta, no se hacía a un lado. Entonces me dio tanto coraje que se me viniera cerrando que le toco: «Ta, ta, ta, ta, ta», y en eso que se asoman unos tipos por las ventanillas, y era un camión de granaderos, fíjate. Nos dio un susto tan horrible que dimos vuelta, así, en U, sobre la misma avenida, te lo juro, y ya no sabíamos si ir para la izquierda, para la derecha, todo el mundo me daba órdenes y total que me salí por una callecita cerca del Club France a la Universidad y ya fue el último aventón que dimos, porque casi me da taquicardia. Nos quedamos en
CU
, en una asamblea de Filosofía. ¡Ah!, cállate, creo que en la segunda vuelta del centro a
CU
, que se me va acabando la gasolina, tú, y me dicen los muchachos a quienes les estaba dando aventón: «No te preocupes compañera, ahorita resolvemos tu problema», y que se bajan y que se trepan a un carrazo que iba pasando, ¿ves?, y le dicen al señor, un señor muy elegante, así como de 50 años, ves, con canitas:

—Se detiene tantito, por favor compañero…

(Yo creo que era Agustín Legorreta).

—Ay no, no, no, no hay que ser, yo no he hecho nada… Yo estoy con ustedes muchachos…

(O a lo mejor era Juan Sánchez Navarro).

—No, no, no le vamos a hacer nada… Usted párese tantito, nomás párese tantito…

Quién sabe de dónde sacaron una tripita y le quitaron toda la gasolina al coche y se la pusieron al mío y al pobre señor lo dejaron allí botado… ¡Ay, sí, eran relindos los muchachos!

• Margarita Isabel, actriz.

¿A dónde van los estudiantes cuando salen? ¿A dónde van los de la
UNAM
, los del Poli cuando terminan su carrera? A la iniciativa privada o al gobierno. O, ¿acaso van a algún otro lado? Entonces, ¿qué iban a demandar los que manifestaban? ¿Qué pedían? ¿Qué quieren, si de todos modos tarde o temprano pasarán a formar parte del
establishment
al que se oponen?

• Heriberto Alarcón Pimentel, industrial.

Ninguna mujer de la clase media se atreve a retar a la institución mínima: la de su familia. Entonces, ¿cómo va a retar a las grandes instituciones?

• Elias Padilla Ruvalcaba, sociólogo.

Yo creo que pase lo que pase, tarde o temprano todos van a dar al PRI… Entonces, ¿para qué tanto brinco estando el suelo parejo?

• Gonzalo Carranza Rojo, dueño de un garaje.

La mayoría de las niñas que van a Filosofía y Letras pertenecen a la pequeña burguesía… Es gente que nunca ha tenido problemas económicos y estudia una carrera así como podría tomar clases de pintura o de historia del arte. Para ellas la cultura es una monada. Pero durante el Movimiento muchas de las que viven en el Pedregal, en Las Lomas, en Polanco, daban dinero, iban a las manifestaciones, «volantearon» en las calles, y había una gran cantidad de niñas popis y niños popis —porque la Facultad de Filosofía y Letras es una de las más popis de la Universidad— que pintaron paredes y jalaron muy parejo. A partir del mes de agosto, cuando los del
CNH
y otros decidieron quedarse permanentemente en
CU
, las muchachas les llevaban comida, ropa, y en sus coches transportaban gran cantidad de volantes y el papel para los mimeógrafos, que es muy pesado. Como había un ambiente de discusión política adquirieron una visión distinta de la relación entre gobernantes y gobernados. El Movimiento politizó a mucha gente. La Ibero, que es la «fresiza» en su máxima expresión, también hizo pintas, repartió volantes y asistió a las manifestaciones, a pesar de los macanazos. Yo creo que el Movimiento Estudiantil nos hizo mucho bien a todos.

• Carolina Pérez Cicero, de la Facultad de Filosofía y Letras de la
UNAM
.

¿Cuántas de las que andaban desfilando han hecho una revolución interna? ¿Cuántas le han dicho a sus papas?: «Papá, mamá, les presento a mi amante». A ver, ¿cuántas? ¿Cuál es su sentido de libertad? A ver, ¿por qué no han hecho una manifestación en contra de sus propios prejuicios?

• Parménides García Saldaña, escritor «de la nueva onda».

A nivel personal, el problema político repercutió directamente en cada uno de nosotros. Hubo hijas que se pelearon con sus padres; se desbarataron matrimonios pero también surgieron otros; se puso en tela de juicio toda la vida anterior y cada quien adquirió una nueva perspectiva, una nueva manera de enfrentarse a la vida. Entonces yo estaba casada con Roberto Escudero, representante de la Facultad de Filosofía y Letras ante el
CNH
; esperábamos un hijo y el Movimiento influyó mucho en nosotros.

• Carolina Pérez Cicero, de Filosofía y Letras de la
UNAM
.

El sector de los maestros constituyó la fracción más moderada del Movimiento, pero hombres como el ingeniero Heberto Castillo considerado como uno de los buenos técnicos mexicanos, estimadísimo por los estudiantes, el doctor Eli de Gortari, autor de
La Lógica Dialéctica
, libro de texto en todas las universidades de América Latina, muy respetado internacionalmente por sus trabajos, de gran prestigio entre los filósofos, autor de la colección
Problemas Científicos y Filosóficos
que edita la
UNAM
, el famoso escritor José Revueltas —uno de los hombres más puros de México, como dice Octavio Paz—, Manuel Marcué Pardiñas editor de la Revista
Problemas Agrícolas e Industriales
y fundador y editor de
Política
, una revista de consistente oposición al régimen a través de varios años, el doctor Fausto Trejo, doctor en Psicología y muy querido entre los estudiantes, le dieron al Movimiento prestigio y fuerza moral… Apoyaron a los estudiantes, pero trataron siempre de moderar sus impulsos, sus «aceleradas».

• Ana Márquez de Nava, maestra normalista.

HO-HO-HO-CHI-MINH, DÍAZ ORDAZ, CHIN, CHIN, CHIN, HO-HO-HO

• Voces en la manifestación del 1o. de agosto.

BOCÓN, SAL AL BALCÓN, ¿DÓNDE ESTÁ TU MANO TENDIDA?

• Grito estudiantil encabezado por un sector del Comité de Lucha de la Facultad de Leyes, de la
UNAM
.

Cuando todo granadero

sepa leer y escribir

México será más grande,

más próspero y más feliz.

• Canción estudiantil en la manifestación del 27 de agosto.

¡ES CORONA DEL ROSAL… EMBOTELLADOOOOOO!

• (Las canciones o los refranes se basaron siempre en anuncios comerciales de radio o televisión).

DÍAZ ORDAZ, BUEY; DÍAZ ORDAZ, BUEY; DÍAZ ORDAZ., BUEY; BUEY, BUEY.

• Coro en la manifestación del 27 de agosto.

FIDEL SEGURO, A LOS YANQUIS DALES DURO FIDEL SEGURO, A LOS

• Coro frente a la Embajada Norteamericana.

En las manifestaciones se contaba el número de los primeros muertos que hubo; los de las vocacionales, los de la Preparatoria 3 y mientras caminábamos íbamos contando: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis… así hasta llegar a veinticinco o treinta y al final gritábamos: «¿Quién los mató?». «Díaz Ordaaaaaz».

• Ana Ignacia Rodríguez.
Nacha
, del Comité de Lucha de la Facultad de Leyes de la
UNAM
.

Una vez como a la una de la mañana tenía yo un hambre espantosa y salí a tres cuadras de la casa a una tortería, ¿ves?, llegué con el tortero y le dije de qué quería mis tortas, y en eso entró una señora y dijo:

—Fíjese que ahorita acabo de ver que se llevaron unos policías a unos estudiantes… ¡Ay, a ver si ya se acaba esto porque yo no puedo dejar salir tranquila a mis hijas, nomás de pensar que los estudiantes andan desenfrenados!…

Pensé: «Desenfrenados pero no detrás de sus hijas, pinche vieja, que si están como usted…», y entonces me agarré con la señora, ¿ves?, pero la gorda me mandó rápidamente a volar, cogió sus tortas y se fue. Pero fíjate que el tortero se picó y se quedó defendiendo a la señora y la virtud de las señoritas. Yo me dije: «Chance y hasta a los torteros paso a politizar…» ¿Te imaginas qué genial una brigada de torteros? Total que estaba yo discute y discute cuando vi que dos señores que estaban en una mesa de junto me escuchaban muy atentamente, pero así con demasiada atención. Entonces dije, no, mejor pago y le jalo, pero cuando pagué se salieron ellos volados y al salir yo, lo primero que veo al atravesar la puerta es a los dos señores recargados en la pared como esperando.

Pensé: «A lo mejor creen que yo ando chacualoqueando» y empecé a caminar y ellos detrás de mí. No me hablaban: «Señorita, que la acompaño», no me decían nada, «Mamacita, que estás muy buena», nada, nomás iban tras de mí, tras de mí, y entonces que me echo a correr y se echan ellos a correr y que me paro en seco y se paran en seco, que camino despacio y ellos despacio, así discretona la cosa, ¿ves?, detrás de mí, entonces al llegar a la esquina de la calle pegué una carrera pero espantosa, llegué y me metí a mi edificio voladaza y cerré, ¡y derecho a mi departamento!, y como a los cinco segundos oí que se abría la puerta del edificio, pero estos pobres nunca se imaginaron que se iban a topar con tantos departamentos porque por fuera parece que son tres departamentos, ¿ves?, pero entras y es un laberinto como de las películas de Antonioni, así como para volverse loco, son cuarenta departamentos. Tocaron en un departamento, no les abrieron, en otro, les aventaron una chancla, pues imagínate a las dos de la mañana, tocaron en otros, gritos y sombrerazos, total que se fastidiaron y se fueron, ¿ves?, pero fue un susto horrible, en la noche, imagínate qué onda, pues no aguantaba nada…

Other books

A Wife by Accident by Victoria Ashe
Barefoot by Ruth Patterson
As Nature Made Him by Colapinto, John
Apricot Jam: And Other Stories by Aleksandr Solzhenitsyn
Blood of Victory by Alan Furst
DaughterofFire by Courtney Sheets
Redemption (Jane #4) by Samantha Warren