La música del mundo (67 page)

Read La música del mundo Online

Authors: Andrés Ibáñez

Tags: #Fantasía, Relato

BOOK: La música del mundo
7.71Mb size Format: txt, pdf, ePub

«sí, dijo Estrella, por eso es tan misterioso… porque se siente la presencia de la tierra, el agua y los árboles no como un receptáculo o una escenografía para nosotros… sino que él los ve como algo vivo… pinta un tronco de árbol igual que Velázquez pinta un bufón o una princesa…»

había un pajarito en lo alto de una rama, en un paisaje crepuscular… era diminuto, pero el autor se las ingeniaba para que nada más posarse sobre el cuadro, el ojo del espectador se fijara en él… su silueta se recortaba sobre el cielo amarillo… por debajo daba vueltas un camino lleno de curvas… estaba lleno de charcos, largas estrías producidas seguramente por las ruedas de los carros, y el color del cielo se reflejaba en el agua: el llameante, el ardiente, el fulgurante…

«mira, dijo Estrella, es Gamayún, el pájaro del dolor»

una tarde llamó Zoé… llamaba desde otro mundo, sin duda, desde otra vida, que Block había casi olvidado…

«Block… ¿dónde te has metido…? te llamé la semana pasada y no pude localizarte…»

«he estado aquí…»

«ahí»

«he escrito mucho… la semana pasada salí mucho… solo, quiero decir… necesitaba pasear, por eso…»

«bueno, dijo Zoé, que conocía bien a Block y sabía cuándo no quería hablar de algo, ¿me invitas a cenar esta noche?»

«no, esta noche no puedo…» «¿mañana?»

«no… lo siento… mañana, yo…»

«Block, ¿te pasa algo?»

«no, no me pasa nada, ¿por qué?»

«no sé… estás rarísimo… ¿seguro que no te pasa nada?»

«no, mira, escucha, Zoé… el lunes por la noche salgo de viaje…»

«¿de viaje?»

«sí… mira, ¿podemos quedar el lunes para vernos un rato?»

«sí… claro… ¿no me puedes adelantar algo ahora?»

«no, ahora no»

«Block… oyó la risa de ella… Block, qué loco estás… ¿hay alguien ahí contigo?»

«sí… dijo Block… dudó, pero luego pensó, ¿por qué no decirle quién? es Estrella…»

«¿es Estrella? dijo Zoé… ¿Estrella?» «sí…»

«bueno… dudó, ¿te llamo el lunes, entonces?»

«sí… ¿a las tres o así?»

«sí, muy bien… hasta Luego, Block»

«hasta luego… luego añadió: un beso»

«un beso, dijo Zoé riendo… y un beso para ella»

era la primera vez, desde el principio de su amor, que aparecía la presencia de una tercera persona… ya que Zoé había adivinado todo lo que estaba pasando… ¿por qué había dicho, si no, «dale un beso
a ella
», en vez de «dale un beso a Estrella», como hubiera sido lo normal?

«¿quién era?» preguntó Estrella apareciendo, desnuda y secándose el pelo con una gran toalla roja

«Zoé… un beso para ti»

«¿le has dicho que yo estaba aquí?» los dos se miraron «claro… ¿por qué no?»

«no sé… por nada… por nada, Block… qué tontería»

¿por qué no?… los dos se miraron de nuevo, y Estrella volvió al baño para dejar la toalla… a los dos les había parecido, por un instante, que su amor debía permanecer secreto, que estaban viviendo una historia de amor secreto, casi clandestino… asomados por entre los visillos, contemplaron la calle, las acacias, los tejados, los campanarios de las iglesias… «somos los amantes secretos de Países», dijo Block… una mañana fueron al mar… se llevaron los bañadores, pero consiguieron llegar a una playa tan solitaria, en Soñada, que se bañaron desnudos… se deslizaban entre las olas grises… un alga perdida se enredó en un pie de Block y Block gritó de terror, una medusa rozó a Estrella en un muslo y Estrella no gritó… en las aguas del río de la vida —ya que había ríos, regiones y corrientes en aquel mar, y su fuerza poderosa era capaz de llevarles a islas lejanas, a países dorados…

«qué color tan extraño es el azul, dijo Estrella mirando al mar, las aguas que giraban en calma a su alrededor… es el color de lo que no existe… ¿qué cosas hay azules en la naturaleza? con excepción de algunas venas de debajo de la lengua o algunas flores, o el lapislázuli, tan sólo el cielo y el mar… y el azul del cielo y del mar no existe, es tan sólo un efecto óptico… el azul es el color de lo invisible…»

cuando salían del agua, les sorprendió la lluvia… se pusieron los bañadores y fueron andando hasta las primeras casas del pueblo… todavía no había bañistas en esa época del año, y todo el mundo les miraba… ni siquiera se habían calzado; tenían las zapatillas de deporte en la mochila, pero les apetecía ir descalzos y pisar las aceras y el asfalto caliente… comieron en un restaurante de la playa, todo acristalado, todo pintado de blanco, y con cormoranes y peces espada disecados en las paredes; pidieron una botella de vino Ribeiro y pescado a la plancha, y luego otra botella más, y al terminar de comer estaban ahítos, borrachos y felices —y secos por fin…

«tu piececito es tan cariñoso, dijo Block, pero deja de hacer eso inmediatamente»

«no te preocupes, dijo Estrella, el mantel llega hasta el suelo…»

«no se trata de eso, dijo Block, si sigues acariciándome así, no voy a poder levantarme de la mesa sin dar un espectáculo»

«tengo un hambre mitológica, dijo Estrella, voy a pedir unas natillas»

«sí, asintió Block, necesitamos energía… yo también quiero unas»

los de la mesa de al lado, un matrimonio de edad, les miraban con expresión crítica: quizá les molestaba que sólo llevaran puesto un bañador, o que fuera tan evidente que estaban enamorados uno del otro (quién sabe), que se acariciaran y besaran las manos todo el rato, o quizá el mantel no fuera tan largo, después de todo…

durante esos días, Block le preguntaba de vez en cuando a Estrella: «¿eres feliz»… y ella contestaba: «soy muy, muy feliz»… «eres tan hermosa» le decía Block a Estrella… se lo decía sin cesar: cuando la besaba, cuando la desnudaba, cuando enjabonaba su espalda, cuando ella se sentaba encima de él, dándole la espalda, para hacer el amor, cuando besaba la forma de orquídea rosa de su sexo: «eres tan hermosa»… ella le decía menos cosas; no tenía esa familiaridad con las palabras propias de los amantes intelectuales, y aunque tenía una imaginación sin límites para el amor, una maravillosa libertad, en sus palabras siempre adoptaba el papel de Lilith (estaba en su derecho, ya que, igual que Diotima, Venus, Eva o María, Lilith era otra de sus dimensiones míticas) y se le entregaba con una mezcla de anhelo y de languidez, con una fascinante pasividad: «soy tuya, le decía a Block… hazme tuya»… en los veranos del amor, en los pabellones ardientes, atravesados por flechas como San Sebastianes, en ese momento de entregar o exhalar el alma en forma de pájaro blanco o mariposa azul dotada de pecho y cabecita humanos, ambos murmuraban el nombre del otro, como invocaciones esotéricas del cuerpo de luz en el que estaban entrando o simples voces de amor en el borde del río… en los momentos de intenso placer, Diotima, la amada espiritual, murmuraba además «oh, Dios, oh Dios mío» —a menudo mezclando ambos nombres, el divino y el de su amante… «oh, Dios», murmuraba en medio de los gemidos del placer… «querida Diotima, le dijo Franz en cierta ocasión, ¿qué relación hay entre Dios y tus orgasmos?» a Diotima le divirtió la idea; «siempre murmuras "oh, Dios mío" cuando hacemos el amor —es decir, no siempre, sino en los momentos en que sientes más placer, o instantes antes del orgasmo»… «pero, querido Franz, dijo ella jugando, ¿cómo estás tan seguro de que sabes cuándo estoy sintiendo más placer?»… sin embargo, la pregunta de Franz le había dejado francamente intrigada… «¿qué relación hay entre Dios y tus orgasmos?»… Franz, el amante intelectual, en seguida se había apresurado a dar dos interpretaciones: «¿se trata, quizá, de algún tipo de invocación? le dijo, o ¿será una forma de alcanzar mejor esa plenitud mística, ese "mar sin fronteras" del que hablan algunos autores, que se obtiene a través de la unión sexual?»… ¿una forma de alcanzar la plentiud mística? se preguntó Diotima; ya que en ella convivían Venus y María, Eva y Lilith, y su concepción del amor era al mismo tiempo naturalista y mística… «sí, ¿qué relación habrá entre mis orgasmos y Dios? había dicho ella, sonriendo pero pensativa, lo siento, pero no puedo encontrar una explicación racional… no lo sé…» más tarde, hablando sobre el tema, Diotima observó: «en las películas siempre dicen "sí, sí, sí…" ¿te has fijado…? a mí me parece tan ridículo —sobre todo en esas películas dobladas» «es cierto, asintió Franz —es la palabra de Molly Bloom, "si"', la palabra sensual por excelencia…» «¿te parece "sí" una palabra sensual?, se extrañó Diotima, yo creo que decir "no, no, no" sería mucho más conveniente, mucho más excitante… yo creo que "no" es una palabra terriblemente erótica»… «claro, dijo Franz (que todo lo veía, repitámoslo una vez más, desde el punto de vista intelectual), ya que "no" es la palabra que emplea la muchacha que intenta resistirse, y no hay nada más erótico que ese pudor, esa resistencia…» «ese pensamiento, le advirtió Diotima, puede conducir a conclusiones casi criminales»… «oh, no, se apresuró a explicar Franz, nada de eso; creo que no me has entendido bien… lo que quiero decir es que "no" sugiere la resistencia, el juego, el misterio…» pero Diotima se reía cordialmente de los misterios de su amante, y de su extemporánea exaltación del erotismo del pudor, idea que a ella, decía (ya que siempre era suave en sus expresiones) le daba dolor de cabeza; a los amantes intelectuales les gustan los
misterios
, a las amadas espirituales les interesa sólo la
mística
… «bueno, ¿entonces por qué te parece a ti que "no" es una palabra terriblemente erótica?» le había dicho Franz, casi vencido… «no lo sé, contestó ella (siempre solía cubrirse así las espaldas, al fin y al cabo la especulación no era su terreno), quizá porque el placer físico se parece mucho a la experiencia de la muerte… quizá porque hay un momento en que el placer y el dolor se confunden, y parece que el placer más intenso nace precisamente de la sensación de dolor más intenso… y quizá es ésa la razón, también, de que yo diga "oh, Dios mío…" porque decir "oh, Dios mío" es como pedir ayuda… sí, quizá sea por eso, para pedir ayuda en ese trance…» «¿para pedir ayuda en ese trance?» se había sorprendido Block —sorprendido porque le parecía comprender perfectamente el significado de las palabras de Estrella, pero lo comprendía de una manera no-intelectual…

en algún momento de su estación de amor, después de darse un baño con sales de violeta, Block puso
Las noches de estío
de Berlioz, y los dos se tumbaron desnudos en el sofá para escuchar a Kiri Te Kanawa:

«como una flor, tus dedos me han abierto»

su ardor era incontenible, iba más allá del ardor… Diotima tumbada boca abajo en el sofá, con los ojos cerrados; Franz, explorando con uno o dos dedos delicados… el pequeño abultamiento recordaba la entrada del gineceo de una flor… «como una flor, tus dedos me han abierto…» Diotima tenía los labios de la vulva irritados después de tanto hacer el amor, y ambos pensaron que podían ensayar esta manera nueva para seguir estando juntos, para seguir jugando el uno con el otro… lo hicieron por la pura necesidad de sentirse unidos muy íntimamente: cuando dos se aman así, es que la sensualidad es ya pura mística, y que los cuerpos han alcanzado la transubstanciación… Diotima le aseguró a Franz que no le hacía daño en absoluto, y que aquello no era lo mejor del mundo pero sí muy agradable —incluso extraordinariamente agradable… incluso extremadamente placentero… estaba tan irritada, que Franz ni siquiera podía acariciarla… al cabo de un rato lo dejaron, y Estrella, casi inmediatamente, y sin cambiar de postura, se quedó dormida… Block fue a la habitación a coger el edredón y la tapó con él, y luego se sentó a su lado en el sofá y se puso a escribir… la campana de una iglesia se puso a dar campanadas; no las contó… «Block, amor mío»… Block abrió los ojos; escribiendo, se había quedado dormido, y era Estrella quien le despertaba… «¿qué pasa?» dijo… «nada, dijo Estrella riendo; y luego añadió en murmullos: ven, vamos a la cama a dormir»… ella se había puesto una de sus camisas, una blanca con rayas azules… «vamos, Block, levanta»… «¿qué hora es?» preguntó Block, por decir algo, para demostrar que no estaba tan dormido como parecía… «no sé, rió Estrella, ven, amor mío, vamos a la cama…» Block fue al baño; bebió agua (tenía la boca seca y pastosa) y orinó caudalosamente… luego fue a su habitación, donde Estrella tiraba de unos cordones y de otros de la persiana sin lograr nada… Block se metió en la cama y la contempló a la débil luz de la lámpara japonesa del suelo… finalmente, ella se volvió, se quitó la camisa de Block y la colocó en la silla, levantó el edredón y se tumbó a su lado… sus pies estaban fríos…

éste fue uno de los momentos de pureza total, de amor total, de total ausencia de deseo… éste fue uno de los instantes de parinirvana de la existencia de Block: contemplar cómo Estrella, vestida con una de sus camisas, intentaba manipular los cordones de la persiana, en la penumbra de la habitación, y sentir más tarde cómo ella se acostaba a su lado y sus pies fríos entrelazándose con los suyos para hacerlos entrar en calor… después de esto, se duerme… una vez más, Block, se duerme… Franz, el amante intelectual, se duerme… es inevitable dormirse, ya que está agotado… se duerme… Franz odia el sueño, odia la noche… esta vez ya está dormido, el contacto de los pies helados de Estrella le ha producido, quién sabe por qué, una sensación de felicidad indescriptible, y quizá tiene sueños felices… Block ya está dormido… los dos odian el sueño, ya que saben que una de las veces que se duerman será la última vez, que una de las veces que se despierten (no saben cuándo, ya que viven en un estado atemporal y no saben qué hora ni qué día es)
ya no tendrán más tiempo
… pero ahora los dos duermen, Block y Estrella… durante su sueño (algunas horas más tarde), los dos han cambiado de postura, y Estrella ha colocado la cabeza sobre el pecho de Block… encima de ellos, se desarrolla una escena singular… ya no hay dos ángeles envueltos en luz dorada, hay uno solo… es un ángel extraño, aunque tiene alas está completamente desnudo… tiene dos grandes alas de vivos colores, color vino, color miel, color oriflama, son alas mezcla de mariposa y de pájaro; los antiguos representaban a las sirenas con alas de pájaro, más tarde Feliciano copió las alas de las sirenas musicales de Platón para sus ángeles, y años (siglos) más tarde, Leonardo pintó el ángel de su Anunciación con grandes y bellas alas de mariposa… pero aquel ángel que flotaba inmóvil sobre Block y Estrella tenía más cosas extrañas… la luz que lo envolvía no era dorada, sino naranja o rosa… sus facciones eran muy hermosas, sus ojos eran oscuros y tenía espesas pestañas negras… tenía altos pómulos y labios gruesos y rojos… era un ángel masculino, es decir, tenía pene y testículos, pero también tenía dos bonitos pechos de mujer, redondos y como «sostenidos en el aire» —el efecto se debía a que los ángeles no están sometidos a la ley de la gravedad, que afea siempre los pechos de las mujeres reales… su pelo era muy largo, y dorado; tenía las caderas redondeadas, como las de una mujer, y sus brazos y sus piernas podrían haber sido tanto de un chico como de una chica, aunque sus manos eran quizá demasiado delicadas para un chico, y sus rodillas y sus pies demasiado fuertes y huesudos para una chica… abriendo las alas, se deslizaba suavemente por el aire, encima de las cabezas de Block y Estrella… era un ángel andrógino, el ángel hermafrodita de Block y Estrella… era el ángel de Block y la ángela de Estrella reunidos en un solo ángel… eran sus almas unidas… después de girar varias veces sobre sus cabezas, el ángel de Block y Estrella salió por la ventana, y se remontó a los cielos… se alejó de la tierra, y contempló la esfera de azules océanos y blancos mares de nubes flotando en el infinito… era como un barco flotando en el océano… luego voló hacia el sol, y se alejó del sistema solar… atravesaba el infinito, pasaba cerca de otras estrellas… se dirigía hacia la estrella Sirio… llegó a un planeta lleno de seres felices, voló por sus cielos… descendió hasta una de las praderas de aquel lejano planeta, y varios seres desnudos y de piel blanca como la leche aparecieron entre los cipreses y le preguntaron que de dónde venía… al observar que era un ángel hermafrodita (ya que él-ella seguía desnudo, y no había querido cubrirse con ninguna túnica ni arrebol de fuego) y que en él coincidían los atributos masculinos y los femeninos (el pene y los testículos de Block y los pechos y las caderas de Estrella), los sonrientes seres de aquel planeta lejano sintieron curiosidad, y le trajeron muchas frutas y flores aromáticas y cuencos de leche recién ordeñada para que el ángel les contara quién era y de dónde venía… y el ángel les contó que era un ángel de dos que se querían tanto que al quedar dormidos su alma se había unido en una sola, y que podría permanecer allí tan sólo durante el breve espacio del sueño de aquellos dos, que ahora yacían abrazados en su cama, en un planeta muy lejano… el ángel no necesitaba flores, ni fruta, ni leche, pero sí sus perfumes… ya que los perfumes son el alimento de los ángeles… y aspiró el aroma de la leche recién ordeñada, aspiró las flores, las extrañas flores de aquel mundo, cuyos pistilos exhalaban un aroma delicioso, y también la fruta madura, las cerezas, uvas y melocotones, y estuvo hablándoles a los seres sobre aquel planeta del que venía, feliz de estar en un mundo cuyos habitantes eran capaces de ver y oír a los ángeles… y les habló de aquel planeta, les dijo que estaba lleno de dolor y de miedo, y que sus habitantes eran desgraciados y que la vida era allí triste y oscura, y ellos le escuchaban, tendidos en la hierba… y al final, el ángel hermafrodita se elevó a los cielos, y los seres blancos se levantaron también, y le dijeron: «oh, hermoso ángel, hermoso ángel, ¿por qué nos abandonas?…» y el ángel contestó: «es hora de que me marche… me llama una obligación muy triste, ya que a partir de ahora me volveré a dividir en dos, y ya no podré recorrer el espacio como ahora… aquellos dos amantes de los que os hablé, están a punto de despertarse en la tierra…»

Other books

Bourbon & Branch Water by Patricia Green
Two Time by Chris Knopf
Birds Without Wings by Louis de Bernieres
Gladiators vs Zombies by Sean-Michael Argo
Cosmos by Danuta Borchardt
Cain by Huggins, James Byron
28 - The Cuckoo Clock of Doom by R.L. Stine - (ebook by Undead)
Bonds of Fire by Sophie Duncan
The End Of Solomon Grundy by Julian Symons