La mujer de tus sueños (10 page)

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Authors: Fabio Fusaro & Bobby Ventura

Tags: #Autoayuda

BOOK: La mujer de tus sueños
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Empezá a fijarte y vas a ver que es cierto. Cuando veas un grupo de amigas en donde una es un infierno, todas las demás van a estar buenas. Cuando veas una muy fea en otro grupo vas a ver que todas las amigas son inclavables.

Eso con los hombres no pasa. Porque los hombres somos menos envidiosos y competitivos. Cuando algún amigo se gana una diosa nos ponemos contentos por él e inmediatamente le anotamos en el libro de las «intocables». Si a una mujer le gusta mucho el novio de su amiga y la puede cagar, la caga.

Volviendo al cumpleaños, vos a esta altura estás siendo un derroche de simpatía y buen humor con la pobre Cindy, que no es amiga de Vanesa, sino que ambas tenían distintas vinculaciones con la cumplañera.

Vanesa ya hace rato que te ve como alguien diferente al resto. Un loco de mierda que se copó con Cindy teniéndola a ella al lado. No importa. Loco pero distinto, simpático, seductor, amable, inteligente.

Ante esa situación, ella se va a sentir algo menos linda de lo que es y no va a estar viéndote como el clásico buitre que se mandó derecho a intentar seducirlas, como el resto de los tipos que conoció antes.

Nivelaste la balanza. Estás a su altura. Vanesa cree que no estás interesado en ella, aunque no se explica bien qué fue lo que sucedió o qué era lo que tenía Cindy que no tenía ella. Y lo más probable es que durante ese tiempo Vanesa se empezará a fijar en vos. Porque las cualidades que estabas mostrándole a Cindy, indirectamente se las estabas mostrando a Vanesa. Cuando charlaban sobre tus estudios, Vanesa escuchaba. Cuando le contabas sobre tus proyectos, Vanesa escuchaba. Cuando le contaste esa anécdota tan divertida, Vanesa escuchaba. Cuando le elogiaste el color de sus ojos, Vanesa escuchaba. Cuando te interesaste tanto por los asuntos de Cindy, Vanesa escuchaba.

Cindy, además, está enloquecida con vos y no lo oculta.

Vanesa te ve como un verdadero ganador al que no puede acceder porque a pesar de su belleza; el tipo se fijó en otra.

En otra hija de puta que en sus narices le había quitado la posibilidad de levantarse un tipo bárbaro. Nunca le había pasado algo así.

—¿Ustedes estudian juntas? —preguntás como al descuido.

—No, yo estudio psicología —responde Vanesa.

—Debí imaginarlo.

—¿Por qué?

—Porque tenés carita…

—¿Carita de qué?

—De psicóloga…

—¿Ah, sí?… ¿Por qué?

—Porque…

Gracias Cindy por los servicios prestados.

Factor sorpresa

Hay un dicho que dice que las personas inteligentes hablan sobre ideas, y las mediocres, sobre otras personas. Está bueno. Y realmente es mucho más constructivo y divertido discutir ideas que hablar sobre la vida de otras personas. Hay mucha gente que opina lo contrario, pero yo pienso que la vida de los demás es normalmente tan aburrida, que no vale la pena detenerse en ella.

En «El retrato de Dorian Grey», Oscar Wilde narra que Dorian concurre a una cena de su aristocrático círculo, en donde había un personaje (no me acuerdo el nombre) que hacía veinte años que no hablaba porque no tenía nada interesante que decir. Divino el chabón.

Y es verdad. Si nos limitáramos a contar solo cosas interesantes, no hablaríamos una mierda.

¡Qué oportunidad, señores!

¿Estás muerto con una minita que está bárbara? Seguro que tiene novio o mil buitres alrededor.

¿Qué importa?

Arquitectos, taxistas, millonarios, vagos, maestros, asistentes de marketing, corredores de bolsa, cadetes de supermercado, estudiantes, filósofos, polistas. Todos se parecen.

Pero seguro que ninguno la llevó al cine a ver dibujitos animados. Ninguno la pasó a buscar en limousine para ir a morfar a «Pancho 46». Ninguno le preguntó si le podía besar un ojo, en la primera cita. Ninguno salió con ella un sábado a la noche de jetra porque sí. Ninguno paró el auto en una plaza y peló una botella de champagne del baúl para tomar a la luz de la luna. O la pasó a buscar un domingo a la tarde para que lo acompañe a sacar a pasear chicos de un hogar de huérfanos.

Hay mil boludeces (para todos los presupuestos) que podés hacer y que nadie hizo nunca antes por ella. Y no sabés cómo les gusta.

Un día pasé a buscar a mi amiga Carina para ir a almorzar. Cuando vi a la recepcionista del lugar en donde trabajaba Carina, no lo podía creer. Era la más linda de la vida. ¿Viste cuando la revista «Gente» hace esas producciones en la playa y te muestra «Las diosas del verano»? ¿Esas minas que sin ser modelos, están increíbles? Bueno. Esta tenía diecinueve añitos y ya había salido dos veranos consecutivos en esa nota… Pregunté por Carina y mientras esperaba, me hice el reverendo pelotudo, como si la recepcionista hubiera sido Betty la fea. «Mañana tratá de estar cerca de la recepción a eso de las cuatro y después llamame y contame». Fue todo lo que le dije a Carina cuando volvimos del almuerzo.

Cuatro y cuarto, cuatro y media, se presentó en la recepción del trabajo de Carina una mina vestida tipo payaso, portando un acordeón en la mano. La encaró a Mariana (la susodicha) y comenzó a entonar un mensaje cantado de mi parte. Era una canción que hablaba de lo fuerte que estaba Mariana para mí.

La gente se empezó a agolpar en la recepción desde todas las oficinas. Las risas y los aplausos envalentonaron a la cantante tanto, que terminó la canción y comenzó a gritar a los cuatro vientos que Mariana se casara conmigo, que era un tipo maravilloso (me había visto una sola vez en su vida) y diversas boludeces acerca del amor (que yo no compartía).

El llamado de Carina nunca llegó. El que llegó fue el de Mariana. Nos vimos al día siguiente.

WARNING: Medí muy bien a la candidata. La misma cosa puede ser muy cool para una mina, una grasada para otra, o hacerte quedar como un psicópata con otra.

Creo que un buen test para saber si lo que se te ocurrió va a funcionar o no, puede ser la capacidad de la acción de generarle una sonrisa (el impacto se descuenta, si es algo de verdad distinto). No te olvides que la acción apunta nada más a abrirte una puerta. U nada mejor que te abran una puerta sonriendo. Apuntale a lograr buena onda, que con eso no te vas a ir al carajo seguro. No es muy aconsejable irse al carajo de entrada, ¿verdad?

Manolo tenía una costumbre un tanto exótica, tan inofensiva como efectiva. Cada vez que salía con una candidata, llevaba alguna huevada en el bolsillo que llamara la atención por su sola presencia. Un juguetito del año del orto, un adorno tallado en madera; cualquier cosa que cupiese en su bolsillo, y que en lo posible fuese colorido, brillante y misterioso. Cuestión que el tipo, en un determinado momento de la cita, lo pelaba como por casualidad, como para juguetear, como si no se diera cuenta y lo pasaba de mano en mano, mientras fingía absoluta concentración en la conversación.

Ya lo dijimos: las mujeres no pueden controlar su curiosidad. Resultado: ciento por ciento de eficacia. Todas preguntaban algo. Y ahí Manolo inventaba alguna historia de acuerdo a su estado de ánimo, humor u onda con la chica de turno. Pero el tema es que el objeto no sólo le daba tema de conversación para rato, sino que además le daba a él un perfil diferente a cualquier otro pretendiente de la niña. Es decir: lo diferenciaba.

Ahora WARNING!: a las chicas les encanta los chicos creativos, pero tienen cierta tendencia a temerle a los extraños. O sea que si vas a usar este pequeño truquillo, recomendamos no pasarte de exótico. No peles una yarará hibernando, del bolsillo. Alcanza con algo normal, común, chiquito. ¿Será que los extraños son más difíciles de controlar?

También sirve algo de ropa peculiar. Pero más WARNING! La ropa exótica está en el filo de la navaja de ser vulgar. Siempre que elijas algo raro, tené en cuenta que sea sobrio. Yo tenía un pantalón de gamuza bordó que era increíble. No solo tenía mucho estilo, sino que además tenía la particularidad de tener una costura debajo de las rodillas, simulando estás hecho con dos telas distintas, cuando en realidad era la misma (como los pantalones cargo de ahora). ¿Viste que si a la gamuza la peinás para un lado parece más oscura y si la peinás para el otro parece más clara? Bueno. Miles de veces, estando sentado al lado de alguna chiquilla en algún antro de perdición nocturno, peinaba la parte del muslo para un lado, la parte de abajo para el otro y la tela que va arriba del cierre para otro. En la oscuridad, parecía un pantalón hecho con distintas telas. Luego iniciaba una tímida conversación al respecto. Sí, ¡porquería! Estás deseando saber ya cuántas señoritas tocaron la parte del cierre. 70% de efectividad. Debo reconocer que muchas veces fui ayudado por algún amigo cómplice en la patraña y que el 100% de ellas lo hizo o inocentemente o fingiendo inocencia. ¡Pero qué resultados, Dios!

Para terminar: tené en cuenta que la originalidad se ejercita. Miles de veces escucho gente decir que no es creativa y la verdad es que para que se te ocurra algo, sólo tenés que ponerte a pensar un buen rato. No abandones a los diez minutos si no se te ocurrió nada. La creatividad es mucho más un trabajo que un don.

Además, te juro que te vas a divertir un buen rato pensando con que boludez impactar a la chiquilla.

GUIA ORIENTATIVA PARA GENERAR SORPRESA

  • Tirarse sobre el césped a cantar al sol.
  • Llevarla a ver una película de dibujos animados.
  • Salir vestido de traje un día del fin de semana.
  • Llevar champagne en una heladerita en el baúl del auto.
  • Tomarlo en una plaza.
  • Llevarla a un lugar que no esté para nada de moda, pero que de todas maneras tenga su encanto. (Ej: Boliche donde se baile tango, o clásica confitería de los ’70).
  • Llevarla a comer algo raro. Ej: Comida húngara.
  • Llevarla a la cancha a ver un Boca-River.
  • Llevarla a un cantobar y cantarle un tema.
  • Llevarla a un museo.
  • Llevarla a un zoológico en donde se pueden tocar los animales.
  • Pedirle que te acompañe a llevar a pasear a un sobrinito.
  • Hacer una selección de música de determinado interprete que no esté de moda, pero que sea excelente.
  • Llevarla al planetario.
  • Llevarla a la ciudad de los niños.
  • Invitarla a comer a tu casa y cocinar vos.
  • Regalarle una caja o frasco grande de algo comestible, que sepas que le gusta mucho.
  • Regalarle un CD de algún interprete que sepas que le encanta.
  • Conseguir un par de entradas para ver un recital en vivo de dicho interprete y regalárselas para que vaya con quien quiera.
  • Musicalizar un paseo en auto con un CD de «Titanes en el Ring», «Gaby, Fofo y Miliki» o «Chiquititas».
Magia

Al leer el título de este capítulo, seguramente habrás pensado en algo poético: «La magia del amor», «Momentos mágicos», etc.

No.

Cuando digo «magia», me refiero a «trucos de magia». Así de simple.

Los trucos de magia son herramientas muy útiles para levantarse una mina.

Sí… Sí… Ya sé… Suena pelotudo, pero prestá atención y vas a ver que estoy en lo cierto.

A las mujeres, como ya dijimos tantas otras veces, hay que despertarles curiosidad, llamarles la atención, sorprenderlas, lograr hacer un vínculo con ellas sin ser los clásicos babosos, hacer que se interesen en nosotros.

Con un buen truco de magia, lográs acaparar toda su atención y todos sus sentidos de una manera absolutamente original.

No es la idea que peles un mazo de cartas en un colectivo repleto y le digas a una mina de la que te enamoraste a primera vista, «elegí una y no me la muestres».

Tampoco es la idea que vayas a una fiesta de cumpleaños, donde sabés que va a asistir la mujer que te quita el sueño, soportando durante horas una paloma escondida en el saco que te caga la camisa y te picotea las tetas.

Tiene que dar la impresión de que no tenías planeado con anterioridad hacerte el David Copperfield para llamar la atención de la gente, por lo que los trucos tienen que ser sencillos y realizables con elementos que puedas encontrar, como al descuido y sin mayo esfuerzo, en cualquier reunión. Por ejemplo hilos, corchos, banditas elásticas, fósforos, etc.

Si sacas de un bolsillo elementos que delanten tu intención previa, pierde la magia, valga la redundancia. De esa manera, en lugar de ser un tipo original, hábil, divertido y simpático, vas a pasar a ser el idiota del truco de magia.

Además es fundamental que la prueba sea de resolución rápida.

Sería complicado y aburrido que yo me ponga aquí y ahora a enseñarte trucos de magia. Te recomiendo que te esfuerces un poquito en aprenderlos. Siempre hay algún amigo, primo o vecino que sabe alguno y puede enseñártelos. También hay muchos libros sobre el tema.

No se lo hagas a ella, sino a otra persona que esté cerca, para que no piense que todo es una treta para abordarla. Si el truco es bueno, esta persona se encargará de hacer el suficiente barullo como para que otros que andan por ahí, entre ellos la agraciada señorita, se interesen y se acerquen.

Tomemos, simplemente a modo de ejemplo, un truco que yo conozco que consiste en pasar un hilo por una argolla, que puede ser la manija de una tacita de café, tomarlo de ambos extremos, y lograr que salga sin soltar ninguna de las puntas, aparentemente atravesando mágicamente el material.

Tenés que hacerlo sin ningún tipo de preaviso, en alguna reunión en donde posiblemente quedó el hilo de la caja de pizza sobre la mesa, e inmediatamente la persona que se encuentra a tu lado te mirará sorprendida y te pedirá que lo repitas. Luego de eso, sobreviene la intriga de todo el mundo por conocer el secreto, incluido ella.

—A ver, cerrá los dedos así, como haciendo un circulito —le decís— ahora en lugar de atravesar la manija de la taza va a atravesar tu mano.

—¿Así? —pregunta tímidamente, al tiempo que cierra los dedos para el orto, haciendo un círculo absolutamente deforme. Son torpes.

—No… No… Así —le respondés mientras le tomás la mano y le movés los dedos, indicando de qué manera debe colocarlos.

Como podrás ver, ya le estás tocando la mano, cosa que no podrías hacer con otra excusa sin quedar como un jeropa.

Luego le hacés la prodigiosa prueba en su propia mano, dejándola absolutamente asombrada e intrigada.

—¡A ver, de nuevo! —dicen invariablemente.

—No, pará. ¿Qué te pensás? ¿Qué me voy a pasar haciendo esta estupidez toda la noche? —le respondés, restándole importancia a lo hecho y al mismo tiempo haciéndole un sutil desplante.

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