[28]
Los inquisidores de la época distinguían entre dos clases de magia: la magia matemática y la magia natural o elemental. En realidad, consideraban que tanto una como otra eran naturales, y ambas podían practicarse sin necesidad de recurrir al diablo. La matemática, por medio de reglas aritméticas y geométricas. La elemental, en cambio, buscaba lograr efectos maravillosos mediante la composición o la unión de ciertas sustancias.
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[29]
Ramón Llull consideraba la luz como un cuerpo de naturaleza similar al aire; y los cuerpos podían ser de tres clases con respecto a la luz: diáfanos, los que podían ser atravesados por ésta; opacos, en cuya superficie se detenía; y luminosos, los que la producían.
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Se refiere a la obra titulada Las maravillas de la naturaleza, que escrita durante el siglo XIII describe muchos animales tropicales, como el orangután y el dugongo.
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Los primeros y toscos cañones recibieron este nombre. Ya a mediados del siglo XIV comienza a llamárseles bombardas.
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