La lista de los doce (31 page)

Read La lista de los doce Online

Authors: Matthew Reilly

Tags: #Intriga, #Aventuras, #Policíaco

BOOK: La lista de los doce
10.69Mb size Format: txt, pdf, ePub

Knight se colocó tras el Peugeot e intentó adelantarlo por la derecha, pero el vehículo lo bloqueó. Probó por la izquierda y, en un movimiento muy temerario, adelantó al Peugeot amarillo por el lado de la carretera que daba al océano.

El Lamborghini pasó al coche de rali y el conductor de este miró a la izquierda justo cuando el Diablo pasaba a su lado cual masa borrosa negra y una granada M-67 entraba por la ventanilla abierta del conductor.

El Lamborghini aceleró y el Peugeot estalló en una bola de fuego. El Peugeot en llamas no logró tomar la siguiente curva y se estampó contra la valla de seguridad y cayó (una caída lenta y larga que culminó mucho más abajo, en el océano Atlántico).

El Lamborghini de Knight estaba en esos momentos a dieciocho metros por detrás del WRX y el Mi-34.

Knight vio que Schofield estaba en esos momentos en un tramo recto de la carretera que terminaba en un túnel, desde el que se accedía a un enorme cobertizo para botes y barcas.

—¡Schofield! —gritó Knight por su radio—. ¡No dispare atrás! ¡El del Lamborghini soy yo!

—El Lamborghini. ¿Por qué no me sorprende? —dijo la voz de Schofield—. Me alegro de que se haya unido a nosotros. ¿Puede hacer algo con ese maldito helicóptero?

Knight contempló la escena: vio el WRX azul de Schofield delante, acercándose con rapidez al túnel; la parte inferior del Mi-34 justo detrás del WRX y al francotirador colgando, balanceándose y golpeándose contra la carretera justo por delante de su Diablo.

Helicóptero —francotirador— túnel
, pensó.

Todo lo que necesitaba era un vehículo de escape.

Knight miró por su espejo retrovisor: vio al primer camión, un Mack, con su capó alargado, avanzar por la carretera tras él.

Muchas gracias
.

—Aguante, Schofield, tengo a ese cabrón.

Aceleró, colocando el Lamborghini bajo el helicóptero, sin que este lo viera. Entonces, con un golpe brusco, cargó contra el cuerpo colgante del francotirador, de manera que el cadáver rebotó contra el capó y a continuación contra la capota replegada del Diablo.

Knight sacó un par de esposas, el instrumento más valioso de un cazarrecompensas, y esposó el arnés de seguridad del francotirador muerto al volante de su Lamborghini.

A continuación activó el control de velocidad, se levantó de su asiento y comenzó a trepar por el coche.

En ese momento, el Mack lo alcanzó y golpeó la parte trasera del Lamborghini.

Pero Knight estaba listo para el impacto y, cuando los dos vehículos chocaron, corrió por la sección trasera plana del Lamborghini, disparando con su pistola al parabrisas del Mack y matando a su conductor, y a continuación saltó de la parte trasera del coche al morro alargado del Mack.

En cuestión de segundos, atravesó el parabrisas roto y se sentó en el asiento del conductor, tomó las riendas del camión y se dispuso a contemplar el espectáculo en primera fila.

El WRX de Schofield entró en el túnel a los pies de la colina.

El helicóptero Skorpion, consciente de que tenía que ir por encima del subterráneo y reanudar su persecución al otro lado, se elevó, o más bien intentó elevarse.

Pero el ligero Mi-34 no podía elevarse debido al peso del Lamborghini que soportaba en esos momentos.

El piloto del Skorpion fue consciente de las implicaciones demasiado tarde.

El Lamborghini sin conductor se precipitó al interior de la entrada del túnel, mientras el helicóptero se elevaba sobre él y, para horror del piloto, la cuerda vertical que conectaba los dos vehículos se tensó y… dobló… al acceder a la entrada del túnel.

El helicóptero y el Lamborghini se unieron cual tijera.

El Diablo se elevó del suelo y salió despedido hacia arriba, chocándose contra el techo del túnel, combándose en un segundo.

Por su parte, el Mi-34 se vio arrastrado hacia abajo por la cuerda y se dio de bruces contra las rocas situadas encima del túnel y a continuación estalló en una lluvia de fuego y escombros.

Knight, al volante del Mack, lo presenció todo y se metió en el túnel, dejando atrás los restos del Lamborghini.

4.7

Schofield salió al otro extremo del túnel y comenzó a subir por la montaña.

Tomó una curva, vio la empinada carretera ante él (montones de giros y puntos ciegos y, en la parte superior, los otros dos Peugeot amarillos que habían tomado la carretera).

Habían cogido la ruta más corta y les habían tomado la delantera, de manera que en esos momentos estaban descendiendo por la carretera para provocar un choque frontal con Schofield y Gant.

El WRX de Schofield subió por la montaña, en esos momentos seguido por solo dos vehículos, los dos camiones: el Mack de Knight con su morro alargado y el segundo, un Kenworth de frente respingón.

Pero entonces el WRX tomó una curva ciega y se topó con una imagen inesperada: un caza, con su amenazador morro apuntando hacia abajo y un arsenal de misiles colgando de sus alas.

Schofield lo reconoció al instante: era un Dassault Mirage 2000N-II, el equivalente francés del Harrier. El Dassault Mirage 2000N-II, una variante del estándar Mirage 2000N, era un caza de reacción que solo se hallaba en los portaaviones franceses más nuevos y de mayores dimensiones. Se parecía mucho al Harrier, compacto y encorvado, con sus tomas de aire semicirculares a ambos lados de una cabina con capacidad para dos personas.

El Mirage comenzó a disparar y una ráfaga de balas trazadoras impactó en las paredes rocosas situadas justo encima del coche de Schofield.

Schofield pisó el acelerador y dejó atrás el avión mientras este giraba en el aire y su ráfaga de disparos le pisaba los talones, pero tomó otra curva justo cuando algunas de las trazadoras impactaron en su parachoques trasero.

—Toma el volante, rápido —le ordenó Schofield a Gant.

Gant se colocó en el asiento del conductor. Mientras, Schofield se metió la mano en el bolsillo y sacó unas balas, las de la franja naranja que le había dado Knight.

—Para personas, no. Para aviones caza, sí —dijo mientras cargaba las balas en el cargador de su Desert Eagle. Terminó en el mismo momento en que un segundo Mirage se colocaba sobre la carretera justo delante de ellos y abría fuego.

Pero en esos momentos Schofield ya estaba en condiciones de responderlos.

Se asomó por la ventanilla del copiloto, se sentó en la pieza de apoyo y apuntó con su Desert Eagle.

Las balas del Mirage estaban arrasando el tramo de carretera situado delante del WRX justo cuando Schofield comenzó a disparar repetidamente al avión, alcanzando sus dos tomas de aire al mismo tiempo que algunas de las balas trazadoras del caza atravesaban el parabrisas del WRX.

Las balas con gas expansivo de Schofield hicieron su trabajo.

Cuando las primeras impactaron en los ventiladores de aspiración del Mirage, sus gases internos estallaron hacia fuera, haciendo pedazos las hélices de los ventiladores, combándolas, haciendo que interfirieran entre sí y que el avión comenzara a entrar en pérdida y también que las balas posteriores entraran directamente a los motores y explotaran en el interior de las altamente volátiles cámaras de inyección de combustible.

Dos pequeñas balas fueron suficientes para destruir un avión de seiscientos millones de dólares.

Al comenzar a fallarle los motores, el Mirage empezó a dar vueltas frenéticamente en el cielo, disparando balas trazadoras en todas direcciones, antes de estallar en un millón de pedazos, rociando todo de fuego líquido, para posteriormente precipitarse al vacío y aterrizar en la carretera a cuarenta y cinco metros por delante del WRX.

Schofield volvió a meterse por la ventana del copiloto…

… Y vio a Gant desplomada contra la puerta. La sangre le salía a borbotones de una herida gigante en su hombro izquierdo. En el asiento del conductor, tras ella, podía verse un enorme agujero de cinco centímetros que encajaba con el emplazamiento de su herida. Había sido alcanzada por una de las balas trazadoras del Mirage.

—Oh, no —murmuró Schofield. Se colocó en el asiento y pisó el freno.

El WRX chirrió y se detuvo inmediatamente, a poca distancia de los restos del Mirage.

—¡Zorro! —gritó—. ¡Libby!

Abrió los ojos con dificultad.

—Duele… —gimió.

—Vamos. —Schofield abrió la puerta de una patada y la sacó en brazos. Entonces dijo por su radio—: ¡Knight! ¡Dónde está!

—Estoy en el primer camión. Tengo otro cerca, detrás de mí. ¿Dónde…? Espere, los veo.

—Zorro ha sido alcanzada. Necesitamos que nos recoja.

—Cuando llegue, suban rápido, porque voy a tener al otro camión pegado al culo.

Y entonces Schofield vio a Knight: vislumbró el morro alargado del Mack subiendo la pendiente con rapidez.

Con un chirrido de sus frenos, el Mack se detuvo delante del WRX.

Knight abrió la puerta y Schofield subió a Gant y luego se montó él. Knight cambió la marcha y pisó el acelerador un instante antes de que el Kenworth de morro respingón apareciera tras la curva, acercándose a toda velocidad.

El Mack pasó por encima de los restos del Mirage, desperdigados por la carretera, y fue alcanzando velocidad. El segundo camión avanzó también por encima de los restos del Mirage antes de golpear con dureza la parte trasera del camión de Knight, que todavía estaba ganando velocidad.

Knight, Schofield y Gant se precipitaron hacia delante por el impacto.

Knight y Schofield se miraron y dijeron al mismo tiempo:

—¡Tenemos dos coches acercándose desde delante!

Los dos se quedaron callados. Imágenes gemelas.

—¡Qué le ha pasado! —gritó Knight.

—Ha sido alcanzada por los disparos de un caza —dijo Schofield.

—Oh.

Los dos camiones siguieron avanzando mientras sus chimeneas despedían un humo negro.

Entonces, de repente, divisaron cómo los dos coches amarillos tomaban una curva justo delante del camión de Schofield y Knight y descendían por la misma pendiente. Los dos vehículos tenían hombres apostados en las ventanillas de los copilotos y estos blandían AK-47.

Para el caso, bien podían estar disparándoles con una cerbatana.

El gigantesco Mack se abalanzó sobre el Peugeot izquierdo, haciéndolo pedazos, mientras que el segundo coche de rali de Axon se apartó del camino, golpeándose contra la pared rocosa de la carretera y derrapando antes de lograr detenerse. Los dos camiones pasaron de largo.

El Mack llegó a la parte superior de la montaña y retomó la carretera principal en una intersección.

El Kenworth estaba justo detrás, seguido de cerca por el restante Peugeot. Retomando la persecución, el coche de rali accedió a la carretera principal una fracción de segundo antes de que, ¡bum!, toda la bifurcación estallara en una nube de tierra, alcanzada por un obús del omnipresente destructor francés.

Los dos camiones tomaron una curva, dejando el océano a su izquierda, cuando de repente se toparon con la entrada de otro túnel por el carril del acantilado. Ese pasadizo se doblaba en una larga curva a la derecha, pegado a la pared del acantilado, y sin duda era mucho más largo que el resto de los túneles previos.

El Mack entró en el subterráneo a noventa kilómetros por hora justo cuando, detrás, el Peugeot se colocó a la altura del Kenworth y el hombre apostado en la ventanilla del coche le lanzó una ráfaga de disparos a las ruedas traseras del Mack.

Los neumáticos estallaron y comenzaron a golpearse contra la carretera y la sección trasera del camión comenzó a dar coletazos.

Momento en el que el camión Kenworth aprovechó su oportunidad y comenzó a acelerar.

—¡Se acercan! —advirtió Schofield a gritos.

En los confines del túnel, el camión de morro respingón se acercó al flanco derecho del Mack.

—Yo me encargo —dijo Knight—. Tenga el volante.

Knight saltó del asiento del conductor y se dirigió a un compartimento trasero donde había una cama. Allí disparó rápidamente dos veces a la ventana posterior, que daba a la sección plana del camión donde se conectaba el remolque. En cuestión de segundos había desaparecido por la ventana, recibido por un viento atronador.

Los dos camiones avanzaban pegados por el túnel en curva, dejando atrás las columnas que daban al océano.

Schofield conducía mientras miraba a Gant. Estaba gravemente herida.

Se oyó un estallido desde algún punto cercano y Schofield se volvió. El segundo Mirage estaba tras las columnas a su izquierda, disparándoles.

Esto no pinta bien
, pensó Schofield.

Y entonces el camión del morro respingón se colocó junto al suyo por la derecha. Vio a dos hombres de ExSol en el interior de la cabina y, cuando se colocaron a la altura del Mack, el copiloto pasó por encima del conductor y abrió la puerta más cercana al Mack.

Iba a saltar.

Schofield levantó su Desert Eagle en respuesta. Clic.

No le quedaba munición.

—¡Mierda!

El hombre de Executive Solutions sorteó el hueco entre los dos camiones y aterrizó en el peldaño exterior de la puerta del copiloto del Mack. Apuntó con su ametralladora a la ventana, un disparo imposible de fallar…

… Al mismo tiempo que Schofield sacaba el Maghook de su funda, lo apuntaba y apretaba el gatillo…

¡Pffff!

El Maghook no disparó. Solo emitió un débil silbido. Se había quedado sin gas propulsor.

Other books

Undergrounders by David Skuy
Girls Just Wanna Have Guns by Toni McGee Causey
Untethered by Julie Lawson Timmer
This is the Life by Joseph O'Neill
Nine Coaches Waiting by Mary Stewart
Solid Soul by Brenda Jackson