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Authors: Bruce Sterling

Tags: #policiaco, #Histórico

La caza de Hackers. Ley y desorden en la frontera electrónica (42 page)

BOOK: La caza de Hackers. Ley y desorden en la frontera electrónica
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La lista en sí, ya resulta deslumbrante, mostrando ante el ojo no acostumbrado, una impresión mareante de un grupo de extraños fotógrafos digitales, escaladores de montañas hawaianas, intercambiando confesiones sinceras con tibetanos bisexuales, con los procesadores de texto.

Pero esta confusión es más aparente que real. Cada una de estas conferencias era un pequeño mundo ciberespacial en sí mismo, incluyendo decenas y quizás centenares de subtemas. Cada conferencia era frecuentada comúnmente por una comunidad bastante pequeña, y con ideas similares de quizás unas pocas docenas de personas. Resultaba humanamente imposible seguir el ritmo de the Well —especialmente si se tiene en cuenta, de que el acceso al servidor de the Well se pagaba por horas—. La mayoría de usuarios que dedicaban mucho tiempo, se contentaban con unos pocos subtemas favoritos, con un paseo ocasional a algún otro lado en busca de algo exótico. Pero noticias especialmente importantes y debates con un tema caliente, podían atraer la atención de toda la comunidad de the Well.

Como cualquier otra comunidad, the Well tenía sus famosos, y John Perry Barlow, el letrista de Grateful Dead con su lengua y módem de plata, estaba en una posición prominente entre ellos. Fue aquí, en the Well, donde Barlow envió su historia verídica de un encuentro sobre crimen informático con el FBI.

La historia, como podría esperarse, creó una gran agitación. The Well ya se había relacionado con las controversias sobre
hackers
. En diciembre de 1989, la revista ‘Harper’s’ había mantenido un debate en the Well acerca de la ética de la intrusión ilícita en ordenadores. Aunque participaron más de cuarenta genios de los ordenadores, Barlow demostró ser una de las estrellas del debate. También lo fueron
Acid Phreak
—el monstruo/experto en teléfonos— y
Phiber Optik
—fibra óptica—, dos jóvenes
hacker-phreaks
cuyas habilidades en introducirse en instalaciones de conmutación de telecomunicaciones, sólo eran superadas por su hambre de fama. La presencia de estos dos atrevidos fuera de la ley en los recintos de the Well, crearon una sensación similar a la de unos
Panteras Negras
en una fiesta/cóctel de los radicalmente chic.

Pero 1990 fue sobre todo el año de
Phiber Optik
. Era un devoto del círculo de ‘2600’ y un incondicional del grupo de
hackers
de Nueva York
Masters of Deception
—Los Amos del Engaño.
Phiber Optik
era un espléndido ejemplar de intruso en ordenadores en tanto que disidente convencido.

Con dieciocho años,
Optik
, un fracasado del instituto y reparador de ordenadores a media jornada, era joven, inteligente y absolutamente obsesivo; un tipo digital bien vestido, bien hablado, que sólo aceptaba sus propias reglas. A finales de 1991,
Phiber Optik
había aparecido en ‘Harper's’, ‘Esquire’, ‘The New York Times’, en innumerables debates públicos y convenciones, incluso en un show de televisión presentado por Geraldo Rivera. Tratado con respeto por parte de Barlow y otros expertos de the Well,
Phiber Optik
se convirtió en una celebridad en the Well. Curiosamente, a pesar de su agresividad y de su obsesividad,
Phiber Optik
parecía despertar fuertes sentimientos de protección entre la gente que lo encontraba. Era un gran personaje para los periodistas, siempre listo para pavonearse y, aún mejor, para
demostrar
algún truco callejero digital. Había nacido como una querida de los medios.

Hasta la policía parecía reconocer que había algo peculiarmente extra-terrenal y no criminal en este particular busca-problemas. Era tan atrevido, tan flagrante, tan joven y tan claramente condenado, que incluso aquéllos que clarísimamente no aprobaban sus acciones, estaban ansiosos por su bienestar y empezaron a hablar sobre él, como si fuera un cachorro de foca en peligro de extinción.

El 24 de enero de 1990 —nueve días después de la caída de sistema del día de Martin Luther King—
Phiber Optik
,
Acid Phreak
y un tercer burlador de la ley llamado
Scorpion
fueron detenidos por el Servicio Secreto. Sus ordenadores fueron confiscadas, además de la usual avalancha de papeles, cuadernos de notas, discos compactos, contestadores automáticos, walkmans de Sony, etc. Se acusó a
Acid Phreak
y a
Phiber Optik
de haber causado la
caída
.

Los molinos de la justicia muelen lentamente. Finalmente el caso cayó en manos de la policía del estado de Nueva York.
Phiber
había perdido su maquinaria en la detención, pero no hubo cargos en su contra hasta pasado un año. Sus prédicas fueron publicitadas de forma extensiva en the Well, donde causó mucho resentimiento ante las tácticas de la policía. Una cosa es oír que la policía ha detenido o cazado un
hacker
, otra cosa es ver a la policía atacar a alguien que conoces personalmente y que te ha explicado sus motivaciones con detalle. A través del debate en ‘Harper's’ vía the Well, los
Wellbeings
tenían claro que
Phiber Optik
no iba a
dañar nada
. En sus días jóvenes, muchos
Wellbeings
habían probado el gas lacrimógeno en batallas callejeras con la policía. Estaban inclinados a la indulgencia ante actos de desobediencia civil.

Los
Wellbeings
también se sorprendieron, al descubrir la dureza draconiana de una típica operación policial anti-
hackers
. No les costó mucho esfuerzo imaginativo visualizarse sufriendo un tratamiento similar.

Ya en enero de 1990, los sentimientos en the Well habían empezado a agriarse, y la gente empezaba a gruñir que los
hackers
están siendo tratados de forma muy ruda por los poderes oficiales. El número resultante de ‘Harper's’ planteó la cuestión, de si la intrusión en ordenadores ajenos era realmente un
crimen
. Tal y como Barlow lo escribió después:

He empezado a preguntarme si los espeleólogos no serían considerados criminales desesperados en el caso de que ATT fuera la propietaria de las cuevas.»

En febrero de 1991, más un año después de la incursión en su caso,
Phiber Optik
fue finalmente arrestado, y se le acusó de manipulación y entrada ilegal en ordenadores en primer grado, delitos en el estado de Nueva York. También se le acusaba de robo de servicio, en un complejo engaño de llamada gratis a un número 900.
Phiber Optik
se declaró culpable del robo de servicio y se le sentenció a 35 horas de servicio comunitario.

Este pequeño acoso del insondable mundo de la gente correcta, parecía no preocupar casi nada a
Optik
. Separado de su ordenador desde la detención de enero, se compró un ordenador portátil, de forma que los policías no pudieran monitorizar el teléfono donde vivía con su madre, y continuó con sus depredaciones, a veces en directo por la radio o delante de las cámaras de televisión.

La Caza
seguramente tuvo muy poco efecto en
Phiber Optik
para disuadirlo, pero el efecto en los
Wellbeings
fue profundo. Según transcurría 1990, se empezaron a cargar las hondas y los arcos. La detención de
Knight Lightning
, la de Steve Jackson, la operación a nivel nacional «Sundevil». La retórica del mantenimiento de la ley, había dejado claro que se estaba desarrollando una
Caza de hackers
.

Los
hackers
de la
Hackers Conference
, los
Wellbeings
y otros de su clase no les preocupaba una mala interpretación pública del término
hacker
. Después de todo, esta membrana de diferenciación de la sociedad recta, conseguía que la
comunidad de los ordenadores
se sintiera diferente, más inteligente, mejor. Sin embargo, nunca se habían enfrentado con una campaña organizada de vilificación.

El papel central de Barlow en la contra-campaña, fue de las mayores anomalías de 1990. Los periodistas investigando la controversia, a menudo se tropezaban ante la verdad acerca de Barlow, pero normalmente se sacudían el polvo y seguían su carrera como si nada hubiera sucedido. Era
increíble
que un colgado de los años 60 de los Grateful Dead, se hubiera enfrentado abiertamente a una operación policial federal y que
pareciera estar ganando
.

Barlow no tenía una base de poder, fácilmente detectable para una batalla política de este tipo. No tenía credenciales formales, legales o técnicas. Barlow, sin embargo, era un hombre de red con una brillantez realmente estelar. Tenía el don del poeta, de crear frases concisas y coloristas. También tenía la finura del periodista, una gran astucia y una riqueza fenomenal en encanto personal.

El tipo de influencia que poseía Barlow es bastante común en los círculos literarios, artísticos o musicales. Un crítico con talento, puede tener una gran influencia artística, al ser capaz de definir el temple de la época, al acuñar frases pegadizas y los términos del debate, que se convertirán en moneda corriente durante el período. —Y da la casualidad de que Barlow
era
también un crítico de arte a media jornada, con una especial atracción por el arte de Frederic Remington.

BOOK: La caza de Hackers. Ley y desorden en la frontera electrónica
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