Read KOHAN, SILVIA ADELA Online
Authors: Serguey
Una posibilidad es trabajar con el pretérito imperfecto para la descripción del entorno y con el pretérito indefinido para contar qué hizo el personaje.
Ejemplo:
Habitaba una choza de cañas de unos diez metros cuadrados en los que ordenaba el escaso mobiliario; la hamaca de yute, el cajón cervecero sosteniendo la hornilla de queroseno, y una mesa alta, muy alta, porque cuando sintió por primera vez dolores en
la espalda supo que los a
ñ
os se le echaban en
ci
ma y decidió sentarse lo menos posible.
Construyó entonces la mesa de patas largas que le servía para comer de pie y para leer sus novelas de amor.
La choza estaba protegida por una techumbre de paja tejida y tenía una ventana abierta al río. Frente a ella se arrimaba la alta mesa.
L
uis
Sepúlveda,
El viejo que leía novelas de amor
5) Anticipar una situación indicando, antes de que aparezca el personaje, un dato temporal sumado a otro espacial.
Ejemplo:
Los domingos, Wall Street es un desierto como la Arabia Pétrea; y cada noche de cada día es una desolación, Este edificio, también, que en los días de semana bulle de animación y de vida, por la noche retumba de
puro vacío, y el domingo está desolado. ¡Y es aquí donde Bartleby hace su hogar, único espectador de una soledad que ha visto poblada, una especie de inocente y transformado Mario, meditando entre las ruinas de Cartago!
H
e
rman Me
l
ville,
Bartleby el escribiente
8
Conclusión
Una vez acabado el libro, comienza la placentera tarea de trasladar la historia al papel. Ahora ya sabes cuáles son los pasos más convenientes para pasar de la idea a la narración y cuáles son los elementos que la componen.
Si quieres desarrollar una idea, en una primera etapa puedes dedicarte sólo a tomar notas sobre todo aquello que la idea desencadene. De este modo, cuando empieces a escribir tu relato conocerás bien la historia, sabrás cuáles son los personajes principales, cuándo y dónde se conocen y cuándo y cómo vuelven a cruzarse sus caminos. Con este sistema llegarás a conocer el final antes de decidir cuál es el mejor comienzo para tu historia.
A partir de una idea, ya provenga de una experiencia real, vivida, observada, escuchada, percibida en parte o en su totalidad, se disparan los mecanismos de la imaginación. Te conviene distinguir si te conduce hacia una narración emotiva, sentimental; o de acción, aventuras; o analítica... Es decir, te conviene reconocer el tono de la idea para encontrar después el tono de tu narración escrita.
A la vez, es aconsejable ir escribiendo la historia que la idea te sugiere, sin demasiadas exigencias todavía. Escribe un primer borrador: aunque avances lentamente, estarás contando la historia; luego te ocuparás de la reescritura. Pero si no tienes nada que contar, nada hay que corregir.
La tarea te resultará más fácil cuando sepas qué narrador es el adecuado y cómo deben hablar tus personajes. Horacio Quiroga decía: «Nunca veas más allá de lo que puede ver el personaje». Por ejemplo, un error típico de los principiantes es presentar el pensamiento y el discurso de un personaje caracterizado como mediocre a partir de complejas elucubraciones; obviamente, esas reflexiones no le pertenecen.
En la etapa siguiente, tu misión es dar forma a la historia, convertirla en narración literaria. Mejor aún, en una buena narración literaria. Para ello debes encontrar un orden para las notas que has tomado, el que consideres que es mejor para los lectores. Narrar consiste tanto en saber qué información debes reservarte como en saber qué vas a decir. Thomas Hardy opinaba que una narración escrita, una novela por ejemplo, ha de ser un relato mejor que una noticia leída en el periódico. Quería decir «mejor» en cuanto a: más compleja, más extensa, con una serie de conexiones que una noticia del periódico o una anécdota oral no tienen, que posea una estructura consistente en un principio, un medio y un desenlace bien equilibrados, simétricos, y que el final sea inevitable, que se desprenda del conjunto como consecuencia necesaria e irremplazable.
Por último, recuerda que en un buen relato el lector debe tener la sensación de que las cosas suceden con naturalidad. Para lograrlo, no hay que intentar publicar lo primero que uno tiene. Debes tratar de acercarte lo
más posible al ideal que tienes en tu mente, no escribir de más, buscar la musicalidad adecuada, la palabra justa, encontrar el equilibrio, trabajar mucho el lenguaje empleado, leer el texto en voz alta como método de control, hacerle decir a las palabras lo que tú quieres que digan. Si tienes dudas, trata de ver cómo lo han resuelto los grandes escritores. En la mayoría de los casos, esa naturalidad le debe mucho a la planificación.
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