—Creo que podrás ser una gran ayuda —dijo el Hombre Negro pensativo—. Necesitamos de tu punto de vista…, hum…, extraño, y los fieles querrán, aún más que antes, ese tipo de consejos que tan sólo tú puedes darles. Una especie de oficial de enlace, tal vez…
La Madre Jujy negó con la cabeza enfáticamente.
—No. ¡Soy una bruja y seguiré siendo una bruja! Y quiero decirte que no me gusta lo que está ocurriendo. ¿Por qué vais diciendo a los fieles que Satanás no existe?
—Porque es cierto, Madre Jujy. La Jerarquía y la Brujería, ambas están muertas.
—¡No me gusta! Vais a tener muchos problemas si empezáis a desvelar vuestros secretos. Siempre ha sucedido así.
—Temo que tengas razón —dijo el Hombre Negro.
Y con el ruido de algo hueco que cae en medio de un gran estruendo, la cabeza del Gran Dios se desplomó sobre la Plaza.
FIN