Read Enciclopedia de las curiosidades: El libro de los hechos insólitos Online
Authors: Gregorio Doval
Tags: #Referencia, Otros
El 19 de octubre de 1987, los valores contratados en la
New York Stock Exchange
, nombre oficial de la Bolsa neoyorquina de Wall Street, perdieron en una sola sesión 750.000 millones de dólares: una cantidad equivalente a más del doble de la deuda total del Tercer Mundo de aquel momento. El índice
Dow-Jones
cayó 508 puntos, es decir un 22,6%. No obstante, pese a que se supuso que podría significar el mismo descalabro que el
crack
de 1929, la verdad es que las Bolsas se recuperaron pronto.
E
l mes de septiembre de 1973, Clark Olofsson tomaba como rehenes a cuantos se hallaban dentro de una entidad bancaria de la capital sueca, Estocolmo, que pretendía atracar. Su buen comportamiento con estas personas y, tal vez, la justicia de los móviles de su intento de atraco, hicieron que todos sus rehenes abogaran por él una vez liberados. A partir de este curioso suceso de identificación entre secuestradores y secuestrados se fue elaborando una teoría psicosociológica, corroborada a medida que se fueron constatando casos similares, imponiéndose la denominación común a todos ellos de
Síndrome de Estocolmo
en recuerdo a aquel primer caso registrado y estudiado. Poco tiempo después, lo ocurrido en el caso del secuestro de Patricia
Patty
Hearst, la rica heredera del emporio periodístico de su padre, Randolph Hearst (quien, por cierto, se dice que sirvió de modelo para el
Ciudadano Kane
creado por el cineasta Orson Welles), por el llamado
Ejército Simbiótico de Liberación
, que acabó con la sonada detención de la joven tras su conversión en miembro activo del grupo terrorista, ayudó a popularizar este síndrome, al que se suele invocar invariablemente tras cada secuestro.
E
l
Escándalo Watergate
fue provocado por la entrada ilegal y subrepticia de cinco hombres en los locales del Comité Nacional del Partido Demócrata de los Estados Unidos, situados en el edificio
Watergate
de Washington, en la madrugada del 17 de junio de 1971. La policía los sorprendió y fueron detenidos, descubriéndose pronto que se trataba de agentes federales a las órdenes del gobierno, por entonces en manos de los republicanos, que trataban de instalar micrófonos en la sede electoral de sus enemigos políticos. El escándalo estalló tras la investigación de dos periodistas del periódico
The Washington Post
, Bob Woodward y Carl Bernstein, y trajo como consecuencia última la dimisión del presidente Richard Nixon el 7 de agosto de 1974.
L
a huelga más larga de la que se tiene constancia histórica terminó el 4 de enero de 1961, al cabo de 33 años. Concernía al empleo de ayudantes de peluquero en la capital danesa, Copenhague.
L
a primera vez que se utilizó la clave de morse SOS fue en 1909, en el naufragio del barco
Slavonia
. Esto ocurría tres años antes de que fuera adoptada como clave universal en la Conferencia Radiotelegráfica de Berlín de 1912. El mensaje fue captado y el rescate fue un éxito. Por cierto, hay que hacer constar que, pese a que muchas veces se ha apuntado que esta clave morse corresponde a las iniciales de la frase inglesa
save ours ships
(«salve nuestros barcos») o incluso
save ours souls
(«salve nuestras almas»), lo cierto es que no significa nada en sí misma; en realidad, se trata de una de las combinaciones de código morse (tres puntos, tres rayas, tres puntos) más fáciles de distinguir en condiciones de máxima urgencia, cuales suelen ser en las que se utiliza.
U
nos enviados del rey francés Felipe II Augusto (1165-1223) vinieron a España con plenos poderes para escoger esposa para Luis, el hijo mayor de su monarca y, por tanto, delfín y heredero del trono. En principio, la elegida tendría que haber sido la hija segunda del rey Alfonso VIII de Castilla (1152-1214) y de Leonor de Inglaterra (1156-1214), llamada Urraca, pero precisamente su nombre, que no sonó bien a los enviados, hizo que éstos escogiesen a Blanca, menos bella que su hermana, pero de nombre menos ingrato. La tal Blanca de Castilla (1188-1252), que andando el tiempo sería la esposa de Luis VIII de Francia y madre por tanto de San Luis, demostraría, fundamentalmente durante su regencia, que no fue una mala elección.
C
ristóbal Colón volvió a España de su tercer viaje a América cargado de cadenas, acusado de protagonizar una despótica gestión en la colonia de Haití.
P
or iniciativa del reverendo estadounidense Robert Finley, se constituyó en 1816 la Sociedad Americana de Colonización con el fin de establecer en África una colonia en la que pudiesen establecerse los 200.000 esclavos negros norteamericanos recién libertados (o nacidos de padres libres). La Sociedad persuadió al Congreso estadounidense (con la ayuda de prominentes esclavistas, convencidos de que era mejor que estos esclavos liberados se marcharan del país) para que aportase el capital necesario para comprar tierras africanas. En 1822 se fundó un nuevo país en tierras africanas costeras al Atlántico, al que se llamó Liberia, y cuya capital fue bautizada Monrovia, en honor del presidente de los Estados Unidos, James Monroe. Hacia aquel nuevo país marcharon no menos de 15.000 afroamericanos. El 26 de julio de 1847, este nuevo país fue declarado independiente.
E
n la ceremonia de coronación del zar ruso Nicolás II (1868-1918), celebrada en 1894 en el campo de Jodinka de Moscú, se prepararon regalos para ser repartidos entre los asistentes. Sin embargo, comenzó a correr el rumor entre las filas de invitados que esperaban su turno para recoger el presente de que no habría bastantes regalos para todos. Ello produjo, de forma imprevista, una incontenible avalancha hacia las mesas dispuestas con los obsequios. La estampida consecuente provocó cientos de muertos, pisoteados y asfixiados por la muchedumbre.
L
as crónicas históricas cuentan que cuando las tropas árabes del califa Omar (581-664) tomaron la ciudad de Alejandría en el año 641 quemaron durante seis meses los miles de manuscritos de su famosa biblioteca para mantener el fuego de los 4.000 baños públicos de la ciudad. De esta forma se consumó la destrucción del centro cultural más importante del mundo clásico, junto al Museo de aquella misma ciudad. La Biblioteca de Alejandría había sido fundada por Tolomeo I
Sóter
(355-283 a. de C.) en el siglo III a. de C., perviviendo hasta el III de nuestra era. Pero su deterioro había comenzado mucho antes. En el año 47 a. de C., al entrar Julio César en la ciudad, un incendio, que comenzó en el puerto, alcanzó la Biblioteca, destruyendo casi por completo el edificio que la albergaba y muchos de sus fondos. No obstante, la Biblioteca fue reconstruida, aunque nunca recuperó su anterior esplendor. En el año 270, un grupo de fanáticos cristianos, considerando que algunos de los manuscritos guardados en la Biblioteca eran contrarios a su fe, incendiaron nuevamente el edificio, apagando casi totalmente su actividad, que aun así perduró, muy mermada, hasta que el califa Omar acabó definitivamente con ella.
E
l viajero veneciano Marco Polo fue el primer europeo (y tal vez el último por ahora) en ser nombrado alcalde de un ciudad china. En efecto, Polo ganó la confianza del emperador Kublai Jan y fue designado jefe de la administración de la ciudad de Yang-Chau, cargo que mantuvo durante tres años.
E
n la Rusia del siglo XVII, el resultado del Gran Cisma de la Iglesia conocido como
Raskol
dejó a los grupos disidentes (los llamados
raskolniki
), que fueron excomulgados, en tal estado de desesperación que muchos de sus miembros se autoinmolaron sin esperar al fin del mundo que ellos mismos habían predicho que ocurriría antes de que finalizase el siglo. Entre 1672 y 1691, hubo treinta y siete suicidios en masa, en los cuales más de 20.000
raskolniki
se quemaron voluntariamente hasta morir creyendo que no tenía sentido permanecer en la Tierra y arriesgarse a ser contaminados por la herejía.
E
n 1626, el holandés Peter Minuit compró a los indios la isla de Manhattan, núcleo de la actual ciudad de Nueva York. El precio que hubo de pagar fue ridículo: un lote de cuentas de cristal, trapos rojos y botones de cobre por un valor total de 24 dólares de la época.
E
n enero de 1848 se anunció el descubrimiento de oro en California. Con esta noticia se desató una de las mayores
fiebres del oro
que la historia recuerda. La población del territorio pasó, en un solo año, de 1.500 a 100.000 personas, muchas de ellos bandoleros, ladrones, timadores y pistoleros. Se desató un caos y una anarquía tales que el gobierno federal mexicano, preocupado por los desmanes, envió una fuerza armada para restablecer el orden. Fue inútil: la práctica totalidad de la tropa desertó, uniéndose a las filas de los buscadores de oro. El Gobierno mandó entonces un barco de guerra, del que desembarcó una compañía, cuyos miembros desaparecieron igualmente.
E
n Inglaterra está en vigor una antigua ley que prohíbe que la corona británica salga del país. Por esta razón, cuando en 1911 el que sería Jorge V (1865-1936) decidió ser coronado emperador de la India en la ciudad de Delhi, se hubo de fabricar una réplica de la corona que fue la que se utilizó en aquella ceremonia celebrada fuera de las fronteras inglesas.
S
egún cuenta una leyenda, basada en el relato del monje de Saint-Gail, el emperador Carlomagno (742-814) emprendió en cierta ocasión la caza de un gran oso que tenía aterrorizados a los lugareños de una comarca de los Vosgos. Decidido a matarle con sus propias manos, el rey se encaró con el enorme animal, entablando rápidamente una simpar lucha, disputada en la cima de una roca, que felizmente acabó con la muerte del oso. Al parecer, según esta narración, fue aquella la primera ocasión en que este rey de los francos fue aclamado como Carlos
El Grande
, es decir,
Carlomagno
.
E
n 1910 se inauguró oficialmente la plaza de toros de la ciudad turca de Constantinopla. La plaza era de madera y capaz para unos 30.000 espectadores. En su inauguración torearon los maestros José Fernández
Chico de la Camila
,
Negret
y
Frutitos
, optando por no matar a los astados, para no excitar más los ánimos, ante la propaganda en contra del espectáculo que se desató en la ciudad. A la postre, este tipo de espectáculos no fue del agrado del público turco y las corridas de toros no arraigaron en tan extraño lugar.
U
n edicto imperial austriaco, promulgado el 18 de marzo de 1785, prohibió bailar el vals en la corte vienesa, pretendiendo atajar la locura por este tipo de bailes que imperaba en la corte centroeuropea.
A
l parecer, en sus primeros tiempos, la policía metropolitana de Londres —la que luego se transformaría en la famosa
Scotland Yard
— disponía de medios tan precarios que, por falta de celdas seguras, se veía necesitada de contratar a unos hombres que, por unos cuantos chelines, accedían a ser esposados con los presos, con lo que teóricamente se garantizaba que éstos no escaparan de la cárcel.
E
n 1698, el zar ruso Pedro I
El Grande
(1672-1725), tratando de homologar el aspecto de sus súbditos con el del europeo estándar de la época, promulgó un decreto gravando con un impuesto a todos los rusos (excepto los sacerdotes y los campesinos) que se
obcecasen
en llevar barba. Así, los nobles y los negociantes tuvieron que pagar el derecho de mil rublos para conservar la barba, mientras el pueblo llano se veía obligado a pagar un kopek
por barba
. Para hacer cumplir su decreto, el zar situó a una legión de recaudadores a las puertas de las ciudades para exigir el pago del impuesto o, en su defecto, recurrir a los servicios de un barbero que allí mismo,
ipso facto
, rasurase a los rebeldes.
A
ños después, este mismo zar compró la colección de especímenes del naturalista y embalsamador holandés Frederic Ruysch (1638-1731), formada por unos 1.300 fósiles, rocas, plantas y embriones y fetos humanos y animales, en perfecto estado de conservación. Inmediatamente, el zar ordenó el traslado de la colección a Rusia a bordo de un barco. Desgraciadamente, cuando el buque arribó a San Petersburgo, la colección estaba diezmada y prácticamente perdida, pues los marinos se habían bebido todo el brandy en que estaban preservados muchos de los especímenes.
C
omparable iniciativa a la anteriormente mencionada del zar Pedro I tuvo el emperador de Austria José II (1741-1790) que era enemigo declarado de los afeites y maquillajes, y puso en vigor un impuesto indirecto que gravaba el precio de venta del colorete de mejillas, los polvos para el cabello, los tarros de pomada, el rouge de labios y demás artificios cosméticos.
L
as Cortes de Cádiz denegaron los derechos sucesorios al príncipe Francisco de Paula (1794-1865) por su gran parecido físico con Manuel Godoy, que años antes había sido valido del rey Carlos IV y presuntamente amante de la reina María Luisa de Saboya, madre del aspirante.
S
egún cuenta el historiador Julián del Castillo en su obra
Historia de los reyes godos
(1624), cuando el monarca español Felipe II (1527-1598) era aún príncipe y viajó a Inglaterra para contraer matrimonio con la reina María Tudor (1516-1558), en el año 1554, juró solemnemente renunciar a su derecho sobre el trono británico si el mítico rey Arturo regresaba de su retiro en Avalon para reclamarlo.
F
rancisco I de Francia (1494-1547) pagó doce millones de escudos a España por el rescate de sus dos hijos. Estos habían sustituido al monarca como rehenes, tras ser éste capturado en la batalla de Pavía (1525). Cuatro meses tardó España en contar y comprobar todas las monedas que componían el rescate, llegando a rechazar unas 40.000 piezas por hallarlas de inferior valor real que el que habrían de tener. Y es que en aquellos tiempos los estados europeos estaban inmersos en una espiral de devaluación real de sus monedas, en las que poco a poco fue desapareciendo el oro y la plata, siendo sustituidos fraudulentamente por el cobre.
E
n la primera época del famoso Oráculo de Delfos, las sacerdotisas del templo encargadas de realizar las predicciones, llamadas
pitias
o
pitonisas
, eran jóvenes y hermosas vírgenes, a quienes se exigía un voto de castidad. Pero en el siglo VII a. de C., un griego proveniente de Tesalia, llamado Echecrates, no pudo reprimir sus más bajos instintos y violó a una de las pitias. Este hecho provocó que, a partir de entonces, las pitonisas fueran mujeres intencionadamente feas y siempre mayores de cincuenta años.