Los padres de Anton le comunican que irán a pasar una semana de vacaciones a una granja en un pequeño pueblo. Anton no cree que sea una buena idea, pero cuando consigue engatusar a Rüdiger, lo ve de otra forma. No obstante, el primer problema con el que topan es cómo trasladar el ataúd de Rüdiger, sin contar con el revisor del tren, ni con la señora que les toca en el compartimento, además de las dificultades para localizar el pueblo…
Angela Sommer-Bodemburg
El pequeño vampiro se va de viaje
El pequeño vampiro -3-
ePUB v1.2
Eibisi11.07.12
Este libro es para todos los amigos y amigas del pequeño vampiro… y para Katja, que, entretanto, ha aprendido a leer (y, naturalmente, lo que más le gusta es leer historias de vampiros), y para Burghardt Bodenburg, cuyos tiernos dientes se han hecho ya algo más agudos.
ANGELA SOMMER-BODENBURG
A Anton le gusta leer historias emocionantes y espantosas. Especialmente le encantan las historias de vampiros, de cuyas costumbres está totalmente al corriente.
Rüdiger, el pequeño vampiro, es vampiro desde hace por lo menos ciento cincuenta años. El hecho de que sea tan pequeño tiene una razón sencilla: se convirtió ya de niño en vampiro. Su amistad con Anton empezó estando una vez Anton nuevamente solo en casa. Allí estaba de repente el pequeño vampiro sentado en el poyete de la ventana. Anton temblaba de miedo, pero el pequeño vampiro le aseguró que ya había «comido». Realmente, Anton se había imaginado a los vampiros mucho más terribles y, después de que Rüdiger le confesara su predilección por las historias de vampiros y su temor a la oscuridad, le encontró verdaderamente simpático. A partir de entonces la vida bastante monótona de Anton se volvió muy emocionante: el pequeño vampiro trajo consigo también una capa par a él, y juntos volaron hacia el cementerio y la Cripta Schlottertein. Pronto conoció Anton a otros miembros de la familia de vampiros.
Anna la Desdentada es la hermana pequeña de Rüdiger. No le han salido todavía dientes de vampiro, de forma que ella es la única de la familia de vampiros que se alimenta de leche. «¡Pero ya no por mucho tiempo!», matiza ella. También lee historias horripilantes.
Lumpi el Fuerte, hermano mayor de Rüdiger, es un vampiro muy irascible. Su voz, a veces alta, a veces chillona, demuestra que él se encuentra en los años de crecimiento. Lo único malo es que no saldrá nunca de este difícil estado, porque se convirtió en vampiro durante la pubertad.
Los padres de Anton no creen en vampiros. La madre de Anton es maestra; su padre trabaja en una oficina.
Tía Dorothee es el vampiro más sanguinario de todos. Encontrarse con ella después deponerse el sol puede resultar mortalmente peligroso.
El guardián del cementerio, Geiermeier, persigue a los vampiros. Por eso los vampiros han trasladado sus ataúdes a una cripta subterránea. Hasta hoy, Geiermeier no ha conseguido encontrar el agujero de entrada a la cripta.
A los restantes parientes del pequeño vampiro no llega a conocerlos Anton personalmente. Pero ha visto una vez sus ataúdes en la Cripta Schlotterstein.
Era una suave noche de primavera. Las matas de jazmines despedían un dulce aroma y la luna bañaba las casas de la colonia de una suave luz plateada.
En ese momento la aguja grande del reloj del ayuntamiento se aproximaba a las doce, y el reloj empezó a tocar: una, dos…
El pequeño vampiro, que estaba sentado en la copa de un castaño, iba contando en voz baja:
—… siete, ocho, nueve.
Las nueve…, seguramente no sería demasiado temprano para ir a visitar a su amigo Anton. Era probable que los padres de Anton hubiesen vuelto a salir, al cine o a casa de algún amigo, como hacían casi todos los sábados.
«¡Afortunadamente!», pensó el pequeño vampiro, pues sólo así había sido posible que Anton le acompañara en muchas de sus aventuras nocturnas. Por ejemplo, a la fiesta de los vampiros, en la que Anton, disfrazado de vampiro, había bailado con él, para que los demás no se dieran cuenta de que Anton era un ser humano. ¡Qué pinta tan graciosa la de Anton bailando cuando tuvo que poner cara de enamorado!
El pequeño vampiro se rió para sus adentros. Lentamente fue teniendo calor con sus leotardos de lana y debajo de las dos capas, de las cuales una era para Anton. Decidió volar hacia la ventana de Anton y llamar.