—Bueno, bueno —dijo en tono de reproche—. ¡No deberíais volver a desenterrar el hacha de guerra!
—¿Nosotros? —dijo Anton—. Pero si yo estoy muy tranquilo… ¡Como siempre!
Y mirando al pequeño vampiro con una desdeñosa sonrisa burlona añadió:
—Yo creo que la sesión ha sido demasiado agotadora. ¿Sabe usted? ¡es que los Camembert tienen todos unos nervios bastante…, eh…, débiles!
—¿Débiles?
El pequeño vampiro pegó un grito y agitó en el aire los brazos como si fuera a arremeter contra Anton.
—¡Tú vas a tener en seguida un coco débil, ya verás!
—¡Oh, qué miedo me da! —replicó Anton.
Íntimamente estaba muy contento de haber conseguido montar una bronca, pues ahora había llegado la ocasión que él había esperado para darse a la fuga.
—¡A que no me coges! —exclamó, y después de echar un último vistazo a la perpleja cara del psicólogo, echó a correr por la calle y desapareció por el oscuro camino que pasaba al lado de la casa… seguido por un pequeño vampiro que echaba espumarajos de rabia.
Tras haber corrido un trecho —lo suficiente para estar a salvo del señor Schwartenfeger— Anton se detuvo y miró amistosamente al pequeño vampiro.
El vampiro redujo la velocidad de sus pasos; seguramente porque se temía alguna estratagema.
—¡No me voy a escapar! —le gritó Anton.
El pequeño vampiro se acercó desconfiado.
—¿Y entonces por qué has echado a correr?
—¡Por precaución! —le explicó Anton.
—¿Por precaución?
—Es que… —dijo Anton haciendo un ademán muy expresivo—. Parecía que al señor Schwartenfeger le ibas a…
—¿Yo… a él? —se rió con voz ronca el vampiro—. Humm, sí… ¡El señor Warzenkneter ése no tiene pinta de debilucho, no! Y encima hablando constantemente de la circulación de mi sangre…
Suspiró profundamente… quizás al acordarse del psicólogo.
—Pero por lo que a ti respecta, Anton Bohnsack —siguió diciendo después de una pausa y habiendo adoptado su voz un tonillo amenazador—,
tú
eres el traidor más miserable que jamás he conocido.
—¿De veras? —dijo Anton con fingida indiferencia.
—¡Sí señor! —bufó airado el pequeño vampiro—. Primero: le has hablado al Warzenkneter de Olga. Y segundo: ¡le has revelado mi verdadero nombre!
—Es que se me escapó —se defendió Anton—. Y además… ¡tu sobrenombre, el señor Schwartenfeger no lo sabe!
—¡Y qué más me da! —bufó el vampiro—. ¿Te has parado a pensar qué dirá Olga cuando oiga ese estúpido apellido de «Camembert»? ¡Eso sí que me resulta penoso!
Anton se rió burlón. Se podía figurar muy bien qué era lo que iba a decir Olga, con sus malos modos: ¡que el apellido le venía como anillo al dedo!
—Pues Rudolf «Cadáver» tampoco era precisamente como para tirar cohetes —contestó.
—¡Pero el apellido por lo menos me pegaba! —repuso el pequeño vampiro.
Con una sonrisa soñadora añadió:
—De todas formas, Rudolf «Ber»
[5]
me gusta más. ¡Eso significa valor, y potencia, y fuerza!
—¡Deberías dedicarte a la propaganda!
—¿A qué?
—¡A la propaganda!
Para sorpresa de Anton el vampiro sonrió halagado.
—Pero si ya lo hago… —dijo con una risita irónica—. ¡Desde que conozco a Olga me hago propaganda para conseguir su amor!
Luego, sin embargo, pareció arrepentirse de su sinceridad, pues lanzó a Anton una mirada furiosa y gruñó:
—Ahora me tengo que ir volando.
—Pero el programa… —repuso Anton—. ¿No vamos a hablar del programa?… ¿Y de tu sesión de prueba?
—¡No! —dijo poco amistoso el vampiro—. ¿O es que estás sordo?
—¿Por qué?
—¡Porque el señor Schwartenfeger ha dicho que me lo piense todo con calma!… Y contigo no está uno tranquilo ni un segundo —añadió.
Dicho aquello, el pequeño vampiro se elevó en el aire.
—¿No vamos a volar juntos? —preguntó Anton.
—¿Juntos? —repuso el vampiro—. ¡Nunca había oído esa palabra!
Luego se le tragó la oscuridad.
—¡Y me llama a mí
traidor
! —refunfuñó Anton.
Extendió los brazos por debajo de la capa y, suspirando, emprendió el vuelo de regreso.
ANGELA SOMMER-BODENBURG, nacida el 18 de diciembre de 1948 en (localidad cercana a Hamburgo), es una escritora alemana.
Estudio educación, psicología y sociología en la Universidad de Hamburgo. Ejerció de maestra durante doce años, dedicándose finalmente a sus dos pasiones, la pintura y la literatura. Ha escrito más de cuarenta libros entre poesía y novela. Su gran éxito han sido las novelas infantiles del pequeño vampiro, de las que ha vendido más de diez millones de ejemplares. Sus obran has sido adapatadas para el teatro, la radio, el cine y la televisión. La película del pequeño vampiro, dirigida por Ulrich Edel, fue estrenada en 2000.
[1]
Juego de palabras entre schnuppern («olisquear») y Schnuppermaul. (N. del T.)
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[2]
Juego de palabras: la palabra original (Aufzug) puede significar «atavío» y «ascensor». (N. del T.)
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[3]
Juego de palabras: el término original (ausgebucht), puede entenderse en sentido figurado como «sin libro». (N. del T.)
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[4]
Camembert: queso suave; se pronuncia camember. (N. de la A.)
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[5]
«Ber» es la pronunciación en castellano de la palabra Bar del original, que significa «oso» (N. del T.)
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