El método (The game) (59 page)

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Authors: Neil Strauss

Tags: #Ensayo, Biografía

BOOK: El método (The game)
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Cuando me acostaba con una chica, sencillamente echábamos un polvo por la noche y, si me gustaba lo suficiente, otro por la mañana. Pero cuando hice el amor por primera vez con Lisa me pasó algo alucinante. Tras llegar al orgasmo, no se me bajó. Como hubiera dicho el viejo Extramask, seguía dura como una piedra, y en plena forma.

Hicimos el amor una segunda vez.

—Tócala —le dije al acabar. Seguía lista para la acción.

Lo hicimos otras dos veces esa misma noche. No podía entenderlo. Resultaba que esa parte de mi anatomía que yo siempre había visto como un animal sin mente, que tan sólo quería meterse en algún orificio, respondía a las emociones. Mi polla tenía sentimientos. Y no era porque Lisa me hubiera hecho esperar tanto antes de acostarse conmigo. Se mantenía erecta durante tres y cuatro orgasmos cada vez que Lisa y yo hacíamos el amor. Esos días follamos en coches, en callejones, en cuartos de baño de restaurantes y hasta en el cuarto de las máquinas dispensadoras de comidas y bebidas de un hotel, donde el encargado de mantenimiento que nos sorprendió intentó sacarme veinte dólares a modo de chantaje.

Quizá, después de todo, el hecho de que no se me levantara con la estrella porno no tuviera nada que ver con el whisky. Lo que había ocurrido era que mi cuerpo había respondido a la falta de sentimientos: aquella chica no sólo no me importaba, sino que tampoco la deseaba. Y estoy seguro de que a ella debió de sucederle lo mismo. Aquello no era más que una manera de pasar el tiempo. Pero el sexo con Lisa era mucho más que un entretenimiento. El sexo con Lisa no tenía nada que ver con validarse ni con la autogratificación, como era el caso en todos esos sargeos de los que tan orgulloso me había sentido. Hacer el amor con Lisa era como entrar en una burbuja en la que no existía nada más que nosotros y nuestra pasión. El sexo con Lisa hacía que el reto de la existencia pareciese una mera distracción. Y, entonces, una tarde, cuando ya me había olvidado completamente de ella, Courtney volvió a la mansión. Llegó en una limusina, con un vestido azul y un chal blanco. Tenía un aspecto radiante.

—¡Por fin vuelvo a estar en activo! —fue lo primero que dijo.

—¿Te has vuelto a acostar con el realizador? —le pregunté.

—No. Tengo un hombre nuevo en Nueva York. Y no pienso en otra cosa que no sea estar en la cama con él.

Courtney se acercó a mí, danzando como una bailarina de ballet.

—¿Te acuerdas de la apuesta que hicimos sobre el realizador? —le dije yo.

—Es verdad. Supongo que perdí.

—Y eso significa que tengo derecho a elegir el segundo nombre de tu próximo hijo.

Ella sonrió y me miró con expectación, como si esperase que eligiera el nombre en ese mismo momento.

Sopesé varias posibilidades.

—¿Qué te parece Style? —le dije finalmente. Era una estupidez. Aunque, pensándolo bien, Courtney le había puesto a su hija Bean
[1]
de segundo nombre—. Yo voy a dejar de usar el nombre, así que no veo ninguna razón para no pasárselo a tu hijo.

Courtney soltó un chillido de alegría, se abalanzó sobre mí y me abrazó con todas sus fuerzas.

—Nunca te lo he dicho, pero siempre me has parecido sexualmente intrigante —me confesó.

Yo tragué saliva y me preparé para hablarle de Lisa. Pero, antes de que pudiera decir nada, ella continuó:

—Es una pena que estés saliendo con Lisa. Pero me alegro muchísimo por los dos. Después de todo, al menos ha salido algo bueno del tiempo que he pasado en la mansión, ¿no?

—Desde luego —asentí—. Espero que para ti tampoco fuese todo malo.

—No quiero ni pensar en todo lo que ha pasado en esta casa.

—Sea como sea, ahora tienes muy buen aspecto —le dije yo—. Follar te sienta de maravilla.

—Sí, follar y la rehabilitación.

Me guiñó un ojo y sonrió. Al parecer, sus oraciones habían sido escuchadas.

—Voy a instalarme en el hotel Argyle hasta que me devuelvan la custodia de mi hija —me dijo—. Y creo que ocurrirá pronto. He venido a devolver el dinero que le cogí prestado a Mystery.

Me dio un cheque, se volvió y subió de nuevo a la limusina. Al arrancar, bajó la ventanilla y gritó:

—Y esta vez sí que tiene fondos.

La iba a echar de menos.

Un par de días después, Lisa y yo fuimos al Centro de Celebridades de la Cienciología. No es que nos hubiéramos convertido; estábamos demasiado apegados a nuestro dinero para eso. Tom Cruise había mantenido su promesa y me había mandado una invitación para la gala anual. Fue uno de los acontecimientos con más estrellas a los que había asistido nunca en Los Angeles.

Después de la cena, Cruise se acercó a nuestra mesa. Afeitado e impecablemente vestido con un esmoquin, su presencia resultaba hipnótica: no había el menor rastro de duda en sus pasos, el menor esfuerzo en su sonrisa, la menor complejidad en sus intenciones. Me levanté para darle la mano y él me dio unas palmadas en la espalda. Yo conseguí mantener el equilibrio, aunque a duras penas.

—¿Es tu novia? —dijo mirando a Lisa de arriba abajo, aunque no había ninguna lascivia en su examen. Lo cierto era que no podía imaginarme a Tom Cruise en un momento de lascivia—. No me habías dicho que fuese tan impresionante.

—Gracias —respondí—. Nunca me había sentido con nadie como me siento con Lisa.

—Así que te has cansado de ligar, ¿eh?

—Sí. Empezaba a sentirme como si estuviera llenando un cubo con un agujero en el fondo.

—Lo has descrito a la perfección —exclamó Tom—. Mientras rodábamos
Vanilla Sky
, Cameron Crowe y yo hablamos sobre lo que representa realmente un lío de una noche. Si te paras a pensarlo, no es más que una falsa intimidad. Además, los líos de una noche acaban causando insatisfacción. En una relación de verdad, el sexo tiene otro significado. Quieres estar todo el rato con ella y hablar de todo tipo de cosas de la vida. Es fantástico.

—Sí, es cierto. Aunque tampoco sé si creo en todo eso de la monogamia y el amor verdadero que lo conquista todo, como en los finales felices de las películas de Hollywood. Resulta tan forzado.

—¿Forzado? —dijo Cruise al tiempo que entrecerraba los ojos y levantaba las manos, como si fuera a hacerme algún tipo de llave, en un gesto amistoso—. Te voy a decir una cosa. Yo esa fase ya la he superado. ¿Qué tiene de forzado estar enamorado?

Tom Cruise me había vuelto a
MAGear
.

CAPÍTULO 9

Fantasmas.

No éramos más que fantasmas, arrastrándonos como si fuésemos invisibles a través de una casa putrefacta que hacía meses que no pisaba una mujer de la limpieza.

Mystery no le hablaba a Herbal. Herbal no le hablaba a Mystery. Papa prácticamente no hablaba con nadie. Y, por alguna razón, Sickboy, Playboy, Xaneus y el resto de las abejas obreras de la
VDS
habían dejado de hablarnos a Mystery y a mí. Ni siquiera los MDLS que acababan de incorporarse a la Comunidad, como Dreamweaver y Maverick, me saludaban.

La única persona que hablaba con todo el mundo era Tyler Durden. Pero con Tyler nunca se tenía una conversación. Con Tyler se sufría un interrogatorio, como el que se sufriría con un actor que fuese a interpretar tu papel en una película.

Una tarde, al salir de la cocina con Sickboy, Tyler Durden me dijo que hacía tiempo que quería preguntarme algo. Sickboy siempre me había caído bien. A pesar de su apodo, era un chico bien educado y con un carácter agradable.

—¿Qué tienes de especial que hace que consigas a una chica como Lisa? —me preguntó Tyler Durden—. Yo salgo a
sargear
todas las noches y cada día me esfuerzo para hacerlo mejor. Pero sé que no conseguiría que una chica como Lisa fuese mi novia.

Lo increíble de Lisa era que, a pesar de su dureza exterior, era una mujer llena de generosidad. Todas las mañanas me hacía la cama; cuando yo tenía mucho trabajo me preparaba la comida y me la subía al cuarto, y casi nunca venía a verme sin algún pequeño detalle: un tónico facial, un frasco de colonia de John Varvatos o un ejemplar de la primera parte de
Enrique IV
, que sabía que yo estaba buscando. Me sentía como si hubiera encontrado a mi Caresse.

—Supongo que, para empezar, tengo una vida completa —le dije—. Lo único que haces tú es salir a
sargear
. Concentras toda tu energía en una sola faceta de la vida. Es como si fueras al gimnasio todos los días y sólo ejercitaras los bíceps.

Tyler Durden frunció el entrecejo mientras pensaba en lo que le acababa de decir. Por un momento pensé que iba a hacerme caso. Pero Tyler rechazó mi consejo y su mirada se llenó de brillo; un brillo que, si no era odio, al menos estaba lleno de resentimiento. Resentimiento porque yo seguía sin tratarlo como a un igual, y porque él conseguía aislar y reproducir un
patrón
de comportamiento que hiciera que yo le diera el reconocimiento que estaba seguro de merecer. Y porque Lisa salía conmigo, en vez de salir con él.

Se pasó diez minutos hablando de lo bueno que era en el campo del sargeo, de cómo ya ni siquiera necesitaba
técnicas
para conseguir IDI y de cómo los famosos siempre lo invitaban a sus fiestas.

Finalmente, dio media vuelta y empezó a andar hacia la habitación de Papa. Sickboy se quedó a mi lado.

—¿Es que no vienes? —le preguntó Tyler Durden al tiempo que señalaba con la cabeza hacia la habitación, como si dentro estuviera ocurriendo algo importante.

—Antes quiero despedirme de Style —dijo Sickboy.

—¿Es que te vas? —le pregunté yo. Lo cierto es que me sorprendía que fuese a dirigirme la palabra.

La puerta de Papa se cerró tras Tyler Durden. Sickboy levantó la mirada con nerviosismo.

—Lo dejo —me dijo finalmente—. Lo dejo todo.

—No te entiendo.

—Esta casa es venenosa. —Sickboy escupió las palabras como si fueran ampollas que se hubieran estado formando lentamente en su interior—. Los Ángeles está lleno de cosas interesantes que hacer, pero aquí sólo piensan en
sargear
. Ni siquiera he visto el mar desde que estoy en California. Estos tíos no saben disfrutar de la vida. Me daría vergüenza presentárselos a mis amigos de Nueva York.

—Entiendo lo que quieres decir. Lisa tampoco los soporta.

—Todo es absurdo —continuó diciendo él. Después suspiró, como si se sintiera aliviado de haber encontrado a alguien normal, a alguien que lo entendía, a alguien a quien no le hubieran lavado el cerebro—. Sí, todas las noches se traen a alguna chica a la mansión, pero se van en cuanto los conocen un poco mejor. Tyler Durden ya no consigue que casi ninguna chica le devuelva las llamadas. No debe de haber echado un polvo desde hace dos meses. Papa sólo se ha acostado con una chica en todo el año. Mystery no conseguiría tener una relación estable ni aunque le fuese la vida en ello. Cuando llegó a la mansión, Xaneus parecía un tío majo, pero ahora resulta artificial; sólo habla de
sargear
. Tú eres el único al que me gustaría parecerme. Haces cosas interesantes, tienes un trabajo guay y una chica que mola.

La adulación abre todas las puertas.

—Mañana voy a enseñar a Lisa a hacer surf —le dije—. ¿Por qué no te vienes? Así al menos saldrás un rato de la mansión. Y verás el mar.

CAPÍTULO 10

Grupo MSN:
Salón de Mystery

Asunto:
Parte de sargeo
. La vida en Proyecto Hollywood

Autor: Sickboy

Por si alguien no lo sabe, vivo en uno de los vestidores de Papa, en Proyecto Hollywood. A pesar de todo lo que está ocurriendo, hoy ha sido el mejor día desde que llegué a California.

Me he levantado temprano y he ido a hacer surf a Malibú con Style y con su novia, que es una persona alucinante. Ver lo bien que se llevan resulta inspirador. Style es una de las pocas personas que he conocido desde que estoy en la Comunidad que ha conseguido algo realmente bueno.

Hacer surf ha sido fantástico. Era la primera vez que iba a la playa en todo el verano. Os recomiendo que probéis a hacer surf. En cuanto te metes en el agua, el cerebro se te aclara y ya no piensas en nada que no sea en las olas. Resulta casi imposible pensar en otra cosa. De verdad, es una experiencia superrelajante.

Después hemos comido en un puesto de pescado justo al borde del mar y hemos mantenido una conversación fantástica sobre música, amigos, viajes, nuestras vidas y nuestras carreras.

Al volver a casa he trabajado un poco. Después he visto El último dragón con Playboy, de quien me he hecho buen amigo. Mientras veíamos la película hemos oído que Mystery hablaba con Herbal; parece que han arreglado sus diferencias. Aunque Mystery sigue dolido con Katya, le ha dicho a Herbal que él no tenía la culpa de haberse enamorado de ella. Y Herbal le ha dicho a Mystery que, si pagaba los destrozos de su habitación, él olvidaría lo ocurrido. Menos mal. Al menos todo esto parece que va a acabar de manera civilizada. En cualquier caso, Mystery se va de la mansión mañana; es una pena.

Hacia las dos de la madrugada, Playboy, Mystery y yo hemos acabado fumándonos una pipa de agua en el salón. Después hemos escuchado música y hemos hablado de lo que nos gustaría hacer en la vida.

En todo el día, no he hablado ni una sola vez de
sargear
, de chicas ni de la Comunidad. Al contrario, he pasado el día hablando de cosas de verdad con amigos de verdad. No he ido a
sargear
a ningún bar ni he intentado follarme a ninguna tía buena. De hecho, no me he aproximado a ningún
set
en todo el día.

Los días como hoy son los que hacen que vivir merezca la pena. Éstos son los días que echaré de menos cuando deje Proyecto Hollywood.

Sickboy

CAPÍTULO 11

Observé cómo Mystery guardaba sus últimas pertenencias: las botas de plataforma, los ridículos sombreros de pavoneo, los trajes de rayas que ya nunca usaba, la fiambrera con su foto estampada y los discos duros llenos de porno lésbico y de episodios de la serie de televisión «That ’70’s Show»
[1 ]
.

No podía evitar pensar que quizá nos hubiéramos equivocado.

—Entonces, ¿adónde vas a ir? —le pregunté.

—A Las Vegas. Voy a crear un Proyecto Las Vegas. He aprendido de nuestros errores. Proyecto Las Vegas será más grande y mejor que Proyecto Hollywood. Las Vegas está lleno de
TB
y, además, tendré más oportunidades de representar mi espectáculo de ilusionismo en los casinos. Mi cuñado va a venir a Las Vegas y vamos a grabar sus canciones, conmigo como cantante. Imagínatelo. —Levantó una mano y trazó un semicírculo en el aire—: «El más famoso maestro de la seducción del mundo graba un disco con canciones de amor». Todo el mundo lo compraría. —Al parecer, Mystery había recuperado su maníaco sentido emprendedor—. Ania vendrá conmigo y, como eres mi mejor amigo, una vez que lo tenga todo listo, me gustaría que tú también vinieras. Esta vez lo haremos bien. No cederemos el control de la casa y estudiaremos con cuidado a todo el que quiera instalarse con nosotros.

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