El líder de la manada (34 page)

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Authors: César Millán,Melissa Jo Peltier

Tags: #Adiestramiento, #Perros

BOOK: El líder de la manada
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Cómo reclamar tu espacio

1. Reclamar el espacio personal es un concepto muy básico en el reino animal, donde se mantienen «conversaciones» casi constantes sobre el espacio. La energía va y viene entre ellos como si dijeran: «Este cojín es mío; puedo compartirlo contigo, pero es mío». Si tienes más de un perro, o incluso un perro y un gato, hay una zona de la casa o un muñeco al que a uno de ellos le gusta reclamar como suyo. Siéntate tranquilamente y observa su lenguaje corporal, su energía y el modo en que se miran. Aprenderás incluso a sentir la energía de la conversación. Tenemos que desarrollar la capacidad de tener el mismo tipo de comunicación con nuestro perro como el que ellos tienen entre sí.

2. Saber cómo delimitar tu espacio es vital si quieres poder controlar comportamientos no deseados. No se trata de mostrarse cabezota, o de enseñarle a tu perro «quién es el jefe». Se trata de una habilidad comunicativa básica que te permitirá manifestar tu desacuerdo con tu perro sin tener que recurrir a la ira o a la frustración. ¡Además, estás reclamando sólo una pequeña porción de espacio, y no el universo entero! Un sofá es un espacio. Una cama es un espacio. Una habitación puede ser un espacio. Tu perro aceptará las reglas de cómo comportarse en ese espacio si tú lo reclamas. Si es en tu casa, ¿acaso es tu perro el que paga las letras de la hipoteca? Pues entonces no te sientas mal por dejarle cIaras cuáles son las reglas de comportamiento.

3. Reclamar tu espacio significa utilizar el cuerpo, la mente y la energía para «poseer» lo que quieres controlar. Por ejemplo, si un perro sale corriendo a la puerta cada vez que entra alguien, puedes evitar que se acerque demasiado plantándote delante de la puerta, poniendo los brazos en jarras y reclamándola. Estarás creando un círculo de espacio entre «tu puerta» y entre tú y el perro. El modo en que reclamo una zona como por ejemplo la puerta se basa en la misma estrategia que un perro ovejero utilizaría para reclamar el espacio y empujar a una oveja perdida a reintegrarse al rebaño. Me adelanto y comienzo a caminar alrededor del perro sin dejar de mirarle, diciéndole sin palabras que se aleje de lo que me pertenece. Sin embargo, si tiro de él para alejarle de la puerta sólo consigo intensificar su necesidad de reclamarla. Te recomiendo que veas un vídeo de perros pastores. Cuando corre alrededor de una manada de ganado, comunicándoles a las vacas adónde quiere que se dirijan sin tan siquiera tocarlas, les está diciendo: «Fuera de este espacio... entra en aquél». Todo lo que hace es psicológico. La vaca, la oveja, la cabra, son especies totalmente distintas, pero todas comprenden a la perfección lo que el perro quiere decirles. Nosotros también somos animales; lo que pasa es que dejamos que las palabras y que nuestro superdesarrollado cerebro se interponga entre nosotros y esta forma tan instintiva de comunicación.

4. Cuando proyectas una línea invisible que tu perro no debe cruzar sin que tú se lo digas, si haces el ejercicio concentrado al máximo y comprometido, te sorprenderás de lo pronto que tu perro entiende dónde está la línea. Si un perro ladra en la ventana, puedes hacer que deje de ladrar reclamándola firmemente. Lo que le estás diciendo es: «Esta ventana me pertenece, y no quiero que sigas ladrando aquí». Pero si le gritas al perro diciéndole «¡no, Sally! ¡Ya está bien!», estás expresando una energía débil y frustrada y no reclamando ese espacio. Una vez más, estarías malgastando tu energía intentando controlar un comportamiento con lenguaje humano y raciocinio, cuando lo único que debes hacer es seguir al pie de la letra una de las páginas de la Madre Naturaleza y hacer lo que los animales hacen los unos con los otros.

5. Cuando le quitas cosas a un perro, o lo estás invitando a competir por ello, o lo estás invitando a jugar. Si tu intención es ésa, jugar, bien. Pero si tu intención es parar el juego antes de que el comportamiento pueda degenerar en posesivo, debes reclamar claramente el juguete para que el animal lo suelte. Cuando reclamas objetos, tu perro te los dará si le proyectas la energía adecuada. No puedes dudar, y has de manifestar claramente tu intención. No se puede negociar con el perro... «cariño, anda dame el juguete», ni mental ni verbalmente. Tu perro no se lo va a tomar como algo personal, ya que no tendrá problema alguno en darte lo que sabe que te pertenece.

Mucha gente tiene miedo de que sus perros les tengan rencor, o de impedir que el
espíritu
del perro se manifieste libremente al no dejarles su objeto favorito siempre que lo quieran. Pero dejar que tenga y retenga cualquier cosa que quiera puede conducir a la obsesión, y la obsesión no es saludable. Parte de tu trabajo como líder es poner normas, fronteras y límites para evitar que cualquier frustración que pueda sentir acabe transformándose en una obsesión.

Cómo tratar comportamientos obsesivos y fijaciones

Para los perros las obsesiones y fijaciones pueden ser tan dañinas como las adicciones para los humanos. Cuando nos reímos al ver a un perro que se comporta de modo frenético con un juguete, un hueso, un haz de luz, un juego de buscar y traer o con el gato del vecino, es como reírse de alguien que está tan borracho que se cae en la calle. Es obvio que su comportamiento se ve cómico en el primer momento, pero la verdad es que no tiene control alguno ni físico ni psíquico sobre sí mismo, y algún día puede llegar a hacerse daño de verdad o a herir a aquellos que tiene a su alrededor. Esas son las consecuencias que puede tener para un perro un comportamiento obsesivo: son una adicción. Un interesante hecho es que el término adicción deriva del latín
addicere
, «sentenciar». Cuando permitimos que las costumbres de nuestro perro lleguen al punto de transformarse en una obsesión y/o adicción, los estamos «sentenciando» a una existencia frustrante y desdichada.

Identificar la obsesión

1. Un perro normal juega: contigo, con tus hijos y otros perros. A los animales equilibrados puede gustarles más un juguete o un juego en particular, pero nunca deja de ser un
juego
; no es una situación de vida o muerte. Un perro obsesivo se tomará esos juegos muy en serio. Detectaremos un nivel completamente distinto de intensidad.

2. Cuando un perro se está obsesionado, el lenguaje de su rostro y su cuerpo cambiarán visiblemente. El cuerpo se tensa y sobre sus ojos se fijará una especie de hielo, se le fijarán las pupilas y no podrás distraer su mirada. Es como si estuviera casi en trance. Ha entrado en una zona en la que no hay alegría ni relajación. Imagínate a un adicto al juego ante una máquina tragaperras, tirando mecánicamente del brazo una y otra vez, fijado con ella pero sin disfrutar. La obsesión no es un lugar agradable en el que estar, sino una zona en la que el animal está ciego a todo lo que tiene a su alrededor que
debería
hacerle feliz.

Prevenir la obsesión

1. Un paso para prevenir el comportamiento obsesivo es monitorizar la intensidad del juego de tu perro. Yo intento supervisar del juego de mis propios hijos, porque siempre uno va a ser más rápido, o va a ser físicamente más fuerte. Si puedo mantenerlos en una intensidad física media, no se harán daño física o emocionalmente, y no dejarán de disfrutar. La cuestión es que tu perro debe comprender que cualquier juego tiene sus limitaciones, tanto si se trata de jugar con su juguete favorito, o perseguir a las ardillas en el jardín, y que esos límites los determinas tú, no él.

Corregir las obsesiones

1. Asegúrate siempre de que tu perro hace el ejercicio necesario y que no vive con energía contenida. La mayor parte del tiempo una obsesión es algo que un perro ha descubierto que puede funcionar como vía de escape para la ansiedad, la frustración o la energía contenida.

2. Corrige el comportamiento obsesivo/posesivo inmediatamente. En este punto es donde radica la importancia de lo mucho o lo poco que conozcas a tu perro. Debes aprender a reconocer los indicios físicos y los signos en su energía que delaten el inicio de un comportamiento obsesivo, y detenerlo en el nivel uno antes de que pueda llegar al diez. Debes corregirle en ese mismo momento, obligarle a mostrar el nivel más alto de sumisión manteniendo el juguete o el objeto de la obsesión (si se trata de eso) cerca de él hasta que se aleje voluntariamente. La mayoría de la gente le quitaría el muñeco diciendo «¡No!», pero haciendo algo así sólo se consigue que la obsesión escale aún más, transformando al objeto, y a ti, en un blanco potencial. Tu perro no querría morder a un miembro de la familia, pero su estado es tal que no puede controlarse. No olvides que los perros no pueden racionalizar.

Enfrentarse al estrés del veterinario

1. ¡Lo primero es conocer al veterinario! Recuerda que tu perro no es un aparato que llevas a reparar, sino un ser sensible y que
siente
, pero sin las capacidades cognitivas necesarias para comprender exactamente qué papel juega aquella persona de la bata blanca. Los veterinarios son gente maravillosa y dedicada, pero también son seres humanos realizando un trabajo. Tienen muchos clientes y pueden ver a muchos animales en una jornada. Si el día ha sido malo, o tiene mucho estrés y el perro no le conoce, recogerá su energía y la reflejará. Por eso aconsejo siempre una «consulta» con el veterinario cuando no sea necesario un procedimiento médico o de urgencia, de modo que el perro pueda conocerle en otro contexto y empiece a desarrollar amistad y confianza. Creo que el fundamento de una visita relajada al veterinario reside en la confianza: en primer lugar, en la que tu perro tiene depositada en ti, y en segundo lugar, en la que pueda tener en el veterinario. No es trabajo suyo en realidad establecer esa confianza y eres tú quien puede dar algunos pasos para fomentarla.

2. En la consulta del veterinario, el perro se va a sentir afectado de varios modos que pueden serle desconocidos. Recomiendo a mis clientes que «jueguen a los médicos» en casa unas cuantas veces, poniéndose una bata blanca, utilizando instrumental, alcohol y demás. Aparte de eso se deben emplear recompensas como golosinas, un buen masaje o alabanzas, que le ayudarán a asociar todas esas cosas desconocidas, olores y objetos con algo agradable o relajante. Cada vez que quieras preparar al perro para una nueva experiencia de un modo agradable, le estarás haciendo la vida más fácil y encarnando el papel de líder de la manada al máximo.

3. Aparte de preparar a tu perro para el examen del veterinario, asegúrate de que se siente cómodo con el viaje a la zona en que esté su consulta. Si tu perro detesta ir en coche y se pone nervioso, una experiencia traumática para ambos, ése será el primer obstáculo que haya que vencer. Si tu perro nunca ha estado en la ciudad, o en un centro comercial, o donde quiera que esté la consulta del veterinario asegúrate de llevarle antes por allí. ¡No le cargues el día de muchas sorpresas! También sugiero que le lleves a la sala de espera del veterinario sólo para que aprenda a socializarse en ella. Es un modo estupendo para que ni a tu perro ni a ti la visita al veterinario suponga gran cosa.

4. ¡Ejercicio, ejercicio y más ejercicio! Un perro cansado es mucho menos probable que se muestre ansioso. Tras una buena caminata de cuarenta y cinco minutos, es mucho más probable que tu perro se tumbe tan tranquilamente en la mesa del veterinario durante diez minutos. Yo suelo llevarme los patines, aparco a unas cuantas manzanas de la consulta y hago que mis perros corran junto a mí con su correa durante media hora para cansar hasta al más energético. Luego, cuando entro en la consulta, le pido a la recepcionista que les de un cuenco de agua y una galleta. No soy yo quien se lo ofrece, sino uno de los empleados de la consulta con el fin de crear un agradable nexo de unión entre el perro y la persona que trabaja allí. La experiencia resulta radicalmente distinta a la de que se le ofrezca una galleta al perro simplemente porque está aburrido. Hay una apreciación y una «conversación» que tiene lugar cuando una persona satisface una necesidad primaria de un animal como es el hambre o la sed. Es un enfoque mucho más natural, que no el de «sobornar» al perro con una galleta para que se quede sentado en la sala de espera un rato más.

5. También es de capital importancia que tú estés tranquilo y relajado antes, durante y después de la visita. Muchas veces los dueños de los perros están tan nerviosos como ellos. Se sienten mal por llevarle allí. No pueden soportar la imagen de que a su perro le saquen sangre y le pongan una inyección. O bien están muy preocupados por la salud de su mascota. El perro refleja siempre hasta la última de tus señales. No olvides que tú eres su fuente de energía. Utiliza tus herramientas para crear energía firme y serena, y prepárate mentalmente para la experiencia. Pon música alegre en el coche de camino a la consulta e irradia una actitud positiva hacia tu perro. Gran parte de la experiencia para tu perro será la que tú le hagas tener.

6. Aun después de haber tenido todas estas precauciones, puede que tu perro siga sintiendo ansiedad en la consulta del veterinario. ¿Por qué? En primer lugar, ¡la sala de espera estará llena de gente que no habrá leído este libro! Gente que estará proyectando la misma tensión y aprensión que tú te has esforzado por bloquear. Sus perros estarán muy ansiosos, y el tuyo sentirá todo esto. Además los olores de la consulta le dirán que hay miedo y dolor allí dentro. Cuando un perro tiene miedo, sus glándulas anales se abren y liberan un olor determinado, y todos los perros saben muy bien lo que ese aroma significa. «¿Por qué está tan concentrado aquí? ¿Y por qué venimos a este sitio cuando mi instinto me dice que hay que huir de cualquier lugar en el que este olor sea tan fuerte?». Tu propia actitud ha de ser extrapositiva para contrarrestar todos esos signos naturales que está percibiendo el perro.

7. Si tu perro está pasando por algún procedimiento doloroso, es natural que quiera morder. Es un acto reflejo. En este caso, un bozal es una herramienta excelente. Por supuesto, habrás condicionado a tu perro con el uso del bozal mucho antes de que pueda ocurrir algún accidente. De hecho, puedes utilizar el bozal como sedante psicológico si condicionas correctamente a tu perro. Si sigues las pautas del capítulo 3 y creas una experiencia relajante y agradable cada vez que le pongas el bozal, podrás utilizarlo como instrumento de respaldo que el perro asociará inmediatamente con la relajación. De este modo puedes ayudarle a rechazar el miedo, sobre todo si ha tenido un accidente o una enfermedad inesperada.

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