En opinión de Jeanneney, habría que dar prioridad a los clásicos, que son la base de nuestra civilización. «No hay que olvidar que una gran parte de las obras angloamericanas está disponible en nuestras lenguas, mientras que al otro lado del Atlántico se traducen muy pocas cosas: menos de un 3 % de todas las publicaciones en Estados Unidos son traducciones», critica Jeanneney en su libro. Uno de sus
temores es
que la Búsqueda de libros de Google refuerce lo estadounidense o la visión del mundo estadounidense, porque, según Jeanneney, el servicio de Google mostrará una mayor preferencia por obras de Estados Unidos o traducciones de libros europeos al inglés.
Dejamos al criterio del lector valorar si estas sospechas son fundadas o no. Lo cierto es que Jeanneney, que ya no es director de la Biblioteca Nacional francesa, no quiere comentar la situación actual: «He decidido permanecer callado durante un tiempo», me escribió, «cuando acabe esta batalla y las muchas entrevistas y discursos.» En los próximos años se verá si Google prefiere la literatura angloamericana. En cualquier caso, la advertencia ya está hecha.
DR. GOOGLE Y DNA 2.0
Cuando en la primavera de 2007 corrió la noticia de que en Mountain View se estaba trabajando en un servicio llamado Google Health, la mayor parte de los expertos dio por supuesto que se trataba de un portal especial en el que podría encontrarse información sobre salud. De modo similar al buscador de libros de Google, que ofrece un listado de obras literarias, se esperaba que el portal Google Health facilitara información sobre enfermedades. En la actualidad, uno de cada dos pacientes con conexión a Internet busca ya información en la Red sobre síntomas, enfermedades y tratamientos. No obstante, no todos los médicos están entusiasmados con el «Dr. Internet» o el «Doctor Clic»: sobre todo porque algunos pacientes se informan mal, interpretan los síntomas de forma incorrecta y dejan de creer en la competencia del médico.
El portal Google Health
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proporciona toda esa información y ofrece una serie de categorías, desde «Adicciones» hasta «Salud de la Mujer». Pero el verdadero objetivo que persigue Google con este portal es otro: será un historial médico electrónico, en el que los usuarios registrados de Google podrán archivar sus resultados médicos. Como en el caso del Google Calendar, que ayuda en la organización de la agenda diaria, el Google Health Calendar será una especie de organizador virtual de salud donde podrán almacenarse los datos médicos relevantes. ¿Por qué lo utilizarán tantos? Has acertado: porque es gratuito.
En lugar de correr de un médico a otro o al hospital con los resultados del último análisis, las ecografías y las radiografías, en el futuro se podrán almacenar los datos médicos en Google Health. El médico o el hospital en cuestión podrá bajárselos y de este modo siempre estarán disponibles en caso de emergencia. Da igual si estás en tu propio país o en cualquier lugar del mundo. También podrá utilizarse el teléfono móvil para bajar los datos y enviarlos al médico.
Si tenemos en cuenta el tiempo que ha llevado la introducción del carné electrónico en Alemania debido a las discusiones interminables acerca de qué datos podían almacenarse en el mismo, parece claro que, en Europa, Google Health provocará la intervención de los defensores de la privacidad. Naturalmente, cada usuario de Internet o de una cuenta de Google puede hacer o dejar de hacer lo que le parezca. Sin embargo, hay que tener presente que, de un día para otro, una empresa estadounidense pasa a tener datos personales, entre ellos datos médicos delicados, A los que, en
caso
de necesidad, también tienen acceso las autoridades estadounidenses. No se puede descartar que las autoridades de inmigración tengan conocimiento de esta o aquella enfermedad. Dejando esto a un lado, los datos completan el perfil personal almacenado en los ordenadores centrales de Google con información valiosa. El perfil del usuario de Internet es cada vez más claro. Pero lo que es más relevante: ¿qué pasaría si los empleadores pudieran acceder a estos datos? Después del «lo busco en Google», ¿vendrá el «lo busco en Google-DNA»?
Por lo que respecta a Google Health, uno se pregunta si realmente los creadores de Google son tan ingenuos como para pensar que un servicio de este tipo se aceptará sin preguntar. Sólo falta que el portal de Google Health se complemente con enlaces patrocinados en los que —en función del filtro aplicado a los resultados de los análisis— se haga publicidad de alimentos bajos en grasa, equipos de
fitness
y seguros de vida y salud o —cuando los resultados así lo indiquen— servicios de pompas fúnebres. ¿Realmente queremos ceder nuestros datos personales y médicos a una empresa que nadie puede controlar sin saber nunca qué pasará con esos datos, incluso si se solicita su eliminación?
Es cuestionable si Google Health logrará imponerse alguna vez en Europa. Naturalmente, Peter Norvig, el más importante investigador de Google, considera que Google Health es un servicio práctico; «En estos momentos estamos estudiando qué papel podemos desempeñar en esta área, pues somos de la opinión de que los datos y resultados médicos pertenecen al individuo, y no al médico o centro hospitalario». Si bien los sistemas sanitarios oficiales también trabajan en este tipo de historiales virtuales, Norvig tiene una confianza inquebrantable en el sistema de Google «Tardarán demasiado, porque la burocracia es excesivamente lenta». En Estados Unidos, Google ya mantiene conversaciones con asociaciones de médicos, hospitales y seguros. Allí, el lanzamiento de Google Health tendrá lugar en 2008; entre otros motivos, porque la sanidad se ha convertido en uno de los caballos de batalla de la campaña electoral en Estados Unidos.
No obstante, quien crea que Google es la única empresa que intenta introducirse en el ámbito de la salud, se equivoca. También su competidor, Microsoft, está trabajando para lanzar un servicio similar. En el HealthVault de Microsoft —traducible como «la cámara» o «la caja fuerte» de la salud— los usuarios de Internet pueden almacenar también sus resultados y permitir el acceso a personas autorizadas. Los datos se almacenan cifrados en una base de
datos y
pueden transmitirse por medio del
software
Health Vault Connection Center. Del mismo modo que la frecuencia cardiaca, medida por un pulsímetro, puede mostrarse en la pantalla del propio ordenador, valores fisiológicos como la presión sanguínea, el azúcar en sangre o el pulso se transmiten al HealthVault. El producto de Microsoft no es menos polémico, y es tan cuestionable como Google Health.
Peter Norvig no es sólo el director de Google Research, sino que también dirige el departamento Google Search Quality. Participa en todas las innovaciones que tienen como objetivo mejorar la búsqueda en Google. O encontrar nuevos campos de búsqueda. Uno de estos campos, como ya es conocido desde la obra de David Vise
The Google Store
, es la búsqueda genómica. En el futuro, cualquier usuario de Internet podrá indagar en sus genes a través de Google.
En una entrevista para el presente libro, Norvig concretó por primera vez este proyecto; «La búsqueda genómica es un ámbito que se está examinando cuidadosamente». Según Norvig, Google está interesada por principio en todos los campos donde se genera una gran cantidad de datos. En su opinión, la búsqueda genómica beneficiará a la humanidad.
Tanto con el bioquímico estadounidense Craig Venter como con el Proyecto Genoma Humano se han mantenido —y se mantienen— conversaciones. El objetivo es, por un lado, dar a conocer el tema y llamar la atención sobre el hecho de que los datos genéticos están disponibles. Por otro lado, Google, más que ninguna otra empresa, puede facilitar la infraestructura y el rendimiento informáticos para la investigación.
Para la búsqueda genómica en Google, Norvig parte de tres planteamientos distintos. El primero es de carácter científico: los investigadores podrán comparar distintos genomas para determinar dónde residen las diferencias. Dado que se trata de una búsqueda muy particular, Google se ve más bien como patrocinador que respalda el trabajo científico.
El segundo planteamiento
consiste en una
búsqueda bibliográfica especial en publicaciones dedicadas a este tema. Por así decirlo, un «Búsqueda de libros de Google» del genoma en el que se podrá escarbar en publicaciones y revistas científicas.
El tercer componente de la búsqueda genómica de Google está relacionado con el usuario de Internet. Y con esto llegamos a una empresa estrechamente vinculada con Google: la empresa de ingeniería genética 23andMe. 23andMe fue fundada por tres mujeres: Linda Avey, una biofarmacéutica reconocida; Esther Dyson, conocida en todo el mundo como «la Primera Dama de Internet»; y Anne Wojlciki. Esta última es la mujer del fundador de Google, Sergey Brin.
Wojlciki
recibió de su marido —casi como regalo de bodas aplazado— un crédito por valor de 3,9 millones de dólares para la puesta en marcha de la empresa. Además de Google, también otras sociedades tienen participación en esta empresa de biotecnología, como por ejemplo las sociedades de capital de riesgo New Enterprise Associates y Mohr Davidow Ventures. El grupo empresarial de biotecnología Genentech también ha entrado en el capital de 23andMe. El propietario de Genentech, Arthur Levinson, es además miembro del Consejo de Administración de Google.
El objetivo de 23andMe es facilitar el acceso de los ciudadanos a la información sobre sus genes. Cualquiera —éste es también el concepto de Sergey Brin— podrá buscar en Google información sobre su genoma. 23andMe ofrece análisis genéticos para uso propio y los analiza en laboratorio. Una vez se obtienen los resultados, puede buscarse en Google quién tiene el
mismo código genético
, «También qué famoso tiene los mismos genes», dice Norvig. Y sonríe. «Es posible que Google pueda ayudar en la interpretación de los datos.» Por ejemplo, conforme a este esquema: tengo estos problemas (de salud), ¿qué puedo hacer?
23andMe nació en noviembre de 2007. La sociedad no colabora ni con Craig Venter ni con el Proyecto Genoma Humano. «Somos independientes», subraya Esther Dyson. Los análisis los realiza la empresa con sede en San Diego Illumina, que ha inventado tiras para análisis de ADN.
Los servicios de 23andMe, que desde mediados de enero de 2008 también se ofrecen en Europa cuestan 750 euros. «Descrífa los secretos de tu ADN» reza el eslogan publicitario. Basta con solicitar un «kit de análisis» —un tubito de plástico— en él que hay que escupir y mandarlo al laboratorio para descubrir quién eres, qué eres y qué serás un día.
«Ofrecemos una valoración de las variaciones del genoma humano más habituales», aclaró Esther Dyson a este autor. Esto representa 600.000 informaciones del genoma. Uno se puede poner en contacto personalmente con otros usuarios registrados y —al igual que en la plataforma de negocios Xing o en Facebook— compartirla información genética con ellos. La comparación con las empresas Web 2.0 no se ha hecho al azar, pues en el caso de 23andMe se trata realmente de una empresa Web 2.0 de ADN. «Algunos deciden permitir el acceso del público a su genoma completo», dice Dyson. De este modo es posible comparar el código genético propio con el de los famosos; sea el futbolista Ronaldinho, el propietario de Apple, Steve Jobs, o Madonna. No obstante, en 23andMe parten de la premisa de que la información genética se compartirá, ante todo, entre miembros de una misma familia. Así podrá detectarse si existe una tendencia a contraer determinadas enfermedades y cuál es la probabilidad de contraerlas realmente.
Uno de los más destacados investigadores en genética, el profesor de Genética Médica de la Universidad de Viena Markus Hengstschläger, critica los proyectos de Google DNA por distintos motivos: «La comparación de los datos genéticos con otras personas debilitaría la necesaria protección de los datos», advierte. «Los análisis genéticos pueden emplearse para elaborar predicciones. Los empleadores, las compañías de seguros, el ejército, el Estado, quien sea, podría tener mucho interés en averiguar lo más posible acerca de determinadas enfermedades de ciertas personas». Hengstschläger subraya que debe garantizarse que nadie que no esté autorizado pueda tener acceso a los datos.
Otro motivo de crítica es que, con estos servicios, Google y 23andMe popularizan los análisis de ADN. «La presión personal y social sobre el individuo puede aumentar exponencialmente», predice Hengstschläger, cuyo libro
Die Macht der Gene
(El poder de los genes) ha generado cierta alarma. Decisiones personales, como la planificación familiar o la carrera profesional pueden verse afectadas por los «perfiles de riesgo genético» revelados por este tipo de pruebas por Internet.
Incluso podría convertirse en habitual el investigar en Google DNA sobre una nueva pareja. Antes de iniciar una relación, mira uno en Google DNA qué tal es la herencia genética de la pareja o el ligue potenciales. «De repente, las cuestiones relacionadas con este tipo de perfiles genéticos podrían jugar un papel en las relaciones humanas», augura Hengstschläger dibujando un escenario poco halagüeño. Que esta idea no está tan lejos de la realidad lo muestra la respuesta de un fabricante de teléfonos móviles en una entrevista anterior. A mi pregunta de qué cabía esperar ahora del móvil, además de sacar fotos, grabar, comprar etc., el director contestó: «¿Qué tal preguntarle al móvil si la chica que está sentada ahí enfrente está sana o tiene alguna enfermedad?». Naturalmente, en aquel momento nadie mencionó la palabra Google.
Cabe preguntarse, además, si Internet o un buscador es la plataforma ideal para este tipo de análisis: «Desde mi punto de vista no debe realizarse ningún tipo de análisis genético sin que el paciente sea informado con todo detalle en la consulta, tanto antes de la prueba como con posterioridad a la misma (interpretación de los resultados, etc.) acerca de su fiabilidad, utilidad y consecuencias médicas», dice Hengstschläger. «Este asesoramiento se pierde totalmente en el caso de los análisis genéticos por Internet. Sin él, existe un grave riesgo de que se malinterpreten los resultados y se creen falsas expectativas, inquietudes injustificadas, etc.», advierte el experto.