Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II (7 page)

Read Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II Online

Authors: Maurice Nicoll

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II
8.75Mb size Format: txt, pdf, ePub

En muchos fragmentos esotéricos del pasado, se encuentran referencias al
re-nacimiento
y al
morir.
En los Evangelios, por ejemplo, se encuentran referencias a esos hechos y también al
despertar.
Encontrarán la palabra
'vigilad'
usada muchas veces: esta debe traducirse por
'despertad'.
Pero no hallarán estas ideas, que constituyen el tema central de la Psicología Esotérica, dispuestas en una forma orgánica. Es preciso que un hombre despierte, antes de que pueda morir de verdad. Y si despierta primero, y muere para sí de una manera correcta,
puede
re-nacer si en él hay algo valioso y suficientemente fuerte y genuino. Todo depende de la calidad de la persona en su sentido más profundo. Nada que sea 'seudo', nada que sea falso, tiene utilidad aquí. Pero aún no hemos dicho bastante sobre ese proceso porque, si bien es necesario ante todo, que el hombre despierte, es preciso enseñarle sobre qué debe trabajar en sí mismo y qué debe observar
con el fin de despertar.
Y para ello es menester que encuentre un Maestro y una Enseñanza —es decir, una Enseñanza que no sea arbitraria, que no haya sido inventada por gente común. sino que provenga de gente que ha despertado y dejado tras sí instrucciones para los que están aprisionados en el sueño de la vida, los que desean liberarse y despertar. Por lo tanto tendrá que
indagar,
que
buscar
y aun cuando
encuentre
algo no le será nada fácil establecer un contacto con ello. Quizá se lo ponga a prueba en el primer momento o quizás algunos años después. En algunas escuelas de despertar, en el pasado, una persona tenía que guardar silencio dos, tres o hasta cinco años, o hacer las tareas más serviles, o ejecutar trabajos que siempre llevaban al fracaso, antes de que le enseñaran algo, o a veces lo trataban con rudeza de tal modo que herían su orgullo y su vanidad para sacarlo de quicio. En los Evangelios se dice que la gente era continuamente agraviada y que Cristo siempre atacaba la vanidad, el orgullo, la auto-estimación, la complacencia en sí mismo y la autosuficiencia ante el bien y el mal.

Una persona debe indagar, buscar. Trataré de explicarles lo que significa buscar. Hay una frase: "Busca y hallarás". El significado de esta frase es que a menos que uno mismo busque, no hallará. Alguien nos puede llevar, digamos, al Trabajo. Quizás uno nunca haya pensado seriamente sobre el
significado
de su existencia, o tal vez haya indagado un poco y pensado que todo era demasiado desconcertante, o no fue capaz de distinguir la diferencia entre la Verdad y la Falsedad en lo que ha encontrado. Ahora bien, supongamos que oye hablar de esta enseñanza y ello despierta ligeramente su comprensión, no tan sólo sus dos oídos, entonces da comienzo a la búsqueda de este Trabajo y
tal vez
sea capaz de hallarlo, pero puede pasar en el Trabajo muchos años y nunca haberlo buscado y de este modo no lo hallará. Su búsqueda significa dos cosas. Quizá tuvo que perder mucho tiempo tratando de encontrar una verdadera enseñanza en el mundo y ha pasado por varias etapas de pensamiento y empeños y peligro antes de poder ponerse en contacto con el objeto de su búsqueda. O bien su contacto con esta enseñanza se produjo de un modo accidental, repentino, e imagina que su búsqueda ha terminado en vez de darse cuenta de que acaba de empezar.

Reflexionen sobre este punto: si se dice: "Busca y hallarás", primero es preciso
perder.
¿Cómo es posible
buscar,
a no ser que se sienta haber perdido algo? Por eso es preciso regresar a una etapa anterior, al sentimiento de que se ha perdido algo, de que no se ha reparado en algo, de la falta de algo, o quizás al sentimiento de que uno mismo se ha perdido y desearía buscarse y encontrar a sí mismo. Y esto nos trae de vuelta al comienzo de este breve comentario, al sentimiento de que la vida es inexplicable por si misma, y que debe tener otro sentido, otra interpretación.

El movimiento de este Trabajo, al comienzo, se dirige psicológicamente hacia el interior. Luego se orienta al mismo tiempo hacia el interior y hacia el exterior. Todas las personas tienen un lado externo y un lado interno. Pero el lado más interno es por lo general gobernado por el lado externo. El lado externo es adquirido por la acción de vivir, y es llamado "Personalidad" en este sistema. El lado más profundo, más interior es llamado "Esencia". En el desarrollo a que nos estamos refiriendo —el re-nacimiento o evolución individual posible y preestablecida— lo que debe crecer es la Esencia. Desdichadamente la Personalidad y la Esencia están bajo signos opuestos. La Personalidad es activa y la Esencia pasiva. Al menos lo son en nuestro estado común, en la vida ordinaria. El cambio que ha de tener lugar eventualmente es una inversión de dicho estado habitual de modo que la Personalidad y la Esencia cambien de signos. Esto comporta evidentemente un considerable desequilibrio en
uno mismo.
Sin embargo, es un proceso que tiene lugar gradualmente, hasta cierto período, y durante ese tiempo la persona llega lentamente a conocerse a sí misma y se da cuenta de que es por entero diferente de lo que imaginaba. Esto debilita la Personalidad o lado adquirido. Como acabo de decir, todo ello significa que el movimiento del Trabajo sigue, psicológicamente, una dirección interior al comienzo, porque nadie puede llegar a conocer su nivel de ser a menos de interiorizarse por medio de la observación de sí. Se comienza a pasar a esa cosa compleja llamada uno mismo, sobre la cual tantas ilusiones nos hacemos. Pero para que se realice este propósito son necesarias varias condiciones, una de las cuales es elegir aquella forma de conocimiento capaz de servir de guía y que debe ser aplicado a uno mismo con toda sinceridad. En otras palabras, se necesita una forma de "verdad", en relación con la cual uno puede estudiarse a sí mismo. Esto es algo que se puede lograr y también perder muy fácilmente. Si nunca se lo ha buscado verdaderamente, no hay razón alguna para decir que se lo ha perdido. Pero si aquel que ha creado un vacío en sí para esa "verdad" y se siente perdido o que ha perdido algo valioso, llega eventualmente a encontrar algo, se dará cuenta si lo pierde otra vez. A medida que el Trabajo significa algo importante, algo genuino y real, desarrolla algo en la parte más interna de una persona. Esto no puede tener lugar si la actitud hacia el Trabajo o la conducta son equivocadas. El lado interno de una persona sólo puede crecer por medio de la veracidad, nunca por la falsedad. El lado externo, en cambio, puede crecer muy fácilmente por medio de lo que es irreal y falso.

Por lo tanto es de la mayor importancia darse cuenta de la propia actitud hacia el Trabajo y de la de aquellos que están en relación con él y también darse cuenta del empleo que se da al Trabajo. Por ejemplo, usar el Trabajo para acrecentar la Personalidad y sus ambiciones es tener una actitud equivocada. Esto es evidente para cualquier persona capaz de ser sincera y de no hallar justificación a todo. Cuando el Trabajo forma un
punto
emocional en una persona —en realidad desarrolla una parte de un centro— entonces dicha persona empieza a experimentar nuevas influencias. Es muy fácil conocer cuando esto ha sucedido. Pero para conservar este punto, es preciso que esa persona siga y conserve la "verdad" del Trabajo. Es menester que la aplique a sí misma, y si llega a perder este punto, por un tiempo, debe buscarlo otra vez. Al comienzo del Trabajo la verdad está en nosotros como una moneda de plata. En el antiguo y perdido lenguaje de las parábolas, la plata representa la verdad. Una persona que se deja dominar por el sueño y siente haber perdido ese punto en sí misma, que experimenta un vacío, una laguna donde antes había sentido algo ligero, debe buscar lo que ha perdido en todo su ser —en cada habitación, en cada centro, en cada piso de la casa de tres pisos llamada sí misma. ¿Con qué se ha identificado? ¿Qué está considerando internamente? ¿Acerca de qué miente? ¿Qué gasto pretende hacer? ¿Dónde se justifica a sí misma? ¿Cuándo se recordó a sí misma por última vez? ¿Cuándo hizo el último esfuerzo? ¿Qué ha sucedido con su propósito? ¿Cuántas cosas ha puesto por encima del Trabajo? ¿Cuándo se ha observado atentamente por última vez y ha examinado su mente? ¿Cuándo se ha contemplado a sí misma en estos últimos días? ¿Cuándo ha pensado claramente en esta enseñanza y en su búsqueda de nuevos significados? ¿Cuándo le ha impedido el paso en una importante escalera o corredor de su casa anteponiendo una cantidad de cosas que hubiera debido ordenar y guardar, o dando un portazo porque tenía prisa o estaba irritada y se olvidó de regresar y abrir la puerta otra vez? Todos ustedes ven en qué desorden se puede dejar la propia casa comportándose por unos minutos en estado de sueño y con qué facilidad se puede perder todo. Ahora comprenderán parte del significado de la parábola de la moneda perdida:

"¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido..."

(Lucas, XV, 8, 9)

Birdlip, 27 de febrero, 1944
El Eneagrama IV

Ya hemos dicho que es necesario un choque para el progresivo desarrollo y continuidad de una cosa y hemos visto cómo la Ley de Siete puede ser llamada desde cierto punto de vista la Ley de Choque. En el desarrollo de una cosa, ya sea el crecimiento de una criatura viviente o de una idea, ya sea el aprendizaje de un tema difícil, la realización de una empresa o la transformación de una cosa en otra, las etapas sucesivas pueden ser representadas por las notas de una octava ascendente:
Do, Re, Mi, Fa, Sol,
etc. Ahora bien, entre la etapa
Mi
y la etapa
Fa
se necesita un choque para que el objeto pueda proceder en su orden correcto de desarrollo. De otro modo se desvía del cuerpo que seguía y se transforma en otra cosa. La etapa
Fa
no será alcanzada. Para nosotros es un hecho familiar el que la civilización no va más allá de cierto punto, cosa que también nos suele suceder personalmente. Esto se debe a que es necesario un choque, y éste no fue dado, ni recibido, ni creado.

Estudiemos los choques en el Hombre. En el caso del Hombre, el primer choque necesario para su vida no precisa ser creado por él. Es dado en el punto 3 en el Eneagrama y recibido como aire que respiramos. Si un hombre se negara a respirar —lo cual no es posible— moriría. O si respirase algo que no es aire, como monóxido de carbono, el choque sería dado pero no
recibido
y de este modo perecería. Es preciso reflexionar sobre estos dos aspectos del choque y también sobre el hecho de que la respiración del aire debe tener lugar y no a intervalos demasiado largos. Dar y recibir este choque es esencial para la vida. Si no es dado, el organismo físico deja de trabajar. Es preciso recordar aquí que todo respira, incluso la tierra. Es muy interesante darse cuenta de ello, y de que este choque es necesario en todas las cosas. Pero ya que la Ley de Siete o Ley del Choque está presente en todas las cosas (junto con la Ley de Tres), este hecho no debe sorprendernos.

En el caso del Hombre otros dos choques son
posibles,
pero no esenciales. No le son dados ni son recibidos, sino que deben ser creados. La posición de los tres choques se ve en los ángulos del triángulo en los puntos 3, 6 y 9. Un hombre en quien obra sólo el primer choque, en 3, es un hombre de una clase particular. Un hombre en quien obran el primero y segundo choque es un hombre de otra clase diferente. Un hombre en quien obran los tres choques es por entero diferente del primer o del segundo hombre.

La creación de estas tres clases de hombres es descripta en orden progresivo en los primeros dos capítulos del Génesis en relación con los 7 días de la creación, que dividen al Hombre en 7 categorías diferentes y no lo consideran como un solo y mismo hombre o un hombre siempre igual. La primera amplia distinción se hace entre el Hombre Mecánico y el Hombre Consciente. El primer Hombre descrito en el Génesis es el Hombre mecánico o muerto —en el versículo 2. En el Trabajo se dice que la humanidad mecánica está
dormida
y a veces que está
muerta.
Igualmente en el Nuevo Testamento, Cristo dice "que los muertos entierren a sus muertos". En el Hombre mecánico no obra ningún choque salvo el choque de respirar. Sin embargo, e! término respirar o respiración es también aplicado al segundo choque, como veremos más adelante. Lo que es preciso subrayar aquí es que tanto en el Génesis como en el Trabajo y en el Nuevo Testamento, aparece la idea del Hombre
muerto,
el Hombre que está muerto estando viviente, Para despertar del estado de muerte, un hombre o una mujer deben darse a sí mismos el segundo choque, en el punto 6. Se describe a dicha persona en el Génesis como la que sigue al hombre "muerto". Consideremos primero al hombre "muerto". Es imposible describirlo brevemente. Es el hombre de los sentidos, sin vida interior, el hombre que se atribuye sus poderes a si mismo, el hombre de la auto-estimación, para quien toda verdad descansa en el mundo exterior, el hombre que no ha empezado a pensar o sentir más allá de sí mismo. Este hombre es llamado en el Génesis "desordenado y vacío". Este es el hombre de las tinieblas, en quien no hay luz. Es de suponer que ninguno de nosotros está en esa condición. El Antiguo y el Nuevo Testamento se refieren a ese estado tenebroso en el hombre. Se dice en Isaías: "El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz''.
(IX 2)
, y en San Juan: "La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella".
(I 5)
, lo cual significa que la enseñanza esotérica representada en Cristo aparecía como luz para aquellos que estaban en tinieblas de mente o de comprensión. Para dar un ejemplo, este hombre muerto u hombre de mente tenebrosa es el hombre
Hasnamus
mencionado en el Trabajo —a saber, el hombre cuyo bienestar depende de la desdicha de miles y millones de otros hombres. Napoleón es un buen ejemplo. Tal hombre no puede pensar en términos que estén más allá de él mismo y de lo que quiere. En él no hay "amor al prójimo" —esto es, no hay desarrollo emocional más allá del egoísmo y del propio interés. O, en términos del Trabajo, carece del poder de una sincera consideración de los otros, y tampoco tiene la capacidad de ponerse genuinamente en el lugar de otra persona y de pensar y sentir tal como ésta piensa y siente, a no ser que ello pertenezca a su propia esfera personal. Este es el estado general del Hombre. En el Trabajo es menester superarlo y cuesta mucho hacerlo a todas las personas, sin excepción alguna. Sin embargo, habrá que hacerlo dar ese paso para que se pueda llegar
más allá de lo que uno es actualmente.
Lo que se requiere ante todo es proporcionar un
choque
al estado presente de la mente y los sentimientos. Es preciso pensar y luego sentir de una nueva manera. Pero a no ser que se encuentre algo que lo provoque, seguirá siendo un paso no dado y se seguirá dando la misma
nota
a todo lo largo de la vida, como suele hacer la mayoría de la gente.

Other books

Outlaw (Aelfraed) by Hosker, Griff
The Missing Manatee by Cynthia DeFelice
Suffer Little Children by Peter Tremayne
All That Glitters by V. C. Andrews
Limitations by Scott Turow
Hell's Belle by Biondine, Shannah
El rey del invierno by Bernard Cornwell
Glasgow Grace by Marion Ueckermann