Camino al futuro (4 page)

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Authors: Peter Rinearson Bill Gates

BOOK: Camino al futuro
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En aquel momento, la industria informática no tenía idea de construir una computadora real en torno a un microprocesador. Así. Por ejemplo, el artículo de Electronics describía al 8008 como apto para «cualquier sistema aritmético de control o toma de decisiones, como un terminal inteligente». Los autores del artículo no veían que un microprocesador pudría crecer hasta llegar a ser una computadora de propósito general.

Los microprocesadores eran lentos y la cantidad de información que podían procesar, limitada. Ninguno de los lenguajes que eran familiares a los programadores estaba disponible para las instrucciones de programación del 8008, lo que hacía casi imposible escribir programas complejos para él. Cada una de las aplicaciones para el 8008 tenía que programarse con la única docena de instrucciones que el chip podía entender. El 8008 estaba condenado a vivir como una bestia de carga llevando a cabo tareas poco complicadas, e incambiables, una y otra vez. Fue muy popular en ascensores y en calculadoras.

Por decirlo de otra manera, un simple microprocesador empotrado en una aplicación, tal como los controles de un ascensor, es un simple instrumento, un martillo o una trompeta en manos de un aficionado: sirve para llevar el ritmo básico, o para tonos que no encierren ninguna complicación. En cambio, un microprocesador más complejo para el que existan lenguajes de programación es parecido a una orquesta bien dotada.

Puede tocar todo si se le proporciona el software adecuado, es decir, la partitura.

Paúl y yo nos preguntamos qué podíamos programar para que corriera en el 8008. ¿Podríamos escribir una versión de BAS1C que corriera en él?; Paúl llamó a Intel para ver si podía conseguir un manual, y nos quédame; un poco sorprendidos cuando le enviaron uno. Nos lanzamos sobre él. Yo había realizado una versión de BAS1C que corría en el limitado DEC PDP 8 y estaba ilusionado con la idea de hacer lo mismo para el pequeño chip Intel. Pero cuando estudié el manual del 8008, me di cuenta de que era inútil tratar de hacerlo. El 80U8 no era bastante sofisticado, no tenía transistores suficientes.

Nos imaginamos un modo de utilizar el pequeño chip para accionar una máquina que pudiera analizar la información recogida por monitores de tráfico dispuestos en las calles de las ciudades. Muchas localidades medían el tráfico mediante una manguera de goma que colocaban sobre una calle determinada. Cuando un automóvil pasaba por encima de la manguera, producía un impacto en una hoja de papel que se encontraba dentro de una caja de metal al final de la manguera. Vimos que podíamos utilizar el 80118 para procesar estas cimas, obtener gráficos y otras estadísticas.

Bautizamos a nuestra primera empresa con el nombre «Traf-0-Data».

Pensamos que el nombre sonaba casi poético.

Escribí buena parte del software para la máquina Traf-0-Data en viajes que realicé en autobús a través de distintos estados desde Seattle a Pullman, Washington, donde Paúl estaba asistiendo a la universidad (yo permanecía aún en Lakeside). Nuestro prototipo funcionaba bien, y previmos vender muchas de nuestras nuevas máquinas a todo lo largo del país. La utilizábamos para procesar cintas sobre el volumen del tráfico para unos cuantos clientes, pero ninguno de ellos deseaba realmente comprar la máquina, al menos no a una pareja de adolescentes.

A pesar de nuestro desengaño seguíamos creyendo que nuestro futuro, si no podía estar en el hardware, podría tener algo que ver con los microprocesadores. Después de que comenzara mi curso en la Universidad de Harvard en 1973, Paúl consiguió de algún modo llevar a su viejo Chrysier New York desde Pullman, atravesó el país y consiguió trabajo en Boston, programando míni computadoras en Honeywell. Fue en automóvil a Cambridge muchas veces, de manera que pudimos continuar nuestras largas charlas en torno a esquemas para el futuro.

En la primavera de 1974. Electronics anunció el nuevo chip 8080 Intel, diez veces más potente que el 8008 insertado en nuestra máquina Traf-0-Data. El SOSO no era mucho más grande que el 8008, pero conté 2,700 transistores más. De pronto estábamos contemplando el corazón una computadora real, y el precio era menor de 200 dólares. Paúl se preguntaba si este chip tenía la potencia suficiente como para soportar la versión de BASIC. Nos lanzamos sobre el manual y sacamos la conclusión de que en el 8080 podía correr el BASIC. «DEC no podrá vender mas PDP-8 ahora», dije a Paúl. Nos parecía obvio que si, en el transcurso dos años, podía incrementarse tanto la potencia de un pequeñísimo chip el final de las grandes y voluminosas máquinas estaba por llegar. Sin embargo, los fabricantes de computadoras no vieron al microprocesador como una amenaza. No podían imaginar que un insignificante chip compitiera con una computadora «real». Ni siquiera los científicos de Intel vieron todo su potencial. Para ellos, el 8080 no era nada más que una mejora en la tecnología del chip. A corlo plazo, los protagonistas de la industria informática podían continuar tranquilos. El 8080 era sólo otro avance incrementa]. Sin embargo. Paúl y yo miramos más allá de los límites de ese nuevo chip y vimos una clase diferente de computadora que podía ser perfecta para nosotros y para todo el mundo: personal, asequible y adaptable. Para nosotros era absolutamente claro que, como los nuevos chips eran tan baratos, estarían pronto en todas partes.

Vimos que el hardware informático, que había sido tan escaso antes sería asequible rápidamente y que el acceso a las computadoras ya tendría por qué estar sujeto a un precio por horas tan elevado. Nos parece que la gente acabaría por encontrar todo tipo de aplicaciones de la Informática si era barata. Luego el software sería la clave para que estas maquinas pudieran proporcionar todo su potencial. Paúl y yo pensamos que sería probable que las compañías japonesas e IBM produjeran la mayor parte del hardware. Creíamos que nosotros podríamos producir un software nuevo e innovador, ¿Y por qué no? El microprocesador cambiaría la estructura de la industria. Quizá hubiera un lugar para nosotros dos era la nueva disposición de las cosas.

Este tipo de conversación es frecuente durante tos años de universidad.

Uno vive todo tipo de experiencias nuevas y sueña con locuras. Éramos jóvenes y suponíamos que teníamos lodo el tiempo del mundo, enrolé por otro año en Harvard y me puse a pensar cómo podríamos fundar una empresa de software. Enviamos carias desde mi dormitorio a todas las grandes compañías informáticas ofreciéndonos para escribirles una versión de BASIC para el nuevo chip de Intel. No tuvimos compradores. Hacia diciembre de 1974 estábamos bastante desanimados. Yo tenía pensado volar a casa, a Seattle, para pasar las vacaciones, y Paúl iba a quedarse en Boston. En una triste y fría mañana de Massachusetts, unos cuantos días antes de que me fuese. Paúl me llevó al quiosco de prensa de Harvard Square para enseñarme el número de enero de
Popular Electronics
.

En la portada de la revista había una fotografía de una computadora muy pequeña, no mucho mayor que un tostador de pan. Su nombre era un poco más llamativo que el de Traf-0-Data: el Altair 8800 («Altair» era una estrella alrededor de la cual giraba el Planeta Prohibido, y en varios episodios de Star Trek figuran varios planetas que realizan su órbita en torno a Altair). Se vendía por 397 dólares como kit. Cuando se ensambló no tenía ni teclado ni pantalla, solo 16 conmutadores de dirección para enviar órdenes y un número igual de lámparas. Se podía hacer que parpadeasen las lucecitas en el panel frontal, pero eso era casi todo.

Parte del problema de la Altair 8800 consistía en que carecía de software, lo que significaba que no se podía programar, y ello la convertía más en una fantasía que en una herramienta práctica.

Lo que tenía la Altair era ese microprocesador Intel 8080 por cerebro.

Cuando vimos eso. El pánico se apoderó de nosotros. «¡Oh, no! ¡está sucediendo sin nosotros! La gente va a escribir software real para este chip». El futuro nos estaba mirando a la cara desde la portada de una revista.

No iba a esperarnos. La oportunidad de actuar en los primeros estadios de revolución de la computadora personal parecía ser la oportunidad de toda una vida, y la agarramos.

Veinte años más tarde hay mucho paralelismo con nuestra situación entonces, pero también existen grandes diferencias. Una de estas diferencias obvias es que mientras entonces temía que otras empresas nos adelantaran, hoy sé que son miles las empresas que comparten ya nuestra visión de las redes interactivas. Millones de personas, literalmente, esta tratando de tomar ventaja de las oportunidades que ofrece Internet.

Sabía que el legado de la primera revolución es que se venden anualmente todo el mundo 50 millones de PC y que las empresas de la industria informática sufrieron una reconversión total en esa revolución. Muchas pequeñas se dan cuenta de que puede volver a ocurrir ese tipo de cambio.

Por ello, la carrera consiste en entrar pronto en este campo donde las oportunidades parecen ser infinitas, y antes de que los competidores puede ganar ventaja.

Cuando volvemos la vista atrás para contemplar los últimos 20 años, hace evidente que algunas grandes empresas informáticas tenían costumbres tan arraigadas que no se adaptaron al cambio y perdieron. Los errores que cometieron las grandes empresas se derivaron fundamentalmente de incapacidad para moverse rápido y aprovechar una nueva oportunidad.

Cuando IBM fracasó en la estimación del software y DEC fracasó a la hora adoptar la computadora personal dejaron sitio para empresas como Microsoft.

Dentro de 20 años volveremos la vista atrás y contemplaremos las mismas paulas. Sé que cuando escribo esto hay al menos un joven por ahí que creará una gran empresa nueva, convencido de que su perspectiva de la revolución de las comunicaciones es la adecuada. Se fundarán miles de empresas Innovadoras para explotar los cambios venideros.

Uno de los pioneros en tener esa especie de perspectiva es Marc Andreessen, uno de los fundadores de Netscape, una empresa de software constituida en 1994 con el fin de subirse a las primeras corrientes de la Internet, de una manera muy parecida a como se había fundado Microsoft, casi dos décadas antes para aprovechar la ola de la PC. Andreessen quiere hacer de su empresa la próxima Microsoft, pero el clima competitivo es totalmente diferente para Netscape de lo que era para la primitiva Microsoft.

Microsoft fue muy afortunada durante sus primeros años porque las empresas que estaban compitiendo en la industria ignoraban totalmente la computadora personal. No tuvimos que enfrentarnos a esta clase de competencia que tendrá que afrontar Netscape para alcanzar una posición de líder rentable en la carrera. Por otra parte, Nestcape comenzó con la ventaja de una dirección experimentada y un alto precio de las acciones que permitió comprar otras empresas.

En 1975, cuando Paúl y yo decidimos ingenuamente fundar una empresa, estábamos actuando de la misma manera que los personajes en aquellas películas de Judy Garland y Mickey Rooney que comienzan por «montaremos un show en el granero». Pensábamos que no podíamos perder tiempo y nos pusimos manos a la obra. No había tiempo que perder. Nuestro primer proyecto fue crear una versión de BASIC para la pequeña computadora Altair.

Temamos que comprimir una gran cantidad de capacidad informática en la pequeña memoria de la computadora. La Altair tenía unos 4000 caracteres de memoria. Actualmente la mayor parte de las nuevas computadoras personales tienen al menos ocho millones de caracteres de memoria y algunas muchos mas. Nuestra tarea se complicaba más, porque de verdad no teníamos una Altair y nunca habíamos visto una. Eso no importaba en realidad porque en lo que estábamos verdaderamente interesados era en el nuevo chip microprocesador Intel 80SU, y tampoco lo habíamos visto nunca, Paúl, sin inmutarse, estudió un manual de! chip y luego escribió un programa haciendo que una gran computadora de Harvard imitara a la pequeña Altair. Era como disponer de toda una orquesta y utilizarla para tocar un simple dúo, pero funcionó.

La escritura de un buen software requiere mucha concentración y escribir BASIC para la Altair fue extenuante. A veces, cuando estoy pensando, me balanceo hacia adelante y hacia atrás o paseo, porque ello me ayuda a concentrarme en una idea y me evita distracciones. Me balanceé y pasé muchísimo en mi dormitorio durante el invierno de 1975, Paúl y yo no dormimos mucho y perdimos la noción de la noche y el día. Cuando caía dormido, lo hacía generalmente sobre mi mesa o en el suelo. Algunos días no comía ni veía a nadie. Pero a las cinco semanas teníamos escrito nuestro BASIC, y había nacido la primera empresa de software para microcomputadoras. En su día la denominamos Microsoft.

Sabíamos que montar una empresa significaría sacrificio. Pero también nos dábamos cuenta de que teníamos que hacerlo o perderíamos para siempre la oportunidad de hacer algo en software para microcomputadoras.

En la primavera de 1975. Paúl dejó su empleo de programador y yo decidí irme de Harvard.

Hablé de ello con mis padres, que eran bastante listos para los negocios.

Mi padre, que seguía mis pasos desde Seattle, estaba temeroso por mi futuro. Dijo a un antiguo amigo mío del colegio que su único hijo tenía talento pero que podía acabar por no llegar a nada. Mi madre estaba más preocupada aún. Con motivo de la felicitación familiar de Navidad compuso unas rimas en las que manifestaba su visión real de lo que íbamos a hacer mis dos hermanas y yo, en términos joviales. Expresaba en la tarjeta la esperanza de que mi negocio de software no fuera a ser un «pavo" porque sus perspectivas de beneficios parecían ser "oscuras»' . A pesar de estas preocupaciones mis padres se dieron cuenta de hasta qué punió deseaba yo montar una empresa de software y me apoyaron. Todo consistía en tomarme algo de tiempo, empezar con la empresa y luego regresar para terminar mis estudios universitarios. Realmente, yo nunca tomé una decisión consciente de renunciar a la graduación. Técnicamente, me encuentro en realidad en un largo paréntesis.

A mí me había gustado la Universidad tanto por las clases como por los estudiantes. Cuando la Universidad de Harvard nos pidió que describiésemos a nuestro compañero de habitación ideal dije que me gustaría vivir con un estudiante extranjero y con otro que perteneciese a una de las minorías sociales. Esto es probablemente por lo que acabaron compartiendo mi dormitorio un chico de Seattle, un canadiense y un afroamericano de Tennessee. Encontraba la Universidad agradable porque podía sentarme a charlar con muchas personas inteligentes de mi propia edad, pero no estaba seguro de que la ventana de la oportunidad de fundar una empresa de software volviera a abrirse de nuevo, así que lo dejé y me metí en el mundo de los negocios cuando tenía 19 anos.

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