Albert Speer (99 page)

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Authors: Memorias

Tags: #Biografía, Historia

BOOK: Albert Speer
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Véase también la Crónica del 12 de febrero: «Los intentos de Funk, Ley y Milch para inmiscuirse en las actividades del ministro a los pocos días de que este se hiciera cargo del Departamento fueron sofocados enseguida». Se nombra a Ley en estas notas porque, poco después de mi nombramiento, escribió en el órgano del partido (
Angriff
) un artículo desleal que le acarreó una reprimenda de Hitler. Véase el Diario del doctor Goebbels de los días 13 y 25 de febrero de 1942.

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De mi discurso pronunciado el 18 de abril de 1942 ante los consejeros económicos regionales.

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En una carta que me dirigió el 5 de noviembre de 1942, Göring reconocía de manera indirecta mi autoridad: «Ha sido un placer para mí traspasarle a usted estos poderes, derivados de mi pleno poder general, con objeto de que no pueda producirse un conflicto de intereses. De otro modo, habría tenido que rogar al
Führer
que me relevara del cargo de responsable de la ejecución del Plan Cuatrienal».

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Del decreto sobre los «apoderados generales de Armamento».

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Crónica del 2 de marzo de 1942.

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Véase Walther Rathenau:
Die neue Wirtschaft
, 1917. (
Gesammelte Schriften
, volumen 5)

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Existe una extensa literatura sobre la organización del Ministerio de Armamento. Citemos, por ejemplo, el libro de Gregor Janssen,
Das Ministerium Speer
, y el de Rolf Wagenführ,
Die deutsche Industrie im Kriege 1939 bis 1945
. Estos trabajos explican todo lo relativo a la producción de armamento de un modo mucho más detallado de lo que yo lo habría hecho aunque me hubiera concentrado únicamente en ese tema. Según el decreto del 29 de octubre de 1943, relativo a la asignación de funciones, las comisiones y anillos principales eran responsables de los siguientes cometidos: tipificación, unificación de las normas sobre piezas en bruto destinadas a producir varios artículos, procesos de fabricación, ahorro de materias primas (cálculo del peso de las materias primas empleadas), sustitución de materias primas para ahorrar metales escasos, prohibición de fabricación, comparación de rendimientos, intercambio de experiencias, desarrollo de nuevos métodos de trabajo, limitación de los modelos y constitución de los programas de las empresas, concentración de la producción, destitución y ampliación de personal, justificantes de empresas, traslado de la producción, control de acabados, solicitud y amortización de la maquinaria, ahorro de energía y gas, etc.

Los presidentes de las comisiones de desarrollo tenían que decidir si la fabricación de un prototipo requería una inversión razonable en términos militares o de economía armamentista, y si una vez desarrollado sería posible producirlo.

Los directores de las comisiones y anillos principales y de las comisiones de desarrollo estaban a mis órdenes directas.

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Según una carta de mi jefe de personal, Bohr, del 7 de junio de 1944.

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Autoricé a todos los jefes de sección para firmar «en representación» en vez de hacerlo con el habitual «por orden». De acuerdo con las normas de la burocracia, esto suponía otorgarles unos poderes que hasta entonces sólo tenía el subsecretario. Las protestas del ministro del Interior, responsable de la regulación de la técnica administrativa estatal, no llegaron a ninguna parte.

Al director de la Oficina Central, Willy Liebel, lo traje de Nuremberg, donde había ejercido el cargo de alcalde. El jefe de la Oficina Técnica, Karl Saur, procedía de las filas de los funcionarios intermedios del Partido y había desarrollado una actividad secundaria en una empresa industrial. El jefe de la Oficina de Suministros, doctor Walter Schieber, químico de profesión, encarnaba dentro de las SS y el Partido al típico viejo camarada que trabajaba en lo suyo. Mi representante en la Organización Todt, Xaver Dorsch, era nuestro más antiguo miembro del Partido. También el jefe de sección Seebauer, responsable de la producción de bienes de consumo, se había afiliado al Partido mucho antes de 1933.

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Crónica de 1942.

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Extraído del «índice de la producción alemana de armamentos» elaborado en enero de 1945 a partir del coste de los diversos tipos de armamento, sin tener en cuenta el alza de precios para no falsear la validez de las cifras. El hecho de duplicar la producción de municiones, capítulo que representaba el 29% del coste total del armamento de las tres ramas de la Wehrmacht, repercutió fuertemente en el índice global. El siguiente resumen muestra la efectividad de nuestro trabajo en los tres sectores armamentistas principales:

1. Entre 1940 y 1944 se quintuplicó el número de tanques, aunque su capacidad combativa aumentó 7,7 veces, dado que eran cada vez más potentes. Este resultado se consiguió empleando un 270% más de mano de obra y un 212% más de acero. Así pues, la Comisión Central de Tanques consiguió, respecto a 1941, un ahorro del 79% en mano de obra y del 93% en la cantidad de acero empleado.

2. El índice global de municiones para el Ejército de Tierra, la Aviación y la Marina, que fue del 102 en 1941, se triplicó en 1944, aumentando hasta el 306. Para lograrlo se empleó un 67% más de mano de obra y un 182% más de acero. Así pues, incluso en este sector, a pesar de que la producción ya estaba mecanizada antes de iniciarse nuestra actividad, se logró reducir la mano de obra un 59% y sólo un 9,4% el acero.

3. De 1941 a 1944, el índice de cañones aumentó 3,3 veces, lo que requirió únicamente un 30% más de mano de obra, un 50% más de acero y un 38% más de cobre. (Los datos relativos a mano de obra, cobre y acero de estos tres ejemplos proceden del discurso que pronuncié en el Wartburg el 16 de julio de 1944.)

La agricultura y la economía forestal se organizaron a partir de unos principios de autorregulación similares y consiguieron un crecimiento similar.

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Del discurso del 18 de abril de 1942. Partiendo del principio de la confianza, «por imposible que les parezca a los burócratas de la administración, se puede llegar a derribar un sistema que, si perdura, será un obstáculo cada día mayor para toda la economía de guerra». No cabe duda de que exageraba cuando dos años más tarde, el 24 de agosto de 1944, afirmé ante los que colaboraban con nuestra organización de armamentos que «la confianza que depositábamos en los técnicos y jefes de empresa constituía un caso único en el mundo».

Dos semanas antes, el 10 de agosto de 1944, constaté, en presencia de las mismas personas: «Hemos construido nuestro aparato administrativo de tal forma que hasta ahora cada uno de nosotros, hasta el último de los obreros, ha sido tratado con la mayor desconfianza; se consideraba que todo el mundo estaba dispuesto a defraudar al Estado en cualquier momento, y para evitarlo se establecieron todo tipo de filtros, para que, por ejemplo, el director de una empresa que hubiera logrado rehuir uno de los filtros —como la comprobación de precios— fuera atrapado por los beneficios. Y después vienen los impuestos, con lo que al final igualmente no queda casi nada. De lo que se trata es de modificar la postura del Estado frente al pueblo alemán y de sustituir el recelo por la confianza. Esta medida permitiría a la Administración prescindir de unas 600.000 u 800.000 personas». Naturalmente, me proponía emplearlas en las fábricas de armamentos.

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Véase la carta que dirigí a Hitler el 20 de septiembre de 1944, citada en el capítulo XXVII.

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Del discurso pronunciado el 1 de agosto de 1944 ante mis colaboradores de la industria del armamento.

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Citado en la Crónica del 19 de febrero de 1943.

{122}
Véase la carta del 20 de septiembre de 1944.

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Disposición del
Führer
para la protección de la economía armamentista del 21 de marzo de 1942.

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El 26 de mayo de 1944, tras una discusión con el general de división de las SS Kammler, que había hecho detener a un director de la BMW por sabotaje, me reuní con los jefes de sección y dicté unas «Directrices de procedimiento en caso de faltas cometidas en la economía de armamento». El ministro desea «que un grupo de industriales adopte una postura respecto a las faltas antes de que los tribunales o las SS se ocupen de ellas. El ministro no tolerará detención ni condena alguna sin haber sido escuchado previamente». (Crónica)

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Respecto al tema de este capítulo, véase el discurso pronunciado en Essen ante los industriales el 6 de junio de 1944.

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Nueve meses antes había intentado en vano parar el alud de cartas poniéndoles un sello con mi firma y las siguientes palabras: «Devolver al remitente. Sin importancia bélica». (Crónica del 11 de febrero de 1943)

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La fabricación de antitanques y antiaéreos en 1941 se ha contado con los cañones. Ese año se produjo la mitad de ametralladoras y aviones que en 1918. Sin embargo, la fabricación de pólvora y explosivos llegó a multiplicarse por 2,5 debido a las exigencias cada vez mayores de bombas y minas marinas y terrestres. Naturalmente, estas cifras son sólo relativas tanto en lo que se refiere a las armas como a los aviones, pues los requisitos técnicos exigidos a los equipos de armamento habían aumentado mucho desde 1918. (Los datos correspondientes a este último año han sido tomados del libro de Rolf Wagenführ.)

Durante mucho tiempo la producción de municiones fue más baja que en la Primera Guerra Mundial. En mi discurso del 11 de agosto de 1944 establecí una comparación inequívoca: «En muchos sectores, y de forma especial en el de la fabricación de municiones, las cifras alcanzadas en la Primera Guerra Mundial fueron más altas que las actuales aproximadamente hasta 1943; sólo en estos últimos meses se ha conseguido superar la producción máxima de municiones de las guerras mundiales, contando tanto la participación de Alemania como la del Protectorado y Austria».

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Las dificultades que la burocracia, autárquica y altamente desarrollada, introducía en nuestra economía de guerra pueden ilustrarse con el curioso ejemplo que sigue, que relaté detalladamente en mi discurso del 28 de abril de 1942:

«El 11 de febrero de 1942, una fábrica de armamento de Oldenburg pidió un kilo de alcohol a una empresa de Leipzig, que le exigió un formulario de compra del Departamento de Monopolios del Reich. La fábrica de Oldenburg se dirigió a este departamento, que la remitió a la Sección Económica competente para que le extendiera un documento que certificara la urgencia del pedido. Esta encargó el asunto a su delegación de Hannover, que exigió y obtuvo una declaración jurada de que el alcohol se emplearía sólo para fines técnicos. El 19 de marzo, es decir, más de cinco semanas después, la oficina de Hannover comunicó que la solicitud había sido devuelta a la Sección Económica de Berlín; el 26 de marzo, la fábrica recibió un escrito de la Sección Económica en el que se le indicaba que el pedido había sido aprobado y remitido al Departamento de Monopolios del Reich, aunque al mismo tiempo se le comunicaba que carecía de objeto dirigirse a aquella sección para tales asuntos, ya que no tenía asignado ningún cupo de alcohol, por lo que en el futuro debería dirigir sus peticiones al Departamento de Monopolios… Que era precisamente lo que la empresa había hecho al principio. El 30 de marzo se cursó una nueva solicitud al Departamento de Monopolios del Reich, que doce días más tarde respondió diciendo que en primer lugar debía ser informado de la cantidad de alcohol que se consumía al mes, pero que, a pesar de ello, concedía generosamente a la fábrica de Oldenburg el kilo de alcohol en cuestión. A las ocho semanas de haber empezado a pedir el alcohol, un empleado fue a recogerlo a la empresa de distribución pertinente, donde le dijeron que tenía que presentar un certificado de la Unidad de Alimentación del Reich, un organismo agrícola cuya delegación local manifestó con firmeza que sólo podía autorizar la distribución de alcohol para beber, no para usos técnicos o industriales. El 18 de abril la fábrica aún no tenía el kilo de alcohol que había solicitado el 11 de febrero, a pesar de que lo necesitaba urgentemente».

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Casi tres años más tarde, en mi informe final del 27 de enero de 1945, constaté que «con una concentración similar de todas las energías y eliminando todos los obstáculos sin contemplaciones, la producción de armamentos de 1944 se habría podido alcanzar ya en 1940 y 1941».

{130}
«The Speer Plan in action»,
Times
del 7 de septiembre de 1942. Pero no sólo el
Times
se mostraba ocasionalmente bien informado sobre asuntos internos de mi Ministerio. Leí también noticias relacionadas con procesos de fabricación de mi Ministerio que incluso a mí me resultaron reveladoras en otro periódico inglés.

{131}
Del discurso del 18 de abril de 1942.

{132}
Protocolo del
Führer
del 5-6 de marzo de 1942, apartado 17.3: «El
Führer
ha ordenado la paralización del Obersalzberg. Dirigir carta en este sentido al jefe nacional Bormann». Pero dos años y medio después —el 8 de septiembre de 1944—, las obras seguían en marcha. Sobre este particular, Bormann escribió a su esposa: «El señor Speer, quien, como constato una y otra vez, no me puede ver, exigió sin más a los señores Hagen y Schenk que lo informaran del estado de las obras del Obersalzberg. ¡Un procedimiento inaudito! ¡En lugar de seguir la vía oficial dirigiéndose a mí, el gran dios de las construcciones ordena sin ambages a mi gente que lo informe! Y como dependemos de él para obtener materiales y mano de obra, encima tengo que poner buena cara».
(Bormann Letters
, pág. 103)

{133}
En la carta que mi «delegado general de transformación de explotaciones» escribió a Bormann el 20 de marzo de 1944 se dice: «De acuerdo con su carta del 1 de marzo de 1944, he adoptado ya las medidas necesarias para que no se paralicen las valiosas fábricas de gobelinos ni otros centros de producción de objetos artísticos similares». El 23 de junio de 1944, Bormann escribió: «Querido señor Speer: El Grupo Nacional de Artesanía ha notificado a la empresa Pfefferle, a la que usted ya conoce, la prohibición de continuar fabricando marcos para cuadros, listones para esos marcos y objetos similares a pesar del certificado extendido por la Haus der Deutsche Kunst. Según le comunico por orden del
Führer
, es deseo de este que la empresa Pfefferle no tropiece en el futuro con más dificultades para realizar sus trabajos, que consisten principalmente en encargos del
Führer
. Le quedaría muy agradecido si tomara usted, a través de su Departamento de Producción, las medidas oportunas.
Heil Hitler!
Suyo, Bormann».

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