3001. Odisea final (6 page)

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Authors: Arthur C. Clarke

Tags: #ciencia ficción

BOOK: 3001. Odisea final
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En uno de los monitores estaba ingresando un mensaje, y Floyd respondió con pereza:

—Está bien, Hal. ¿Quién está llamando?

NO HAY IDENTIFICACIÓN.

Floyd parecía estar ligeramente molesto.

—Muy bien. Por favor, dame el mensaje. ES PELIGROSO QUE PERMANEZCAN AQUÍ. DEBEN PARTIR DENTRO DE QUINCE DÍAS.

—Eso es absolutamente imposible. Nuestra ventana de lanzamiento no se abre sino hasta dentro de veintiséis días, contando desde hoy. No tenemos suficiente propulsor como para partir antes.

ESTOY AL TANTO DE ESTOS HECHOS. NO OBSTANTE, DEBEN PARTIR DENTRO DE QUINCE DÍAS.

—No puedo tomar esta advertencia en serio a menos que conozca su origen... ¿Quién me está hablando?

YO FUI DAVID BOWMAN. ES IMPORTANTE QUE ME CREA. MIRE DETRÁS DE USTED.

Lentamente, Heywood Floyd giró en su sillón rotatorio, alejándose de los bancos de paneles y conmutadores de la pantalla de la computadora, dirigiéndose hacia la pasarela cubierta de velero.

—Mire esto con cuidado —indicó Kim.

"Como si necesitara que me lo digan", pensó Poole.

El ambiente con gravedad cero de la cubierta de observación de la
Discovery
estaba mucho más polvoriento que como lo recordaba. Conjeturó que todavía no se había puesto en línea la planta para filtración de aire. Los rayos paralelos del distante, pero aun así refulgente Sol, entrando a raudales por las grandes ventanas, iluminaban innumerables motas danzantes, constituyendo una exhibición clásica de movimiento browniano.

Y ahora, a esas partículas de polvo les estaba ocurriendo algo extraño: alguna fuerza parecía estar comandándolas, alejándolas de un punto central pero, a la vez, haciendo que otras se dirigieran a él, hasta que todas se reunieron en la superficie de una esfera hueca. Esa esfera, de cerca de un metro de diámetro, flotó un momento en el aire, como una gigantesca pompa de jabón. Después se alargó, formando un elipsoide cuya superficie empezó a arrugarse, formando pliegues y depresiones. Poole realmente no se sorprendió cuando empezó a adoptar la forma de un hombre.

Había visto esas figuras, hechas en vidrio soplado, en museos y exhibiciones de ciencia. Pero este polvoroso fantasma ni siquiera se acercaba a la precisión anatómica: era como una tosca estatuita de arcilla, o una de las primitivas obras de arte encontradas en las hendeduras de las cavernas de la Edad de Piedra. Sólo la cabeza estaba modelada con cuidado, y la cara, más allá de toda sombra de duda, era la del capitán de fragata David Bowman.

HOLA, DOCTOR FLOYD. AHORA ME CREE USTED.

Los labios de la figura nunca se movieron: Poole se dio cuenta de que la voz —sí, en verdad era la voz de Bowman— provenía de la rejilla del altavoz.

ESTO ES MUY DIFÍCIL PARA MÍ, Y TENGO POCO TIEMPO. SE ME PERMITIÓ DAR ESTA ADVERTENCIA: SOLAMENTE TIENEN QUINCE DÍAS.

—¿Por qué... y qué es usted?

Pero la figura fantasmal ya se estaba desvaneciendo, su granosa envoltura empezando a disolverse y convertirse de nuevo en sus partículas constituyentes de polvo.

ADIÓS, DOCTOR FLOYD. NO PODEMOS TENER MÁS CONTACTO, PERO PUEDE HABER UN SOLO MENSAJE MÁS, SI TODO SALE BIEN.

Mientras la imagen se disolvía, Poole no pudo evitar sonreír ante aquella antigua frase hecha de la Era Espacial, "Si todo sale bien"... ¡cuántas veces la había oído salmodiada antes de una misión!

El fantasma desapareció; sólo quedaron las motas de polvo, que retomaban sus patrones aleatorios de desplazamiento en el aire. Con un esfuerzo de voluntad, Poole regresó al presente.

—Bien, capitán, ¿qué piensa de eso? —preguntó Kim.

Poole todavía estaba conmovido, y pasaron varios segundos antes de que pudiera contestar.

—La cara y la voz eran las de Bowman: eso lo juraría... pero, ¿qué era?

—Todavía estamos debatiendo sobre eso. Llámelo holograma, proyección... por supuesto, hay muchísimas maneras en que se lo podría fraguar si alguien quisiera hacerlo, ¡pero no en esas circunstancias! Y además, por supuesto, está lo que ocurrió después.

—¿Lucifer?

—Sí. Gracias a esa advertencia, tuvieron tiempo apenas suficiente para alejarse antes que Júpiter detonara.

—Así que sea lo que fuera que hubiese sido, la cosa-Bowman era amistosa y trató de ayudar.

—Presuntivamente. Y esa no fue la última vez que apareció. Puede haber sido responsable de ese "un solo mensaje más", que nos advertía que no intentáramos efectuar descensos en Europa.

—¿Y nunca los hemos intentado?

—Solamente una vez, por accidente, cuando secuestraron la
Galaxy y
se la forzó a descender ahí, treinta y seis años después, y su nave gemela, la
Universe
, tuvo que ir al rescate. Todo está aquí... junto con lo poco que nuestros monitores robot nos dijeron sobre los europanos.

—Estoy ansioso por verlos.

—Son anfibios, y vienen en todas las formas y tamaños. No bien Lucifer empezó a fundir el hielo que cubría todo su mundo, empezaron a surgir del mar. Desde ese entonces se desarrollaron a una velocidad que parece imposible desde el punto de vista biológico.

—Por lo que recuerdo sobre Europa, ¿no había muchas grietas en el hielo? A lo mejor ya habían empezado a reptar a través de ellas y a echar un vistazo en derredor.

—Ésa es una teoría de amplia aceptación. Pero existe otra, mucho más especulativa. El Monolito puede tener que ver, de una manera que todavía no entendemos. Lo que desencadenó esta línea de pensamiento fue el descubrimiento de AMT—0 aquí mismo, en la Tierra, casi quinientos años después de su época. Supongo que ya le hablé sobre eso.

—Nada más que vagamente: ¡hubo tantas cosas en las que ponerse al día! Sí pensé que el nombre era ridículo, ya que no se trataba de una anomalía magnética, ¡y estaba en África, no en Tycho!

—Usted tiene toda la razón, claro, pero el nombre ya quedó. Y cuanto más aprendemos sobre los Monolitos, más profundo se hace el enigma, en especial cuando son la única prueba real de la existencia de tecnología avanzada más allá de la Tierra.

—Eso es lo que me sorprendió: habría pensado que, para estos momentos, habríamos recibido señales de radio provenientes de alguna parte. Los astrónomos empezaron a buscarlas cuando yo era niño.

—Pues bien, hay un solo indicio... y es tan aterrador que no nos gusta mencionarlo. ¿Oyó hablar de la Nova Escorpio?

—No me parece.

—Las estrellas se vuelven nova todo el tiempo, claro, y ésta no era que impresionara particularmente pero, antes que estallara, se sabía que N Escorp tenía varios planetas.

—¿Habitados?

—No existe modo alguno de saberlo; las búsquedas radiales no habían captado señales. Y he aquí la pesadilla...

—Por suerte, la patrulla automática de Novas captó el evento en el comienzo mismo... y no empezó en la estrella: uno de los planetas detonó primero, y después hizo que lo hiciera su sol.

—Mi Di... lo siento. Prosiga.

—Ya ve la cuestión: es imposible que un planeta se convierta en nova... a menos que ocurra una sola cosa.

—Una vez leí un chiste morboso en una novela de ciencia ficción: "Las supernovas son accidentes industriales".

—No fue una supernova... pero puede que ése no sea un chiste. La teoría de más amplia aceptación es que alguien más estuvo utilizando energía del vacío... y perdió el control.

—O pudo haber sido una guerra.

—Eso también es malo, y probablemente nunca lo sabremos. Pero como nuestra propia civilización depende de la misma fuente de energía, usted podrá comprender por qué N Escorp a veces nos causa pesadillas.

—¡Y nosotros sólo teníamos que preocuparnos por reactores nucleares que se fundían!

—Ya no más, a Deus gracias. Pero en realidad quería decirle más sobre el descubrimiento de AMT—0, debido a que señaló un punto de coyuntura en la historia humana.

"Haber encontrado la AMT—1 en la Luna ya fue una conmoción suficientemente grande, pero quinientos años después se produjo una peor, y tuvo lugar mucho más cerca de casa... en todos los sentidos de la palabra: allá abajo, en África.

8. Regreso a Olduvai

Los Leakey, se decía a menudo el doctor Stephen Del Marco, nunca habrían reconocido este sitio, aun cuando se encuentra a escasos doce kilómetros de donde Louís y Mary, cinco siglos atrás, exhumaron a nuestros primeros ancestros. El calentamiento del planeta y la Edad Pequeña del Hielo (truncada por milagros de tecnología heroica) habían transformado el paisaje y alterado por completo su flora y su fauna. Los robles y pinos todavía estaban luchando para ver cuál sobreviviría a los cambios de la suerte climática.

Y resultaba difícil creer que, para el año 2153, en Olduvai no quedaba algo que no hubiera sido desenterrado por entusiastas antropólogos. Sin embargo, recientes inundaciones repentinas (que se suponía que no iban a ocurrir más) volvieron a esculpir la región, cercenando varios metros de la capa superior del suelo. Del Marco había aprovechado la oportunidad y ahí, en el límite del barrido electrónico profundo, se encontraba algo que no podía creer del todo.

Le había tomado más de un año de excavación lenta y cuidadosa llegar a la imagen fantasmal y enterarse de que la realidad era más extraña que cualquier cosa que se hubiese atrevido a imaginar. Máquinas excavadoras robot habían quitado con rapidez los primeros metros; después se hicieron cargo las tradicionales cuadrillas esclavizadas de estudiantes graduados. Las había ayudado —o estorbado— un equipo de cuatro kongs, a los que Del Marco consideraba más un problema que un apoyo. Sin embargo, los estudiantes adoraban los gorilas genéticamente perfeccionados, a los que trataban como niños retrasados pero muy queridos. Se rumoreaba que las relaciones no siempre eran por completo platónicas.

Para los últimos metros, sin embargo, todo fue el trabajo de manos humanas que, por lo común, blandían cepillos de dientes... y de cerda suave, además. Y ahora había terminado: ni Howard Cárter, al ver el primer destello de oro en la tumba de Tutankamon, había descubierto un tesoro como ése. A partir de ese instante, Del Marco supo que las creencias y filosofías humanas serían irrevocablemente modificadas.

El Monolito parecía ser el gemelo exacto del descubierto en la Luna cinco siglos antes; hasta la excavación que lo rodeaba era de tamaño casi idéntico. Y, al igual que la AMT—1, no reflejaba la luz en absoluto, absorbiendo el ardiente fulgor del sol africano y el pálido destello de Lucifer con la misma indiferencia.

Mientras conducía a sus colegas los directores de la media docena de museos más famosos del mundo, tres eminentes antropólogos, los directores de dos imperios de la prensa hacia el foso, Del Marco se preguntaba si alguna vez tan distinguido grupo de hombres y mujeres había estado tan silencioso, y durante tanto tiempo. Pero era el efecto que ese rectángulo negro como el ébano tenía sobre todos los visitantes cuando éstos se daban cuenta de las consecuencias de los miles de artefactos que lo rodeaban.

Porque allí había una colección de tesoros para los arqueólogos: herramientas de pedernal toscamente labradas; incontables huesos, algunos de animales, otros de seres humanos, y casi todo estaba dispuesto según cuidadosos patrones. Durante siglos... no, milenios... esas lastimosas ofrendas eran traídas por criaturas que no tenían más que los primeros destellos de inteligencia, y lo habían hecho como tributo a una maravilla que estaba más allá de su comprensión.

"Y más allá de la nuestra", pensaba Del Marco a menudo. No obstante, de dos cosas estaba seguro, aun cuando dudaba de que alguna vez se obtuvieran las pruebas.

Que eso se hallaba ahí donde, en tiempo y espacio, la especie humana realmente había comenzado.

Y que ese Monolito fue el primero de todos sus multitudinarios dioses.

9. Tierra celestial

—Anoche había ratones en mi dormitorio —se quejó Poole, hablando en serio sólo a medias—. ¿Hay posibilidades de que me consigas un gato?

La doctora Wallace parecía perpleja, hasta que empezó a reír:

—Debes de haber oído uno de los microts de limpieza. Haré que revisen la programación para que no te molesten. Trata de no pisarlo si lo encuentras trabajando: si lo haces, llamará pidiendo ayuda, y todos los amigos acudirán a recoger los pedazos.

Tanto que aprender... ¡y tan poco tiempo! No, eso no era verdad, se recordó Poole a sí mismo. Muy bien podría tener un siglo por delante, gracias a la ciencia médica actual. La idea ya estaba empezando a llenarlo de aprensión antes que de placer.

Por lo menos, ahora podía seguir la mayoría de las conversaciones con facilidad, y había aprendido a pronunciar palabras, por lo que Indra no era la única persona que lo podía entender. Estaba muy contento de que el inglés ahora fuese el idioma mundial, aunque el francés, el ruso y el mandarín todavía florecían.

—Tengo otro problema, Indra, y creo que tú eres la única persona que me puede ayudar: ¿cuando digo "Dios", ¿por qué la gente parece avergonzarse?

Indra no pareció avergonzarse en absoluto; de hecho, lanzó una carcajada.

—Es una historia muy complicada. Ojalá mi viejo amigo, el doctor Khan, estuviera aquí para explicártela... pero está en Ganimedes, curando a cualquier Verdadero Creyente que pudiese encontrar allá. Cuando todas las antiguas religiones cayeron en el descrédito, hazme recordar que alguna vez te hable del papa Pío XX: ¡uno de los hombres más grandes de la historia, seguíamos necesitando una palabra para designar la Causa Primigenia o al Creador del Universo... si es que lo hay.

"Hubo muchas sugerencias, Deo, Teo, Jove, Brahma. A todos se los intentó, y algunos todavía permanecen, en especial el favorito de Einstein, "El Viejo". Pero Deus parece estar de moda hoy en día.

—Trataré de recordarlo, pero me sigue pareciendo una tontería.

—Te acostumbrarás. Te enseñaré algunos otros expletivos corteses para que los utilices cuando quieras expresar tus sentimientos.

—Dijiste que todas las antiguas religiones cayeron en el descrédito: entonces, ¿en qué cree la gente actualmente?

—En lo menos posible. Todos somos deístas o teístas.

—Hiciste que me perdiera. Definiciones, por favor.

—Eran algo diferentes en tu época, pero aquí tienes las últimas versiones: los teístas creen que no hay más que un Dios; los deístas, que existe no menos que un Dios.

—Temo que la distinción es demasiado sutil para mí.

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