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Authors: Arthur C. Clarke

Tags: #Ciencia Ficción

2010. Odisea dos (32 page)

BOOK: 2010. Odisea dos
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Hasta entonces, nadie había dicho una palabra desde el primer anuncio de Sasha. Algunos peligros son tan espectaculares y tan alejados de la experiencia cotidiana que la mente se niega a aceptarlos como reales, y contempla cómo se acerca la destrucción sin ningún tipo de aprensión. El hombre que ve cómo se abalanza la ola gigante, cómo desciende la avalancha, cómo se acerca el embudo enloquecido del tornado, y no hace ningún intento de huir, no está necesariamente paralizado por el miedo o resignado a su destino inevitable. Simplemente, no es capaz de creer que el mensaje que sus ojos le comunican tenga que ver con él. Todo eso le está sucediendo a algún otro.

Como habría podido esperarse, Tanya fue la primera en romper el hechizo, con una serie de órdenes que hicieron que Vasili y Floyd se precipitaran al puente.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó, cuando estuvieron reunidos.

"Ciertamente no podemos escaparnos", pensó Floyd. "Pero tal vez podamos mejorar nuestras posibilidades... "

—La nave está de costado —dijo —. ¿No deberíamos girarla, para presentar un menor blanco? ¿Y poner tanta masa como podamos ante esa cosa y nosotros para que actúe como escudo contra la radiación?

Los dedos de Vasili ya accionaban los controles.

—Tienes razón, Woody; aunque es demasiado tarde en lo que respecta a los rayos x y gamma. Pero puede haber neutrones y alphas, y el cielo sabe qué más, que sean más lentos y aún estén en camino.

Las figuras de luz de las paredes comenzaron a deslizarse hacia abajo cuando la nave giró considerablemente sobre su eje. Finalmente desaparecieron por completo; Leonov estaba orientada ahora de tal manera que virtualmente toda su masa se interponía entre la frágil carga humana y la marca radiactiva que se aproximaba.

"¿Sentiremos realmente la onda de choque", se preguntaba Floyd, "o los gases en expansión serán demasiado tenues para producir algún efecto físico cuando nos alcancen?" Visto desde las cámaras externas, el anillo de fuego rodeaba ahora todo el cielo. Pero se debilitaba rápidamente; detrás de él se podía ver brillar a algunas de las estrellas más potentes. "Saldremos de esto", pensó Floyd. "Hemos sido testigos de la destrucción del más grande de los planetas... y hemos sobrevivido".

En ese momento, las cámaras sólo mostraban estrellas; aunque había una que brillaba un millón de veces más que las otras. La burbuja de fuego soplada por Júpiter había pasado por encima de ellos sin causar daño alguno; aunque había sido muy impresionante. A su distancia del origen, sólo los instrumentos de la nave habían registrado su paso.

Lentamente, la tensión se fue aflojando. Como siempre sucede en estas circunstancias, la gente comenzó a reirse y a hacer bromas tontas. Floyd apenas escuchaba; a pesar de su alivio por seguir vivo, tenía una sensación de tristeza.

Había sido destruido algo grande y maravilloso. Júpiter, con toda su belleza y grandiosidad, y sus secretos que ya nunca serían resueltos, había dejado de existir. El padre de los dioses había sido derrotado en su amanecer.

Pero también había otra forma de mirar la situación.

Habían perdido a Júpiter. ¿Qué habían obtenido en su lugar?

Tanya, con perfecto sentido de la oportunidad, llamó la atención.

—Vasili, ¿algún daño?

—Nada serio; se quemó una cámara. Todas las radiaciones están bastante más allá de lo normal, pero ninguna cercana a límites peligrosos.

—Katerina: verifica la dosis total que hemos recibido. Parece que hemos sido afortunados; a menos que haya más sorpresas. Por supuesto, debemos un voto de agradecimiento a Bowman... y tú, Heywood, ¿tienes alguna idea de lo que ha sucedido?

—Sólo que Júpiter se ha convertido en un sol.

—Siempre pensé que era demasiado pequeño para ello. ¿No lo llamó alguien alguna vez "el sol que fracasó"?

—Es verdad —dijo Vasili —. Júpiter es demasiado pequeño para que se inicie una fusión... sin ayuda.

—¿Quieres decir que acabamos de presenciar un ejemplo de ingeniería astronómico?

—Sin duda alguna. Ahora ya sabemos cuál era el propósito de Zagadka.

—¿Cómo hicieron el truco? Si te asignaran a ti el contrato, ¿cómo harías la ignición de Júpiter?

Vasili pensó durante un minuto, luego se encogió de hombros.

—Yo soy apenas un astrónomo teórico; no tengo mucha experiencia en este tipo de negocios. Pero veamos... Bien, si no se me permite agregar unas diez masas de Júpiter, o cambiar la constante gravitacional, supongo que tendría que hacer más denso al planeta; hum, es una buena idea...

Su voz se perdió en el silencio; todos esperaban con paciencia, y de tanto en tanto sus ojos se dirigían a las pantallas. Después de su explosivo nacimiento, la estrella que había sido Júpiter parecía haberse calmado; ahora era un resplandeciente puntito de luz, casi igual al auténtico Sol en su brillo aparente.

—Sólo estoy pensando en voz alta; pero podría ser algo así: Júpiter está —estaba —formado por hidrógeno, casi en su totalidad. Si un gran porcentaje pudiera ser convertido en un material más denso, ¿quién sabe?... incluso materia neutrónica, precipitaría hasta el núcleo. Tal vez fuera eso lo que los billones de Zagadkas estuvieron haciendo con el gas que sorbían. Núcleo-síntesis: elaborar elementos de mayor peso atómico partiendo de hidrógeno puro. ¡Ése sería un truco que valdría la pena conocer! Se acabaría la escasez de cualquier material... ¡el oro sería tan barato como el aluminio!

—¿Pero cómo explica eso lo sucedido? —preguntó Tanya.

—Cuando el núcleo fue lo suficientemente denso, Júpiter se desintegró... probablemente, en cuestión de segundos. La temperatura subió lo bastante como para que comenzara la fusión. Oh, sí... me imagino una docena de objeciones: ¿Cómo pudieron pasar del mínimo del hierro? ¿Qué hay de la transferencia radiactiva; del límite de Chandrasekhar? No importa. Esta teoría sirve para empezar; analizaré los detalles más tarde. O tal vez, construya otra teoría mejor.

—Estoy seguro de ello, Vasili —admitió Floyd —. Pero hay una pregunta más importante. ¿Por qué lo hicieron?

—¿Una advertencia? —arriesgó Katerina por el intercomunicador.

—¿Contra qué?

—Lo sabremos más adelante.

—No creo —dijo Zenia tímidamente —que haya sido un accidente.

Esto llevó a la discusión a un punto muerto durante varios segundos.

—¡Qué idea aterradora! —dijo Floyd. Pero la podemos descartar. Si ése fuera el caso, no habrían avisado.

—Tal vez. Si inicias un incendio en el bosque por haber sido descuidado, al menos intentas advertir a todo el mundo.

—Y hay otra cosa que probablemente no sabremos nunca —se lamentó Vasili —. Siempre pensé que Carl Sagan tendría razón, y habría vida en Júpiter.

—Nuestras sondas nunca detectaron ningún tipo de vida.

—¿Cómo podrían haberlo hecho? ¿Encontrarías tú vida en la Tierra, si revisaras unas pocas hectáreas del Sahara o del Antártico? Algo así es lo que hemos hecho en Júpiter.

—¡Hey! —dijo Brailovsky —. ¿Qué hay de Discovery... y de Hal?

Sasha encendió el receptor de largo alcance y comenzó a buscar la frecuencia del radiofaro. No había traza de la señal. Después de un rato, anunció al expectante y silencioso grupo:

—Discovery se ha ido.

Nadie miró a Chandra; pero hubo unas pocas palabras apagadas de amabilidad, como si fuera el pésame a un padre que había perdido a su hijo.

Pero Hal aún tenía una última sorpresa para ellos.

53. MUNDOS DE REGALO

El radio-mensaje enviado a Tierra, momentos antes de que la explosión de radiación engullera a la nave, era un texto completo, repetido una y otra vez:

TODOS ESTOS MUNDOS SON SUYOS EXCEPTO EUROPA.

NO INTENTEN ATERRIZAJES ALLÍ.

Hubo noventa y tres repeticiones; luego las letras se volvieron confusas, y la transmisión cesó abruptamente entre EXCEPTO y EUROPA.

—Estoy empezando a entender —dijo Floyd, cuando el mensaje fue retransmitido por un Control de Misión aterrorizado y ansioso —. Es un regalo de despedida: un nuevo sol, y los planetas que lo rodean.

—¿Pero por qué sólo tres? —preguntó Tanya.

—No seamos insaciables —replicó Floyd —. Se me ocurre una muy buena razón. Sabemos que hay vida en Europa. Bowman, o sus amigos, quienesquiera que sean, desean que la dejemos sola.

—Hay algo más para reforzar tu idea —dijo Vasili —. He estado haciendo algunos cálculos. Suponiendo que Sol 2 se haya asentado y continúe irradiando a su nivel actual, Europa deberá poseer un agradable clima tropical... cuando el hielo se derrita. Lo que por otra parte ya está sucediendo.

—¿Qué hay de las otras lunas?

—Ganimedes será bastante grato; su lado nocturno será templado. Calisto será muy frío; aunque si se produce mucha evaporación, la nueva atmósfera podría hacerla habitable. Pero lo será aun peor de lo que es ahora, creo.

—No es una gran pérdida. Ya era el infierno antes de que esto sucediera.

—No tachen a Ío —dijo Curnow —. Conozco un montón de petroleros de Texarab, que querrían tomar una tajada. Debe haber algo de valor, aun en un sitio tan desagradable como ése. Y, a propósito, se me ha ocurrido una idea perturbadora.

—Cualquier idea que te perturbe a ti tiene que ser seria —dijo Vasili —. ¿De qué se trata?

—¿Por qué Hal envió el mensaje a Tierra y no a nosotros? Estábamos mucho más cerca.

Hubo un silencio bastante largo; luego Floyd dijo, pensativo:

—Ya entiendo lo que quieres decir. Tal vez quisiera asegurarse de que sería recibido en Tierra.

—Pero sabía que lo retransmitiríamos... ¡oh! —los ojos de Tanya se agrandaron, como si se hubieran dado cuenta de algo desagradable.

—Me han perdido —se quejó Vasili.

—Creo que Walter apunta a eso —dijo Floyd —. Está muy bien sentirse agradecidos con Bowman, o quien sea que haya dado ese aviso. Pero eso es todo lo que hicieron. Aun podríamos haber resultado muertos.

—Pero no lo fuimos —contestó Tanya —. Nos salvamos... por nuestro propio esfuerzo. Y tal vez ésa fuera la idea completa. Si no nos hubiéramos salvado... no lo habríamos merecido. Ya saben, supervivencia del más apto. Selección darwiniana. Eliminar los genes de la estupidez.

—Tengo la desagradable sensación de que tienes razón —dijo Curnow —. Y si nos hubiésemos aferrado a nuestra fecha de lanzamiento y no hubiésemos usado a Discovery como plataforma, ¿habrían hecho él o ellos, algo para salvarnos? No habría demandado demasiado esfuerzo para una inteligencia que pudo hacer explotar a Júpiter. —Hubo un silencio incómodo, roto al fin por Heywood Floyd.

—Dentro de todo —dijo —estoy muy contento de que sea una pregunta que quedará sin respuesta.

54. ENTRE DOS SOLES

"Los rusos", pensaba Floyd, "extrañarán las canciones y bromas de Walter en el viaje a casa". Después de la excitación de los últimos días, la larga caída hacia el Sol —y hacia Tierra— sería un monótono anticlímax. Pero eso era lo que todos esperaban con devoción: un viaje monótono y sin incidentes.

Ya comenzaba a sentir sueño, pero seguía siendo consciente del ambiente que lo rodeaba y capaz de reaccionar ante él. "¿Me veré como... muerto cuando esté en hibernación?", se preguntaba. Siempre resultaba desconcertante ver a otra persona —especialmente alguien muy familiar— cuando había ingresado al largo sueño. Tal vez fuera un recuerdo demasiado punzante de la propia mortalidad.

Curnow estaba totalmente listo, pero Chandra seguía despierto, aunque ya había quedado groggy por la última inyección. Obviamente, ya no era él mismo, porque no parecía perturbado por su propia desnudez o por la presencia observadora de Katerina. El dorado lingam que constituía su único ropaje trataba de escaparse de él flotando, hasta que su cadenilla lo volvía a capturar.

—¿Va todo bien, Katerina? —preguntó Floyd.

—Perfectamente. Pero ¡cómo los envidio! En veinte minutos más habrán llegado a casa.

—Si te sirve de consuelo, ¿cómo puedes estar segura de que no tendremos sueños horribles?

—Nadie ha informado de ninguno.

—¡Ah!... pueden olvidarlos cuando se despiertan.

Katerina, como de costumbre, lo tomó en serio.

—Imposible. Si hubiese habido sueños en hibernación, las líneas del electroencefalograma los habrían registrado. Bueno, Chandra, cierre los ojos. Ah, ahí está. Ahora es tu turno, Heywood. La nave parecerá muy extraña sin ti.

—Gracias, Katerina.... te deseo un feliz viaje.

Adormecido como estaba, Floyd notó que la cirujano comandante Rudenko parecía un tanto indecisa, y hasta ¿podía ser?, tímida. Se veía como si quisiera decirle algo, pero no pudiera decidirse.

—¿Qué es, Katerina? —dijo somnoliento.

—Aún no se lo he dicho a nadie; pero seguramente que tú no irás a contarlo. Aquí va una pequeña sorpresa.

—Mejor... que... te... apures.

—Max y Zenia van a casarse.

—¿Se... supone... que... eso... sea... una... sorpresa?

—No. Era sólo para prepararte. Cuando lleguemos a Tierra, también lo haremos Walter y yo. ¿Qué piensas de eso?

"Ahora entiendo por qué pasaban tanto tiempo juntos. Sí, en verdad que es una sorpresa... ¡quién lo hubiera pensado!"

—Me... alegra... saber..

La voz de Floyd se apagó antes de que pudiera completar la oración. Pero aún no estaba inconsciente, y era capaz de localizar parte de su intelecto disuelto en la nueva situación.

"Realmente, no lo creo", se dijo. "Probablemente, Walter cambiará de idea antes de despertar..."

Y entonces, tuvo un último pensamiento, antes de quedarse dormido: "Si Walter cambia de idea, será mejor que no despierte..."

Al doctor Heywood Floyd le pareció muy gracioso.

55. LUCIFER NACIENTE

Cincuenta veces más brillante que la Luna llena, Lucifer había transformado los cielos de la Tierra, desterrando virtualmente a la noche durante varios meses al año. A pesar de sus connotaciones siniestras, el nombre era inevitable; y en verdad, el "Portador de Luz", había traído tanto mal como bien. Sólo los siglos y los milenios dirían hacia qué lado se inclinaría la balanza.

Por el lado positivo, el fin de la noche había extendido enormemente el aspecto de la actividad humana, especialmente en los países menos desarrollados. En todas partes se había reducido sustancialmente la necesidad de iluminación artificial, con el consiguiente ahorro de energía eléctrica. Era como si se hubiese colocado una lámpara gigantesca en el espacio, para que brillara sobre más de medio globo. Inclusive de día, Lucifer era un objeto luminoso, que producía sombras definidas.

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