Premio UPC 1996 - Novela Corta de Ciencia Ficción (34 page)

BOOK: Premio UPC 1996 - Novela Corta de Ciencia Ficción
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Corr.
> Eso es todo, señor. ¿Desea volver al documento?

D. C.
> No, creo que tengo que perfilar un poco el próximo capítulo. Abandonar lucsomcr.l

>

12/5/10 - 10:00h.

Usuario
> D. Collins

Clave
> Burdrubrurbu

ACCESO ADMITIDO

> ppp lucsomcr.l

La princesa Vanessa retirose a sus egregios aposentos en la torre de Hu'lai', toda construida de
jade
y cornalina, símbolos de nobleza y pureza de corazón, como de hecho correspondía a su encantadora inquilino.

La princesa Vanessa, cuyos sentimientos nadaban en un proceloso y turbulento piélago de contradictorias turbaciones, se dispuso a llevar a cabo su aseo cotidiano. Tal vez con el frescor del agua fresca refrescando su piel se disiparan las dudas, y pudiera pensar con la debida frialdad en su futuro. Debía hacerlo, ya que de ello dependía que el mágico y fascinante reino de Q'rrha'phumn'h'h'ñah'k' no pereciera a
causa
de los abominables tejemanejes de los pérfidos dragones medusoides de la Luna Negra de Shtnghrryah.

Una docena de fieles sirvientas cedidas por los reyes nómadas del desierto de las Lágrimas Humeantes, allá en el remoto sur, prepararon la piscina principesca con agua de las altas cumbres de las montañas de los Suspiros Susurrantes, pródigas en prodigios. Acto seguido, derramaron en el líquido elemento los más finos ungüentos, procedentes de los remotos bosques norteños, donde entre los umbríos abetos élficas criaturas se deslizan entre

Corr.
> Buenos días, señor Collins. Me es grato comunicarle que Palabra Perfecta Plus, el revolucionario procesador de textos, pone a su disposición un maravilloso complemento: el hilvanador de tópicos Auxilio del Caminante (AdC) . A pesar de ser una copia no registrada, señor Collins, AdC posee una amplia base de datos con toda suerte de tópicos, redundancias, frases hechas y esdrújulas altisonantes; usted sólo tiene que esbozar el argumento, y AdC se ocupará del resto. Así se ahorrará trabajo, y el resultado no sería muy diferente del actual. Para más información, pulse

D. C. > F9

Con la ayuda de sus serviciales sirvientas, la princesa Vanessa se fue despojando de sus galas y atavíos uno a uno, lánguidamente. Primero se revelaron unas piernas perfectas, bien torneadas, de pálida y suave piel. Sobre ellas, por encima de las rodillas, unos muslos bien torneados y lisos anunciaban estremecidos el íntimo secreto que guardaban entre ellos, más arriba, guarecido por un excitante triángulo de negro y sedoso vello.

Corr.
> Señor Collins, ya que parece resuelto a no registrarme, al menos tenga piedad y deje de ensañarse conmigo, por favor. Como siga leyendo más portentosas descripciones, se me van a bloquear los subprogramas de gestión del buen gust

D.
C.
>
F9 F9 F9

Los translúcidos velos cayeron, mostrando unas caderas perfectas, bien torneadas, de proporciones perfectas, capaces de enloquecer de deseo a cualquier hombre. Su cintura era estrecha, perfecta, bien torneada. Las últimas prendas cayeron y mostraron las dos blancas y henchidas semiesferas de sus senos, coronadas de carmín por unos pezones

Corr.
> Déjeme adivinarlo... ¿Bien torneados?

D. C.
>
F9 F9 F9 F9 F9 F9

La princesa Vanessa se introdujo en la piscina, abandonándose al placer del agua fresca en su suave piel. Sus manos exquisitas, sitas al extremo de unos brazos delicados, juguetearon lánguidamente, como leves alevillas, con la iridiscente superficie del agua. Mientras, sus serviciales sirvientas ungieron sus cabellos, rubios como el oro más puro
,

Corr.
> ¿Rubios? ¿No sería más lógico que hicieran juego con el vello púbico?

D. C.
> La madre que te... ¿Y si estuviera teñida, listillo?

Corr.
> ¿Dónde?

D. C. > F9

La princesa Vanessa entrecerró sus ojos de iris de un profundo color violeta, mientras se abandonaba al placer del baño, mientras las serviciales sirvientas extendían sobre su tersa piel oleosos ungüentos y balsámicos elixires. Su cara, de una placidez absoluta, era el reflejo de su noble y tierna alma, sensible y lúcida a la vez. Sin duda, era la criatura más bella y encantadora de aquel cuadrante de la galaxia. Su arrebolada faz sugería ternura e inteligencia. Sus labios, rojos como el coral
,

Corr.
> ... encerraban unos dientes de perlas...

D. C.
> ¿Sabes una cosa, corrector? T-E O-D-I-O.

Corr.
> Sí, pero ¿a que pensaba ponerlo? ¿Y lo de las mejillas de nácar también...?

D. C.
>...

Corr.
> Imagínese, señor Collins: si registrara el programa, podría permitirse el inmenso placer de desconectarme cuando le viniera en gana. ¿A que se le hace la boca agua? En cambio, así... Sigamos. Para facilitar su descripción de la princesa Vanessa, Palabra Perfecta Plus, el revolucionario procesador de textos, dispone de un atlas de anatomía humana profusamente ilustrado en 3D. Por
un
módico precio,

D. C.
> Abandonar lucsomcr.l

>

13/5/10 - 10:06 h.

Usuario
> D. Collins

Clave
> Burdrubrurbu

ACCESO ADMITIDO

> ppp lucsomcr.l

La princesa Vanessa

Corr.
> Buenos días, señor Collins.

D. C.
> Pero
¿se
puede saber qué demonios he hecho mal ahora? ¡Si tan sólo acabo de empezar...!

Corr.
> Me limitaba a saludar, señor. Palabra Perfecta Plus, el revolucionario procesador de textos, siempre hace gala de educación y señorío, incluso ante los que usan copias ilegales, revientan sistemas de protección, trafican con el trabajo ajeno, fomentan la circulación fraudulenta de programas, con el consiguiente agravio para los compradores legales y los sufridos autores, abusan de

D.
C.
>
F9

La princesa Vanessa despidió a todas sus sirvientas y miró sin ver el pantagruélico ágape que habían preparado para ella. Nada faltaba, desde las frutas más exóticas hasta las carnes más delicadas, pasando por las bebidas más aromáticas o las mollejas de gandulfo preparadas de ciento cuarenta y ocho formas distintas. Pero la princesa Vanessa veíase incapaz de probar bocado. La inquietud la consumía por dentro, cual fiero lobo que royera inmisericorde su tierno y virginal corazón.

Al final, la princesa Vanessa tuvo que reconocer ante sí misma la causa de su desasosiego. Como valiente doncella que era, decidió abordar el problema sin ambages y solucionarlo de una vez por todas. ¿Para qué prolongar tan acerba agonía, que se aferraba a su garganta cual crudelísima y amarga bilis? Llamó a su servidora más fiel para que llevara a cabo tan delicado y secreto servicio; si su anciano padre se enterase...

El tiempo pasaba, inmisericorde. La princesa Vanessa aguardaba con el corazón en un puño, viviendo sin vivir en ella, y esperando tan alta

Corr.
> No siga, señor Collins, que se va a notar mucho el plagio, digo, la influencia de santa Teresa.

D. C. > F9

A la princesa Vanessa se le antojaba que los minutos transcurrían con exasperante lentitud, arrastrándose cual lúbricas sabandijas, pero al mismo tiempo tenía miedo de que el tiempo transcurriera demasiado rápido. Sabía que el tesoro de su doncellez peligraba, y eso la preocupaba y no la preocupaba a la vez, y paseaba sin rumbo fijo con vacilación su indecisión por la habitación.

Corr.
> ¡Chim-pon!

D. C.
> ¡¡¡Mierda!!!

Corr.
> Sosiéguese, señor Collins. Pido disculpas, pero es que uno no es de piedra, y me lo puso usted tan

D.
C.
> ¿Me quieres decir cómo voy a poder acabar la novela si cada dos por tres me interrumpes con tus impertinencias?

Corr.
> ¿Cada dos por tres? Tampoco exagere, señor. Para no herir sus sentimientos, reprimo mis naturales tendencias correctoras en numerosas ocasiones. Por ejemplo, habrá usted notado que en el capítulo de hoy, uno de los más excelsos exponentes de la literatura universal de los últimos siglos, no he abierto prácticamente la boca. Ello no se debe a la falta de objeciones, ya que, como en todo su relato, abundan en cada renglón las aliteraciones, cacofonías, asesinatos lingüísticos, pifias de redacción, pésimo gusto, propensión al disparate impremeditado, desconocimiento anatómico-fisiológico-psicológico de lo que es una mujer, plagios diversos y despropósitos surtidos. Es más: para que compruebe cómo este humilde corrector de estilo se preocupa por su bienestar psíquico, a partir de ahora dejaré a un lado las innumerables modificaciones que su relato necesita para ser mínimamente legible; a cambio, le proporcionaré un informe final exhaustivo, donde se las razonaré detalladamente. Mientras tanto, me limitaré a hacer observaciones sobre aquellos aspectos puntuales más notorios o absurdos ante los que no podría permanecer impasible ni el más estoico de los seres.

D.
C.
>
F9

De repente escucháronse unos leves toques en la puerta, y el corazón de la princesa Vanessa dio un vuelco. Con voz temblorosa, apenas un balbuceo, dio su permiso para que el visitante entrara en sus aposentos.

Era él. La princesa Vanessa fue presa de un irrefrenable temblor, mezclado con ardientes oleadas de irrefrenable deseo. La mirada de sus ojos se cruzó
con
la de los negros ojos de él y se fijaron en aquel hercúleo y poderoso cuerpo, y ya no dudó.

—¡¡Soy tuya, Stewart Flanaghan!!
—exclamó, mientras se arrojaba al suelo y se abrazaba a sus fornidas piernas.

Corr.
> Caray con la ameba; qué poder de seducción...

D.
C.
> Sí, la acción va ganando en dramatismo, pero aún queda el clímax final.

Corr.
> Eso me temo...

D.
C.
>
F9

Pero visto desde otro punto de vista, ¿qué pasaba por la ajena y protozoica mente de Splafglubh, La Gran Ameba Solitaria? Tenía ante sí a su presa sumisa y arrodillada, a su entera disposición. Bastaría acariciar aquellos cabellos rubios de la cabeza, acercar la mano a su temblorosa nuca y transformarla en un pseudópodo para absorberle su

Corr.
> El lector con conocimientos científicos agradecería que especificara usted el tipo de pseudópodo empleado: lobópodo, axópod

D. C.
> ¡Esto no es
un
tratado de biología, sino una novela de ciencia ficción! Si empezamos con explicaciones y detalles técnicos que rompen la acción, se resentirá la calidad literaria.

Corr.
> ¿La qué?

D. C. > F9 F9 F9 F9

Pero en el momento supremo de la verdad, con todo a sufavor
Splafglubh
,
La Gran Ameba Solitaria, dudó. Tal vez había tomado
de su modelo humano no sólo su aspecto externo, sino algo más
profundo, más íntimo. El caso es que durante una diezmilésima de segundo Splafglubh
,
La Gran Ameba Solitaria, fue sensible a labelleza femenina, a la candidez, y anheló el bálsamo de una palabra
de cariño, el suave alivio de una caricia, algo que jamás había sentido. En tan corto espacio de tiempo su lealtad a los dragones medusoides de la Luna Negra de Shtnghrryah entró en conflicto con aquellos extraños sentimientos que nunca había creído poseer. Y algo tan nimio, en apariencia tan intrascendente, supuso la salvación del mágico y fascinante reino de Q'rrha'phumn'h'h'ñah'k'.

Justo entonces, no antes ni después, abriose violentamente la puerta, casi descolgada de sus bisagras por una tremenda patada, y una corpulenta figura penetró en la habitación. Los ojos de la princesa Vanessa se dilataron primero por el asombro, y luego por la más absoluta estupefacción. ¡¡¡¡Era Stewart Flanaghan!!!! ¿O lo era aquel cuyas piernas abrazaba, y a quien se había entregado sin reservas? ¡¡¡Horrorosa incertidumbre!!!

El recién llegado, con sobrehumano aplomo, escupió en el suelo, sacó de su cartuchera una pistola de agujas explosivas, la amartilló, sonrió ominosamente y pronunció con profunda voz el siguiente parlamento:

—Creíste salirte con la tuya, ¡oh, aborto del infierno! ¿Verdad? Pero no contaste con mi sibilina astucia. Preveyendo que

Corr.
> «Previendo», señor Collins. El verbo «preveer» no existe. «Prever» se conjuga como «ver» y

D. C.
> ¿Y para esa menudencia me interrumpes en lo más álgido de la acción?

Corr.
> Dos puntualizaciones, señor. En primer lugar, «álgido», aunque sea una palabra esdrújula y suene bien, significa «acompañado de frío intenso». En segundo lugar, respecto a su desprecio al correcto uso del idioma... En fin, ya me dijo mi programador que este trabajo sería como arrojar margaritas a los puercos, con el debido respeto.

D. C. > F9

Previendo alguna felonía por parte de tus abyectos amos, los dragones medusoides de la Luna Negra de Shtnghrryah, envié un clon de mi persona a la audiencia con el rey. Era un mero robot de
carney sangre, dirigido por mí merced a un implante orgánico cerebral.¡Eso fue lo que tú engulliste a traición, demoníaca bestia! ¡Tú y los tuyos os habéis topado con Stewart Flanaghan, y eso es algo que habréis de pagar! ¡¡¡Fenece pues, satánico engendro!!! ¡¡¡Muerde el polvo, canalla!!!

Corr.
> Acaba usted de superarse a sí mismo, señor Collins.

D.
C.
> Muchas gracias.

Corr.
> Pero veo que sigue siendo incapaz de captar un sarcasmo...

D.
C.
>
F9

Una terrible transformación se operó en Splafglubh, La Gran Ameba Solitaria. Un negro espanto se abatió sobre la princesa Vanessa al comprobar que las piernas a las que se había aferrado con amoroso frenesí se licuaban y convertían en una obscena gelatina viva que ahora se abalanzaba sobre ella con fines asesinos. El grito que pugnaba por salir de su doncellil garganta se negó a salir de ella, cual tentacular pulpo que se aferrara a las rocas defendiéndose del embravecido oleaje, y la princesa Vanessa se desplomó indefensa, aguardando una espantosísima muerte no sólo de su cuerpo, sino de su prístina alma.

Pero el intrépido y arrojado Stewart Flanaghan fue más rápido. Su pistola escupió en rápida sucesión seis agujas explosivas que se enterraron en el trémulo e informe cuerpo de Splafglubh, La Gran Ameba Solitaria, que sufrió unos terribles espasmos y quedó al fin inmóvil. Tal vez, ¿quién sabe?, un fugaz rictus de pena se insinuó en ella, un lamento por lo que pudo haber sido y no fue, por el anhelo de calor humano.

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