Vinieron del espacio exterior

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Authors: Jim Wynorski

Tags: #Ciencia ficción

BOOK: Vinieron del espacio exterior
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Jim Wynorski selecciona con acierto cinco relatos protagonizados por seres que «vinieron del más allá» para convertirse en éxitos de la gran pantalla.

El libro comienza con
El Centinela
de Arthur C. Clarke. Este relato dio pie a una de las joyas indiscutibles del cine de ciencia ficción,
2001: Una Odisea del Espacio
. Prosigue con el relato que inspiró el clásico
Ultimátum a la tierra
:
El amo ha muerto
, de Harry Bates y con
Ciudad Implacable
de Ivar Jorgenson, que fue adaptada como
Objetivo la Tierra

Esta antología se completa con
El Montaje Cósmico
de Paul W. Fairman (llevada al cine como
La Invasión de los hombres de los platillos volantes
) y con
¿Quién hay ahí?
de John W. Campbell, Jr., que dio origen a
El enigma de otro mundo
y, más tardíamente, a
La cosa
.

Jim Wynorski

Vinieron del espacio exterior

La ciencia ficción en el cine

ePUB v1.1

Cko
29.06.12

Título original:
They came from outer space

Jim Wynorski, 1980.

Traducción: D. Santos y F. Blanco

Diseño/retoque portada: Diseño de RustyCharles, retocada por Cko

Editor original: Cko (v1.0)

ePub base v2.0

A Harlan Ellison, que lo empezó todo
.

Gracias
.

Por su ayuda, apoyo y aliento, mi agradecimiento especial a: Terry y Bill Wnoroski, Esther y Andrew Varga, Forrest J. Ackerman, Ellen Asher, Marlene Connor, Mark McGee, Ron «El Coleccionista» Borst, Mark Frank, R. J. Robertson, Denetia Arellanes, L. Q. Jones y el doctor Paul Johnston.

INTRODUCCIÓN

Vinieron del espacio exterior

Érase una vez un maravilloso teatro…, una cavernosa sala de espectáculos con platea y dos pisos donde un muchacho y sus amigos podían dar rienda suelta a su nostalgia todos los sábados por la tarde por sólo cuatro cuartos. Se llamaba La Calita y sus acomodadores llevaban unas llamativas chaquetillas rojas, había una gigantesca pantalla enmarcada con cortinas de terciopelo, y su principal atracción era una encantadora señora detrás del mostrador de los caramelos que realmente fundía auténtica mantequilla para hacer las palomitas de maíz. Si usted alcanzó su pubertad en algún momento antes de finales de los 60, probablemente tendrá una «La Calita» en lo más precioso del arcón de sus recuerdos.

Porque fue en esos maravillosos palacios antiguos donde nosotros echamos nuestra primera mirada al futuro. Junto con los tiroteos de los cowboys y las historias policíacas, un nuevo tipo de películas golpeó la plateada pantalla con una auténtica rociada cuando los Estados Unidos entraron en la era atómica a finales de los años 40. Quizá usted fue uno de los primeros en ver películas tan proféticas como
Con destino a la Luna
o
Cohete X-M
durante las primeras citas con su chica. Ambos films fueron despachados como mera basura por los críticos, pero hoy en día, apenas treinta años más tarde, su visión retrospectiva del aterrizaje lunar y de la exploración marciana ha penetrado ya en la historia.

Pero por aquel entonces películas tales como
Ultimátum a la Tierra
y
Vino del espacio exterior
eran rodadas tan sólo para los soñadores, una entusiasta multitud joven más que deseosa de ser arrastrada al espacio profundo o de desafiar los desconocidos peligros de una invasión alienígena. En nuestra desbordada imaginación, todos nosotros efectuamos el peligroso viaje interestelar hasta la Metaluna sacudida por la guerra en
Esta isla la Tierra
, luchamos contra los invisibles «monstruos del Id» en el
Planeta prohibido
; luego regresamos a la Tierra a fin de sofocar
La invasión de los ladrones de cuerpos
.

Con un presupuesto grande o pequeño, con un plantel de grandes estrellas o un reparto de completos desconocidos, las primeras películas de ciencia ficción tenían todas ellas una cosa en común: inspiraban un innegable «sentido de la maravilla» en millares de impresionables jóvenes. Incluso indujeron a muchos de ellos a acudir a los periódicos o revistas de ciencia ficción y buscar allí el complemento que acabara de llenarles.

Lo sé… porque es lo que me ocurrió a mí. Inmediatamente después de que la Universal llevara a la pantalla
El increíble hombre menguante
, sentí una abrumadora compulsión que me obligó a comprar un ejemplar de la ahora clásica novela de Richard Matheson. Aquello representaba dejar de comprar cinco tebeos de diez centavos cada uno, pero el medio dólar fue gastado sin el menor remordimiento, y la novela estuvo pronto camuflada bajo las tapas de un libro de texto para una más fácil lectura en cualquier momento. Cuando llegué al último capítulo supe que el montón de tebeos que tenía en mi mesilla de noche iba a desaparecer para siempre. Porque allí había excitación y aventuras que ningún superhéroe enmascarado podría jamás igualar. Y como un auténtico adicto de la ciencia ficción, tenía que hacer algo más… inmediatamente.

Muchos días entre semana me encontraron en la biblioteca local y en las librerías de segunda mano, buscando nombres como Asimov, Sturgeon, Bradbury y Clarke. Mientras tanto, los fines de semana, me especialicé en acaudillar safaris en grupo hacia cualquier cine en un radio de quince kilómetros… presentando a mis amigos las últimas fantasías de Hollywood.

A veces un excelente guión y una magnífica actuación de conjunto eran lo más importante, como ocurría en films tales como
El enigma de otro mundo
,
El pueblo de los condenados
y
La Tierra en llamas
. Otras veces era el departamento de efectos especiales el que nos mantenía clavados en nuestros asientos, con películas tales como
La guerra de los mundos
,
la Tierra contra los platillos volantes
y
La máquina del tiempo
.

Inmediatamente detrás de estos reverenciados clásicos había un amplio abanico de honorables menciones: películas imaginativas que, por una u otra razón, habían fracasado en conseguir todo su potencial.
Viaje al séptimo planeta
, con su original premisa de un cerebro omnipotente controlando a todo el mundo, es un apreciable ejemplo de una gran idea estropeada por unos decorados baratos y una confusa dirección. Otros títulos de esta amplia categoría incluyen obras estimables, tales como el angustioso
Terror en el espacio
, de Mario Bava, y el film lleno de suspense de Edward L. Cahn,
Ello: el terror de más allá del espacio
, ambas precursoras del inmensamente popular film de ciencia ficción de 1979 titulado Alien, el octavo pasajero.

Sí, como en todos los géneros, por cada esfuerzo digno había también docenas de «Serie Z» inundando el mercado. ¿Recuerdan la masiva decepción cuando el alienígena de
Vuelo a Marte
resultó ser el actor de carácter Morris Ankrum metido en un apolillado traje espacial? ¿Y los abucheos y silbidos en
Cinco doncellas del espacio exterior
cuando se reveló que el monstruo era un hombre llevando un jersey de cuello vuelto sobre su cabeza? Y aunque muchos lo han intentado, ¿quién puede olvidar el espantoso gorila alienígena en
Monstruo robot
?

Hoy, por supuesto, incluso los más populares films de ciencia ficción de años pasados han sido superados por otros films tales como
La guerra de las galaxias
y
Encuentros en la tercera fase
. ¡Y cómo no! Los jóvenes directores George Lucas y Steven Spielberg han reconocido ambos ser admiradores del cine y de la literatura de imaginación. Ellos también crecieron leyendo
Amazing Stories
y sentados en primera fila viendo
No de esta Tierra
y
La invasión de los hombres de los platillos volantes
.

Quizás algún día, gracias a la influencia de Luke Skywalker y a la Nave Nodriza en CE3K, un director del mañana nos presente aventuras especulativas aún más impresionantes en la pantalla. Pero por ahora celebremos algunos de los espléndidos films y excelentes autores que lo iniciaron todo. Aquí presentamos una serie de los más famosos relatos de ciencia ficción trasladados al celuloide. Así que amortigüemos las luces… el telón va a alzarse inmediatamente.

J
IM
W
YNORSKI

Hollywood, California 1 de enero de 1980.

EL CENTINELA

Arthur C. Clarke

Introducción: El Centinela

Filmada como
2001
:
UNA ODISEA DEL ESPACIO
(Metro Goldwyn Mayer, 1968).

Cuando Arthur C. Clarke escribió
El Centinela
para una revista
pulp
en 1950, nunca pasó por su mente que quince años más tarde el relato constituyera la base de una epopeya cinematográfica de ciencia ficción. Pero en 1965 el conocido director Stanley Kubrick compró los derechos del relato y trabajó estrechamente con el autor en expandir la imaginativa historia en una majestuosa novela y a la vez en un monumental guión cinematográfico.

Tres años más tarde y con un coste de once millones de dólares,
2001
:
Una odisea del espacio
se convertía en una de las más controvertidas películas jamás realizadas. Adorado por algunos, odiado por otros, incomprendido por la mayoría, el film acaparó sin embargo una larga lista de homenajes y premios, incluido un Oscar a los Mejores Efectos Especiales Visuales.

La
Saturday Review
declaró a 2001 «la película de la década»;
Newsday
la etiquetó como «uno de los más sorprendentes films jamás realizados»; y el crítico de
Esquire
, Wiffrid Sheed, se sintió «encantado por la experiencia total».

Por fin, ahí habla una película de ciencia ficción que iba más allá de las pistolas de rayos y de los monstruos, y penetraba en áreas de especulación hasta entonces inexploradas. El enorme interés despertado por
2001
se reflejó también en las enormes ventas de la novelización de Clarke. Más de un millón de ejemplares de la edición de bolsillo fueron vendidos en un año.
The Washington Post
dijo: «El libro consigue algo que el film de Kubrick no puede: deja la visión de las cosas a la imaginación del lector… y es una visión maravillosa».

Hablando del film, Arthur C. Clarke proclama que «
2001
:
Una odisea del espacio
se refiere al pasado del hombre y a la vida futura en el espacio. Se refiere a la preocupación acerca de la jerarquía del hombre en el universo, que es probablemente muy baja. Y se refiere a la reacción de la humanidad ante el descubrimiento de una inteligencia superior en el universo».

Como la novela y el film,
El centinela
ofrece también una grandiosa visión del lugar del Hombre en la galaxia. A su propia manera, el relato es quizá la más impresionante de las tres versiones…, teniendo en cuenta que fue escrito en una época en la que «los paseos lunares» y los «encuentros con extraterrestres» eran extraños a todo el mundo excepto a Flash Gordon. Hoy, gracias a Clarke y a una miriada de otros autores de talento, las fantasías
pulp
de ayer se han convertido en extrapolaciones que son tenidas en cuenta.

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