Read Una monarquía protegida por la censura Online
Authors: Iñaki Anasagasti
Respuesta del Gobierno:
El Ministerio de Educación y Ciencia, a través del Consejo Superior de Deportes, valora las diferentes opiniones de los/as presidentes/as de las Federaciones de una forma discreta y respetuosa con el principio democrático y constitucional de libertad de expresión.
Asimismo, el Consejo Superior de Deportes comparte el acuerdo del Congreso de los Diputados de promocionar las selecciones deportivas autonómicas, en el marco de la normativa vigente. Madrid, 15 de julio de 2004
El secretario de Estado de Relaciones con las Cortes.
No fue noticia. Si lo hubiera sido, debería haber tenido un lugar en primera plana de cualquiera de los medios de comunicación de ámbito estatal con este contundente titular: «El Gobierno desautoriza a la hermana del rey». Pero como nadie dijo nada, la noticia no existió.
LA DIFERENCIA ENTRE EL PRÍNCIPE DE GALES Y EL DE ASTURIAS
Al Gobierno mis preguntas parlamentarias le incomodan. Las contestan a regañadientes porque por ley deben hacerlo, pero se limitan a cumplir los servicios mínimos. No quiero pensar lo que me ocurriría si en lugar del Partido Socialista gobernara el Partido Popular.
Una vez, en pasillos, a quien le toca en Moncloa contestar estas preguntas me abordó para decirme poco menos que no les siguiera poniendo en un brete. «Precisamente eso es lo que quiero —le contesté—. Algún día, cuando la Monarquía sea un recuerdo, si alguien se toma el trabajo de estudiar esta época, verá cómo un Gobierno socialista, teóricamente republicano, dejó de cumplir sus obligaciones y eligió el oscurantismo, el manto de silencio y el encubrir todos los pequeños desaguisados de una institución de forma majadera, porque ¿qué os cuesta contestar la verdad a la que tenéis obligación? Estoy seguro de que un palo informativo a tiempo reconduciría muchas cosas.» Se encogió de hombros y se fue. Por eso me gusta compararles con lo que ocurre en otros sitios. Por ejemplo en el Reino Unido, del que Faruk dijo en su día que sólo quedarían los reyes de la baraja y la reina de Inglaterra.
Por eso formulé esta pregunta comparando al Príncipe de Gales con el de Asturias. Carlos de Inglaterra, Príncipe de Gales hasta que a su augusta madre le dé la gana, es el heredero británico a una Corona de un país democrático. No me gusta el personaje ni su entorno, pero alabo su gusto por la arquitectura y el medio ambiente, y el control que sobre él se ejerce desde el Parlamento.
Frente al Príncipe de Gales, el de Asturias es un personaje protegido, alabado, mantenido y endiosado, sobre todo por el Gobierno socialista.
Hice la siguiente pregunta parlamentaria tratando de saber qué opinaba el Gobierno Zapatero sobre lo que ocurre en una Monarquía democrática europea como la inglesa, y me encontré con dos líneas de protección servil, acrítica y no democrática, a la Monarquía española.
Juzguen ustedes:
El Príncipe de Gales ha expresado que quiere proteger el medio ambiente y demostrar que es posible liderar una vida verde. Ha ordenado cambios radicales en sus residencias familiares, sus actividades personales y compromisos oficiales. En los viajes domésticos e internacionales, el heredero de la Corona británica desea recortar su dependencia de los altamente contaminantes aviones y helicópteros privados. Siempre que sea «apropiado», viajará a partir de ahora en vuelo regular, como la mayoría de los británicos. Intentará también desplazarse por ferrocarril por tierras del Reino Unido, pese a que el tren real pasó a la historia hace años.
El nuevo estilo de vida de Carlos incluye también modificaciones en su flota de automóviles. Sus tres residencias —Clarence House, en Londres; Highgrove, en el condado de Gloucestershire, y Birkhall, en Escocia— están en proceso de conversión a energías no contaminantes. Quiere reducir la emisión de dióxido de carbono y evitar daños innecesarios al medio ambiente. Los nuevos arreglos se extienden a los hábitos de su entorno familiar y de su séquito de empleados, por encima del centenar de personas. El Príncipe de Gales sentará ejemplo también en la esfera profesional. Ha lanzado esta semana una iniciativa,
Accounting for Sustainability
(Responsabilidad a favor de la actividad sostenible), enfocada a contabilizar el impacto medioambiental de la industria y los negocios. Su propia empresa, Duchy Original, que produce alimentos orgánicos, evaluará el volumen de gases con efecto invernadero que emite a la atmósfera.
Habida cuenta que la Monarquía inglesa es una sólida institución arraigada en el sistema político británico, ¿no considera el Gobierno español que un tipo de iniciativa de este tipo debería ser llevada a cabo por D. Felipe de Borbón, habida cuenta la necesaria ejemplaridad que personas mantenidas por el erario público han de llevar a cabo? ¿No le parece al Gobierno una mejor respuesta la de Carlos de Inglaterra, que anuncia la utilización a partir de ahora de líneas regulares de aviación, como la mayoría de los británicos, en sus desplazamientos, en lugar de la respuesta que le ha dado el Gobierno a este senador en relación a que la utilización por Altas Autoridades del Estado de los medios aéreos del Ejército del Aire está regulada por una Norma de Presidencia del Gobierno y que razones de seguridad aconsejan mantener la adecuada confidencialidad en todos los movimientos aéreos de las Altas Autoridades del Estado como el Sr. Marichalar? ¿No cree el Gobierno que se extralimita en su oscurantismo a la hora de facilitar una adecuada información para un mayor control político como así está establecido?
La respuesta fue la siguiente:
Se señala a S. S. que no hay nada nuevo que añadir a la contestación dada por el Gobierno a la pregunta del Sr. Senador, de 25 de octubre de 2006.
IÑAKI
Estuve en la boda de Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarin. Fue en Barcelona, y por primera vez se hizo un cierto esfuerzo por dar visibilidad al catalán y al euskera, quizás porque el novio es hijo de un afiliado al PNV que suele ir todos los años al Alderdi Eguna. Mikel, que es uno de los hermanos de Iñaki, creo que también está afiliado al PNV, e Iñaki nació en Zumárraga. Por eso pasé un calor de película viendo de cerca todas aquellas pompas y vanidades a mayor gloria de la realeza.
Posteriormente sí me extrañó que a ninguno de los hijos de la pareja le pusieran un nombre en euskera. Juan, Pablo, Miguel e Irene son sus nombres de pila y, a pesar de que dije que los padres son muy dueños de ponerle a sus hijos el nombre que quieran, llamándose Iñaki su padre, ¡hombre!, no hubiera estado nada mal que como gesto, uno al menos y en base a esa pluriculturalidad del Estado en una familia que se dice simbólica, un solo nombre en euskera, creo que se imponía.
Me dijeron de todo, pero me mantengo en mis trece por haber vivido en carne propia la persecución a los nombres en euskera por parte de una dictadura que el abuelo materno de los niños avaló.
Yo me llamo Iñaki por haber nacido en el exilio de mis padres, y fui registrado y bautizado con este nombre, pero cuando vine de Venezuela, en 1955 en el Colegio de los Marianistas de San Sebastián me lo cambiaron por Ignacio María, y a mi hermana, que se llama Maitena, se lo cambiaron por Amada en el Colegio del Sagrado Corazón.
Aquello fue toda una agresión a nuestra identidad, y fue mi padre quien, a través de la Embajada de Venezuela en Madrid, movió Caracas con Santiago hasta lograr que nos restituyeran nuestros nombres que, por ejemplo, en el diario ABC, nunca se me reconoció hasta que Iñaki Urdangarin se casó con la infanta Cristina. Solo entonces comenzaron a llamarme Iñaki en el periódico monárquico por excelencia y, todo en función de Iñaki Urdangarin al que su padre, de modo militante, le bautizó y llamó con el sabiniano nombre de Iñaki. Por eso y porque mi abuelo donostiarra bautizó a sus tres hijas con los nombres de las vírgenes de Itziar, Arantzazu y Begoña para que no se los cambiaran es por lo que hice ese comentario, que me nacía del sentimiento de haber padecido las consecuencias de un idioma perseguido, cuyos nombres habían sido incluso quitados hasta de las lápidas de los cementerios.
Me contestó Jaime Peñafiel diciendo que el mayor de los nietos se llamaba Juan Valentín porque eran familiares del santo de Elorrio, Valentín de Berrio Otxoa, sin darse cuenta de que el nombre en euskera es Balendin y no Valentín. El caso es que el duque de Palma ha demostrado tener una sensibilidad hacia el euskera más bien escasa y que ningún catalán tendría. Y no me equivoco.
A esto se le unió el comentario público del marido de una de las hijas del ex rey Constantino, hermano de la reina Sofía. Habían tenido una niña y el muy cretino, hinchando el pecho dijo: «Le vamos a poner de nombre Arrieta, que es el nombre de un pueblo canario, pero que quede claro que éste no es un nombre vasco». Sinceramente la agresividad del comentario no venía a cuento, porque Arrieta es un nombre euskérico que significa «lugar de piedras» y que seguramente algún vasco que anduvo por Canarias se lo dedicó a alguien. Cerca de Ávila hay un pueblo llamado Mingorría puesto por los vascos que trabajaron como canteros en El Escorial. ¿Y qué? ¿A qué venía la imbecilidad de aquel comentario? ¿A lo que había oído en casa?
Por todo eso deduje que los Urdangarines-Borbón no son precisamente gente muy sensible a la eufonía de los bellos nombres vascos y fue por lo que hice aquel comentario donde se constata que una cosa es predicar y otra dar trigo.
Lástima que a aquella boda celebrada en la catedral de Barcelona el 4 de octubre de 1998 el
lehendakari
Ardanza, entre otros regalos, les obsequió con la intervención del Orfeón Donostiarra cantando también en euskera en aquella joya gótica. Iñaki Urdangarin no lo mereció.
AQUEL FORUM «ILLES BALEARS»
Dicen que Jaime de Marichalar cobra alrededor de un millón de euros anuales de siete multinacionales. Desde su noviazgo a la situación actual pasó de ser un asalariado más que vivía en un modesto piso de París, a ser consejero de estas siete multinacionales y propietario de un triplex en plena milla de oro madrileña. De vivir en Francia en un bajo de cuarenta metros cuadrados, un pisito que hubiera hecho las delicias de la ministra Trujillo y trabajar para la banca Indo Suez y Credit Suisse en cargos de segundo nivel hasta llegar a ser asesor financiero en España en solo una década.
Marichalar adquirió su inmueble madrileño a la familia Corsini. Esta familia, como los Fierro, son también amigos de los Marichalar-Borbón. Famosas son las cacerías que organiza Javier Corsini en la finca La Flamenca que pertenece a Manuel Falcó. Siempre aparece en el fondo una cacería. La escopeta nacional.
¿Y los Urdangarin? De los tres hermanos, la casa más grande y cara es la de Cristina, que vive en 2200 metros cuadrados en el lujoso barrio de Pedralbes, que les costó en el 2004 unos seis millones de euros, gastando un millón más en su reforma.
De ser un buen jugador de balonmano a incorporarse a la Fundación del Barça, ha ido rebajando poco a poco sus actividades empresariales, que ejerce a través de una empresa que organiza eventos deportivos, para dedicarse cada vez más a las tareas de representación después de que se desatara la polémica por su participación en dos muestras deportivas en Baleares y en la Comunidad Valenciana, donde cobró dinero público por su trabajo.
Y es que el Gobierno balear pagó a Iñaki Urdangarin 100.000 euros (unos 17 millones de pesetas) de dinero público para que montara el gabinete de prensa del foro de Turismo y Deporte que organizó en Palma con ayuda del PP, entonces gobernante.
Esta cantidad formaba parte de los 1,2 millones de euros que destinó el Ejecutivo balear a sufragar el denominado Forum Illes Balears, que se celebró el mes de noviembre del 2006 bajo la dirección del marido de la infanta Cristina.
El evento corrió a cargo del Instituto Nóos, entidad que preside el duque de Palma y que se dedica, según reza su página web, «a investigar procesos de formulación e implementación de estrategias de patrocinio, mecenazgo y responsabilidad social».
Sólo para coordinar las relaciones con los medios de comunicación, Nóos creó la figura de una «directora de comunicación», a la que se le abonaron 25.000 euros, la de un «responsable de relación con la prensa», que cobró 15.000 euros, así como la de un «director de publicaciones», que recibió por su trabajo 40.000 euros.
No obstante, y a pesar de la existencia de estos puestos, la entidad dirigida por Urdangarin recurrió a los servicios de un gabinete de prensa externo, a cuya contratación se destinaron un total de 20.000 euros. Estos son sólo algunos ejemplos del desglose de los gastos que acarreó una iniciativa que el propio duque de Palma anunció que se repetiría el 21 de noviembre de aquel año en Mallorca.
A la vista del contenido del convenio suscrito entre el Gobierno balear y el Instituto Nóos, el PSOE acusó públicamente al Ejecutivo que presidía Matas de «gestionar pésimamente los recursos públicos», pero también de recurrir a la mencionada entidad para organizar el ciclo de conferencias «por orden directa de Jaume Matas».
No en vano, la figura legal escogida para plasmar el acuerdo por escrito fue el convenio, lo cual permitió al Gobierno de las Islas sortear el concurso público y poder adjudicar a dedo la iniciativa al Instituto Nóos.
En la lista de gastos se contemplaban también 120.000 euros para pagar a los ponentes de las jornadas, 90.000 en concepto de «acuerdos de investigación con universidades» y 35.000 a la «investigación sobre la red de regiones». A estas partidas hay que sumar 5.000 euros para pagar abogados, 30.000 para el «diseño y la construcción de muebles» y 50.000 euros para la «subcontratación de los equipos técnicos y audiovisuales». Asimismo, 46.000 se emplearon en la edición de unos libros sobre las jornadas. Así, hasta sumar 1,2 millones de euros públicos gastados en apenas tres días, entre los días 22 y 25 de noviembre del 2006.
El gobierno balear, a través del consejero de Turismo, Joan Flaquer, aseguró que «ninguno de los pagos efectuados fue irregular» y pidió «paciencia para ver los frutos de esta iniciativa».
Esquerra Unida-Els Verds acusó a Iñaki Urdangarin de «utilizar su relación con la Casa Real en beneficio de una entidad privada», una conducta que esta formación política calificó de «poco ética». «Emplea su nombre y la influencia que le da pertenecer a la Familia Real en beneficio de una institución privada, el Instituto Nóos, especializado en desarrollar actividades relacionadas con las administraciones públicas.»