Una Discriminacion Universal (22 page)

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Authors: Javier Ugarte Perez

BOOK: Una Discriminacion Universal
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De alguna manera, el movimiento gay en su quehacer ideológico se orienta hacia el cuestionamiento de la norma dominante, es decir, se constituye en anti-norma; explica la diversidad sexual y acude a debates y entrevistas (siempre con un médico que diga que la homosexualidad no es una enfermedad). En su quehacer reivindicativo es fundamentalmente anti-represivo y solidario con todas las otras causas del momento, fueran éstas el apoyo a los miembros de la Coordinadora de Presos en Lucha (COPEL) o la Campaña por la Libertad de Expresión en solidaridad con los actores de la compañía Els Joglars a quienes se formó un Consejo de Guerra, así como la conmemoración del 11 de septiembre, Dia Nacional de Catalunya (en el caso del FAGC), y luego con el movimiento feminista en la celebración del 8 de marzo y con el sindical el 1 de mayo. La actitud de la Iglesia española, que no el Vaticano, en esos años fue templada. Las posiciones abiertamente anticlericales de los Frentes de Liberación ignoraron el duro testimonio de Antoni Roig, primer sacerdote homosexual suspendido
a divinis
en 1978.

El debate de la identidad

Las bases ideológicas iniciales (el cuestionamiento de la norma heterosexual) enseguida entran en una segunda fase más compleja, la que se da en torno al debate de la identidad homosexual. La participación de numerosos travestís en la cabecera de las primeras manifestaciones de junio por la Liberación Gay (la referencia a las lesbianas tardará años en llegar) y su imagen sobrerepresentada que proyectan los medios de comunicación, con los pechos hormonados a la vista, abren un profundo y encontrado debate en el seno de los Frentes de Liberación Gay y también en el movimiento feminista. Muchos se mostraron ofendidos al no sentirse representados por una imagen que consideraban «poco seria» y que resultaba ser una caricatura de la mujer objeto, con el consiguiente distanciamiento de las lesbianas. A todo ello acompañaba el uso del lenguaje en femenino entre gays, el alarde de la «pluma» (la repetición histriónica de la gesticulación típica del prototipo de feminidad) de muchos de ellos, incluyendo el «grito unitario», un fuerte chillido agudo y desaforado con que solían amenizarse aquellas primeras manifestaciones. El disenso estaba servido y quizás aún no haya desaparecido del todo
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.

Tras los textos fundacionales del FAGC y el
Manifest
de 1977, la experiencia de la primera manifestación del Orgullo en Barcelona, encabezada por travestís que aparecen en toda la prensa, desata un debate nuevo. Aunque teóricamente el FAGC asumía el derecho a vestirse y adornarse como cada cual quiera, se suscitó el debate de si era adecuado que la imagen de gays y lesbianas hubiese quedado desplazada por los travestís. Fue una discusión no sólo interna de la organización; muchos gays consideraban «poco seria» la imagen del travestismo, también muchas lesbianas y feministas disentían de esa imagen porque era una caricatura de la mujer objeto. Ahí se abrió una brecha ideológica entre dos corrientes dentro del FAGC. Por una parte un sector, liderado por Darío, preconizaba la trasgresión radical a través del travestismo como mejor fórmula contra la norma imperante y superadora de los géneros masculino-femenino y de la opción heterosexual-homosexual, sector próximo al movimiento libertario y receloso contra quienes acusaban de ser «gays de corbata», asimilados al sistema capitalista.

El otro sector, donde militaba Armand de Fluvià y yo mismo, pensaba que priorizar el travestismo era innecesario porque ahondaba en los tópicos imperantes y que lo verdaderamente revolucionario era no ofrecer la imagen que esperaba la gente, sino todo lo contrario, romper moldes y aparecer como personas corrientes. Este sector agrupaba a militantes cercanos a los partidos de izquierda. Se trataba de que en primera fila de las manifestaciones hubiese todo tipo de representantes. Estas tensiones cristalizaron en la asamblea general del FAGC, en una caótica sesión en Pascua de 1978, de donde se escinde el grupo que fundará de inmediato la CCAG (Coordinadora de Col.lectius d'Alliberament Gai), que pronto se afanará en preconizar que el FAGC había muerto y que edita la revista
La Pluma.
Por su parte, el colectivo de lesbianas del FAGC en esa asamblea decide también abandonar la organización e ingresar en la Coordinadora Feminista. Muchos otros y otras se marchan a casa. El grupo restante dará continuidad al FAGC con las posiciones lideradas por Armand de Fluvià, Lubara Guilber y Germà Pedra. Publicarían la revista
Debat gai.

La CCAG tendría su referente ideológico en el libro del italiano Mario Mieli
Elementos de critica homosexual
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, que preconizaba recuperar el lado femenino negado a los varones como vía transformadora y que proclamaba que el culo es revolucionario. Mieli reivindicaba el poliformismo sexual; siempre vistió como mujer y abandonó el grupo gay italiano FUORI! cuando éste se federó al Partido Radical, alejándose de todo parlamentarismo. El FAGC fomentó el libro del troskista francés Jean Nicolás,
La cuestión homosexual
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, que partía de la crítica a la identidad homosexual y que decía que asimilarse al capitalismo («gays serios» o reformistas) u oponerse a través de afirmar la diferencia (pro-pluma o radicales) perpetuaba el sistema. Proponía una vía revolucionaria que, negando la identidad homosexual y el gueto, llevase a una alianza con el movimiento obrero, los jóvenes y las feministas.

Ese mismo debate toma otros derroteros muy significativos en el País Valenciano (PV). Tras la efímera existencia del FAHPV, a imagen y semejanza del FAGC, la negación extrema de la identidad homosexual lleva a la sucesión del primer grupo por el Moviment d'Alliberament Sexual del PV. El MAS predicaba la liberación sexual en general, defendiendo que la homosexualidad era una en un conjunto de prácticas sexuales que había que liberar y que era auto-segregarse construir un movimiento sectorial solamente gay que además afianzara elementos identitarios. Poco tardaron en constatar que la divisa de la liberación sexual solamente atraía a personas homosexuales y el MAS se reconvirtió en Moviment dAlliberament Gai del PV (MAGPV). De todas formas, en esos años éste fue un debate frecuente. Desde algunas fuerzas de la izquierda se llegaban a cuestionar los grupos homosexuales alegando que se auto-marginaban. La respuesta fue madurando y se fue entendiendo que eran las propias personas interesadas en resolver sus problemas las que tenían que autorganizarse y hablar por ellas mismas, (más aún cuando casi nadie las defendía) y que no era conveniente ningún tipo de paternalismo, menos desde unos partidos nada versados en este tema, salvo excepciones como las formaciones extraparlamentarias MC y LCR.

Finalmente, hay que añadir un factor importante a todo este panorama: el nacimiento del movimiento y las libertades recién estrenadas, que fueron ampliándose a considerable velocidad, abrieron las puertas a un natural e incontenible deseo de afirmación colectiva e individual en el que algunas expresiones de la cultura del ambiente de los bares gays, es decir, la «pluma» y el travestismo tuvieron gran peso. Esos elementos chocaron con unas y otras concepciones de la vanguardia (qué se entendía por «liberación gay») refractaria a ese circuito de locales de encuentro y, lógicamente, se abrió el debate que acabamos de mencionar. El siguiente ejemplo probablemente ayudará bastante a hacerse una idea más precisa de lo que reflejamos: en aquellos años para un gay no militante, venido de un pueblo a buscar el anonimato de la gran ciudad, liberarse quería decir poder ir a discotecas y saunas, como nunca antes habría soñado. Para un militante gay, liberarse era hacer la revolución.

En esos años se pone de moda el tema gay entre los sectores progresistas de las grandes ciudades y se ensalza la bisexualidad como estado perfecto. Lecturas como
Memorias de Adriano
de Marguerite Yourcenar, la poesía de Kavafis o el personaje «Anarcoma» de Nazario se generalizan. Cine, teatro y revistas tratan la cuestión. En 1977 aparece la revista gay
Party
que, primero de forma casi encubierta bajo apariencia farandulera, y luego más abiertamente, llega a casi todos los quioscos del país (un 20% rechazaban venderla, según comentara Francho, su último director) hasta entrados los años ochenta.

En aquellos años, ni la Coordinadora Feminista de Catalunya ni las lesbianas integradas en sus grupos participaban de las mismas preocupaciones que el movimiento gay. Únicamente podemos rastrear ecos de las inquietudes identitarias en algunas de las reflexiones que Gretel Amman iba plasmando en breves escritos y que, trasformados en una original ponencia, presentó en Granada en las II Jornadas por la Liberación de la Mujer de diciembre de 1979. Las relaciones entre ambos movimientos, feminista y gay, eran cordiales y solidarias, confluyendo en cuantas iniciativas unitarias participaban y, obviamente, en los actos del 8 de marzo y en los de junio. Lamentablemente no había debates entre el FAGC y la Coordinadora Feminista: ambas organizaciones practicaban la unidad de acción, pero no la comunicación y el intercambio de preocupaciones ideológicas, teóricas, etc. Fueron y se vieron como fuertes aliadas, pero esta alianza no dio lugar a discusiones o debates conjuntos sobre asuntos que se debatían por separado y hacia los cuales había un interés mutuo nunca explicitado.

Organizaciones, quiénes fueron y qué hicieron

En pocos años, tras la fundación del FAGC en 1975, surgen otros grupos: EGHAM y ESAM en Euskadi (el primero mixto y el segundo exclusivamente de lesbianas), FAGI en Baleares, FAHPV en Valencia y MHAR en Andalucía. Tendrán vidas inestables, como por ejemplo el FAGI que quedó hibernando unos años hasta que lo retoma Joan López a finales de los años setenta. En Madrid aparecen tres grupos que conviven en 1977: MDH, cercano al PCE; Mercurio, de sustrato cristiano (como Dignitat en Cataluña) y FHAR, al estilo radical de su homónimo francés. Pero en 1978 se disuelven y entre unos y otros, con bajas y altas, surge el FLHOC que realiza la primera manifestación de junio en la capital del Estado. El FLHOC tampoco duraría mucho
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. Por otra parte, en Barcelona, miembros del FAGC crean el Institut Lambda, que presidido por Armand de Fluvià acoge a los gays que prefieren no militar, a la vez que edita interesantes manuales pedagógicos sobre la cuestión homosexual.

La historia de los colectivos de lesbianas que forman parte del movimiento feminista tiene su origen, curiosamente, en el Congreso que la Internacional Gay Association (IGA) celebró en Cataluña en Pascua de 1980. En el marco de esta reunión internacional, las lesbianas de nuestro país se reúnen y deciden convocar las I Jornadas de Lesbianas del Estado español. Para ello se ponen en contacto con todas las lesbianas que conocen, militen en el movimiento gay o en el feminista. En pocos meses, concretamente en junio del mismo año, se celebran dichas I Jornadas en Madrid, en el mítico local feminista de la Calle Barquillo, del barrio de Chueca. Fueron las militantes del FLHOC las que invitaron a otras lesbianas (entre ellas Empar, que ya vivía en Madrid) que pertenecían a grupos feministas de algunos barrios madrileños. ¡Para las lesbianas feministas que acudimos fue nuestra primera
salida del armario
colectiva! Además de las mencionadas, participaron el grupo vasco ESAM y el catalán GLAL y mujeres de otros lugares a título individual. El entusiasmo fue general y contagioso. Debatimos sobre todos los asuntos que nos preocupaban a unas y a otras: sobre la poca atención del feminismo hacia la situación de las lesbianas y del lesbianismo como opción sexual; sobre la nula relación que había entre las que pertenecían a los grupos gays y las que militábamos en los grupos feministas; sobre las alianzas del movimiento gay y el feminista que pensábamos que había que reforzar, etc. Las que militaban en los grupos mixtos plantearon su desasosiego y su incomodidad en la militancia conjunta con los gays, a los que querían mucho pero de los que se sentían distanciadas por la misoginia que decían que había en los grupos y la desatención hacia el cuestionamiento del machismo de sus propios compañeros. Acordamos, entre otras cosas, celebrar las 11 Jornadas de lesbianas en el siguiente mes de noviembre, en Valencia, y trabajar de forma unitaria para ayudarnos mutuamente, considerando la legitimidad de pertenecer tanto a los grupos mixtos como a los específicos de lesbianas.

Las lesbianas que vivíamos en Madrid decidimos preparar conjuntamente una ponencia para las Jornadas de Valencia, para lo que nos reuniríamos todos los primeros viernes de mes (de ahí el acrónimo L.U.V.I.S, Lesbianas Unidas de los Viernes, que tenía un saborcillo anticlerical, por aquello de
los primeros viernes de mes
del catolicismo que habíamos mamado) en los locales del FLHOC. A medida que se iba acercando noviembre, las lesbianas del FLHOC propusieron constituirnos en un nuevo grupo que pertenecería al movimiento feminista y que mantendría fraternales relaciones con el Frente. A algunas nos apenaba que se salieran del grupo mixto por el papel que podían hacer en él, pero todas aceptamos su planteamiento. Y en enero de 1981 creamos el Colectivo de Feministas Lesbianas (CFLM) con dos objetivos: lograr que el conjunto del movimiento feminista ampliara su visión de la sexualidad (hasta entonces se movía en los márgenes de una heterosexualidad muy transgresora para los tiempos que corrían, pero sin romper todavía con la equiparación Sexualidad = Heterosexualidad) y ayudarnos colectivamente a vivir con orgullo nuestra opción lésbica.

Una de las acciones más sonadas del CFLM fue la primera
Besada
organizada en plena Puerta del Sol de Madrid, ante la entonces Dirección General de Seguridad (hoy sede de la Presidencia del Gobierno de la Comunidad de Madrid), para protestar por la arbitraria detención y el maltrato por parte de la policía a dos lesbianas que se habían besado ante dicho edificio. El Colectivo contó con el apoyo y la participación de más de trescientas feministas que se
morrearon
un viernes a las ocho de la tarde ante la mirada cómplice de los cientos de personas que frecuentan la Puerta del Sol y la presencia de la mayor concentración de gráficos de todos los medios de comunicación, televisión soviética incluida. ¡El éxito fue total! Al primero de los objetivos señalados más arriba, el CFLM dedicó innumerables esfuerzos; el primero, la ponencia que presentó en las I Jornadas sobre Sexualidad que la Coordinadora de Organizaciones Feministas del Estado español celebró en Madrid, en diciembre de 1983. La ponencia fue el resultado de un arduo trabajo de investigación de todos los materiales editados hasta entonces por el movimiento feminista sobre sexualidad, para demostrar a todas las asistentes las carencias de una visión de la sexualidad muy hetero-sexista. La ponencia tuvo mucho éxito y abrió el camino para posteriores debates y reflexiones sobre la política sexual del feminismo.

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