Trilogía de la Flota Negra 1 Antes de la Tormenta (19 page)

BOOK: Trilogía de la Flota Negra 1 Antes de la Tormenta
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Lo único que deseaba era que le dejaran en paz. Ser una celebridad o una curiosidad, una leyenda o un héroe, era algo que no le interesaba en lo más mínimo.

—Protocolo de Seguridad Uno, Erreté —dijo.

La carlinga y los protectores de las tomas motrices del ala-E quedaron cerrados y bloqueados, y Luke fue hacia el aerodeslizador que le estaba aguardando al lado del círculo de descenso. La multitud se abrió en silencio delante de él para dejarle pasar. Pero su excitación cayó sobre él con la violenta intensidad física de una bofetada, y la ambivalencia de sus sentimientos le desgarró el corazón. Luke podía oír cómo hablaban en susurros entre ellos y podía leer en sus rostros, y su imaginación no necesitó esforzarse mucho para acabar de llenar los huecos de lo que no podía percibir con los sentidos.

Niños, nunca adivinaréis a quién he visto en el espaciopuerto esta noche...

¿Está aquí? ¿Qué dijo? ¿Qué aspecto tenía? ¿Adonde se fue? Me pregunto qué significa todo esto.

El aerodeslizador era un modelo estándar del gobierno, y estaba provisto de un regulador de velocidad, un limitador de altitud y un androide de pilotaje en los controles. Para Luke, era una visión tan maravillosa como la de un módulo de escape en una nave condenada a la destrucción.

—Residencia presidencial, entrada norte —dijo Luke.

Estaba tan serio...

Tenía una expresión tan misteriosa en la cara...

Flotó hacia el suelo como si fuera una hoja...

Estaba tan cerca de mí como yo lo estoy de vosotros...

Me sonrió...

Nunca pensé que tendría ocasión de llegar a conocerle...

Basta con mirarle para saber que es un Jedi...

Oh, sólo con mirarle ya puedes darte cuenta de todas las pruebas terribles que ha...

Luke cerró los ojos y dejó escapar un suspiro de alivio cuando el aerodeslizador remontó el vuelo.

Mientras esperaban a Luke, Han se había quedado en la sala, pensando que tal vez podría ser el primero en ver a su amigo para advertirle de lo que su hermana esperaba obtener de aquella visita. Pero cuando la señal de la puerta norte llegó por fin, Leia pasó junto a Han y salió por la puerta antes de que éste pudiera darse cuenta de lo que estaba haciendo.

—Déjele entrar —le dijo Han al guardia de la puerta poniendo cara de resignación, y se apresuró a seguir a su esposa.

Logró alcanzarla justo en el instante en que Leia y Luke se encontraban en el camino del jardín norte.

—Leia —dijo Luke con una cálida sonrisa, y los dos hermanos se abrazaron.

—Sabía que vendrías —dijo Leia, besándole en la mejilla y cogiéndole del brazo—. Sabía que cambiarías de parecer. Oh, no sé cómo decirte lo mucho que me alegro de verte... ¿Cuánto tiempo puedes quedarte?

—Tú y yo tenemos trabajo que hacer —respondió Luke—, y no sé cuánto tiempo necesitaremos. Y después he de contarte algunas cosas. Hola, Han. —Luke le dio una palmada en la espalda con su mano libre—. Me alegra volver a verte.

—Lo mismo digo, chico, lo mismo digo —replicó Han en un tono un poco sarcástico.

—Venga, vayamos dentro —dijo Leia—. ¿Te hicieron dejar tu bolsa de viaje en la entrada? Qué idiotez por su parte...

—No he traído una bolsa de viaje —dijo Luke—. No planeaba quedarme. Pero si es demasiado tarde para vosotros, puedo pasar la noche aquí fuera, y luego podemos trabajar por la mañana. Siempre me han gustado estos jardines.

Leia se detuvo, se volvió hacia Luke y frunció el ceño.

—Me parece que aquí hay algo que se me escapa —dijo—. Los niños están dormidos por fin, así que de todas maneras no podremos empezar a trabajar hasta mañana. Pero estoy segura de que harán falta días, y más probablemente semanas, para que podamos hacer algún progreso.

—No he venido a dar clases a los niños, Leia. ¿Es que Han no te ha dicho cuál es mi opinión sobre este asunto?

—Se lo dije, pero... —empezó a explicar Han.

—Han me dijo que tú habías dicho que eso era mi problema —le interrumpió Leia—. Y eso me pareció una respuesta tan poco propia de ti que estuve segura de que no te había entendido bien.

Luke meneó la cabeza.

—La condensación no le ha sentado demasiado bien, pero supongo que en realidad es más o menos eso —dijo—. Leia, en estos momentos cualquier cosa que yo pudiera hacer sólo serviría para que vuestras vidas y las de los chicos estuvieran todavía más llenas de problemas en el futuro. He dedicado mucho tiempo a meditar sobre este asunto. Estoy seguro de que es la decisión más acertada.

—Entonces... ¿Has venido aquí porque quieres algo, y no porque necesitamos ayuda?

—Estoy aquí porque tengo cierta información nueva sobre nuestra madre.

Las palabras de Luke dejaron bastante sorprendido a Han pero, por lo que pudo ver, la expresión de Leia no se alteró ni se suavizó en lo más mínimo.

—¿De qué información me estás hablando? —preguntó—. ¿De dónde procede?

—Todavía no quiero decírtelo —respondió Luke—. Esperaba que antes me permitirías sondear tu mente. Ahora ya tengo cierta idea de qué he de buscar.

El lenguaje corporal de Leia anunció cuál iba a ser su respuesta antes de que saliera de sus labios. Leia retrocedió un par de pasos, rodeándose el cuerpo con los brazos mientras sus labios se tensaban y sus ojos, repentinamente llenos de ira, se movían de un lado a otro.

—No —dijo—. Vuelve al sitio del que has venido, sea cual sea.

Después giró bruscamente sobre sus talones y echó a andar hacia la residencia.

—Leia... —dijo Han, alargando el brazo hacia ella mientras su esposa se le aproximaba.

Leia esquivó sus dedos con un giro de la cintura y un rápido paso lateral.

—Y si te pones de su lado, tú también puedes irte con él.

—Leia...

El tono de Han había pasado a ser claramente quejumbroso, pero no surtió ningún efecto. Unos instantes después, los dos hombres se habían quedado solos en el camino.

—Bueno, creía que el volar era la única actividad en la que estaba un poco desentrenado —dijo Luke con un suspiro.

—Por si te sirve de algo, chico, Leia ha tenido un día muy duro —dijo Han—. Ya lleva un mes entero negociando con el mismo tipo, y eso está empezando a sacarla de sus casillas. Y no sé cómo se las arreglan, pero los gemelos parecen saber que su madre no se encuentra en condiciones de vérselas con ellos, y se están poniendo realmente insoportables.

—Si hubiera recurrido a la Fuerza... —dijo Luke, meneando la cabeza—. La Fuerza es inagotable.

—Bien, pues Leia no es la Fuerza y puede agotarse con bastante facilidad. Por la razón que sea, ¿entiendes? Será mejor que te vayas y vuelvas en otro momento.

—No —dijo Luke—. Voy a hablar con ella. Tiene que comprender lo importante que es esto para los dos.

—Chico, no te lo recomiendo...

—No te preocupes —dijo Luke, echando a andar por el camino—. Todo irá bien.

El androide mayordomo, siempre dispuesto a ayudar, le dijo a Luke que Leia estaba en la cocina. Luke la encontró sentada en un taburete delante del bar, sosteniendo un vaso alto con las dos manos y contemplando la ventana sin verla.

—Estoy bien, no te preocupes —dijo Leia cuando Luke entró en la cocina—. Estaba intentando recordar si alguna vez has hecho algo que yo te hubiera pedido que hicieses.

—Una o dos veces, por casualidad —replicó jovialmente Luke, esperando arrancarle una sonrisa—. Pero siempre hemos logrado salir adelante.

Leia no dijo nada, y se limitó a tomar un sorbo de su vaso.

—Esto es muy importante para los dos, Leia. Y también es importante para los niños —dijo Luke. Después volvió la mirada hacia Han, que le había seguido hasta el umbral y se había apoyado en él, cruzando los brazos encima del pecho— . Creo que realmente puede haber una posibilidad de que consigamos disipar el misterio y descubrir a nuestra madre como una persona real.

—¿Por qué? —Leia le miró a la cara por primera vez desde que había entrado en la cocina, y Luke pudo ver el cansancio que había en sus ojos—. Has sondeado mi mente más veces de las que puedo recordar. Hiciste que Erredós y Cetrespeó pasaran varios meses en Obra-skai, registrando las bibliotecas en busca de cualquier dato.

—Leia vació su vaso y lo dejó en el bar—. Nos pasamos horas y más horas sentados en un círculo de meditación Jedi, noche tras noche, llamando a Obi-Wan, Anakin y Yoda, a Owen y Beru, a mis padres adoptivos, a cualquier persona que conocíamos que pudiera haberla conocido. También la llamamos a ella... ¿Te acuerdas?

—Me acuerdo.

—Y cuando hubimos terminado, sabíamos exactamente lo mismo que sabíamos antes de empezar. Una conspiración de silencio, así es como lo llamaste.

—Parecía ser precisamente eso —dijo Luke—. Pero creo que el silencio acaba de romperse. Me parece que ahora sé por qué nunca hemos conseguido encontrar ni rastro de ella.

—Estás obsesionado con el pasado —dijo Leia con repentina sequedad—. Yo no puedo permitirme el lujo de que el pasado me importe tanto. Nuestros padres están muertos, y nada de cuanto hagas puede alterar ese hecho. Mis hijos son el futuro.

—¿Cómo sabemos que nuestra madre está muerta? —preguntó Luke, dejándose caer sobre un taburete al otro lado del bar—. ¿Dónde está su tumba? ¿Quién la vio morir? ¿La viste morir?

—No...

—¿Cómo sabemos que no se fue de Alderaan, dejándote a ti allí, para esconderse de nuestro padre? ¿Cómo sabemos que no tuvo éxito en lo que pretendía?

—Hay una respuesta muy sencilla para todas esas preguntas —dijo Leia, levantando la cabeza—. Nuestra madre está muerta, Luke. Si todavía viviera, entonces nada podría impedirle volver aquí para reunirse con nosotros.

—Puede que todavía sea relativamente joven. Tal vez sólo tenga cincuenta años —dijo Luke—. Todavía podría ocurrir.

—Han transcurrido doce años, Luke —dijo Leia—. Y no somos dos personas a las que cueste mucho localizar..., por lo menos yo no lo soy.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Luke.

—Voy a decirte algo que te había ocultado hasta este momento y te lo había ocultado precisamente por la manera en que siempre te has tomado todo este asunto —replicó Leia, hablando muy despacio y con voz pensativa—. Desde que terminó la guerra... Bueno, desde que he elegido Coruscant como hogar y he centrado toda mi vida en la consolidación y el desarrollo de la Nueva República, ha habido una sucesión ininterrumpida de mujeres que se presentan aquí y afirman que son la madre a la que perdimos hace tanto tiempo. —Volvió la mirada hacia Han—. ¿Cuántas llevamos ya, cariño?

—Más de doscientas —dijo Han, asintiendo con la cabeza—. Últimamente ha habido más que de costumbre, no sé por qué razón... En lo que llevamos de año, una casi cada semana.

—El personal de seguridad las llama «abuelitas locas» —dijo Leia—. Algunas no tienen ni la mitad de los años que debería tener nuestra madre, y algunas ni siquiera son humanas. Pero todas están firmemente enamoradas de la idea de que se casaron con el monstruo y dieron a luz a los héroes de la Rebelión.

—Pero tal vez haya razones que no conocemos y que le impiden venir —se apresuró a decir Luke—. Tal vez necesite proteger a quienes la protegieron. Tal vez no quiera enfrentarse a nuestras preguntas. Por lo que ella sabe, ahora podemos estar maldiciendo su memoria. Ésa es la razón por la que tal vez tengamos que ser nosotros quienes demos con ella y no al revés. Por favor, Leia... Déjame mirar dentro de tu mente una vez más. Ahora tengo un cartel indicador..., tengo un nombre.

—¿Y qué ocurrirá si encuentras lo que andas buscando?

—Entonces me iré con la mujer que me ha revelado ese nombre, para averiguar el resto.

Leia alzó las manos en un gesto de exasperación.

—¿Lo ves? ¿Lo ves? Esto no terminará nunca... Nunca podrás librarte de esta obsesión.

—He de saber la verdad —dijo Luke—. No entiendo por qué no sientes lo mismo que yo...

—Escúchame, Luke: nosotros dos nunca tendremos un hermoso árbol genealógico pulcramente podado —replicó secamente Leia—. ¿Por qué no puedes entenderlo? Nunca vamos a conocer mejor a nuestros padres de lo que los conocemos ahora. Nunca tendremos historias sobre nuestros abuelos que podremos recordar con ternura y contar a nuestros hijos. Todo nos irá mucho mejor si nos conformamos con hablarles de Owen y Beru, de Bail..., de las personas que nos cuidaron, nos protegieron y nos quisieron como si fuéramos hijos suyos. Das demasiada importancia al vínculo de la sangre.

—Es algo más que la sangre... —empezó a decir Luke.

—Me da igual —dijo Leia, golpeando el bar con la palma de la mano derecha. El ruido fue tan repentino y potente que Han se sobresaltó—. Por muchas cosas que averigües sobre nuestros padres, nunca podrás inventar una infancia normal para nosotros. Y si descubres la verdad, como tú la llamas, tal vez acabes dándote cuenta de que no te gusta demasiado. Tal vez acabes deseando haber permitido que siguieran muertos.

—¿Acaso puede haber algo peor que lo que ya sabemos?

—Preferiría no conocer la respuesta a esa pregunta —dijo Leia, apartándose del bar con un empujón tan violento que su taburete cayó al suelo mientras se levantaba de él—. Tú y yo somos huérfanos, Luke. Tanto si te gusta como si no, ésa es la realidad. Nuestro árbol genealógico empieza aquí..., con esta familia, y con estos niños. Y ellos van a conocer a sus padres, y a su tío, y a todos nuestros maravillosos amigos.

Una furia cada vez más intensa se fue adueñando del rostro y de la voz de Leia mientras hablaba, una furia dirigida contra el mundo, contra Luke y contra todos los que, como otros tantos obstáculos, se interponían entre ella y su visión de lo que debía ser.

—Mis hijos van a tener historias de una familia normal que contar a sus hijos, tonterías graciosas e insignificantes sobre las naderías cotidianas, historias en las que nadie muere demasiado joven o tiene que cargar con el peso invisible de la vergüenza durante toda su vida. Yo me aseguraré de que así sea, con tu ayuda o sin ella.

Han cruzó el umbral y fue hacia ella.

—Leia...

—No hay nada que me importe más, ¿lo entiendes? —preguntó Leia, agitando un dedo delante del rostro de Luke—. ¡Nada! Así pues, querido hermano, haz lo que creas que debes hacer: vete con quien te dé la gana adonde tengas que irte, para perseguir cualquier sombra del atisbo de una promesa de una pista que te apetezca perseguir. Todo eso no me importa ni lo más mínimo. No vuelvas a pedirme ayuda. Y no traigas el pasado a esta casa, ¿de acuerdo? El pasado sólo es dolor y muerte. Tú puedes revolearte en él si quieres, pero yo, por mi parte, ya he tenido pasado más que suficiente para diez vidas seguidas.

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