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Misión del bibliotecario
(1935) sitúa lúcidamente la misión personal y profesional del bibliotecario y nos ofrece un recorrido histórico y crítico sobre el desarrollo del libro y las bibliotecas, para al final plantear las tareas que a partir del siglo XX corresponderían al bibliotecario a fin de servir mucho mejor a quienes buscan orientación y servicio por medio de los libros y la institución bibliotecaria.

José Ortega y Gasset

Misión del bibliotecario

ePUB v1.2

juanzurita
25.07.12

Edición y presentación:

Juan Domingo Argüelles

© 2005, herederos de José Ortega y Gasset

© 2005, por el prólogo: Jesús Sánchez Lambás

© 2005, fotografías y grabados:

Archivo de la Fundación José Ortega y Gasset

© 2005, para esta edición:

CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES

DIRECCIÓN GENERAL DE BIBLIOTECAS

Editor original: juanzurita (v1.2)

ePub base v2.0

Edición no lucrativa
para su distribución entre los bibliotecarios y los acervos de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas, en el Día Nacional del Bibliotecario: 20 de julio de 2005.

La Dirección General de Bibliotecas del Conaculta agradece a Andrés Ortega Klein, apoderado de herederos de José Ortega y Gasset; Antonio Garrigues Walker y Jesús Sánchez Lambás, presidente y secretario general, respectivamente, del patronato de la Fundación José Ortega y Gasset, y Pedro Pérez Herrero, subdirector del Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset, su generosa autorización y su invaluable apoyo para llevar a cabo esta
edición no comercial
que se suma a los actos conmemorativos del 50 aniversario luctuoso de José Ortega y Gasset y a la celebración de los 70 años de
Misión del bibliotecario
.

Presentación

José Ortega y Gasset y la misión del bibliotecario

Considerado como uno de los más grandes, universales e influyentes ensayistas españoles del siglo XX, José Ortega y Gasset (1883-1955), dejó una obra extraordinaria en los campos de la literatura y la filosofía. El gran poeta y también gran ensayista mexicano Octavio Paz, que lo admiró sin reservas, hizo de él uno de los elogios más enfáticos, que luego incorporó al libro
Hombres en su siglo
. Escribió: “Sus libros, cuando era muchacho, me hicieron pensar. Desde entonces he tratado de ser fiel a esa primera lección. No estoy muy seguro de pensar ahora lo que él pensó en su tiempo; en cambio, sé que sin su pensamiento yo no podría, hoy, pensar”.

La diversidad de los temas que trató Ortega y Gasset y la profundidad con la que ahondó en ellos fueron determinantes para muchos otros escritores y filósofos y para una buena cantidad de lectores y estudiantes que reconocieron en sus libros la maestría, la agudeza y la indiscutible inteligencia y novedad de su pensamiento.

Sobresalen en su vasta obra, libros tan importantes para múltiples generaciones como
El espectador
,
España invertebrada
,
Meditaciones del Quijote
,
Estudios sobre el amor
,
La deshumanización del arte
,
La rebelión de las masas
,
En torno a Galileo
,
¿Qué es filosofía?
y
Pasado y porvenir para el hombre actual
.

Dos obras breves muy significativas lo son también
Misión de la universidad
y
Misión del bibliotecario
, en las cuales Ortega y Gasset reflexionó de un modo incomparable sobre las instituciones universitaria y bibliotecaria y sobre el papel y la función que correspondería cumplir a los maestros y a los bibliotecarios. Hombre de libros y de gran cultura, humanista en toda la extensión de la palabra, nada le fue ajeno, y disertó con enorme penetración, sensibilidad y conocimiento sobre la historia, la literatura, la filosofía, el arte, la técnica y, en general, el desarrollo cultural de los pueblos.

Su famosa frase, que se convirtió en insignia de su pensamiento, “yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”, lo define de un modo ejemplar. Al comentarla él mismo, explicó: “Esta expresión, que aparece en mi primer libro y que condensa en último volumen mi pensamiento filosófico, no significa sólo la doctrina que mi obra expone y propone, sino que mi obra es un caso ejecutivo de la misma doctrina. Mi obra es, por esencia y presencia, circunstancial”.

En
Misión del bibliotecario
(1935), un texto clave de su pensamiento del que estamos celebrando su 70 aniversario, sitúa lúcidamente la misión personal y profesional del bibliotecario y nos ofrece un recorrido histórico y crítico sobre los orígenes y el desarrollo del libro, las bibliotecas y la vocación profesional bibliotecaria, para al final plantear las tareas que a partir del siglo XX corresponderán al bibliotecario a fin de servir mucho mejor a quienes buscan orientación y servicio por medio de los libros y la biblioteca que es una de las instituciones fundamentales que el hombre ha creado para preservar y difundir la cultura.

Con gran visión de futuro, Ortega y Gasset supo entender los problemas a los que se enfrentaría, cada día con más urgencia, el bibliotecario en su misión y en sus tareas. Hasta ahora, decía el filósofo y escritor español, el bibliotecario se ha ocupado principalmente del libro como cosa, como objeto material, “desde hoy tendrá que atender al libro como función viviente”.

Auguraba: “Tendrá el bibliotecario del porvenir que dirigir al lector no especializado por la
selva selvaggia
de los libros y ser el médico, el higienista de sus lecturas”. Con gran perspicacia, el ensayista observó que “no sólo hay ya demasiados libros, sino que constantemente se producen en abundancia torrencial” y que “muchos de ellos son inútiles o estúpidos, constituyendo su presencia y conservación un lastre para la humanidad, que va de sobra encorvada bajo sus otras cargas”. Por todo ello, Ortega y Gasset recomendaba como una de las misiones esenciales del bibliotecario la que tenía que ver con la organización y reglamentación de la biblioteca y, en un sentido más amplio, con la organización misma de la producción, control y conocimiento del libro. Dicho hace setenta años, lo que hoy es una exigencia imperativa cuando no una realidad en la profesión bibliotecaria, lo que asienta entonces Ortega y Gasset cobra ahora, y más que nunca, su carácter pionero y visionario.

Por todo lo anterior, para la Dirección General de Bibliotecas del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes es muy satisfactorio y muy honroso coeditar con la Fundación José Ortega y Gasset, con sede en España, este libro conmemorativo del 50 aniversario luctuoso de su autor y de los 70 años de dicha obra, para su distribución gratuita en el Día Nacional del Bibliotecario que se celebra en México, a partir de 2004, cada 20 de julio.
Misión del bibliotecario
fue, como muchos lectores saben, el discurso inaugural que José Ortega y Gasset leyó en el Segundo Congreso Internacional de Bibliotecarios de la International Federation of Library Associations and Institutions (IFLA), en el paraninfo de la Universidad de Madrid, el 20 de mayo de 1935.

Esta edición es, también, una modesta contribución al amplio homenaje internacional que se rinde a José Ortega y Gasset en 2005 y que incluye, entre otras muchas actividades, una nueva edición, en diez volúmenes, de las
Obras completas
de este español universal. Coeditadas por la Fundación José Ortega y Gasset y el Grupo Santillana, las
Obras completas
del autor de
El espectador
abarcan su producción de 1902 a 1955 —incluidos textos inéditos y obras póstumas—, precedidas de un portentoso y definitivo aparato crítico.

La Dirección General de Bibliotecas del Conaculta agradece públicamente a los herederos del escritor y a la Fundación José Ortega y Gasset la generosidad con la que han autorizado y apoyado esta edición no venal cuyo propósito es ponerla en manos de los bibliotecarios de la Red Nacional en la colección que de manera natural tenía que incorporarla y difundirla: Biblioteca del Bibliotecario. Muy especialmente, vaya este agradecimiento a los señores Andrés Ortega Klein, apoderado de herederos de José Ortega y Gasset; Antonio Garrigues Walker y Jesús Sánchez Lambás, presidente y secretario general, respectivamente, del patronato de la Fundación José Ortega y Gasset, y Pedro Pérez Herrero, subdirector del Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset.

José Ortega y Gasset nació en Madrid el 9 de mayo de 1883 y murió en la misma capital española el 18 de octubre de 1955. En sus
Meditaciones del Quijote
recomienda “buscar el sentido de lo que nos rodea”. Para un bibliotecario ese sentido está sin duda en los libros y en la biblioteca misma que le dan significado a su benéfico quehacer.

Prólogo

Cuando hoy reflexionamos sobre la misión del bibliotecario, setenta años después de que este texto fuera conferencia, el libro se ha convertido en un objeto de consumo que las editoriales amortizan a los escasos meses de ver la luz. Pero dentro de ese objeto hay un alma. Antes de que las técnicas comerciales lo convirtieran en un producto perecedero, tenemos que conservar la memoria histórica de la quema de bibliotecas y libros: desde Alejandría, la del año 213 a. C. en China, las de la Inquisición en los siglos XVI y XVII, la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos en 1812, la quema de libros por los nazis en Berlín en 1933, la destrucción de libros durante la Guerra Civil Española, la Biblioteca de Sarajevo en 1992, y la Biblioteca Nacional de Bagdad, en 2003.

En 1936 don José Vasconcelos se sentía maravillado al acceder al tesoro de la Biblioteca Nacional y de los demás recursos bibliográficos de la metrópoli mexicana, entre ellos también los de la recién inaugurada (4 de septiembre de 1936) Biblioteca del Honorable Congreso de la Unión.

En el año 1935 Ortega dicta en Madrid el discurso inaugural del Congreso Internacional de Bibliotecarios bajo el título
Misión del bibliotecario
que se publicó en México en 1996 entre los diversos eventos conmemorativos de los sesenta años de vida de la Biblioteca del Congreso, con la colaboración de la hija del filósofo doña Soledad Ortega Spottorno quien veinte años antes, con su hijo José Varela y un puñado de jóvenes investigadores, creó la Fundación que lleva el nombre del filósofo y pensador, que fue posible por la generosa contribución de algunos mecenas mexicanos.

Hoy, en el cincuentenario de la muerte de don José (1955-2005), son los bibliotecarios públicos mexicanos quienes quieren conmemorar con esta edición al autor. Los vínculos de Ortega con México no es preciso, por obvios, reseñarlos; de eso se ocuparon sus amigos como Alfonso Reyes y los discípulos y colegas españoles acogidos generosamente durante el exilio. La Fundación José Ortega y Gasset ha capitalizado esa historia con sus privilegiadas relaciones con el Senado Mexicano, con el Colegio de México (nuestra casa allí), El Colegio Mexiquense, los Gobiernos de la Federación y las Universidades de todo el país, creándose una corriente, la
RedOrtega
, de alumnos, investigadores y docentes que nos enriquece permanentemente.

Cuando recibí la propuesta de publicación, por medio del profesor Pedro Pérez Herrero, agitador infatigable del mestizaje cultural entre nuestros dos países, nos dimos cuenta de su importancia. En opinión del Director Académico del Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset, Juan Pablo Fusi, en este discurso se contienen las claves del pensamiento orteguiano. Y me vino a la memoria el curso que dictó el titular en la Universidad Menéndez Pelayo en 1935 sobre la técnica. Al referirse a la imprenta decía:

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