Papel mojado (8 page)

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Authors: Mongolia,

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Otro: cuando Roures y Benet presentaron el ERE de
Pú
blico
, en septiembre de 2011, auguraban unas pérdidas de 9,7 millones de euros en el ejercicio. Finalmente, el año se cerró con apenas 3,2 millones de pérdidas… ¡Solo tres meses después de las proyecciones catastrofistas que sirvieron de justificación del ERE y de la rebaja voluntaria de sueldos aceptada por el comité para ayudar a la empresa! Y, por supuesto, el documento se basó en las proyecciones entregadas para el ERE, pese a que se entregó ya en diciembre, muy cerca del cierre del ejercicio.

El empeño de Itasu por empujar hacia la liquidación al periódico ofrecía algunos párrafos delirantes, como cuando la consultora destacaba que los ingresos por la venta de ejemplares crecieron en 2010 «únicamente» el 29 por ciento, una cifra excepcional en un sector en caída libre.

Todos los datos reales incluidos en el informe apuntaban hacia la inminente entrada en beneficios de
Público
ya en el horizonte de 2012, tras la continua caída de gastos —que pasaron de 54,6 millones en 2008 a 47,8 en 2011— y el simultáneo aumento sostenido de ingresos, que pasaron de 20,8 millones en 2008 a 44,4 en 2011. Pero para evitar la evolución lógica de ambas líneas, que partiendo de posiciones muy alejadas estaban a punto de encontrarse, y mantener en cambio una proyección de pérdidas para 2012, Itasu recurrió sin disimulo a la «cocina»: le aplicó de golpe una contracción nada menos que del 21 por ciento escudándose en el declive del sector. Y ello pese a que
Público
siempre mejoró en un entorno de crisis extrema y que el sector nunca tuvo una caída anual tan brutal como la que los «expertos» de Itasu le endosan al diario para poder sugerir su cierre.

El informe de Itasu incluía pasajes surrealistas, como cuando ofrecía un largo listado de citas de supuestos gurús que predicen el deceso de la prensa de papel encabezado nada menos que por Juan Luis Cebrián, presidente de Prisa y rival de Mediapro, cuyas posiciones habían sido ridiculizadas reiteradamente en público por el propio Roures cuando quería que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, tuviera la percepción de que estaba construyendo un imperio mediático progresista con periódico en papel incluido.

El segundo gurú citado era Warren Buffet, al que Itasu atribuía unas supuestas declaraciones en las que decía que nunca iba a invertir en diarios de papel. Buffet, accionista durante décadas de
The Washington Post
y luego del
Buffalo News
, acababa de entrar, justo en noviembre de 2011 —mientras Itasu perpetraba su «informe»—, en el accionariado de Lee Enterprises, editor de diarios de Iowa. Luego, en diciembre, adquirió el
Omaha World-Herald
, el periódico de su localidad. Y en marzo de 2012, el hombre que, según Itasu, nunca iba a invertir en diarios en papel pese a que llevaba toda la vida haciéndolo, compró de una tacada sesenta y tres en Estados Unidos.

Este «informe confidencial» fue la gran baza aportada por Roures y Benet para cerrar
Público
. Y el administrador concursal, Ignacio Marroquín, lo consideró tan «bien documentado» que no tuvo más remedio que echar el cierre.

 

 

Una subasta oscura

 

«Mi patrimonio es cero», dijo un compungido Jaume Roures en una asamblea con los trabajadores de
Público
justo antes de mandar al 85 por ciento de la plantilla al Fogasa tras estrujarle todo el jugo —con ayuda del carísimo bufete Garrigues, célebre por su dureza patronal— a la reforma laboral del PP tan criticada en las páginas del diario.

Cuatro meses después, en mayo de 2012, Roures y sus socios ganaban la subasta por la cabecera del diario a través de Display Connectors, una inmobiliaria recién constituida, con la promesa de desembolsar 1,65 millones de euros en 2012: Roures se recompraba a sí mismo la marca, libre ya del polvo y paja de la deuda… y del 85 por ciento de los trabajadores.

Con ello, Roures y el equipo que llevó a la quiebra a Mediapubli, la editora del periódico, frustró los esfuerzos de una treintena de ex trabajadores, agrupados en el colectivo Más Público, que pujaron por quedarse la cabecera y revivirla en cooperativa.

El administrador concursal, Ignacio Marroquín —el mismo que tanto había arropado a los dueños de
Público
en el concurso paralelo de Mediapro frente a Prisa—, eligió la oferta de Roures y sus socios sin asomo de duda: un asistente a la subasta explicó que Marroquín admitió que ni siquiera había estudiado el plan de negocio de la cooperativa, presentado un mes antes, y cuya existencia incluso dijo, sin ruborizarse, desconocer.

La facilidad con la que Roures recuperó la marca no solo generó polémica porque pudo recomprarla sin pagar a ex trabajadores y acreedores, sino también por el potencial conflicto de intereses: el 80 por ciento de los accionistas de Display Connectors lo eran ya de la quebrada Mediapubli. Además, el 90 por ciento de los nuevos accionistas son a su vez acreedores de Mediapubli. Y no en cantidades pequeñas: los accionistas de Display Connectors suman la mitad de la deuda total de la editora original de
Público
, concentrada sobre todo en empresas administradas por Roures y Benet.

Las reservas afectan también a otros aspectos formales: el 50 por ciento de las acciones de la inmobiliaria que se quedó con
Público
con la aquiescencia de Marroquín y de la juez que supervisa el concurso pertenecen a compañías que en el momento de la subasta tenían cerrado el Registro Mercantil por no presentar sus cuentas desde 2005: Ni Pag. 1, S.L., controlada por Toni Cases, ni Mediacable, administrada por Roures, habían cumplido con esta exigencia preceptiva para todas las empresas.

No hay unanimidad entre los «kremlinólogos» de Mediapro sobre por qué Roures y Benet recompraron
Público
si acababan de asesinarlo. Pero sí abundantes hipótesis.

La primera hipótesis es que con el movimiento se buscaba evitar que la cabecera se la quedaran periodistas críticos que pudieran usar la marca en su contra. Con la recompra, en cambio, era más fácil minimizar los costes de imagen de cerrar un periódico que rozaba la rentabilidad pero que, tras la marcha de Zapatero y la llegada del PP, pasaba a convertirse en un lastre para las unidades del grupo donde fluye el dinero de verdad.

El impacto de
Publico.es
es muy reducido en comparación con el del diario impreso y, por tanto, molesta mucho menos. Con un coste muy pequeño se podía aspirar incluso a intentar enterrar todos los atropellos laborales cometidos durante el cierre del periódico: envío al Fogasa sin miramientos a los despedidos, uso intensivo de la reforma laboral, impago de nóminas y de colaboraciones…

El 22 de noviembre de 2012, el diario
El Mundo: Economía y Negocios de Venezuela
publicaba un perfil de Roures fruto de una larga entrevista con su corresponsal en España, Andrea Daza Tapia.
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La transcripción íntegra parece reforzar esta hipótesis sobre los motivos de la recompra de la cabecera. Cuando la periodista le preguntó por la situación de los trabajadores de
Público
despedidos, el magnate respondió airado: «Es que todo es mentira. Los trabajadores están haciendo
Publico.es
, la mayoría. Que hubiera cuatro que dijeran que tal y… Bueno… A mí no me interesa lo que dicen cuatro tíos. Todos menos cuarenta están allí trabajando».

La segunda hipótesis barajada para explicar que Roures y Benet —un hombre muy próximo a CiU— recompraran la cabecera entraría en un terreno más pantanoso: sería una forma de compensar a un socio de
Público
que era también un acreedor importante, algo expresamente prohibido por la ley concursal, que da prioridad a los trabajadores en el cobro de la deuda.

El administrador concursal que entregó de nuevo la cabecera a los magnates de Mediapro ni siquiera se preocupó por la procedencia de los fondos para la nueva empresa ni relacionó las diferencias de composición en el capital de ambas con eventuales deudas entre los socios. Tampoco hurgó en el hecho de que Toni Cases, que tenía apenas el 6,88 por ciento de Mediapubli, editora de
Público
, a través de Editoriales Panamericanas, pasara a controlar el 40 por ciento de Display Connectors, la nueva editora de
Publico.es
, a través de Pag. 1, S.L.

Cases tiene el cuartel central de Cases i Associats —una de las consultoras más importantes del mundo en diseño de periódicos— en el edificio Imagina, impulsado por Mediapro en el 22@ de Barcelona. Y pese a ser también accionista de
Público
, fue uno de los grandes perjudicados por la decisión de Roures y Benet de declararse en concurso de acreedores: cuando dieron el paso, la empresa debía más de un millón de euros a Cases, su socio y arrendatario del edificio Imagina de Barcelona.

La última hipótesis tiene que ver con las ambiciones de la socialista Carme Chacón, cuyo marido, Miguel Barroso, fue pieza clave en el intento de construcción de un polo mediático progresista afín a Zapatero y rival del Grupo Prisa. Con
Publico.es
el proyecto podía mantenerse en
stand-by
y bajo coste a la espera de mejores tiempos para Carme Chacón en el PSOE: el 20 por ciento de Display Connectors está en manos de su entorno, de José María Crespo y Emilio Arrojo. El primero es un político de larga trayectoria en el aparato del PSOE y muy vinculado a Javier de Paz, empresario de cabecera de Zapatero que se integró en el núcleo duro del equipo de Chacón. Arrojo fue durante años jefe de prensa de Barroso.

La única hipótesis ya descartada de todo el embrollo es que el patrimonio de Roures sea, como aseguró ante la asamblea de trabajadores, «cero».

 

 

Hay vida después de
Público

 

La única buena noticia del cierre de
Público
es que de sus cenizas han nacido varios proyectos periodísticos muy complementarios entre sí, con bases comunes y el potencial de sacudir el adormecido y deprimido panorama periodístico español: están impulsados y gestionados por los propios periodistas, que en varios casos disponen incluso del control accionarial, se concentran en un segmento concreto sin aspirar a construir un medio generalista que lo abarque todo y aspiran a financiarse sin depender exclusivamente de la publicidad y de las ataduras informativas que conlleva.

Varios de estos nuevos medios promovidos por periodistas despedidos de
Público
apuestan, además, por el papel, a contracorriente de los gurús que durante años han condicionado los medios tradicionales con planteamientos que lo daban por muerto y apostaban por verter gratuitamente todos los contenidos en Internet.

El mensual satírico
Mongolia
fue la primera de las iniciativas en materializarse, ya en abril de 2012, con una fórmula que combina el humor salvaje y el periodismo serio incómodo con el poder, un
mix
que tiene como referentes a publicaciones solo humorísticas como
Barcelona
(Argentina) y a revistas satíricas donde prevalece la información, con
Le Canard Enchaîné
(Francia) al frente. Entre los promotores de la publicación se encontraban Fernando Rapa Carballo, director de Arte de
Público
, y Pere Rusiñol, adjunto a la dirección del diario.

Mongolia
apuesta por el papel como soporte de la revista, pero sin renunciar a un uso muy intensivo de Internet y de las redes sociales circunscrito al marketing de guerrilla. La publicación se consolidó enseguida con una tirada de cuarenta mil ejemplares por número.

También muy rápidamente nació
Eldiario.es
, periódico digital centrado en política, economía y opinión fundado por el primer director de
Público
, Ignacio Escolar, que cuenta con varios redactores del difunto periódico y algunas de sus firmas de opinión de referencia.

Varios de los periodistas de
Eldiario.es
disponen también de acciones de la empresa, que nació con un modelo de negocio que combina desde su origen la publicidad con las aportaciones de socios, que a su vez reciben servicios exclusivos. El proyecto gira sobre su web, cuyos contenidos son de acceso libre sin restricciones, y a principios de 2013 crecía a un ritmo de dos dígitos al mes que lo acercaba vertiginosamente a
Publico.es
. Pero incluye también la edición de una revista trimestral temática en papel.

La prestigiosa sección de Ciencias de Público se reagrupó enseguida en
Materia
(esmateria.com) con el liderazgo de la redactora jefa del diario, Patricia Fernández de Lis, y un modelo también bajo el control de los periodistas. El proyecto toma como referencia la exitosa experiencia de ProPublica en Estados Unidos, que ha permitido generar espacios para el periodismo independiente y de calidad a través de la filantropía y sin renunciar a la distribución libre y universal de todos los contenidos.

En junio de 2012 llegó al quiosco
Líbero
, una revista de fútbol con vocación gourmet, en papel y a menudo colindante con la literatura. Sus promotores —del proyecto periodístico, pero también empresarial— son Oscar Abou-Kassem, jefe de Internacional de
Público
cuando cerró, y Diego Barcala, redactor de la sección de Actualidad del periódico.

Por su parte, en diciembre de 2012 llegó al quiosco el número uno de
La Marea
, el mensual del colectivo Más Público, que agrupaba a los redactores que pujaron en la subasta de la cabecera de
Público
con el objetivo de mantener vivo el diario reconvertido en cooperativa. Las maniobras de Roures y Benet por conservar en su órbita la cabecera no desanimaron al colectivo, que luego editó dos números de una revista gratuita, germen de
La Marea
.

El proyecto, concebido para entremezclarse con los movimientos sociales al calor del emergente 15-M, tiene una estructura cooperativa y es propiedad de los trabajadores y de los socios. El objetivo es acompañar al mensual en papel con una web de información diaria, que incluye sinergias con
En Cubierta
, revista electrónica sobre libros digitales promovida por la periodista Paula Corroto, ex responsable de Libros de
Público
.

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