Notas a Apocalipsis Now (22 page)

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Authors: Eleanor Coppola

Tags: #Historia, Referencia, Otros

BOOK: Notas a Apocalipsis Now
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11 de mayo, Pagsanjan

Ayer subí a la colina donde los de efectos especiales se preparaban para el ataque con flechas. Estaban ocultos en pequeños claros, excavados en la jungla, que se conectaban por senderos abiertos entre el follaje. Me recordó la maqueta de las ubicaciones de los fusiles japoneses en una vieja película sobre la Segunda Guerra Mundial. Monté mi cámara en un claro con una buena vista del río. Quería lograr una toma en la que se viera a los hombres de efectos especiales en primer plano y las flechas lloviendo sobre la lancha de patrulla. Casualmente, iba vestida con pantalones rojos y camisa de colores, con lo que me arriesgaba a que se vieran en la toma. Entonces decidí pedirle prestada a Jerry, el encargado de efectos especiales, su camisa caqui, y me quité los pantalones. Jerry me echó una mirada sorprendida. Tiene unos sesenta y cinco años. Quizá le parezca una ridícula, o quizá fuera por el hecho de que «la esposa del director» se estuviera quitando los pantalones. Me metí en los matorrales para hacer la toma. Las hormigas me subían por las piernas. Me costó muchísimo seguir filmando durante toda la acción, sin poder parar para quitarme las hormigas.

Estoy sentada en el techo de la lancha de patrulla. Los de producción están esperando a que la luz iguale a la de la última toma. Veo a un hombre que va nadando, empujando una roca delante de él. Un falso peñasco debió de desprenderse durante la última toma.

Sofía está sentada en el regazo de Gani. Le está preguntando por qué no lleva uniforme de guardia. Por qué lleva la pistola en el bolsillo de atrás de sus vaqueros. Por qué le sale por debajo de la remera. Por qué no lleva una pistolera.

Oigo a Roger y Charlie hablando en la orilla. Roger dice que tan pronto llegue a su casa se va a comer una hamburguesa Big Boy de Bob's. Charlie dice que ha leído que el año pasado los norteamericanos consumieron cuarenta mil millones de hamburguesas.

12 de mayo, Pagsanjan

Hoy sobrevolamos el reducto de Kurtz con el helicóptero. Las topadoras han eliminado por completo los escombros de las explosiones. El suelo estaba cubierto de una especie de polvo rosa de los ladrillos de adobe. No quedaba nada del set. Vi a los trabajadores preparando el terreno para replantar cocoteros hasta la orilla del río. En un año no quedará el menor rastro del seto

13 de mayo, Pagsanjan

Estamos en la lancha de patrulla, en el río. Se están preparando para hacer otra toma de primer plano de Marty durante el ataque con flechas. Los utileros están en el agua, recogiendo las flechas que quedaron flotando de la última toma. Francis está hablando de las ganas que tiene de ir al restaurante Musso Frank cuando vuelva a Estados Unidos y comerse una ensalada de lechuga romana con condimento de anchoa.

17 de mayo, Manila

Ayer no sentía ganas de marcharme de Hidden Valley. Sofía y yo teníamos las maletas listas. Me hubiera gustado quedarme uno o dos días más para dedicarme sencillamente a nadar, pasear hasta la gran cascada y sentarme en una roca y escuchar el zumbido de los insectos. Pero ya había cambiado nuestro pasaje de vuelta, me había despedido y me había quedado una vez. Parecía absurdo volver a hacerlo. Cuando llegamos al aeropuerto estuve a punto de pedirle al conductor que nos esperara y se asegurara de que embarcábamos. Pero habíamos llegado con una hora de antelación y no había ninguna razón lógica por la cual no pudiéramos despegar a la hora prevista. Sin embargo, cuando pasamos por el control de aduana y luego por la puerta de embarque, nos dijeron que nuestro vuelo ya había salido. La hora marcada en nuestros pasajes estaba equivocada. Lo lamentaban muchísimo. Nos llevaron a las oficinas de la compañía, donde estuvieron llamando y protestando cerca de una hora hasta que nos consiguieron pasajes en el mismo vuelo del día siguiente. Yo intenté mantenerme como una simple observadora, contemplando los giros que daba mi vida, viendo cómo me llevaban a un hotel. Al final, Sofía y yo nos encontramos en una habitación. El hotel era uno que estaban acabando de construir el año pasado, cuando llegamos a Filipinas. Ahora, la alfombra anaranjada tenía ya algunas manchas, y la colcha de la cama estaba descosida. En el baño había una vela que ahora yo sabía que no era para darle atmósfera intimista, sino por si había un corte de electricidad. El asiento del inodoro estaba cascado y en la bañera había un cabello largo y negro.

Cuando Sofía y yo bajamos a desayunar, le pregunté al recepcionista a qué hora abría el Poblado Filipino. Me dijo que a las ocho de la mañana. Llegamos allí hacia las diez y tomamos un jeep hasta la zona de Mindanao. Allí hay un museo de arte bastante digno y varias casas de estilo regional en las que venden cestería yesos objetos tejidos a mano que tanto me gustan. Estuve allí el año pasado, para mi cumpleaños, y lo pasé muy bien. Ahora estaba todo cerrado; sólo había un sitio abierto en el que vendían bisutería hecha con conchas marinas. Anduvimos hasta la siguiente zona, en la que había arrozales y cabañas de ifugaos. Vimos una anciana con los pechos al aire y unas cuantas muchachas que tejían bajo las casas. Había también unos niños correteando y pollos metidos en cestos, igual que en el set, Se podía ver el interior de algunas cabañas. En una había una maleta Samsonite guardada sobre las vigas y una estantería con libros de la Modern Library, En otra había un bebé que dormía en el suelo y una hilera de cestas de plástico repletas de ropa. Sofía tenía calor y sed y se quejaba.

16 de junio, San Francisco

Francis regresó a casa desde Filipinas, vía Asia y Europa, en un jet privado. Dean, los italianos y unos cuantos editores lo acompañaban. Estuvieron cocinando pasta, haciendo café y mirando vídeos del metraje mientras volaban. Francis me llamó desde Kuala Lumpur, donde hicieron escala para cargar combustible antes del último tramo del periplo. Dejaron a los italianos en Roma y siguieron hasta el sur de Francia para asistir al Festival de Cannes. Luego volaron hasta París, y a Madrid para ver una corrida, y luego otra vez a París, Londres y Nueva York. Sonaba muy mundano, pero cuando

Francis llegó a casa no parecía relajado y aliviado ni decía que hubiera sido todo muy divertido. Ahora está nervioso e inquieto. Fuma mucho y está irritable. Quizás esté simplemente asustado. La filmación ha terminado, y no sabe con seguridad si a partir del metraje que tiene podrá lograr una buena película.

22 de junio, San Francisco

Anoche, el asado se estaba haciendo, el pan de banana ya había salido del horno y la mesa estaba puesta para la cena. Pero Fred llamó para decimos que Francis se iba a cenar al Vanessi para seguir su reunión con Mickey Rooney y para preguntarme si quería ir. Fuimos con Gio y Dean desde casa en el Porsche de Dean. Fue divertido ir sentada en el regazo de Gio. En el Porsche que tuvimos hace años, Gio era un niño pequeño que iba sentado en mi regazo.

Cuando llegamos a Vanessi esperamos en la entrada a que nos dieran mesa. Mickey no paraba de saludar a la gente que lo reconocía. Estuvo muy enérgico toda la velada, contando historias, interpretando personajes, estrechando manos de gente que se asomaba por el compartimiento de nuestra mesa. Estuvo absolutamente divertido; Su vida y su arte parecen una sola cosa.

23 de junio, San Francisco

Ayer fui a la oficina de Francis unos minutos. Estaba sentado con su máquina de editar vídeos, pasando la secuencia inicial de
Apocalipsis Now
. Había imágenes en tres pantallas de vídeo que había fundido en el monitor principal. Era asombroso. Tres capas de imagen. Era algo espacial. Francis decía que esto ha cambiado totalmente el mundo del montaje. Las imágenes se pueden maquetar capa a capa, de la misma forma que se montan las pistas de sonido. Me quedé pasmada contemplando todas aquellas posibilidades.

20 de julio, Napa

Estoy sentada en el dormitorio de esta gran casa victoriana totalmente vacía. El mobiliario que encargué todavía no ha llegado. Francis, los niños y yo hemos estado viviendo en el chalet, pero hoy hemos tenido que irnos porque lo están decorando para usado de set para el montaje de imágenes caseras de la esposa de Kurtz. El equipo de producción está aquí en Napa para filmar pasajes y tomas que no se pudieron terminar en Filipinas. Están llegando los cargamentos de equipo y utilería enviados de regreso. La lancha de patrulla descansa bajo un enorme roble cerca de la carretera. El helicóptero está estacionado en el sendero de acceso. Vittorio, Enrico y Alfredo están abajo, en la casita del jardinero, montando la cámara y el material de iluminación. En el granero están desembalando cajas de utilería. En la vieja casita del cocinero están colgando el vestuario. Los hombres de John La Sandra están montando tiendas de campaña militares en el prado y construyendo allí parte del reducto de Kurtz. Cajas de falsas calaveras y tótems desgastados se apilan sobre la hierba.

Vuelvo a sentirme fuera de lugar. Las cosas no están donde espero que estén.

Julio, San Francisco

Francis se está sometiendo a una serie de exámenes médicos. United Artists le está descontando el equivalente a quince millones de dólares en seguro de vida. Francis dice que vale más muerto que vivo. Tiene una deuda de catorce millones en exceso de gastos de producción.

2 de septiembre, San Francisco

Anoche Francis estuvo totalmente ausente en la mesa, y se quedó dormido justo después de cenar. Esta mañana nos levantamos muy temprano, cerca de las cinco y media. Sofía, Roman y Chris estaban haciendo ruido y saltando por ahí. Se suponía que tenían que estar todos durmiendo en el suelo de la habitación de Sofía. Francis estaba muy deprimido. Los últimos dos días ha estado trabajando con Walter, que ha sido muy sincero. Han revisado un montaje en bruto del metraje. Francis dice que tiene la sensación de que sólo hay un veinte por ciento de probabilidades de que pueda sacar adelante la película.

A menudo la gente me pregunta qué pasará con nuestras vidas si no lo consigue.

20 de septiembre, Napa

Ayer hablé con Francis por teléfono. Me dijo que estaba en su oficina, preparándose para reunirse con los editores, pero que sólo lograba concentrarse en su vida. Me dijo que era como si con el ojo izquierdo no pudiera ver nada más que problemas y como si con el derecho su vida le pareciese perfecta.

Esta mañana le conté a Roman la conversación, y me dijo: «¿Por qué no se limita a mantener el ojo izquierdo cerrado?»

22 de septiembre, Napa

La semana pasada Sofía me dijo que quería ir a una clase después del colegio con su mejor amiga, Kirsten. Me dijo que la clase era de «catar quesos». Fui a comprobado. La clase era de catequesis. Hoy asistió por primera vez. Cuando volvió a casa dijo: «Dios es el padre de todos, así que Kirsten es mi hermana». Estaba muy complacida. Más tarde añadió: «Katie también es mi hermana, pero la odio».

23 de septiembre, Napa

Barlow acaba de hablarme sobre las cartas del tarot. Me decía que se basan en las antiguas cortes reales, y que por entonces el pueblo miraba la corte y observaba su comportamiento. Comentamos que la gente que actualmente aparece en la prensa, como las estrellas del rock, del cine y la televisión, son como la realeza de hoy, y ahora todo el mundo está pendiente de lo que sucede entre los miembros de esta corte. Ella decía que, de alguna manera, Francis es como el emperador. El emperador en la carta del tarot tiene un solo ojo.

1º de octubre, Napa

Estoy sentada en las gradas. El Santa Helena acaba de completar una larga jugada para hacer un tanto. Por altoparlante anuncian:

«Penal; falta contra el Santa Helena».

Devuelven la pelota hacia la línea 46. La gente se queja. Yo sollozo. Me pasé toda la tarde con ataques de llanto. Nadie parece haberse dado cuenta. He estado mirando el partido en el campo y, mientras tanto, revisando mentalmente todas las escenas de esta última semana con Francis. Me ha dicho unas cuantas verdades. He estado viviendo cómoda y plácidamente, creyéndome todas las mentiras. Y ahora lamento la muerte de mis ilusiones. Incrédula, luego furiosa, luego triste, luego otra vez furiosa, con algún estallido ocasional de hilaridad y alivio de liberarme de mi ceguera.

Vuelvo a llorar. Cuando es demasiado evidente, me pongo el programa delante de la cara. Arriba dice: «Instituto Santa Helena, Liga de Fútbol Júnior 1977». Un poco más abajo de la página dice: «Número 20, Gio Coppola, noveno curso; altura 1,73 m; peso 49 k; posición: lateral».

Oigo: «Pase a Beltrami, que la recoge a unos cuatro metros». Mentalmente, puedo verme a mí misma la semana pasada, tomando el jarrón de flores y lanzándolo contra la pared, y los añicos esparcidos por la sala, alrededor de Francis.

«Pase a Belts, bueno durante dos metros. Queda un minuto y treinta y ocho segundos del primer tiempo.»

8 de octubre, Napa

Pensé que la realización de
Apocalipsis Now
había terminado. Me encontraba bien en casa, empezando una clase de zazen, encontrándome una vez a la semana con amigos para analizar sueños, haciendo mermelada de higos … Era consciente de que Francis estaba sumido en algún conflicto profundo. Tuvimos largas conversaciones sobre los temas de la película. Hablamos sobre los opuestos, sobre el poder y los límites, sobre el bien y el mal, la paz y la violencia. Le hablé del libro zen que explica que el cuerpo y el alma no son dos cosas separadas, pero tampoco una sola, sino que son dos y una al mismo tiempo.

Hablamos de cómo la película era un paralelismo de todo lo que Francis estaba viviendo este año. De cómo había sido Willard, al emprender su misión de hacer la película, y de cómo se había convertido en Kurtz por un tiempo. Pensé que cuando resolviera sus conflictos internos podría ver el final de la película con claridad. Yo estaba ocupada organizando el regreso de los niños al colegio, trabajando en la remodelación de la casa, cocinando las verduras frescas del huerto, que parecían haber madurado todas al mismo tiempo.

Hace dos semanas Francis estaba más deprimido de lo que jamás lo he visto. Le pedí que me contara sus conflictos, que me los contara de verdad. Se echó a llorar. Me dijo que se había enamorado de otra mujer, pero que también me quería a mí, que cada una representaba una parte de él y que no era capaz de renunciar a ninguna. Escuché al hombre que amo totalmente angustiado y dolorido. De pronto pude ver que, para él. el conflicto no era entre la paz y la violencia, sino entre los ideales románticos y la realidad práctica. Un hombre que ama el romance, ama la ilusión, y también ama a su mujer, ama a sus hijos y los quince años de esta realidad. Lo pude ver con absoluta claridad. Y entonces la emoción me embargó como un maremoto. Me sacudió y me derribó. Me vi a mí misma tomando el jarrón de flores y arrojándolo contra la pared. Oí las palabras salir de mi boca. Me vi a mí misma bajando al piso de abajo, y los platos blancos que se estrellaban contra las paredes rojas de la cocina. Estaba furiosa con mi ceguera.

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