Mis rincones oscuros (31 page)

Read Mis rincones oscuros Online

Authors: James Ellroy

Tags: #Biografía

BOOK: Mis rincones oscuros
7.05Mb size Format: txt, pdf, ePub

La niña murió de inanición. Antes de expirar se arrancó grandes mechones de cabello. El Departamento de Policía de Fort Lauderdale investigó el asesinato de Hamway y lo atribuyó a un retrasado mental que vivía en el vecindario.

Se llamaba John Purvis. Fue juzgado, acusado y condenado a cadena perpetua, sin posibilidad de libertad condicional.

Stoner y Guenther volaron a Aspen. El abogado de Robbie Beckett se negaba a que interrogaran a su cliente. Primero quería llegar a un acuerdo por escrito con el fiscal del distrito de Los Ángeles. Stoner llamó al agente Dale Davidson, de la Fiscalía de Distrito. Davidson se puso en contacto con el abogado de Robbie y le ofreció una calificación de homicidio involuntario si su cliente testificaba contra Bob Beckett. El abogado aceptó el trato. Le aconsejó a Robbie que no renunciara todavía a la extradición y que se buscase un buen abogado de Los Ángeles. Robbie dijo que se quedaría quieto y esperaría instrucciones.

Stoner y Guenther volaron a Miami. Buscaron a Laney Jacobs, pero no dieron con ella. Llegaron hasta Fort Lauderdale y estudiaron el expediente del caso Susan Hamway.

El fiscal ya era juez. Reconoció que las pruebas contra John Purvis no eran concluyentes. Stoner y Guenther le contaron lo que Robbie Beckett había dicho. El juez prometió ocuparse de ello. Stoner y Guenther regresaron a Los Ángeles.

Un detective de Fort Lauderdale telefoneó a Stoner. Le dio algunos detalles de la investigación del caso Hamway. Stoner entendió lo ocurrido (la policía había arrancado una confesión falsa a un sospechoso retrasado mental) y le contó la versión de Robbie Beckett. El detective se hizo el sorprendido. Dijo que había hablado con Robbie… después de que declarara contra su padre.

Stoner y Guenther hablaron con la ex esposa de papá Beckett y con su hija Debbie. La ex dijo que papá andaba molestando a David Beckett. Quería que se deshiciera de la furgoneta que le había dado. David se había negado.

Debbie Beckett agonizaba de sida. Dijo que su padre abusaba sexualmente de ella. Dijo que pegaba a David y a Robbie habitualmente. Dijo que se regía por el terror.

La furgoneta era crucial. Stoner y Guenther encontraron a David y lo hicieron hablar. Su padre le había dicho que quemara la furgoneta. David se había negado. Stoner y Guenther requisaron el vehículo. Un equipo del laboratorio trabajó en ella. No encontraron cabellos, sangre o fibras que pudieran atribuirse a Tracy Lea Stewart.

Stoner y Guenther interrogaron a Mark Fogel. Éste dijo que Laney Jacobs era una importante traficante de cocaína y se hizo el loco respecto al asesinato de Roy Radin. Stoner y Guenther se acercaron a Taft, California, para anunciar a los padres de Tracy Stewart que su hija estaba muerta.

Se lo tomaron muy mal. Querían conocer los detalles. Stoner y Guenther se los dieron. La señora Stewart dijo que había renovado el permiso de conducir de Tracy cada año. Stoner prometió que intentarían recuperar el cuerpo.

Los dos casos estaban en el limbo. De la reapertura del de Redin ya hacía un año. Confiaban en que Bill Rider los ayudase a atrapar a los sospechosos. Confiaban en que Robbie Beckett postergara la extradición.

Stoner y Guenther localizaron a Laney Jacobs. Estaba casada con un camello llamado Larry Greenberger. Vivían en Okeechobee, Florida. Stoner y Guenther decidieron no interrogarla, por el momento.

Localizaron a unos cuantos de sus socios en el negocio de la droga. Casi todos hablaron. Dijeron que Laney era una mujer superficial, codiciosa, cruel y conspiradora, pura basura de Florida. Era la ambición barata personificada. Empezó como secretaria de un abogado que se dedicaba a casos de droga. Conoció a traficantes, se acostó con ellos y aprendió el negocio. Era un monstruo al que le habían hecho la cirugía estética. Había cambiado su cara y casi todo su cuerpo de acuerdo con unas indicaciones precisas.

Revoloteaba en la mente de Stoner. Se unió a Bunny Krauch y Tracy Stewart.

Bunny intentó llevar dos vidas distintas a un kilómetro de distancia la una de la otra. Su dominante marido la condujo hacia un asesino ignoto. Tracy era la quintaesencia de la víctima femenina de un asesino. La habían matado por sexo y porque resultaba fácil deshacerse de ella. Laney era de la peor calaña. Había matado a un hombre a cambio de dinero y de aparecer dos segundos en una película.

Robbie Beckett pidió la extradición. Gary White lo llevó a Los Ángeles en avión. Stoner y Guenther fueron a buscarlos al aeropuerto. Le explicaron a Robbie que querían encontrar el cuerpo de Tracy. Robbie estudió diversos mapas de los condados de Riverside y San Diego. Señaló unos cuantos lugares.

Stoner y Guenther lo llevaron a todos. Tardaron catorce horas. Robbie contempló los distintos paisajes y dijo que no podía estar seguro. No encontraron restos humanos ni jirones de ropa. Stoner y Guenther lo llevaron a la prisión del condado.

Robbie habló con el abogado de oficio. Éste se reunió con Dale Davidson. Llegaron a un acuerdo formal. Stoner y Guenther eran libres para detener a Bob Beckett.

Gary White investigó en distintas empresas de servicios públicos y lo encontró. Vivía en Tustin con su nueva esposa. Tustin estaba dentro de la jurisdicción del condado de Orange. Stoner llamó al Departamento de Policía de Tustin y pidió tres patrullas de apoyo.

El arresto no tuvo historia.

Stoner y Carlos Avila llamaron a la puerta. Preguntaron a la señora Beckett dónde estaba Bob Becken. Bob Beckett salió y tendió las manos para que se las esposaran. Lo llevaron a la prisión del condado. Charlie Guenther estaba extático. Tenía previsto retirarse pronto. En el trayecto en coche hasta la cárcel hicieron confesar a papá Beckett.

El caso Stewart estaba cerrado. El caso del Cotton Club seguía adelante. Llevaba catorce meses reabierto.

Bill Rider telefoneó a Stoner. Le dijo que vivía en San Pedro. Quería ayudar a la Brigada de Homicidios. Pasaría un tiempo con él y Guenther para ver si le merecían confianza.

El proceso duró tres meses. Stoner y Guenther se vieron con Rider más de veinte veces. Rider les dio información sobre Mentzer y Marti. Era buen material sobre su pasado, pero no constituía información crucial.

Rider aseguró tener la pistola con que habían matado a June Mincher. Se la había prestado a Mentzer y éste se la había devuelto al cabo de unos días. Ignoraba que iba a servir de arma asesina.

Stoner y Guenther le pidieron la pistola, la llevaron al laboratorio y la probaron. Tras comparar los disparos con los del asesinato de Mincher, comprobaron que encajaban.

Charlie Guenther se jubiló. Lo sustituyó Carlos Avila. Stoner y Avila fueron a ver a Bob Grimm y le explicaron el trato que habían hecho con Rider.

Rider era «asesor de seguridad». Tenía que ganarse la vida. Tenía que desaparecer por un tiempo para evitar represalias de Mentzer y de Alex Marti. Era un elemento fundamental para la resolución del caso. Se merecía una buena paga mensual.

Grimm habló con el sheriff Block. Block accedió a pagarle tres mil dólares al mes. Rider aceptó el dinero. Se avino a delatar a los asesinos del Cotton Club. El paso siguiente era atraparlos.

Rider llamó a Bob Lowe a Maryland, donde éste tenía un bar, y logró engatusarlo. Le dijo que iba a Washington a hacer un trabajo de vigilancia. Necesitaba un hombre que lo apoyase. Lowe dijo que lo haría encantado.

Stoner, Avila y Rider volaron a Maryland. La policía del estado puso micrófonos en el coche de Rider y en la habitación del hotel donde se alojaba. Rider telefoneó a Lowe para preparar el trabajo de vigilancia. Lowe dijo que estaba ocupado y le recomendó a su amigo Bob Deremer. Stoner y Avila pusieron el grito en el cielo. Rider observó que aun así no estaría mal grabar lo que hablase con Deremer. Trabajaba con Bill Mentzer muy a menudo. Durante la época de los casos del Cotton Club y de June Mincher siempre andaban juntos. Deremer podía contarles cosas interesantes.

Rider fingió dos trabajos de vigilancia con Deremer. La policía estatal puso micrófonos en un coche y montó guardia en una habitación de hotel. Deremer dijo que Mentzer había matado a Radin. Bob Lowe formaba parte del equipo. Le pagaron diecisiete mil dólares y un Cadillac. Añadió que después de cargarse a Mincher había llevado a Mentzer en coche. Rider le preguntó cuánto había cobrado. La respuesta fue que tres meses de alquiler.

Rider se citó con Bob Lowe en un bar. Llevaba micrófonos ocultos bajo la ropa. Lowe comentó que en un par de ocasiones había hecho de chófer a Mentzer. Había presenciado cómo éste mataba a tiros a la gorda negra. Dispararon a Radin con balas de punta hueca del calibre 22. Los impactos parecían de fusil. Arrojaron las armas a un lago, cerca de Miami, a unos cinco mil kilómetros de Caswell Canyon.

Stoner y Avila regresaron a Los Ángeles. Tenían que dejar reposar las cosas un tiempo. No podían forzar a Rider a una sesión de grabaciones continuada. Tenía que conectar con sus sospechosos a un paso relajado y creíble.

Pasaron los meses. John Purvis seguía en la cárcel. Robbie Beckett y papá Beckett estaban a la espera de juicio. La policía de Fort Lauderdale esperaba que Robbie declarase. Un testimonio convincente exculparía a John Purvis. Entonces podrían ir por papá Beckett y Paul Serio y acusarlos del asesinato de Susan Hamway.

Robbie Beckett y papá Beckett estaban encerrados en prisiones distintas. En un chapucero traslado a los juzgados, se encontraron. Papá habló con Robbie. Lo convenció de que se retractara de su declaración bajo juramento. Robbie llamó a Dave Davidson y le dijo que ya no había trato. No inculparía a su padre. Davidson le advirtió que lo juzgarían por homicidio en primer grado. A Robbie le tenía sin cuidado.

La Oficina del Fiscal del Distrito perdió el caso contra Bob Beckett, que fue puesto en libertad.

Stoner y Avila hablaron con un par de docenas de personas próximas a Mentzer y Jacobs. Se mantuvieron lejos de éstos deliberadamente.

Hicieron pesquisas, interrogaron gente, estudiaron de nuevo el caso del Cotton Club partiendo de cero.

El padre de Roy Radin producía espectáculos cutres. Murió joven. Roy se hizo cargo del negocio con diecisiete años. El particular enfoque que aportó al negocio lo convirtió en un hombre rico.

Montó espectáculos para la policía y para la beneficencia pública. En ellos actuaban estrellas venidas a menos como Milton Berle y Joey Bishop. Los espectáculos de beneficencia estaban estrictamente controlados por las leyes del estado. Radin transgredió esas leyes. Se quedó porcentajes excesivamente cuantiosos de manera estúpida y malversó dinero destinado a obras sociales.

Radin pesaba más de ciento treinta kilos. Era cocainómano. Organizaba fiestas desenfrenadas en su finca de Long Island. En el 78 estuvo a punto de tener serios problemas.

Una actriz llamada Melonie Haller salió tambaleándose de una fiesta de Radin. Iba medio desnuda y borracha como una cuba. Dijo a la policía que Radin y otros cabrones la habían violado. La policía investigó. Arrestaron a Radin por posesión ilícita de armas. Radin pagó una multa y dejó de ofrecer fiestas desenfrenadas. En el 82 quiso probar fortuna en el mundo del cine y se trasladó a la Costa Oeste.

Conoció a Laney Jacobs en una fiesta. Empezó a comprarle coca. Laney utilizaba una compañía de limusinas de la que Bob Evans era copropietario. Su chófer más utilizado era un tipo llamado Gary Keys. Keys le comentó a Laney que Evans buscaba dinero. Quería hacer una película sobre el Cotton Club, el local de Harlem tan popular en los años treinta. Laney le dijo a Keys que tenía dinero para invertir en un proyecto que le pareciera interesante.

Laney trabajaba para un magnate de la coca llamado Milan Bellachaises. La había mandado a Los Ángeles para que se encargara del abastecimiento de la Costa Oeste. El distribuidor de Laney era un blanco sureño llamado Tally Rogers. Vendían treinta kilos al mes. Obtenían un beneficio de medio millón de dólares mensuales.

Laney era cocainómana. Quería ser productora de cine, Gary Keys le dijo a Bob Evans que tenía dinero para gastar.

Laney y Bob hicieron buenas migas. Empezaron a salir de juerga y a follar. Laney alquiló un apartamento en Beverly Hills y montaba orgías en él.

Evans le explicó que el Cotton Club era un proyecto de gran presupuesto. Necesitaba un mínimo de cincuenta millones. Laney dijo que conocía a un tipo llamado Roy Radin. Tenía muchísimo dinero y quería empezar a invertir en el cine. Evans le pidió que le concertara una cita. Laney se apresuró a hacerlo.

Radin se puso muy contento. Dijo que vendería su casa y daría un sablazo a unos inversores asquerosamente ricos. Evans le prometió a Laney cincuenta mil dólares por hacer de intermediaria.

Radin se puso en contacto con un amigo banquero de Puerto Rico. El tipo estaba relacionado con el gobernador territorial, a quien consiguió entusiasmar con el proyecto. Radin le pidió cincuenta millones de dólares en efectivo. El gobernador dijo que sólo soltaría treinta y cinco. Radin aceptó. Voló a Nueva York para discutir el negocio con Bob Evans.

Se encontraron en el apartamento de Evans. Apareció Laney. Le dijo a Radin que quería el cinco por ciento de los beneficios del proyecto por haber hecho de intermediaria. A Radin la cantidad le pareció excesiva. Evans se puso de parte de Laney. Radin se enfureció y se marchó dando un portazo.

Laney regresó a Los Ángeles y enseguida tuvo otro problema.

Tally Rogers quería más dinero. Se movía por la costa, arriba y abajo, cargado de droga y apenas ganaba nada. Laney se negó a subirle el sueldo.

Se presentó la mujer de Tally Rogers. Se llamaba Betty Lou y había llegado de Tennessee sin previo aviso. Laney la llevó a lugares de moda de Los Ángeles. Tally la convenció de que le hiciese conocer Las Vegas.

Laney y Betty Lou se marcharon. Tally saqueó el garaje de Laney. Se llevó doce kilos de coca y doscientos cincuenta mil dólares en efectivo.

La sirvienta llamó a Laney. Le contó que había visto a Tally merodear cerca del garaje. Tally llamó a Betty Lou y le dijo que desapareciera. Betty Lou tomó un taxi en dirección al aeropuerto de Las Vegas.

Laney regresó a Los Ángeles. Telefoneó a Milan Bellachaises, quien le dijo que recuperara su droga y su dinero.

Laney conocía a Bill Mentzer. El tipo hacía prácticamente cualquier cosa con tal de que le pagasen por ello. Lo llamó y lo contrató para que buscase a Tally Rogers.

Other books

Iron's Prophecy by Julie Kagawa
Emily's Dream by Holly Webb
A SEALed Fate by Nikki Winter
The Masada Complex by Azrieli, Avraham
Mind Game by Christine Feehan