Maestra del Alma (Spanish Edition) (13 page)

BOOK: Maestra del Alma (Spanish Edition)
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24. Dentro del bosque de Faerl

 

—¡Esperen! ¡Esperen! Necesito un descanso —exclamó Emir agitado y con la voz entrecortada mientras se desplomaba en el suelo y recostaba su espalda en la corteza del árbol más cercano— ¿De dónde sacan tanta resistencia? Por más que haga ejercicio no logro aumentar la mía... mis pulmones vinieron fallados de seguro... siento que van a estallar....

El resto no respondió pues la verdad era que estaban todos cansados y comenzaban a sentir que nunca saldrían de aquel bosque. Desde hacía varias horas, no sabían cuántas exactamente pues apenas se vislumbraba el sol en la penumbra que generaban los grandes y gruesos árboles, caminaban por una zona oscurecida y húmeda. Se escuchaban pocos ruidos, cosa que hacia el paisaje bastante más tétrico y provocaba que Alina se sobresaltara debido a cualquier rama crujiente o cualquier zumbido del viento. Los sustos de la chica hacían que Emir preguntara 
"¿Qué ocurre? ¿Qué ocurre?"
 aterrado, situación perfecta para que Elio encontrara algún arbusto en sus cercanías para mover o usara alguna rama para rascar el cuello del chico haciéndolo gritar de miedo. Mayra reía e intentaba calmar a Emir que furioso atacaba a un escurridizo Elio con lo que tuviese a mano. Dai resoplaba con resignación preguntando si no se cansaban nunca del mismo chiste y sintiéndose rodeado de tontos.

—El bosque es muy extraño, siento como si no nos estuviésemos moviendo del mismo lugar —comentó Alina con un escalofrío mientras sentía una fugaz mirada inquisidora por parte de Dai.

—El paisaje varía poco, puede que sea debido a eso —respondió Elio mirando a su alrededor esperando encontrar algún claro o algún sendero.

—Realmente son incompetentes, ¿no se dieron cuenta? Estamos en una trampa, nos están tomando el pelo—exclamó Dai mientras se sentaba tranquilamente en el suelo—. A los faerlingas les gusta jugar con los que entran en su territorio.

—¿Qué trampa? Yo no noto nada —respondió Elio desconcertado.

—Por favor, miren a su alrededor... ¿Qué creen que es esto? —preguntó Dai molesto señalando con sus brazos alrededor— ¿Son realmente tan estúpidos?

—¿Dices que estamos en una ilusión? —preguntó Mayra.

—Bueno, después de todo sí hay un integrante de su grupo que piensa...

—¿Una ilusión? Pero parece tan real... ¿Cómo lo sabes? —preguntó Alina acercándose a un árbol y tocándolo sintiendo lo áspero de la corteza.

—Tiene sentido, he escuchado cuentos sobre personas que fueron víctimas de trucos y trampas cuando se aventuraron por las cercanías del bosque —comentó Elio haciendo memoria.

—¡Dai está jugando con nosotros! Seguro que nos quiere engañar hasta que venga su gente y nos hagan una emboscada. Es imposible detectar la ilusión creada por los faerlingas, a menos que se trate de un Maestro mental muy experimentado pero tú tienes todos tus poderes bloqueados —dijo Emir frustrado con su voz chillona mientras sacudía su cabeza.

—No me importa lo que opines pequeña rata, planeaba quedarme callado y dejar que ustedes diesen vueltas hasta el cansancio pero toda esta caminata sin sentido ya se está convirtiendo en una molestia para mí.

—Emir, ¿Se te ocurre algo?—preguntó Mayra. El chico, cuando se dio cuenta que no tenía ni una explicación mejor ni una solución posible al problema que tenían, luego de una fría mirada desvió sus ojos irradiando ira.

—Supongo que podríamos seguir caminando pidiendo hablar con alguno de ellos —propuso Elio.

—No tenemos ningún plan mejor... —replicó Mayra resignada.

Se levantaron y comenzaron a caminar, todos excepto Dai que seguía sentado y recostado contra uno de los árboles en una posición que denotaba todavía más comodidad que antes.

—¿No vienes? —preguntó Elio desconcertado— Recuerdas que si nos alejamos te arrastramos como a un perro de todos modos, ¿no?

—No necesito papeles en mi bolsillo para que mi memoria funcione, pero pensé que tal vez sería una buena idea tomar una siesta.

—No seas caprichoso, solo conseguirás que te arrastre por el piso durante un largo rato. Vamos —exclamó Alina con impaciencia.

Sin embargo, lo miraba con atención, pues a pesar de ser un prisionero y que ciertamente no quería ayudarlos, Dai nunca antes los había desafiado abiertamente de esa manera. 
¿Tramaba algo?
, se preguntó. Dai hizo caso omiso de sus palabras aunque se movió incómodo durante un segundo como si quisiera decir más. Alina sintió el cosquilleo en la boca de su estómago y supo que la sinceridad de Dai era verdadera.

—Crees que estamos dentro de una ilusión y que quedarnos aquí sentados es la solución para salir de ella, lo piensas en serio —comentó Alina en voz alta al resto del grupo.

Dai la miró expectante y un poco sorprendido pero no emitió sonido mientras que el resto desvió su mirada hacia la chica.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Emir con suficiencia.

—Lo presiento, ya les he dicho antes que a veces presiento lo que las personas sienten.

—Y se supone que tenemos que confiar en ese presentimiento... —continuó Emir—Pues yo 
presiento
 que es una trampa.

—Yo confío en Alina. Dai, ¿Desde hace cuánto que sabes que nos encontramos dentro de una ilusión? —preguntó Mayra.

—Desde que entramos en esta zona de árboles grandes.

—¡ESO FUE AYER EN LA MAÑANA! —chilló Emir—¿Por qué no dijiste nada? Está claro que está mintiendo...

—Porque no quería y no creo conveniente ayudarlos. ¿Estamos en diferentes bandos recuerdas? ¿Cuántas veces se los tengo que recordar?

—¿Entonces la única forma de salir de la ilusión es quedarse sentado? Perdón pero sigue sin convencerme —opinó Elio.

—Usualmente, un Maestro de la mente puede bloquear las ilusiones, pero los faerlingas son Maestros por excelencia del arte de la mente y levantarla sería prácticamente imposible a menos que se tratara de uno de los mejores Maestros mentales de Babia —agregó Mayra.

—¿Entonces dependemos que Dai milagrosamente se vuelva una persona decente para luego sacarle el collar y así emplear su poder para salvarnos a todos? —preguntó Alina con sarcasmo.

—Ohhhh, les prometo que he cambiado, no realizaré ninguna maldad. Por favor liberen mi poder así podré ayudarlos a salir de este aprieto —respondió Dai con exagerada inocencia.

Todo el grupo hizo caso omiso al comentario pero ante la falta de alternativas decidieron, para el horror de Emir, seguirle el juego al sarcástico muchacho e intentar descansar un rato. Emir, que se había aislado ofendido ante la falta de apoyo, olvidó su disconformidad al primer sonido de una rama crujiente y sobresalto de Alina, uniéndose al grupo más rápido que un pestañear de ojos.

—Apreciaría que me dejaran dormir. Eso implica que tú —comenzó a decir Dai señalando a Alina— dejes de sobresaltarte por cualquier movimiento, tú, cara de rata, dejes de ser tan horriblemente miedoso, y tú, niño bonito, dejes de jugarle bromas al chico rata.

Definitivamente Dai tenía un plan en esa cabeza podrida, pero por alguna razón no quería admitirlo de forma abierta ante el grupo. ¿Pero cómo podría ella evitar asustarse? El bosque era terrorífico. Cuando quiso acordarse se estaba sobresaltando nuevamente provocando un nuevo ataque nervioso sobre Emir y unos cuantos insultos por parte de Dai.

—¡Es algo que no puedo controlar! ¡Es como decirle a alguien que piense en nada! –exclamó.

—Te atreviste a regalar mi sombrero, el sombrero de la mano derecha de la sombra, para que lo convirtieran en trapos, luego de robármelo, ¿y no puedes soportar un poco de oscuridad?

—No tengo miedo a la oscuridad –se defendió Alina pobremente.

—¡Intenta dormir! —insistió Dai.

La verdad era que en las últimas noches le había costado como nunca conciliar el sueño. No se atrevía a despertar a los otros pero su pavor empeoraba en la noche y su corazón no la dejaba un momento tranquila. Daba vueltas en su saco apretando con fuerza los bordes de la funda pero el sueño no venía. Por lo contrario, sus sentidos parecían más agudos que nunca. Luego, cuando creía que sería una noche interminable, los miedos desaparecían de golpe como bloqueados por una fuerza misteriosa y, ya sea por el cansancio de la caminata como por los nervios sufridos, se sumía en una inconsciencia sin sueños despertando siempre última del grupo.

—Es imposible que pueda dormir.

—Bueno despierta eres una molestia. Chico bonito, golpéalos a ambos fuerte así se desmayan y problema resuelto —propuso Dai.

—No creo que esa sea la solución —respondió Elio con una sonrisa—. Aunque ganas no me faltan.

—Bueno, pasemos al plan dos entonces. Necesito hojas de manzanilla y pétalos de flor de azahar, creo que tienes eso en tu mochila —dijo Dai dirigiéndose a Elio.

—¿Para qué quieres eso? —preguntó Elio.

—Para que se tomen un té caliente y se duerman de una vez —repuso Dai mientras juntaba madera y agarraba un contenedor de la bolsa de Elio sin pedir permiso.

—El té no nos hará dormir —intervino Emir–. Estás preparando un remedio de viejas de pueblo. No pienso tomarlo, sigo pensando que todo esto es una trampa e intenta engañarnos.

—Tu único problema es que me di cuenta de que estábamos dentro de una ilusión antes que ti —dijo Dai provocadoramente juntando ramas y haciéndole señas a Mayra para que llenara el contenedor de agua y a Elio para que prendiera el fuego.

—Emir eres la persona más terca que conozco después de Alina y Dai. Es sólo un té y de todas maneras Elio y yo estaremos despiertos, Dai no se arriesgaría —explicó Mayra.

Cuándo el té estuvo listo Dai le pasó un vaso lleno y humeante a Alina, que tras decir que no le gustaba el té, tomó el contenido en grandes sorbos haciendo caso omiso a la temperatura y al gusto del líquido. Por otro lado, Emir todavía tenía sus dudas sobre las intenciones de Dai pero, tras un grito de impaciencia de Mayra, lo hizo obligado.

—Muévete un poco, tienes el mejor lugar el piso –dijo empujando a Dai.

Al poco rato, Alina sintió la conocida sensación de que todos sus problemas se disipaban antes de caer en el sueño sin sueños al que se había acostumbrado, aunque no recordaba haber tomado ningún tipo de infusión las últimas noches.

25. Un nuevo despertar

 

Despertó como si hubiese dormido un día entero, la luz del sol por un momento encandiló sus ojos y se llevó la mano a ellos para protegerlos mientras se despertaba. Y entonces su mente se despabiló al mismo tiempo que sus ojos. 
¿La luz del sol?
, pensó. ¿Dónde estaba el oscuro bosque en el cuál se había dormido? Con un sobresalto miró a su alrededor y tuvo la horrible impresión de que había viajado a otro mundo nuevamente, algo que había temido que sucediera desde el primer día que llegó a Babia. El miedo, aún más fuerte que el que sintió hacia el bosque durante los días anteriores, le nubló la mente y el corazón, y el pánico se apoderó de ella. Miró a su alrededor y vio que se encontraba en el claro de un bosque, mucho más iluminado que el anterior con árboles de vivos colores verdes y de menor tamaño, pero no distinguió a ninguna persona... a ninguno de sus amigos...

Sus ojos se llenaron de lágrimas y cuando estaba a punto de estallar sintió pasos a su izquierda. Se volteó con temor sin saber muy bien qué esperar y distinguió a Dai.

—Te despertaste por fin... la rata lo hizo hace como tres horas. Venía a delicadamente forzar a que volvieras a la realidad, pero lamentablemente veo que eso no es necesario... —comenzó a explicar el demonio.

Los miedos de Alina se disiparon al instante y una sensación de alivio recorrió todo su cuerpo. Por simple impulso se abalanzó sobre Dai para abrazarlo pero fue esquivada ágilmente. El chico, quedó petrificado de la sorpresa a unos pasos de ella.

—Pensé que estaba sola de nuevo... que había viajado de nuevo... no quiero que eso pase... me gusta este lugar... ¿En dónde estamos? —dijo Alina entrecortadamente aun sollozando admitiendo algo que escondía desde hacía un tiempo por sentirse que estaba traicionando a su familia.

—Cada vez le encuentro menos sentido a tus palabras. Te gusta este lugar pero no sabes dónde es... hasta hace unas horas le tenías miedo... Quién te entiende… —replicó Dai todavía sin mover un músculo.

—¿Esto es el mismo bosque? Imposible... —replicó Alina mirando a su alrededor.

Maldiciéndose por romper su promesa de no volver a llorar, se secó los ojos apresuradamente con su muñeca.

—... realmente estúpida... no me voy a gastar en explicarte... demasiado trabajo —murmuró mientras le daba la espalda.

—Era un plan desde el principio —respondió una voz detrás de unos arbustos. Emir apareció entonces en el campo visual de la chica.

Junto a él venían Mayra y Elio que le dedicaron una breve sonrisa hasta notar que había estado llorando. A diferencia de ella, las grandes ojeras y bolsas bajo los ojos de Emir delataban que había dormido de forma espantosa, o que no había dormido en absoluto.

—¿¡Qué le has hecho!? —exclamó Mayra con furia hacia Dai.

—Nada, nada, no fue él... es solo que me asusté al despertarme sola en un lugar desconocido otra vez —explicó Alina antes de que Mayra desencadenara su ira sobre el demonio.

—Perdón por haberte dejado sola, no pensé... —repuso Mayra con lástima.

—No tienes por qué disculparte, no es tu culpa —replicó Alina sonriendo y moviendo una de sus manos a modo de sacarle importancia. —¿Ahora me puede explicar alguien qué es lo que pasó?

—Al parecer es verdad que a los faerlingas les encanta realizar bromas y divertirse a costa de los otros, especialmente de los extranjeros —explicó Emir con un chillido—. Estuvimos atrapados dentro de una ilusión durante dos días enteros... y pensar que no me di cuenta... no puedo creerlo... leí tantos libros sobre el tema...

—Los pequeños insectos se divertían asustándolos. Unas horas después de que se durmieran se aburrieron y fueron levantando la ilusión —aclaró finalmente Dai.

—Supongo que es cuestión de minutos que lleguen algunos para recibirnos... finalmente —comentó Elio.

Se sentaron a esperar la llegada de los faerlingas en silencio, Dai todavía un poco petrificado lanzándole miradas acusatorias a Alina.

—¡Tú! No vuelvas a llorar en mi presencia –dijo antes de alejarse de ella lo más que lo dejara el poder del collar.

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