Los griegos (29 page)

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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Historia

BOOK: Los griegos
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Así se hizo, pero hubo un inconveniente. Entre el momento en que Harpalo entregó el dinero y el momento en que fue contado para depositarlo en el Partenón, la mitad de él había desaparecido. Quizá Harpalo mintiese en cuanto a la cantidad que poseía, pero ¿creería Alejandro esto? ¿No creería más bien Alejandro que los atenienses habían robado la mitad? Las cosas empeoraron cuando Harpalo escapó de Atenas (y huyó a Creta, donde pronto fue asesinado).

Para la salvación de Atenas, lo mejor parecía abrir una investigación y castigar a los culpables. Esto fue lo que se hizo y se incluyó en la lista una serie de individuos, y el primero de ellos fue Demóstenes. Casi con seguridad Demóstenes era inocente, pero era menester hallar culpables para satisfacer a un Alejandro posiblemente furioso, y Demóstenes sería el sacrificio más aceptable. Se impuso a Demóstenes una cantidad exorbitante como multa, y, puesto que no pudo pagarla, se le encarceló. Escapó y huyó a la Argólida.

Lo que ocurrió después es difícil de saber, pero al año siguiente murió Alejandro antes de tener ocasión de retornar y castigar a Atenas. Inmediatamente (como el día en que murió Filípo), Grecia se rebeló gozosamente contra los macedonios. (Aristóteles, por temor de que los patriotas atenienses recordasen el hecho de que él había sido el tutor de Alejandro, no quiso tentar a Atenas a que cometiesen otro crimen contra la filosofía. Sigilosamente escapó a Eubea, donde murió en 322 a. C.)

Encabezado por Atenas, se formó un ejército griego contra el cual Antípatro condujo las fuerzas macedónícas. Parecía, sin embargo, que la magia de Filipo y Alejandro había desaparecido, pues los macedonios fueron totalmente derrotados en Beocia. Antípatro tuvo que retirarse a Lamia, inmediatamente al norte de las Termópilas, y fue sitiado allí durante el invierno de 323 a. C. por las fuerzas griegas aliadas. (A causa de ello, el conflicto ha sido llamado la «guerra Lamíaca».)

La situación parecía tan promisoria que Demóstenes pudo retornar en triunfo a Atenas, una vez más, como héroe de sus compatriotas. La ciudad misma pagó su multa y, por un momento, pareció que la perseverancia del gran orador había obtenido un triunfo total y que terminaría siendo el vencedor.

Pero era una ilusión. Antípatro recibió refuerzos de Asia y, aunque los griegos siguieron combatiendo bien durante un tiempo, particularmente gracias al apoyo de la eficiente caballería tesalia, el fin era previsible. En 322 antes de Cristo, sufrieron una derrota en Cranón, en Tesalía central, y la moral griega se derrumbó.

En el mar, las cosas fueron aún peor. Los macedonios habían construido una flota propia y se enfrentaron con los barcos atenienses en Amorgos, isla situada al sudeste de Naxos. Allí, en 322 a. C., la flota ateniense fue destruida, y definitivamente.

Hasta entonces, toda vez que una flota ateniense era destruida, aun en Egospótamos, una nueva flota surgía de los astilleros; pero ya no fue así. Nunca iba a haber nuevamente barcos atenienses que dominasen el mar, en ninguna parte. La era que se había iniciado con Temístocles, un siglo y medio antes, había llegado a su fin.

La alianza griega se disolvió y las ciudades-Estado griegas se sometieron a Antípatro una tras otra. También Atenas se sometió, en septiembre de 322 a. C., y como precio para evitar su ocupación, los atenienses convinieron en entregar a Demóstenes. El orador huyó a una pequeña isla frente a la Argólida y los mercenarios de Antípatro le siguieron hasta allí. Trataron de que saliese del templo en que había buscado refugio, pero Demóstenes estaba fatigado de la larga e inútil lucha. Bebió un veneno que había llevado consigo justamente para ese fin y murió en octubre de 322 a. C.

La lucha por la libertad estaba finalmente perdida.

Los diádocos

Pero ¿qué ocurrió con el gran imperio construido por Alejandro? A su muerte, de la familia real de Macedonia quedaban las siguientes personas: la madre de Alejandro, Olimpia; su mujer, Roxana; un hijo, Alejandro IV, que nació unos meses después de la muerte de Alejandro; una medio hermana, Tesalónica, y un medio hermano que era deficiente mental y fue luego conocido como Filipo III. Ninguno de ellos podía gobernar, de modo que se necesitaba un regente.

Pero Alejandro no había nombrado un regente. Se supone que, al morir, respondió a la pregunta de quién debía sucederle diciendo: «¡El más fuerte!»

Por desgracia, no había nadie que fuese el más fuerte. Había una serie de generales en el ejército de Alejandro, todos preparados por el amo, todos decididos, todos capaces, todos ambiciosos y ninguno con el deseo de permitir que cualquiera de los otros ocupase una posición de supremacía. No menos de treinta y cuatro personas tenían poder, en una u otra parte de los vastos dominios de Alejandro. Estos generales son llamados los «diádocos», que significa «sucesores».

Entre los diádocos, por supuesto, estaba Antípatro, que había vuelto a Macedonia a luchar con los griegos. En Asia, los más prominentes eran Cratero, Antígono, Polispercón, Pérdicas, Lisímaco, Seleuco y Eumenes. En Egipto, estaba Tolomeo.

Estos generales inmediatamente se empeñaron en confusas e incesantes guerras, como las que habían arruinado a las ciudades-Estado griegas, pero en una escala mucho mayor. Tan pronto como uno parecía obtener la supremacía, los otros se unían contra él. Las guerras continuaron con los hijos de los diádocos, o epígonos, como fueron llamados, de una palabra griega que significa «nacidos después».

La guerra empezó con Pérdicas, que había sido el «primer ministro» de Alejandro en la época de su muerte y que dominaba a Filipo III, el medio hermano deficiente mental de Alejandro. Pérdicas esperaba ser aceptado como regente de todo el Imperio, pero la mayoría de los diádocos le rechazó. Pérdicas condujo un ejército contra Tolomeo, pero no tuvo éxito. Pérdicas fue asesinado por algunos de sus hoscos oficiales en 321 a. C.

La guerra general proseguía también en Asia Menor. De un lado estaba Eumenes, que combatía en alianza con Pérdicas. Del otro, estaba Cratero, que acababa de volver de Grecia, donde había ayudado a Antípatro a aplastar a los griegos en la guerra Lamíaca. En la batalla, Cratero fue muerto, pero esto no ayudó a Eumenes, porque también había muerto su aliado Pérdicas. Antígono derrotó a Eumenes y se apoderó de Asia Menor.

Antípatro murió en 319 a. C. y, pasando por sobre su propio hijo, Casandro, por alguna razón desconocida, dejó la regencia de Macedonia y el control de Grecia a Polispercón. Casandro no tenía la menor intención de aceptar este arreglo. Obtuvo el apoyo de la mayoría de las ciudades griegas y tomó Atenas en 317 a. C.

La madre de Alejandro Magno, Olimpia, tomó parte activa en la lucha contra Casandro e hizo asesinar a su hijastro Filipo III. Casandro marchó contra Olimpia, la derrotó y la hizo ejecutar en 316 a. C. Se apoderó del control de Macedonia y arrojó a la prisión a la mujer de Alejandro y a su hijo pequeño. Más tarde, en 310 a. C., hizo matar a ambos.

De toda la familia de Alejandro, sólo quedaba su media hermana. Casandro se casó con ella y estableció su dominación durante unos veinte años. Reconstruyó una ciudad de la base noroeste de la Calcídica y la llamó Tesalónica, en honor a su mujer. (Su nombre moderno es Salónica.) También restauró Tebas en 316 a. C., haciéndola recuperarse de la destrucción que había efectuado Alejandro veinte años antes.

De los diádocos, los cuatro que quedaron fueron Antígono y Eumenes en Asia Menor, Seleuco en Babilonia y Tolomeo en Egipto. Además, uno de los epígonos, Casandro, gobernaba Macedonia.

Este arreglo fue alterado por Artígono, el más ambicioso de todos. Este no se contentaba con una parte, sino que quería la totalidad. En 316 a. C. derrotó a Eumenes en una batalla y lo hizo ejecutar. Luego marchó sobre Babilonia y expulsó de ella a Seleuco. Antígono contempló entonces con su único ojo (era llamado «Antígono Monoftalmos», o «Antígono el Tuerto») un imperio que era ya casi suyo.

Pero Seleuco se unió a Tolomeo y Casandro en una coalición contra él. Ninguno de los otros diádocos quería a Antígono en la posición suprema. Por su parte, Antígono tenía en su hijo Demetrio un capaz general.

En 312 a. C., Demetrio fue derrotado por Tolomeo en Gaza, pero esta derrota no fue decisiva. Demetrio decidió hacerse a la mar, dominado entonces por Tolomeo. Reunió una flota, se apoderó de Atenas en 307 a. C. y derrotó a Tolomeo frente a Chipre en 306 a. C. Por el momento, Demetrio dominaba los mares.

Esta fue la victoria que Antígono necesitaba. Tenía setenta y cinco años de edad y ya no podía esperar por más tiempo. Si no iba a gozar del poder supremo, al menos asumiría el nombre de «rey». Inmediatamente, los otros diádocos sobrevivientes también se proclamaron reyes. Lo que era cierto en los hechos se hizo verdad en el nombre; el imperio de Alejandro quedó desmenuzado.

Como Antígono era rey en Asia Menor, Tolomeo fue rey en Egipto, Casandro en Macedonia y Seleuco (que había retomado Babilonia de Antígono en 312 a. C.) fue rey en Babilonia.

Demetrio, para celebrar su victoria sobre Tolomeo, hizo hacer una figura esculpida de la diosa alada de la Victoria, en la isla de Samotracia, en el Egeo septentrional. La estatua («la Victoria Alada»), sobrevive en la actualidad, aunque sin la cabeza y los brazos, pero con sus alas intactas.

(Otra famosa estatua griega de este período que aún existe es una escultura sin brazos de Afrodita, hallada en la isla de Melos en 1820. Fue realizada en una época desconocida del Período Helenístico, y se la llama comúnmente por su nombre italiano de «Venus de Milo».)

Después de derrotar a la flota de Tolomeo, Demetrio asedió la isla de Rodas, que era aliada del primero. Al hacerlo, usó grandes máquinas de asedio destinadas a abatir murallas y destruir ciudades, pues la guerra se había hecho sumamente mecanizada. Demetrio mantuvo el sitio durante un año, pero los rodios resistieron tenazmente y, en 304 a. C., Demetrio tuvo que retirarse.

Tan famoso fue ese sitio que Demetrio recibió el nombre de Demetrio Poliorcetes, o «Demetrio el Sitiador».

Ahora fueron los rodios quienes construyeron una estatua para conmemorar una victoria. Decidieron utilizar los materiales dejados por los sitiadores para construir una gran estatua del dios Sol, quien, creían, los había salvado.

Se tardó muchos años en construirla y sólo estuvo terminada en 280 a. C. Cuando se la terminó, según descripciones que han llegado hasta nosotros, medía 35 metros de alto. Se elevaba sobre el puerto, y los barcos que se aproximaban podían verla desde muy lejos en el mar.

Esa estatua del dios Sol es llamada el «Coloso de Rodas» y figuraba entre las Siete Maravillas del Mundo registradas por los griegos. Por desgracia, el Coloso de Rodas no permaneció en pie por más de medio siglo. En 224 a. C. fue destruido por un terremoto y, en años posteriores, los relatos exageraron su tamaño. Se suponía que había sido tan enorme que sus piernas estaban a horcajadas sobre el puerto y que los barcos pasaban entre ellas para entrar. Pero esto, ¡ay!, es un cuento de hadas.

Después del fracaso del sitio de Rodas, Demetrio retornó a Atenas que estaba asediada por Casandro, de Macedonia. Demetrio liberó Atenas y luego arrebató a Casandro la mayor parte de Grecia. En 302 a. C. fue elegido general en jefe de las ciudades griegas, el cargo que antaño tuvieron Fílipo y Alejandro.

Pero Casandro envió fuerzas a Asia Menor para atacar al padre de Demetrio, Antígono. Demetrio se vio obligado a volver rápidamente a Asia Menor para unirse a su padre, dejando que Grecia cayera nuevamente en manos de Casandro.

Antígono, y Demetrio se enfrentaron con todos los demás diádocos y la batalla se libró en Ipso, en el centro de Asia Menor en 301 a. C. Esta batalla señala la culminación del uso de elefantes como elemento bélico. Los diádocos, en general, habían usado elefantes siempre que podían, después de aprender este recurso en la batalla de Hidaspes. En Ipso, combatieron casi 300 elefantes, de ambos ejércitos.

Antígono tenía menos elefantes y fue derrotado. Aún a la edad de ochenta y un años era fiero e indomable, y en el momento de morir gritó: «¡Demetrio me salvará!»

Pero Demetrio no pudo salvarlo; apenas pudo salvarse a sí mismo.

La batalla de Ipso acabó con toda esperanza de que el imperio de Alejandro pudiera unificarse nuevamente. Pero Demetrio Poliorcetes no estaba terminado. Aún tenía su flota y esperaba su oportunidad. Casandro murió en 298 a. C. y sólo dejó dos hijos pequeños que le sucedieran. Ninguno de ellos podía conservar Macedonia, y Demetrio se apresuró a aprovechar la situación.

En 295 a. C. puso sitio a Atenas y, una vez más, la tomó. Usándola como base, Demetrio conquistó la mayoría de Grecia, nuevamente, y luego arrancó Macedonia a Filipo IV, el hijo de Casandro. Hizo asesinar al niño sin muchos escrúpulos.

Luego entró en el Peloponeso y se dirigió a Esparta. Desde su intento de luchar contra los macedonios bajo Agis III, una generación anterior, Esparta había permanecido inmóvil. No se había unido a la guerra Lamiaca ni a ninguno de los esfuerzos que los griegos hicieron ocasionalmente para liberarse. Pero, aunque no podía resistir a Demetrio, se negó (como siempre) a rendirse. En el último momento, Demetrio tuvo que retirarse por problemas surgidos en otras partes y, una vez más, Esparta se salvó de ser ocupada. Cualquiera que sea el hechizo que la salvó contra Epaminondas, Filipo, Alejandro y Antípatro, la salvó nuevamente en esta ocasión.

El dominio de Grecia y Macedonia por Demetrio no duró mucho tiempo. Fue expulsado por las fuerzas de Lisímaco, que había estado del bando ganador en Ipso, había recibido las posesiones de Antígono en Asia Menor. Más tarde, en 288 a. C., Demetrio fue capturado en una batalla y murió en el cautiverio en 283 a. C. Pero dejó un hijo en Grecia, otro Antígono, que más tarde iba a continuar la lucha de su padre y su abuelo.

En 283 a. C., Tolomeo murió de muerte natural a la edad de ochenta y cuatro años (extrañamente, los diádocos fueron muy longevos). Los dos diádocos restantes, Lisímaco y Seleuco, que tenían casi ochenta anos, no se habían cansado de esa eterna lucha. Trabaron combate en Corupedion, de Asia Menor, tierra adentro desde la costa jónica, y allí, en 281 a. C., Lisímaco fue derrotado y muerto.

¿Podía Seleuco soñar con el poder supremo? Quizá. Tenía un arma contra Egipto. Al parecer, Tolomeo había tenido dos hijos, el más joven de los cuales le sucedió en el trono. El mayor había ido a buscar fortuna en otras partes. Ambos se llamaban Tolomeo (en verdad, todos los descendientes de Tolomeo llevaron su mismo nombre) y se usaban apodos para distinguirlos. El hijo mayor era Tolomeo Cerauno, o «Tolomeo, el Rayo».

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