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Authors: Jean Baudrillard

BOOK: La sociedad de consumo
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Thorstein Veblen,
Teoría de la clase ociosa
, México, Fondo de Cultura Económica, 1973: el institucionalismo de Veblen, padre de la economía y la sociología críticas del consumo norteamericanas, fue siempre una referencia muy querida para el primer Baudrillard. De hecho lo considera un raro predecesor de la economía política del signo junto con Edmond Goblot, así se dice directamente que «Los teóricos críticos de la economía política del signo son raros. Relegados, sepultados, bajo el análisis marxista (neomarxista) terrorista, Veblen y Goblot son los grandes precursores de un análisis cultural de clase, que más allá del materialismo dialéctico» de las fuerzas productivas, tiene en cuenta la lógica de los valores suntuarios, «Pour une critique…», ob. cit. p. 132. Afortunadamente el lector en castellano dispone, después de muchos años, de una edición accesible de un libro fundamental en el estudio del valor simbólico, así como la capacidad de distinción y exclusión del consumo burgués (de hecho es el primero que habla en 1925 de la distinción que luego gracias a Pierre Bourdieu se convertirá en concepto central de los estudios sobre consumo), véase, por tanto, Edmond Goblot,
ha barrera y el nivel
, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 2004. En el estudio introductorio de este libro se pueden encontrar todos los detalles que son imposibles de desarrollar en este prólogo por motivos evidentes de espacio.

20
Baudrillard,
Le système des objets
, ob. cit., pp. 238-239.

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Frente a la visión clásica de Maurice Halbwachs de la necesidad como un hecho social en el sentido durkheimiano —objetivo, que se impone sobre el individuo, construido en la normalidad estadística—, como lo muestra, por ejemplo, en su magnífica, «temática y metodológicamente solidísima
L'evolution des besoins dans les classes ouvriè
res. París, Alean, 1933, Baudrillard construye su vision del consumo y la necesidad siguiiendo a otro discípulo y familiar directo de Durkheim como es Marcel Mauss y su idea de hecho social total —en la que lo simbólico y lo material además de inseparables je inscriben en un sistema de representación— y su trabajo sobre la economía de los dones, el intercambio y, fundamentalmente, el
potlach
(o esas formas de consumo agonístico y sacrificial realizadas en ciertas sociedades primitivas (antes como formas de representación y alarde simbólico que como satisfacción de cualquier necesidad objetiva o función utilitaria), convertido en un auténtico fetiche para las ciencias sociales francesas académicas (Lévi-Strauss, Balandier, Godelier, Bourdieu, etc.), pero también para los autores, grupos y escuelas más radicales, alternativas y surrealistas, así, por ejemplo, Georges Bataille lleva el argumento hasta su extremo, plagándolo de irracionalismo, exhibicionismo y violencia simbólica, o los situacionistas llegan a llamar
Potlach
a una de sus revistas emblemáticas. Baudrillard se coloca, evidentemente, entre las dos posiciones. Véase, así, Marcel Mauss,
Sociología y antropología
, Madrid, Tecnos, 1971 y Georges Bataille, «La noción de gasto» en
Obras Escogidas
, Barcelona, Barral, 1973.

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Jean Baudrillard, Pour una critique de l'économie politique de signe, ob. cit. pp.62-63.

23
Jean Baudrillard,
Le système des objets
, ob. cit, p. 224.

24
Ibidem, p. 229.

25
Véase Jean Baudrillard,
À l'ombre des majorités silencieuses
, París, Denoël, 1978, pp. 29-30. [trad. esp.: «A la sombra de las mayorías silenciosas» incluido en
Cultura y simulacro
, Barcelona, Kairós, 2.ªed. 1984].

26
Jean Baudrillard,
La société de consommation
, ob. cit. pp. 76-77.

27
Aunque en los primeros libros de Baudrillard el concepto de simulación —e incluso el de simulacro— estaba presente —de manera tanto implícita como explícita—, 20 es hasta mediados y, sobre todo, finales de la década de los setenta y principios de los ochenta cuando este concepto se va a hacer central en la obra de Baudrillard y, en general, en toda la (anti)teoría postmoderna de la sociedad. El concepto de simulacro ya estaba presente en la crítica literaria francesa desde finales de los años cincuenta graciass a Roger Caillois —recordamos compañero de Bataille en el surrealista Collège je Sociologie y amigo de Borges, referencia de la teoría literaria— que en obras como Les
jeux et les hommes
, París, Gallimard, 1991, asociaba el simulacro a la esencia del juego, el azar, el vértigo, la masacre y la creación misma dándole un sentido civilizatorio. Baudrillard va a utilizar intensivamente este concepto desde
L'échange symbolique et la rnort
, ob. cit. de 1976 hasta 1981,
Simulacres et sitnulation
, París, Galilée [trad. esp.: muy parcial en
Cultura y simulacro
, ob. cit.], donde se distinguen (p.173) tres órdenes de simulacros: el simulacro naturalista, el simulacro productivista o industrial y el simulacro de las simulaciones, lo que nos hace entrar en la virtualidad y la inmaterialidad absoluta. Ludovic Leonelli,
La Séduction Baudrillard
, ob. cit., pp.
55
y ss., asegura con precisión que el concepto de simulacro marca una época central de nuestro autor, que luego será abandonado en momentos posteriores por nociones hiperrealistas y que marcan más el carácter apocalíptico de su pensamiento, rebajando considerablemente su carácter analítico. De todas formas, esta última época ya se sale completamente del contexto de preproducción del libro que origina estas páginas.

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Para muchos autores
La sociedad de consumo
es la mejor obra de Baudrillard; George Ritzer, por ejemplo, lo considera un magnífico trabajo muy elaborado y perfectamente argumentado que lo distingue del ensayismo un tanto oscuro, arbitrario y desafiante de etapas posteriores. El autor norteamericano lo considera un libro que todavía no ha roto del todo con una posición modernista, pues todavía está aceptando grandes relatos como el del don, las sociedades primitivas o el intercambio simbólico,
y
aunque está reflejando el triunfo de la lógica del signo sobre cualquier racionalidad productiva sigue utilizando categorías (clase, igualdad, alienación) absolutamente modernas; categorías que además de darle un carácter altamente funcionalista —negativo se podría añadir— a sus argumentos tiende a idealizar los efectos del signo y la coherencia de las sociedades primitivas (véase George Ritzer «Introduction» ajean Baudrillard.
The Consumer Society. Myths and Structures
, Londres, Sage, 1998, pp. 1-25). El paso del tiempo no nos puede hacer olvidar la originalidad que suponía para su época construir una explicación de la socialidad moderna como una sintaxis significante reguladora del mundo del consumo (y por ello de lo social) a la vez que liberadora de limites de la explicación productivista y evolucionista clásica; esta originalidad está muy bien reflejada en uno de los primeros trabajos que abordó monográficamente a Baudrillard, en España, Alfonso Pérez Agote, «Hacia un estatuto teórico del consumo: Jean Baudrillard o la abstracción lógica de la forma» en José Jiménez Blanco y Carlos Moya Valgañón (eds.),
Teoría sociológica contemporánea
, Madrid, Tecnos, 1978.

29
Jean Baudrillard,
Léchange symholique et la mort
, ob. cit., p. 19.

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La fascinación de Baudrillard por el estatuto mágico del objeto en la sociedad de consumo no sólo aparece desde literalmente su primer gran trabajo publicado,
El sistema de los objetos
, sino que ha ido ganando peso a lo largo de su larguísima lista de publicaciones; así, nos encontramos también con otro gran trabajo de su primera época como es «La morale des objets: fonction du signe et logique de classe», publicado en
Communications
, núm. 13,23-50 [trad. esp.: «La moral de los objetos: función-signo y lógica de clase», en AA. VV.,
Los objetos
, Buenos Aires, Tiempo Contemporáneo, 1969], que es una magnífica síntesis de su pensamiento de la primera época donde se habla de las necesidades, el
potlatch
, el consumo ostentoso, la discriminación social y hasta incluso ya del simulacro, etc.; pieza luego recogida de forma ligeramente modificada en
Crítica a la economía política del signo
, ob. cit. Pero este gran artículo en una revista estrictamente semiológica y barthesiana sólo anunciaba una reflexión de los objetos como fuerza seductora que se impone sobre cualquier pretensión humanista, funcionalista o racional del objeto que va ganando progresivamente en fatalismo y nihilismo. Para dar muestra de esta fascinación temática de Baudrillard se puede ver que el primer artículo de su particular diccionario personal
Mots de passe
, París, Pau vert, 2000, pp. 11-14 [trad. esp.:
Contraseñas
, Barcelona, Anagrama, 2002] es lógicamente objeto: «Lo que me apasionaba y me apasionará siempre es la manera que el ob- «o se evade y se ausenta, lo que siempre mantiene de inquietante extrañeza.» (p. 13) Por esta vía de lo inquietante del objeto, de su extrañeza y su dominio, Baudrillard hilvana una conversación sobre la preeminencia del objeto singular en la arquitectura postmoderna, con el mayor arquitecto «estrella» francés actual, Jean Nouvel. (Véase Jean Baudrillard y Jean Nouvel,
Les objets singuliers. Architecture et philosophie
, Paris, Calman-Lévy, 2000 [trad. esp.:
Los objetos singulares
.
Arquitectura y filosofía
, Buenos Aires. Fondo de Cultura Econòmica 2002, p. 32]).

31
Jean Baudrillard,
La société de consommation
, ob. cit. pp. 165-174.

32
Jean Baudrillard,
Pour une critique…
, ob. cit., p. 12.

33
Jean Baudrillard,
La société de consommation
, ob. cit., p. 115.

34
Jean Baudrillard,
La société de consommation
, ob. cit., p. 252.

35
Ibídem, p. 116.

36
Ibidem, p. 104.

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Es la tesis central de un período de la obra de Baudrillard que empieza con
Le miroir de la production
, París y Bruselas, Casterman, 1973 [trad. esp.:
El espejo de la producción
, Barcelona, Gedisa, 1980], obra que plantea lo que trata de ser una crítica epistemológica demoledora con la antropología marxista, que luego irá refinando introduciendo o reforzando desarrollos temáticos que lo alejan de la argumentación académica, sobre todo, en términos de economía política, para acercarlo cada vez más al «gran ensayo personal» desafiando objetivos que son las inquietudes del ser humano mismo: el mal, la muerte, lo real, la ilusión, etc. (Véase así la escalada en el libro siguiente, cronológicamente,
Léchange symbolique et la mort
, ob. cit.)

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Alan Sokal y Jean Bricmont, en su muy polémico y mundialmente difundido
Imposturas intelectuales
, Barcelona, Paidós, 1999, nos hacen notar con agudeza que cuando Baudrillard acude ya al desafío mismo de la realidad, intenta utilizar las herramientas de la teoría de la ciencia que ha encontrado: el caos, la discontinuidad, la irreversibilidad, los atractores, etc.; sin embargo, y siguiendo la argumentación central del libro, estos autores encuentran prácticamente insostenible esos usos por desconocimiento real, inadecuación de contextos de aplicación y dificultades de traducción (véase Sokal y Bricmont, ob. cit, pp. 151-156).

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David B. Clarke,
The Myths to Retail Capital
, Leeds, Working Paper 93/12, School of Geography, University of Leeds, 1993. Baudrillard critica en varios pasajes de sus libros el naturalismo de Bataille, por deducir su noción agónica y excesiva del (puesto de la naturaleza, si no de la biología misma, pero es evidente que, como otro autor anglosajón, Mike Gane, ha mostrado en su interesante
Jean Baudrillard. In Radical Uncertainty
, Londres, Pluto Press, 2000, pp. 30-31, Baudrillard fue basculando de la antropología estructuralista y funcionalista —aunque fuese en su versión más crítica— una visión más cercana al malditismo y el esteticismo negativista de autores como Callois y Bataille. En el fondo todos ellos eran herederos del sistema que Durkheim y su sobrino Marcel Mauss habían introducido en el universo intelectual francés.

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Si tomamos algún fragmento casi al azar de una de las obras centrales de George Bataille, como es
La parte maldita
, Barcelona, Icaria, 1987, no dejamos de encontrar similitudes y paralelismos más que estilísticos, casi literales, entre la obra de Baudrillard y ésa del bibliotecario, extraordinario autor literario, ensayista y provocador intelectual francés, así se dice, p. 96: «La víctima es un excedente tomado de la masa de rique za útil. Por ello, no puede ser tomada más que para ser consumida sin provecho, es decir, destruida para siempre. Desde el momento en el que es elegida, la víctima es la parte maldita, destinada a la consumición violenta. Pero la maldición la libera del orden de las cosas, hace reconocible su figura que desde entonces irradia la intimidad, la angustia, la profundidad de los seres vivientes.» El consumidor rápidamente —en Baudrillard— puede tomar el lugar de la víctima en el sacrificio ritual y la sociedad de consumo se definiría, por tanto, como la del consumo vampírico y brutal, pero orgiástico y disipativo, de las energías de sus propios miembros o subditos. Esta fascinación de Baudrillard por el orden sacrificial y por el orden victimario, y su desprecio simétrico por las luchas por el cambio social y las transformaciones democráticas, ha hecho a Thomas Florian, escribir un brioso librito en la mejor línea del panfleto político y la requisitoria ilustrada, titulado con gracia,
Bonjour… ]ean Baudrillard… Baudrillard sans simulacres
, París, Cavatines, 2004, donde se vincula a Baudrillard con la más antigua (y también actual) tradición del pensamiento reaccionario francés; además se le dedican todo tipo de improperios, alguno seguramente justificado.

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La relación de Baudrillard con el movimiento postmoderno y las huellas de Nietzsche en este autor —como en todos los postmodernos— es analizada en Alfred Broker, «El Marx de Baudrillard», en Joseph Picó (ed.),
Modernidad y postmodernidad
, Madrid, Alianza, 1988, pp. 293-319. Merece la pena recordar aquí su alejamiento de otro gran autor de referencia en el ámbito postmoderno, Michel Foucault, a quien le dedica un libro muy crítico,
Oublier Foucault
, París, Galilée [trad. esp.:
Olvidar a Foucault
, Valencia, Pre-textos, 2.ªed. 1986], donde considera caduca e inútil la obra de Foucault por su excesivo apego a categorías demasiado realistas como la de poder, que considera literalmente como una engañifa, y propugna someterla, también, a la dictadora de los simulacros y la fantasmática relación de lo real. La innegable atracción del provocativo título de este libro ha servido para reproducirlo en variaciones diversas en torno a la obra del propio Baudrillard, así tenemos desde el —parcialmente crítico—
Olvidar a Baudrillard
(Chris Rojet y Bryan Turner,
Forget Baudrillard
, Londres, Routledge) hasta el muy entusiasta
Sin olvidar a Baudrillard
, Jean-Oliver Majastre (ed.),
Sans oublier Baudrillard
, Bruselas, La lettre volée, 1996: dos compilaciones enormes con textos para todos los gustos sobre el valor intrínseco de la producción teórica de nuestro autor.

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