La rama hacia el este. El álamo y el viento. (8 page)

BOOK: La rama hacia el este. El álamo y el viento.
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De pronto, sobre la parte más alta, hacia el poniente,

[nos encontramos frente a la misma gloria.

Llamas iguales que héroes se alzaban sobre sí

[mismas y caían como surtidores…

Amiga, era la gloria tan inocente, ay!, de la fiebre

[celeste

sobre la vaga angustia de perder otra vez

las figuras adorables que descienden lentamente las

[colinas…

Otoño nocturno

Qué tiene la noche de Abril detrás de los follajes

o a través de los follajes?

Un pensamiento oscuro y tierno nos vigila,

o nos sentimos en un vago pensamiento dulcemente

[febril,

como una hoja o como una rama.

Por qué pálidas manos en la sombra?

Verdad, amigo, que a través del parral,

Abril, Abril, hería las estrellas?

Yo adoro…

Yo adoro una mujer de aire.

La sentíamos bastante como el aire,

brillante o secreta esencia, ah, de lo que nos tocaba;

alma del tiempo, sí, más allá de las formas,

sin forma siempre como el aire?

Cuando la mujer de aire se va,

no, no me digáis que las flores son flores y que la luz

[es luz,

que la colina sube hacia la nube y que la tarde baja

[hasta las aguas

y que el anochecer viene de espejos por las lejanas

[islas, por las islas…

Ni menos me digáis, oh, no me digáis, que la luna de

[Julio se ha entibiado entre las ramas…

No, no me digáis nada, que cuando la mujer de aire

[se va

el aire, el aire?, es una asfixia oscura,

y hay manos, muchas manos, tendidas hacia

[nosotros desde otras sombras como raíces

[invertidas…

Pero verdad que la mujer de aire siempre vuelve?

—Siempre regresa, sí, pero no basta adorarla porque

[ella es la libertad.

¿Por qué?

Por qué en esta noche en que

las ramas de Julio bordan

la luna tibia, no pueden

ir hacia el río celeste,

del brazo, por los caminos

que bajan, suben, ondulan

en un rocío plateado,

sin el temor de la hora,

de la hora, ay, de la hora…?

Por qué no pueden si Dios

está no sólo en las aguas

en los sauces y en las velas

pálidas y en las arenas,

sino también en sus almas

y en sus manos, en sus manos?

De qué torres es esa hora

sobre un eterno minuto

de un silencio latido

sólo por estrellas ralas

y por una sangre que

sólo quiere florecer?

…Ellos al atardecer

por la calle ya morada

que desde el campo venía

las colinas en penumbras

y el río amarillo vieron…

súbitas flores miraron

en jardines que no había,

y él murmuró: —La ciudad

será de mármoles vagos

esta noche por los barrios

bellos,

cuando se queda tan sola

que la eternidad ya nieva…

golpeando la soledad

sin la gracia de ninguna

sombra doble…?

Oh, de las manos asidos

dejarse ir sobre los

encajes finos u oscuros

de las calles arboladas

que llevan hacia la luna,

hacia la luna del río…

—Pero la hora, la hora,

la hora, ay! para nosotros

mientras todo beberá

de una hora sin hora

el vino celeste, el vino…

Acotarán a los árboles

y a los gatos y a los perros,

y al río ebrio también

llegarán las campanadas

o el redoble de las rondas

golpeando la soledad

sin la gracia de ninguna

sombra doble…?

La luz perdida

Ah, en Octubre, aquel lugar me obsede:

nieve, nieve en las calles nevadas por la

["manzanilla".

La primavera era una sonrisa que no llegábamos a

[asir.

Caminábamos, caminábamos.

Era una inquietud por aprehender algo de la sonrisa.

Las arenas llovidas, recuerdo, espectrales en el

[anochecer.

La tierra oscura era un suspiro oscuro.

Y el cielo estaba lleno de jazmines.

La soledad, siempre la soledad, en los espejos

[últimos,

pero el cielo temblaba en una brisa nueva.

Amigos, en Octubre, me obsede aquel lugar.

Era un éxtasis blanco, y rosa, y verde tenue,

pero corríamos hacia qué horizonte,

detrás de qué señales, de qué nada traslúcida?

Aquel lugar amigos, era un cielo

que quería ser accesible, en Octubre sólo?

Nubes de amanecer sobre la tierra ida

al lado de caminos infinitos de espumas…

Pero aquellos espejos todavía amarillos

en el lúgubre barro del crepúsculo bajo?

Y los jazmines de la noche en una brisa aún pálida

[color de brote tierno?

Oh, esta soledad.

Oh, esta soledad de luz y árboles y río…

Una vaga tristeza que se mira a sí misma

porque no tiene unas manos y una sonrisa amigas.

Otoño, todavía tierno, apenas amarillo, apenas un

[vapor.

A quién ofrezco este sentimiento triste de tan sutil?

Ah, es adorable el paisaje, pero solo, solo, se va

y nos lleva consigo a un vacío encantado.

Dónde la flor humana con su segura irradiación

entre dos infinitos que tiemblan y se pierden?

Venid, manos amigas; abrid, sonrisas tibias;

rodead, suave calor de corazones gentiles,

o de simples corazones humanos:

vuestra medida da el necesario ritmo

a la melodía que sin vosotros muere

en un miedo, sí, en un miedo infantil a la soledad del

[ángel.

Ah, veo.

Ah, veo un lugar que casi es un resplandor

o un anhelo que se tiende hasta el cielo.

No hay allí colinas melodiosas, no.

Pero el cielo baja y flota dulcemente sobre las cosas.

No flota, baja sólo…

Y las cosas dan un vapor

que debe ser el halo del éxtasis.

Veo, amigos, ese lugar, ese pueblo con una gracia

[regular de rosa.

Por qué cuando el aire quiere sonreír

veo siempre esa llanura flotar, flotar, flotar

con casas blancas y jardines, y chacras, chacras en

[una nube rosa,

y un río, un río lento que se va hacia los montes?

Es que hubo un tiempo, un tiempo eterno, amigos,

en que mi vida fue para ese amor del cielo y de la

[llanura.

Hubo una eternidad en que no fui

sino un tembloroso matiz de esa íntima relación,

extrañamente corrido, a veces, hacia el confín

[celeste…

Es que hubo una niña de cabellos negros que en un

[anochecer de Octubre

acordó mi inquietud con el latido de las estrellas

mientras nuestros pasos se ahogaban en las arenas

[últimas.

Es que hubo atardeceres con hálito de nardos

[invisibles

y vacas que volvían en una gloria baja.

Es que hubo algo que se iba por los caminos

[espectrales

en un perfume oscuro de agua y flores blancas

y un silencio con índices de criaturas extrañas

a las que nuestra misma respiración temía herir…

Es que hubo, amigos, noches, largas noches

[hundidas

entre un escalofrío desvelado de sauces

que quebraba de pronto algún breve canto de

[pájaro…

Ah, veo ese lugar y veo este quemado en el invierno

[de 1944

(Sí, la mínima circunstancia, verdad, caros poetas?).

La sonrisa que quiere aparecer se marchita en

[seguida

en el resplandor de una sed de agosto, extraña.

Ah, cómo hacen mal las flores de una fiebre estéril:

de algunas nubes y de algunos jardines pálidos.

Pero no son la ilusión pertinaz y la esperanza alada

en medio de este vidrio, seco, seco, del aire?

Sí, sería frágil también nuestra fe como los ardores

[de las nubes y de las flores,

tan frágil como el cristal perdido de los pájaros,

pero la tierra, amigos, la dulce tierra a pesar de todo,

llama al amor con la voz de la paloma, tan grave,

y el amor vendrá danzando entre largos velos de

[lluvia,

y una brisa libre jugará sobre todos, sobre todos los

[espejos del cielo…

La dulce tierra llama en la paloma y en nuestra fe

[profunda.

Cómo sufre en nosotros pero cómo llama en

[nosotros también.

La dulce tierra quiere desplegarse y nosotros

[también queremos desplegarnos.

Más allá de la sed, amigos, está el viento, amigos,

[está el agua.

Más allá de la sed está la brisa

que correrá como una niña entre el cielo y la tierra

[con todas las flores de la boda.

La libertad, de aire, será esa brisa, amigos…

El lapacho florecido

Por qué esta luz de niña

en el gris seco,

por qué esta alada

ilusión de duraznero

contra el acero duro,

en la luz fría y sucia

en la luz caída

y pajiza?

Por qué?

La única agua, amigos,

la única agua

para los ojos

y para la sed profunda.

La única agua.

La esperanza alza su ramo.

La íntima esperanza alza su ramo

gentil.

La íntima esperanza de la tierra

es como la nuestra,

frágil, pero prendida

a una fuerza conocida.

Salud, flores, flores?

luz sólo que tiembla

en el frío y la sed.

Temeremos por vosotras

flores, niñas

jugando a una ronda suspendida

entre agudos peligros,

atentas sólo al ritmo

que sube,

o prestaremos fe

a lo que decís,

con qué gracia de alas,

del vuelo que palpita en lo hondo

contra duras cortezas,

contra noches amuralladas

tejidas de pálidas raíces?

Qué decís de la lluvia,

qué decís de la libertad?

Qué decís de la delicada fraternidad

que florecerá mañana

sobre el árbol fuerte de la vida?

Era una tarde gris y seca…

Era una tarde gris y seca.

Pero Septiembre ya le daba

no sé qué gracia infantil: mejor, adolescente.

Qué aroma de niñez, de quince años vagaba?

Qué secreta nostalgia que quería azularse?

Septiembre, gracia alada

en la sequedad gris con varas finas…

Al final fue todo

una soledad celeste vago y arena.

Los niños, de qué mundo, jugaban a la ronda

sobre un fondo de islas de ceniza?

Un viento de ilusión hacía más pálido el polvo.

Tarde de principios de Marzo

El amigo estaba junto a la vaca.

Su mujer ordeñaba.

La luz era dulce y casi lujosa en su deslizamiento,

en su palpitar corrido a veces en el viento dorado.

La luz era dulce y la escena era dulce.

Qué más para la paz, para una breve paz, para un

[sutil acuerdo?

La mujer simple y el amigo bueno.

Y la vaca de estampa que rumiaba y el recental

[impaciente.

Qué más para la íntima aunque fugaz sonrisa? Qué

[más?

Pero se iba todo en un soplo con espumas amarillas,

[sí, pero finales.

Todo se iba. Y el soplo era profundo.

Y el soplo era la sombra del viento,

la profunda sombra del viento, de qué viento?

Al borde de un abismo o alejándose en un vacío

[triste y último

la mujer y el amigo y la vaca y su hijo.

—Qué, decís que había un perfume de leche y, ay, de

[pasto hollado?

Decís que había una sombra que no era ya verde?

El soplo se hizo luego casi visible bajo los plátanos,

sobre las hierbas flexibles, desde el este.

—Qué, decís que el vino estaba en las copas y la

[conversación era buena?

El soplo era visible casi bajo los plátanos…

* * *

Marzo, nunca las tardes son más frágiles que ahora.

Vacilan sobre un abismo.

Serán siempre las tardes, así, en Marzo?

Al sentimiento de lo que se va

ahora no se une el de la pena, el de la angustia

de otras criaturas del paisaje

humilladas y anónimas?

Poetas, a esta luz que se despide en el viento

se une la secreta, pero profunda humillación, acaso

[inconsciente,

de tanta vida humana como sufre y espera, ah, es

[cierto que espera?

sobre los largos pliegues de estas tierras.

Se une, se une también, cómo podría no ser así?

el dolor, la angustia, la angustia lejanos, por qué

[lejanos?, de las otras criaturas

que atraviesan el horror de fuego y de metal sobre la

[llaga de los países.

Ah, no es pura la elegía, poetas.

Será pura mañana?

Podrá ser pura pero sin sombra de soledad, de esta

[soledad.

Todos sentiremos y sufriremos con las primeras

[tardes de Marzo,

pero un fuego de amor y de comunión

nos unirá al crepúsculo, y una sonrisa serena

será nuestra respuesta a la gran sombra que palpite

detrás de los últimos soplos amarillos.

Una sonrisa serena porque no habrá más esta

[soledad

ni este drama difuso bajo la misma gracia de la luz y

[en la misma gracia de las colinas.

Porque todos estaremos con las manos unidas sobre

[el vértigo,

o encima de las zonas o en las zonas

acaso simplemente más ligeras y oscuras de una

[misma corriente…

En esta primavera…

Sí, los espinillos se iluminaron como una infancia.

Nadie asistió a su fiesta de recuerdos

incesando en el sol fugitivo,

en la noche tímidamente embriagada, nadie?

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