—¿Por qué caída libre tan pronto? —preguntó ella.
—Necesitamos la energía para transmitir un mensaje —contestó Blaine—. A esta distancia necesitamos un gran volumen de energía para el rayo máser. Podríamos sobrecargar los motores si fuese necesario, pero es norma desconectar para las transmisiones si no hay urgencia.
—Oh.
Sally se sentó en la silla que acababa de abandonar Whitbread. Rod hizo girar su silla de mando para verla de frente, deseando de nuevo que alguien diseñase una prenda de caída libre para las mujeres que no cubriesen tanta parte de sus piernas, o que volviesen a ponerse de moda los antiguos pantalones cortos. Por entonces las faldas se llevaban en Esparta por debajo de las pantorrillas, y las provincias copiaban la moda de la capital. Para los viajes espaciales, los diseñadores hacían prendas tipo pantalón, bastante cómodas, pero holgadas y abultadas...
—¿Cuándo llegaremos a Nueva Escocia? —preguntó ella.
—Depende del tiempo que estemos en Dagda. Sinclair quiere hacer unos trabajos exteriores mientras estamos varados. —Sacó del bolsillo la pequeña computadora y anotó rápidamente en ella—. Veamos, estamos aproximadamente a unos mil quinientos millones de kilómetros de Nueva Escocia, esto significa sobre un centenar de horas de viaje. Unas doscientas horas, aproximadamente, con el tiempo que pasemos en Dagda. Y el tiempo que nos lleve llegar allí, naturalmente. No es tanto, en realidad; queda a unas veinte horas.
—Así que estaremos aún un par de semanas por lo menos —dijo ella—. Yo creía que una vez que llegásemos aquí... —Se interrumpió, riendo—. Es una estupidez. ¿Por qué no se inventa algo que permita utilizar el Salto en el espacio interplanetario? Resulta ridículo, cruzamos cinco años luz en tiempo cero y luego tardamos semanas en llegar a Nueva Escocia.
—¿Tan pronto se ha cansado de nosotros? Es peor que eso, en realidad. El Salto consume una parte insignificante de nuestro hidrógeno... Bueno, no tan insignificante, pero no es gran cosa comparado con el que tendremos que consumir para llegar a Nueva Escocia. No tengo bastante combustible a bordo para ir directamente, en realidad tardaría por lo menos un año, pero hay más que suficiente para hacer un Salto. Todo lo que se necesita es energía suficiente para entrar en el hiperespacio.
Sally cogió una taza de café que le ofrecía el camarero. Estaba acostumbrándose a aquel café de la Marina, que no se parecía a ningún otro de la galaxia.
—Así que tendremos que tener paciencia —dijo ella.
—Eso me temo. He hecho viajes en los que era más rápido pasar a otro punto Alderson, hacer un salto, desviarse a un nuevo sistema, saltar a otro punto, seguir haciendo esto hasta volver al sistema original en un punto distinto... hacer todo eso resultaba más rápido que, simplemente, cruzar el sistema original por el espacio normal. Pero esta vez no, la posición geométrica no es la adecuada.
—Qué lástima —dijo ella riendo—. Veríamos más sectores del universo por el mismo precio.
No dijo que se sentía aburrida; pero Rod pensó que lo estaba, y que poco podía hacer él para impedirlo. No disponía de tiempo para dedicárselo a ella, y no había gran cosa que ver en el viaje.
—ATENCIÓN. ATENCIÓN. PREPÁRENSE PARA CAÍDA LIBRE. Ella apenas si tuvo tiempo para abrocharse el cinturón.
El jefe de comunicaciones, Lud Shattuck, atisbo por su punto de mira, realizando ajustes increíblemente precisos con sus nudosos dedos, increíblemente precisos para aquellos torpes apéndices. Fuera del casco de la
MacArthur,
un telescopio se movió bajo la dirección de Shattuck hasta dar con un pequeño punto de luz. Se movió luego hasta centrar perfectamente el punto. Shattuck lanzó un gruñido de satisfacción y accionó una palanca. Una antena de máser se ajustó al telescopio mientras la computadora de la nave deducía dónde estaría el punto de luz cuando llegase el mensaje. Un mensaje codificado brotó del carrete de su cinta, mientras los motores posteriores de la
MacArthur
fundían hidrógeno en helio. La energía recorrió las antenas, energía modulada por la pequeña cinta del cubículo de Shattuck, dirigiéndose hacia Nueva Escocia.
Rod cenaba solo en su camarote cuando llegó la respuesta. El ayudante de guardia miró el encabezamiento y se puso inmediatamente en contacto con Shattuck. Cuatro minutos después el brigadier Whitbread llamaba a la puerta de su capitán.
—¿Sí? —contestó Rod irritado.
—Hay un mensaje del almirante Cranston, señor...
Rod alzó la vista molesto. No quería comer solo, pero los oficiales habían invitado a cenar a Sally Fowler (después de todo, era su turno), y si Blaine se hubiese invitado a cenar con sus oficiales, habría ido también el señor Bury. Y ahora hasta aquella triste cena en soledad se veía interrumpida.
—¿No puede esperar?
—Es prioridad OC, señor.
—¿Prioridad máxima para nosotros? ¿OC? —exclamó Blaine bruscamente, olvidando la gelatina proteínica—. Léamelo, señor Whitbread.
—Sí, señor. A MACARTHUR DE FLOTAIMP. NUEVA ESCOCIA OC OC 8175...
—Omita los códigos de verificación, brigadier. Ya me imagino que los ha comprobado.
—Desde luego, señor. Bueno, continúo señor, fecha, código... SE DIRIGIRÁ USTED CON MÁXIMA VELOCIDAD POSIBLE REPITO MÁXIMA VELOCIDAD POSIBLE A BRIGIT PARA REPONER COMBUSTIBLE CON PRIORIDAD DOBLE STOP REPONDRÁ USTED COMBUSTIBLE EN MÍNIMO TIEMPO STOP.
»LA MACARTHUR SE DIRIGIRÁ LUEGO...bueno, señor, nos dan una coordenada del sistema de Nueva Caledonia... o CUALQUIER OTRO VECTOR QUE ELIJA PARA INTERCEPTAR E INVESTIGAR OBJETO MISTERIOSO QUE HA ENTRADO EN SISTEMA NUEVA CALEDONIA EN ESPACIO NORMAL REPITO ESPACIO NORMAL STOP OBJETO SIGUE VECTOR GALÁCTICO... aquí nos dan un rumbo de la ruta general del Saco de Carbón, señor... A VELOCIDAD APROXIMADA DE SIETE POR CIENTO LA DE LA LUZ STOP VELOCIDAD OBJETO DISMINUYE RÁPIDAMENTE STOP SEGÚN ASTRÓNOMOS UNIVERSIDAD IMPERIAL ESPECTRO DEL INTRUSO ES ESPECTRO SOL NUEVA CALEDONIA AZUL CAMBIADO STOP CONCLUSIÓN OBVIA ES QUE INTRUSOS UTILIZAN COMO PROPULSOR VELA DE LUZ STOP.
»ASTRÓNOMOS UNIVERSIDAD IMPERIAL SEGUROS OBJETO ES ARTEFACTO CONSTRUIDO POR SERES INTELIGENTES STOP PERO NINGUNA COLONIA HUMANA CONOCIDA PARECE SER ORIGEN OBJETO INTRUSO STOP.
«ENVIAMOS CRUCERO LERMONTOV COMO AYUDA PERO NO PUEDE LLEGAR A IGUALAR VELOCIDAD INTRUSO HASTA SETENTA Y UNA HORAS DESPUÉS TIEMPO MÍNIMO QUE VELOCIDAD MACARTHUR SE AJUSTE CON OBJETO STOP ACTÚEN CON PRECAUCIÓN STOP DEBEN SUPONER INTRUSO HOSTIL HASTA QUE DEMUESTRE LO CONTRARIO STOP TIENE USTED ÓRDENES DE MANTENER MÁXIMAS PRECAUCIONES PERO DE NO INICIAR HOSTILIDADES REPITO NO INICIAR HOSTILIDADES STOP.
«DESEARÍA ESTAR AHÍ CZILLER STOP BUENA SUERTE STOP CRANSTON FIN TRANSMISIÓN. Bueno, eso es todo, señor.
Whitbread estaba sin aliento.
—Eso es todo. Eso es mucho, señor Whitbread. —Blaine accionó el intercom—. Sala de oficiales.
—Sala de oficiales, capitán —contestó el brigadier Staley.
—Póngame con Cargill.
El primer teniente parecía irritado. Blaine estaba interrumpiendo su fiesta. Rod sintió cierta satisfacción interna al hacerlo.
—Jack, vaya al puente. Quiero que este pájaro se mueva. Tenemos un tiempo mínimo para llegar a Brigit, quiero decir mínimo. Aunque agote todo el combustible, debemos llegar allí lo antes posible.
—Desde luego, señor. A los pasajeros no va a gustarles.
—Dígales... bueno, salude de mi parte a los pasajeros; se trata de una emergencia de la flota. Lo siento por su fiesta, Jack, pero acomode a sus pasajeros en lechos hidráulicos y ponga en movimiento la nave. Yo estaré en el puente dentro de un minuto.
—Desde luego, señor —el intercom quedó en silencio un instante, luego la voz de Staley resonó por toda la nave—. ATENCIÓN. ATENCIÓN. PREPÁRENSE PARA ACELERACIÓN PROLONGADA POR ENCIMA DE LAS DOS GRAVEDADES. QUE LOS JEFES DE SECCIÓN INDIQUEN CUÁNDO ESTÁN PREPARADOS PARA AUMENTAR LA ACELERACIÓN.
—Muy bien —dijo Blaine; se volvió a Whitbread—. Introduzca los datos de ese condenado vector en la computadora y veamos de dónde vienen los intrusos.
Comprendió que su nerviosismo se traslucía e hizo un esfuerzo para calmarse. Intrusos... ¿alienígenas? ¡Dios santo, vaya situación! Verse ante la posibilidad de un contacto con alienígenas estando al mando de su primera nave, en su primer viaje como comandante.
—Veamos de dónde vienen... —repitió.
Whitbread se aproximó al tablero de mando próximo a la mesa de Blaine. La pantalla se iluminó violentamente, luego aparecieron números.
—¡Por Dios, Whitbread, no soy matemático! ¡Expréselo en forma gráfica!
—Disculpe, señor.
Whitbread accionó de nuevo los mandos. La pantalla se convirtió en un volumen negro lleno de burbujas y líneas de luz coloreadas. Las burbujas grandes eran estrellas, coloreadas según su género; los vectores de velocidad eran finas líneas verdes, los de aceleración de color azul, y las rutas proyectadas eran curvas de un rojo apagado. La larga línea verde...
Blaine contempló la pantalla con incredulidad, luego se pasó el dedo por la protuberancia de la nariz.
—De la Paja. Bueno, esto va a ser un infierno. De la Paja, en el espacio normal.
No había ninguna línea de comunicación conocida hasta la estrella del intruso. Ésta colgaba aislada, una mancha amarilla junto a la supergigante Ojo de Murcheson. En la cabeza de Rod danzaron visiones de octopoides.
¿Y si fuesen hostiles?, pensó de pronto. Si la
MacArthur
tenía que combatir con una nave alienígena, necesitaría más reparaciones. Reparaciones que habían aplazado para hacerlas en órbita o varados, y ahora tendrían que hacerlas a dos gravedades. Pero de un modo u otro tendrían que hacerlo.
Blaine se abrió paso rápidamente hasta el puente y se acomodó en la silla de mando. Una vez allí puso en marcha el intercom. Un asombrado brigadier Whitbread le miró en la pantalla, desde la cabina del capitán.
—Léamelo, señor —dijo Blaine.
—¿Cómo? ¿Qué dice, señor?
—Tiene usted abiertos los reglamentos por la sección de normas sobre contacto con alienígenas, ¿no es así? Lea, por favor. —Blaine recordaba haber leído aquellas normas mucho tiempo atrás, por pura curiosidad más que nada. Lo hacían la mayoría de los cadetes.
—Desde luego, señor. —Se veía claramente que Whitbread se preguntaba si el capitán le habría leído el pensamiento, luego pareció concluir que aquello era prerrogativa del capitán; este incidente se convertiría en una leyenda—. «Sección 4500: Primer contacto con seres inteligentes no humanos. Nota: Se considera seres inteligentes a las criaturas que utilizan instrumentos y sistemas de comunicación de forma voluntaria y premeditada. Subnota: se advierte a los oficiales que deben utilizar su criterio a la hora de aplicar la definición. Las ratas colmeneras de Makasar, por ejemplo, emplean instrumentos y sistemas de comunicación en sus habitáculos, pero no son seres inteligentes.
«Sección 1: Los oficiales que se encuentren con seres inteligentes no humanos deben comunicar la existencia de estos alienígenas al mando más próximo de la Flota. Todas las demás tareas se considerarán secundarias frente a ésta. Sección 2: Una vez cumplido el objetivo descrito en la sección primera, los oficiales procurarán establecer comunicación con los alienígenas, teniendo en cuenta, sin embargo, que no están autorizados a hacerlo arriesgando la unidad a su mando, a menos que así se lo ordene una autoridad superior. Aunque los oficiales no deben iniciar hostilidades, se considerará en principio hostiles a las criaturas inteligentes no humanas. Sección 3...»
Whitbread fue interrumpido por el último aviso de aceleración. Blaine hizo un gesto de reconocimiento al oficial y se acomodó en su asiento. De todos modos, las normas probablemente no fuesen de gran utilidad. Se referían sobre todo a contactos iniciales sin aviso previo, y en este caso el mando de la Flota sabía muy bien que la
MacArthur
iba a interceptar una nave alienígena.
La gravedad de la nave se elevó lo bastante lentamente para dar tiempo a la tripulación a ajustarse, todo un minuto para elevarse a tres gravedades. Blaine sintió que se asentaban en su silla de aceleración doscientos sesenta kilos. Los tripulantes estarían moviéndose por toda la nave con la minuciosa atención que uno presta cuando levanta pesos, pero no era una aceleración inmovilizadora. Al menos para un joven. Para Bury sería duro, pero el comerciante no tendría problemas si permanecía en su lecho de gravedad.
Blaine se sentía muy a gusto en su silla. Tenía un cabezal, controles manuales, una pequeña repisa y podía hacerla girar de modo que controlase todo el puente sin esfuerzo; tenía incluso un tubo personal de desagüe. Las naves de guerra estaban diseñadas para largos períodos de alta gravedad.
Blaine accionó los controles de su pantalla y apareció sobre él un gráfico en tres dimensiones. Accionó la palanca de aislamiento para que no pudiese verle el resto de la tripulación. A su alrededor los oficiales del puente atendían a sus deberes: Cargill y el piloto jefe, Renners, estaban junto a la estación de astrogación, el brigadier Staley se sentaba junto al piloto, para ayudarle si era necesario, pero sobre todo porque quería aprender a manejar la nave. Los largos dedos de Blaine se movieron sobre los controles de la pantalla.
Una larga línea verde de velocidad, un corto vector de color azul señalando en dirección opuesta... con una pequeña bola blanca en medio. Vaya. El intruso venía directamente de la dirección de la Paja y desaceleraba directamente en el sistema de Nueva Caledonia... y era algo mayor que el satélite de la Tierra. Un objeto en forma de nave habría sido un punto sin dimensiones.
Era una buena cosa que Whitbread no se hubiese dado cuenta de esto. Habría murmuraciones, correrían cuentos entre los tripulantes, los bisoños se asustarían... Blaine sintió también el sabor metálico del miedo. Dios santo, qué
grande
era.
—Pero necesitaban sin duda una cosa de ese tamaño —murmuró Rod.
¡Treinta y cinco años luz a través del espacio normal! Ninguna civilización humana había conseguido una cosa así. De todos modos, ¿cómo esperaba el almirante que la «investigase»? Y mucho menos que la interceptase... ¿debería abordarla con infantes de marina?
¿Qué demonios sería una vela de luz?
—Rumbo a Brigit trazado, señor —anunció el piloto jefe Renner. Blaine salió de su ensueño y accionó de nuevo los controles de sus pantallas. Apareció el rumbo en un gráfico bajo los cuadros de cifras.