La espada leal (10 page)

Read La espada leal Online

Authors: George R. R. Martin

Tags: #Fantástico

BOOK: La espada leal
13.16Mb size Format: txt, pdf, ePub

Dunk tuvo de repente una extraña sensación en el fondo del estómago.

—Se lo diré, pero no entregará a Ser Bennis. —Dudó—. El dique fue la causa de todo el problema. Si su señoría consintiera en derribarlo…

—Imposible —declaró el joven maestre al lado de lady Rohanne—. Fosafría sostiene a veinte veces más campesinos que Tiesa. Su señoría tiene campos de trigo, maíz y cebada que se están muriendo por la sequía. Tiene media docena de huertas, manzanas, albaricoques y tres clases de peras. Tiene reses a punto de parir, quinientas ovejas de morro negro, y cría los caballos más excelentes del Dominio. Tenemos una docena de yeguas a punto de dar a luz.

—Ser Eustace también tiene ovejas —dijo Dunk—. Posee melones en los campos, alubias, cebada, y…

—¡Habéis estado cogiendo agua para el foso! —dijo Egg en voz alta.

Estaba llegando a lo del foso, pensó Dunk.

—El foso es esencial para las defensas de Fosafría —insistió el maestre—. ¿Sugerís que lady Rohanne quede expuesta a ataques, en tiempos inciertos como estos?

—Bueno —dijo Dunk lentamente—, un foso seco sigue siendo un foso. Y mi señora tiene fuertes murallas, y numerosos hombres para defenderlas.

—Ser Duncan —dijo lady Rohanne—, yo tenía diez años cuando se alzó el dragón negro. Le rogué a mi padre que no se arriesgara, o que al menos me dejara a mi esposo. ¿Quién me iba a proteger, si mis dos hombres muriesen? Así que me subió a las murallas, y me señaló los puntos fuertes de Fosafría. «Mantenlos fuertes», me dijo, «y ellos te mantendrán a salvo. Si miras por tus defensas, ningún hombre te hará daño». La primera cosa a la que apuntó fue el foso. —Se acarició la mejilla con la punta de la trenza—. Mi primer marido murió en Campo de Hierbarroja. Mi padre me encontró otros, pero El Desconocido se los llevó también. Ya no confío en los hombres, no importa lo numerosos que parezcan. Confío en la piedra, en el acero y en el agua. Confío en los fosos, Ser, y el mío no se secará.

—Lo que os dijo vuestro padre es cierto y bueno —dijo Dunk—, pero no os da derecho a llevaros el agua de Osgrey.

Ella le dio un tirón a la trenza.

—Supongo que Ser Eustace os dijo que el arroyo es suyo.

—Durante mil años —dijo Dunk—. Se llama Jaquel. Eso está claro.

—Así es. —Volvió a tironearse del pelo, una, dos, tres veces—. Igual que el río se llama Mander, aunque los Manderly fueron expulsados de sus riberas hace mil años. Altojardín sigue siendo Altojardín, aunque el último Gardener murió en el Campo de Fuego. Roca Casterly está llena de Lannister, y no se ve ni un Casterly. Las palabras cambian, Ser. El Jaquel nace en las Colinas de la Herradura, que eran mías por completo la última vez que lo comprobé. El agua también es mía. Maestre Cerrick, mostrádselo.

El maestre descendió de la tarima. Podía no ser mucho mayor que Dunk, pero con sus ropas grises y su collar de cadenas tenía un aire de sabiduría sombría que sobrepasaba su edad. En sus manos tenía un viejo pergamino.

—Comprobadlo por vos mismo, Ser —dijo mientras lo desenrollaba y se lo ofrecía a Dunk.

Dunk el Tocho, la mollera tan dura como la muralla de un castillo. Volvió a sentir que sus mejillas se arrebolaban. Por cortesía, tomó el pergamino del maestre y frunció el ceño ante la escritura. Ni una de las palabras eran inteligibles para él, pero conocía el sello de cera bajo la caligrafía adornada: el dragón de tres cabezas de la Casa Targaryen. El sello del Rey. Estaba mirando un decreto real de algún tipo. Dunk movió la cabeza de lado a lado para que pensaran que estaba leyendo.

—Aquí hay una palabra que no distingo —murmuró, después de un momento—. Egg, ven a echar un vistazo, tú tienes los ojos más finos que los míos.

El chico se apresuró a ponerse a su lado.

—¿Qué palabra, Ser? —Dunk apuntó—. ¿Esa? Oh. —Egg leyó rápidamente, luego levantó la mirada hacia Dunk e hizo un leve gesto de asentimiento.

Es su arroyo. Tiene un papel. Dunk se sintió como si le hubiera dado un gancho en el estómago. El mismísimo sello del Rey.

—Aquí… debe haber algún error. Los hijos del anciano murieron al servicio del Rey, ¿por qué iba Su Gracia a quitarle el arroyo?

—Si el rey Daeron hubiera sido un hombre menos clemente, también le hubiera quitado la cabeza.

Durante medio latido de corazón, Dunk estuvo perdido.

—¿Qué queréis decir?

—Quiere decir —dijo el maestre Cerrick—, que Ser Eustace Osgrey es un rebelde y un traidor.

—Ser Eustace escogió el dragón negro en lugar del rojo, con la esperanza de que un rey Fuegoscuro pudiera restaurarle las tierras y castillos que los Osgrey habían perdido bajo el poder de los Targaryen —dijo lady Rohanne—. Sobre todo, quería Fosafría. Sus hijos pagaron por su traición con su vida. Cuando llevó sus restos a casa y entregó a su hija a los hombres del rey como rehén, su mujer se arrojó desde el tejado de la torre de Tiesa. ¿No os contó eso Ser Eustace? —Su sonrisa fue triste—. No, no lo creo.

—El dragón negro. —Juraste tu espada a un traidor, tocho. Comiste el pan de un traidor y dormiste bajo el techo de un traidor—. Mi señora —dijo cauteloso—, el dragón negro… eso fue hace quince años. Esto es ahora, y hay sequía. Aunque fuese un rebelde entonces, Ser Eustace sigue necesitando el agua.

La Viuda Escarlata se incorporó, y se estiró la falda.

—Entonces, sería mejor que rezara pidiendo lluvia.

Fue entonces cuando Dunk recordó las palabras de despedida de Osgrey en el bosque.

—Si no le concedéis parte del agua por él, hacedlo al menos por su hijo.

—¿Su hijo?

—Addam. Sirvió aquí como paje y escudero de vuestro padre.

El rostro de lady Rohanne se volvió pétreo.

—Acercaos.

No sabía qué hacer, aparte de obedecer. La tarima añadía bastante a la altura de ella, pero aún así Dunk sobresalía sobre la otra figura.

—Arrodillaos —dijo ella. Así lo hizo.

La bofetada que le dio iba con todas las fuerzas, y era más fuerte de lo que parecía. Su mejilla ardía, y pudo sentir en la boca el sabor de la sangre de un labio partido, pero en realidad no le había dolido. Por un momento, todo en lo que pudo pensar Dunk fue cogerla por aquella larga trenza roja y ponerla sobre su regazo para azotarle el trasero, como a un niño revoltoso. Si lo hago, no obstante, gritará, y veinte caballeros vendrán a toda prisa para matarme.

—¿Osáis apelar a mí en nombre de Addam? —Los orificios de su nariz temblaban—. Marchaos de Fosafría, Ser. De inmediato.

—Nunca quise…

—Marchaos, o encontraré un saco lo bastante grande para vos. Decidle a Ser Eustace que me traiga a Bennis del Escudo Pardo mañana, o iré yo misma por él con el fuego y la espada. ¿Me comprendéis? ¡Fuego y espada!

El septon Sefton asió el brazo de Dunk y le sacó con presteza de la sala. Egg les siguió de cerca.

—Eso fue de lo más estúpido, Ser —le susurró el septon, y le condujo a las escaleras—. De lo más estúpido. Mencionar a Addam Osgrey…

—Ser Eustace me dijo que el chico le gustaba.

—¿Gustarle? —El septon bufó con pesadez—. Amaba al chico, y él a ella. Nunca fue más allá de uno o dos besos, pero… fue por Addam por quien lloró después de Campo de Hierbarroja, no por el marido a quien apenas conocía. Le echa la culpa de su muerte a Ser Eustace, y tiene razón. El chico tenía doce años.

Dunk sabía lo que era soportar una herida. Cada vez que alguien hablaba del Prado de Vado Ceniza, pensaba en los tres hombres buenos que murieron para salvar su pie, y siempre dolía.

—Decidle a mi señora que no era mi intención herirla. Suplicad su perdón.

—Haré lo que pueda, Ser —dijo el septon Sefton—, pero decidle a Ser Eustace que traiga a Ser Bennis, y rápido. De otro modo la cosa empeorará para él. Empeorará mucho.

No fue hasta que las murallas y las torres de Fosafría se perdieron en el oeste detrás de ellos que Dunk se volvió hacia Egg y le dijo:

—¿Qué palabras había escritas en el papel?

—Era una concesión de derechos, Ser. Para lord Wyman Webber, de parte del Rey. Por su leal servicio en la última rebelión, lord Wyman y sus descendientes fueron recompensados con todos los derechos sobre el Jaquel, desde su nacimiento en las Colinas de la Herradura hasta la orilla del Lago Frondoso. También dice que lord Wyman y sus descendientes tienen el derecho de cazar ciervos rojos, jabalíes y conejos en el Bosque Cerradón siempre que les plazca, y de cortar veinte árboles al año del bosque. —El chico se aclaró la garganta—. Sin embargo, el derecho es temporal. El papel decía que si Ser Eustace muere sin heredero varón de su sangre, Tiesa volvería a la corona, y los privilegios de lord Webber terminarían.

Fueron los Alguaciles de la Frontera del Norte durante mil años.

—Todo lo que le dejaron al anciano fue una torre en la que morir.

—Y su cabeza —dijo Egg—. Su Gracia le dejó la cabeza, Ser. A pesar de todo, era un rebelde.

Dunk miró al muchacho.

—¿Tú se la hubieras cortado?

Egg tuvo que pensarlo.

—En ocasiones, en la corte, tenía que servir en el consejo privado del Rey. Solían discutir ese tema. El tío Baelor decía que la clemencia era lo mejor cuando tratabas con un enemigo honorable. Si un hombre derrotado cree que será perdonado, puede que baje su espada e hinque la rodilla. De otro modo luchará hasta la muerte, y matará a más hombres leales e inocentes. Pero lord Cuervo de Sangre decía que cuando perdonas a los rebeldes, solo siembras las semillas de la próxima rebelión. —Su voz estaba llena de duda—. ¿Por qué se levantaría Ser Eustace contra el rey Daeron? Era un buen rey, todo el mundo lo dice. Trajo a Dorne al reino e hizo de los dornianos nuestros amigos.

—Tendrás que preguntarle a Ser Eustace, Egg. —Dunk pensó que conocía la respuesta, pero no era adecuada para que la oyera el chico. Quería un castillo con un león en la entrada, pero todo lo que obtuvo fueron tumbas entre las moreras. Cuando juras tu espada a un hombre, prometes servicio y obediencia, luchar por él si es necesario, no curiosear en sus asuntos o cuestionar sus alianzas… pero Ser Eustace le había tomado por tonto. Dijo que sus hijos murieron combatiendo por el rey, y me hizo creer que el arroyo era suyo.

La noche les alcanzó en el Bosque Cerradón.

Fue culpa de Dunk. Debería haber ido a casa en línea recta por donde habían venido, pero en vez de eso se dirigió al norte para echarle otro vistazo al dique. Tuvo el medio pensamiento de intentar echarlo abajo con sus manos desnudas. Pero los Siete y ser Lucas Dosmetros no se mostrarían muy amables. Cuando alcanzaron la presa vieron que estaba custodiada por dos ballesteros con emblemas de la araña cosidos en sus chalecos. Uno estaba sentado con los pies desnudos dentro del agua robada. Dunk podía haber ido tranquilamente a encargarse de él a solas, pero el hombre les oyó llegar y cogió su ballesta con rapidez. Su compañero, más rápido todavía, tenía un virote cargado y listo. Lo mejor que Dunk podía hacer era mirarles, ceñudo y amenazador.

Después de aquello no había más que hacer que volver por sus pasos. Dunk no conocía aquellas tierras tan bien como Bennis; hubiera sido humillante perderse en un bosque tan pequeño como el Cerradón. Para cuando cruzaron el arroyo, el sol estaba rozando el horizonte y las primeras estrellas habían aparecido, junto a nubes de bichitos. Entre los altos árboles negros, Egg encontró su lengua otra vez.

—¿Ser? Ese gordo septon dijo que mi padre está enfurruñado en Refugio Estival.

—Las palabras se las lleva el viento.

—Mi padre no está enfurruñado.

—Bueno —dijo Dunk—. Puede. Tú sí.

—Yo no, Ser. —Arrugó el entrecejo—. ¿No?

—A veces. No muy a menudo. De otra forma, te daría más cachetes en la oreja de los que te doy.

—Me disteis uno en las puertas.

—Eso fue un medio cachete. Si alguna vez te diera uno entero, lo sabrías.

—La Viuda Escarlata os dio a vos uno entero.

Dunk se tocó el labio lastimado.

—No hace falta que parezcas entusiasmado por ello. —Sin embargo, nadie abofeteó a tu padre en la oreja. Quizá por eso el príncipe Maekar es como es—. Cuando el Rey nombró a lord Cuervo de Sangre su Mano, tu padre se negó a formar parte de su consejo y se fue de Desembarco del Rey hacia su propio trono —le recordó a Egg—. Ha estado en Refugio Estival durante año y medio. ¿Cómo lo llamas a eso, sino estar enfurruñado?

—Lo llamo estar furioso —declaró Egg con altivez—. Su Gracia debería haber nombrado Mano a mi padre. Es su hermano y el mejor comandante en la batalla del reino desde que murió el tío Baelor. Lord Cuervo de Sangre ni siquiera es un lord de verdad; su título no es más que una estúpida cortesía. Es un hechicero y además de origen humilde.

—Bastardo, no humilde. —Cuervo de Sangre podría no ser un auténtico lord, pero era noble por ambas partes. Su madre había sido una de las amantes del rey Aegon el Indigno. Los bastardos de Aegon habían sido el azote de los Siete Reinos desde que el rey muriera. Este los había legitimado a todos en su lecho de muerte; no sólo a los Altos Bastardos como Cuervo de Sangre, Bittersteel y Daemon Fuegoscuro, cuyas madres eran ladies, sino incluso a los menores que había tenido con prostitutas y camareras de taberna, hijas de mercaderes, amas de cría, y toda campesina hermosa sobre la que puso el ojo. «Fuego y Sangre» habían sido las palabras de la Casa Targaryen, pero Dunk oyó una vez a Ser Arlan que las de Aegon deberían haber sido «Bañadla y traedla a mi cama».

—El rey Aegon eliminó la bastardía de Cuervo de Sangre —le recordó a Egg—, al igual que hizo con el resto.

—El anciano Gran Septon le dijo a mi padre que las leyes del Rey eran una cosa, y las leyes de los dioses otra —dijo el chico con tozudez—. Los hijos auténticos proceden de una cama matrimonial y están bendecidos por el Padre y la Madre, pero los bastardos nacen de la lujuria y la debilidad, dijo. El rey Aegon decretó que sus bastardos no eran bastardos, pero no puede cambiar su naturaleza. El Gran Septon dijo que todos los bastardos nacen para traicionar… Daemon Fuegoscuro, Bittersteel, incluso Cuervo de Sangre. Lord Ríos era más listo que los otros dos, pero al final también probará ser un traidor. El Gran Septon aconsejó a mi padre que nunca confiara en él, ni en ningún otro bastardo, sean de cuna o no.

Nacen para traicionar, pensó Dunk. Nacen de la lujuria y la debilidad. Nunca se debe confiar en ellos, sean de cuna o no.

Other books

Ashes to Ashes by Melissa Walker
The Tobermory Cat by Debi Gliori
Wrong About Japan by Peter Carey
Once Taken by Blake Pierce
Upsetting the Balance by Harry Turtledove
It's in the Book by Mickey Spillane
The Evening News by Tony Ardizzone
Night Betrayed by Ware, Joss