La búsqueda del Jedi (30 page)

Read La búsqueda del Jedi Online

Authors: Kevin J. Anderson

BOOK: La búsqueda del Jedi
5.84Mb size Format: txt, pdf, ePub

Siguieron ascendiendo a toda velocidad. La distante luz del día se iba haciendo visible cada vez con más claridad a pesar de los obstáculos del pasadizo. Han no quería ir más despacio, y Kyp siguió acelerando hacia la luz.

El vagón flotante salió del túnel para entrar en la tenue atmósfera de Kessel, donde la luz acuosa les dejó tan cegados como si se encontraran delante de una supernova. Han se arrancó las gafas de un manotazo mientras parpadeaba e intentaba ver algo y volvió a tomar los controles del vehículo. Después fue corrigiendo la trayectoria, y pilotó el vagón sobre la desolada y lisa superficie del pequeño planeta.

Miró hacia la derecha y vio la enorme chimenea de una fábrica de atmósfera que lanzaba un chorro de humo blanco y vapores de aire hacia el cielo.

—Por ahí —dijo Kyp—. Ahí podremos encontrar una nave.

—Buena idea —respondió Han.

Han se fue acercando a la gigantesca construcción volando lo bastante bajo para evitar ser detectados, y procuró mantenerse lo más alerta posible. Moruth Doole no se enteraría de que habían escapado hasta que el único guardia superviviente volviera a la sala de reunión y presentara su informe. Eso haría que Han, Kyp y Chewbacca dispusieran de algún tiempo para acumular una ventaja inicial, pero no sería mucho.

Han vio una franja de pista con cuatro naves posadas en ella que se extendía al lado de la fábrica de atmósfera. Dos de ellas eran vehículos de superficie planetaria y no les servían de nada, pero las otras eran pequeñas lanzaderas de aprovisionamiento capaces de navegar por el espacio, aunque no podían alcanzar grandes velocidades.

Han señaló con una mano mientras usaba la otra para ajustarse la máscara respiradora.

—Ahí abajo... Si conseguimos apoderarnos de una de esas naves, podremos salir de Kessel. —Agarró a Kyp por el hombro—. Podremos volver a casa.

14

Cuando Luke regresó a Coruscant, pudo disfrutar de una alegre reunión con los gemelos de Han y Leia, a los que no había vuelto a ver desde que él y Ackbar establecieron el sistema de protección del planeta secreto para que estuvieran a salvo.

Esperó en los aposentos de Leia, jugando con los gemelos y lanzándolos al aire y haciendo malabarismos con ellos mediante sus poderes Jedi, Jacen y Jaina no paraban de lanzar chillidos de placer, riendo y confiando de manera instintiva en que su tío Luke nunca permitiría que cayeran.

Los niños siempre le habían parecido un milagro inexplicable. Luke había crecido con su tío Owen y su tía Beru en el árido mundo de Tatooine, y había dispuesto de muy poco tiempo para jugar con otros niños porque la vida de un granjero de humedad estaba llena de trabajo duro y grandes esfuerzos.

Cuando se fue de Tatooine con Ben Kenobi, Luke se unió a la Alianza Rebelde y estuvo muy ocupado pilotando cazas y concentrándose en el entrenamiento Jedi bajo la supervisión de Yoda. Nunca había dispuesto del tiempo o de la ocasión de ver niños, y en aquellos momentos contemplar sus grandes ojos llenos de inocencia y jugar con ellos le proporcionaba tanto placer como el que ellos parecían obtener de su compañía.

—¡Más deprisa! ¡Más deprisa! —gritó Jacen.

Luke decidió llevarle la contraria y dejó suspendido al niño en el aire, manteniéndole totalmente inmóvil mientras hacía que Jaina se moviera en una lenta órbita a su alrededor. La niña chillaba y estiraba los brazos, intentando agarrar la oreja de su hermano mientras giraba.

Luke acabó cansándose, y dejó que Jaina bajara lentamente hasta un almohadón mientras extendía las manos para coger a Jacen en mitad de su descenso y sostenerlo en sus brazos. Jaina se retorció y alargó sus bracitos regordetes hacia él, queriendo ser sostenida en brazos como su hermano.

Luke empezó a hacer muecas al niño, frunciendo los labios y moviéndolos en todas direcciones, y después le habló con una vocecita nasal de resfriado que recordaba un poco a la de Yoda.

—La Fuerza es grande en este pequeñuelo. ¿hmmmmm? ¡Ah, sí! —Pero un instante después Luke arrugó la nariz y detectó la existencia de algo que no necesitaba poderes Jedi para comprender—. O quizá lo que estoy captando no sea precisamente la emanación de la Fuerza... Leia, creo que debes cumplir con uno de tus deberes de madre —añadió mientras sostenía a Jacen delante de él.

Cetrespeó entró a toda prisa en la habitación.

—Permítame que me ocupe de esto, señor —dijo—. Durante los dos últimos días he estado adquiriendo una práctica considerable en todo lo referente a este tipo de asuntos.

Pensar en Cetrespeó intentando controlar a dos gemelos incansables le hizo sonreír, y Luke se percató de que el androide parecía estar un poquito maltrecho y de que no brillaba tanto como de costumbre.

—¿Eso también forma parte de tu programación de protocolo?

—Poseo la suficiente destreza manual para desempeñar esa clase de funciones, amo Luke. —Cetrespeó flexionó sus dedos dorados, y cogió a Jacen—. Ah, y le ruego que me crea cuando le aseguro que disfruto mucho más con ellas que vagabundeando por el espacio, soportando las andanadas de los cazas imperiales o extraviándome en campos de asteroides.

Leia entró en la habitación y se obligó a sonreír, pero Luke enseguida se dio cuenta de que su sonrisa no era más que una máscara. Parecía estar muy cansada. Era algo más que la tensión a la que la sometía el intento de combinar sus deberes diplomáticos con ser una madre. Había algo que la preocupaba profundamente, pero no le había dicho nada. Luke no intentó averiguar de qué se trataba. Hubiese podido sondear la mente de su hermana y extraer el secreto de ella con toda facilidad, pero no quería hacerle algo semejante, y además cabía la posibilidad de que a esas alturas Leia ya hubiera descubierto alguna forma de bloquear su sondeo. Luke decidió que permitiría que Leia le expusiera el problema a su manera y cuando ella quisiese hacerlo.

—La unidad preparadora de alimentos tendrá lista la cena dentro de unos minutos —dijo Leia—. Me alegra mucho que hayas vuelto, y los gemelos también parecen estar muy contentos de verte.

Luke cayó en la cuenta de que no había visto a Han desde su llegada, pero los dos siempre estaban tan ocupados que ver a Han y Leia en el mismo lugar y en el mismo momento era un acontecimiento bastante raro. ¡De hecho, incluso resultaba sorprendente que se las hubieran arreglado para tener tres hijos! Luke se preguntó si la ausencia de Han tendría algo que ver con la preocupación que Leia intentaba ocultar.

Después volvió a coger a Jaina con la Fuerza y la alzó por los aires. La niña se echó a reír y empezó a agitar los brazos y las piernas como si estuviera nadando en el vacío por toda la habitación.

—Necesito tu ayuda en un par de asuntos burocráticos, Leia —dijo Luke.

—Por supuesto. —Leia sonrió melancólicamente—. ¿Qué puedo hacer por ti?

—Todavía he de establecer contacto con Mara Jade y un puñado de posibles candidatos a recibir el adiestramiento Jedi. Pero ahora ya tengo dos personas a las que adiestrar, y debo encontrar un sitio en el que podamos iniciar nuestros estudios..., y he de encontrarlo pronto.

»He hablado con Streen y Gantoris, y tengo muy claro que Coruscant no es el sitio adecuado. A Streen no le gusta que haya gente cerca de él, y no se sentirá muy cómodo en ninguna zona de Ciudad Imperial. Toda la superficie de Coruscant está cubierta por la metrópolis, edificios que se alzan encima de otros edificios...

»Y además... —Luke vaciló, pero estaba manteniendo una conversación privada con Leia y no podía ocultarle ninguna de sus preocupaciones—. Bueno, lo que podemos llegar a hacer encierra cierto peligro. ¿Quién soy yo para enseñar a todas esas personas con potencial Jedi? No tengo ninguna forma de saber qué puede provocar un desastre tan terrible como las tormentas de Fuerza del Emperador. Creo que sería preferible que encontráramos algún lugar aislado, un sitio solitario y tranquilo donde podamos trabajar sin temor a interferencias.

—Y sin que nadie corra peligro. —Los oscuros ojos de Leia se encontraron con los suyos, y Luke comprendió que los dos estaban pensando en Darth Vader—. Sí, estoy de acuerdo... Intentaré encontrarte un lugar adecuado.

—Ah, y ya que vas a buscar un sitio así hay otro problema del que quería hablarte, siguió diciendo Luke—. También tenemos que trasladar a otro mundo a todos los habitantes de Eol Sha. En ese puesto avanzado sólo quedan unas cincuenta personas, pero el planeta está condenado a la destrucción. Cuando me llevé a Gantoris, les prometí que encontraríamos un nuevo hogar para los supervivientes. ¿Podrás hacer algo al respecto?

—Es un grupo muy pequeño, así que no debería resultar demasiado difícil —respondió Leia—. Cualquier sitio será mejor que el planeta que van a abandonar.

Luke se echó a reír.

—¡Siempre podrías hacer que Han ganara otro planeta para ellos en una partida de cartas!

Leia le miró como si acabara de recibir una bofetada. «Sí, no cabe duda», pensó Luke. Era algo que tenía que ver con Han. Volvió a lanzar a Jaina por los aires, impulsándola hasta el techo y dejando que volviera a bajar lentamente después.

Lando Calrissian entró de repente en la habitación sin ser anunciado.

—¡Leia! Winter acaba de decirme que Han todavía no ha regresado... ¿Por qué no me lo habías dicho?

Luke se sobresaltó y dejó caer a Jaina, y después tuvo que pillarla al vuelo cuando la niña se encontraba a sólo un palmo de distancia del suelo de la habitación. Jaina se echó a reír como una loca, convencida de que todo había sido planeado.

Lando miró fijamente a Leia con las manos apoyadas en las caderas mientras echaba hacia atrás la capa para que colgara a su espalda. Parecía enfadado y preocupado. Un instante después vio a Luke inmóvil en el centro de la habitación.

—¿Vas a hacer algo al respecto, Luke? —preguntó.

—No sé de qué estás hablando..., pero creo que Leia estaba a punto de contármelo.

Los dos hombres se volvieron hacia ella. Leia suspiró y se sentó.

—Sí, Han ha desaparecido —dijo por fin—. Fue a Kessel hace unas dos semanas, pero ya hace cuatro días que debería estar de regreso. No se ha puesto en contacto conmigo desde que se fue, así que ayer establecí comunicación con Kessel. Hablé con una persona que parece estar al mando, un ribetiano llamado Moruth Doole.

»Doole dice que Han y Chewie nunca llegaron a Kessel. Los registros de Kessel no contienen ninguna referencia al
Halcón Milenario
. Doole sugirió que podían haberse perdido en el cúmulo de agujeros negros.

—¿Han? ¡Imposible! —exclamó Lando—. Y menos yendo en el
Halcón
... Sabe pilotar ese trasto casi tan bien como yo.

Leia asintió.

—Durante toda la conversación me pareció que había algo raro en el comportamiento de Doole. Sus respuestas eran demasiado rápidas y seguras de sí mismas, y parecía estar bastante nervioso. Tuve la clara sensación de que estaba esperando mi llamada, y de que ya había preparado las excusas adecuadas.

—Esto no me gusta nada —dijo Lando.

—Bueno, si Han ha desaparecido y tú lo sabías desde ayer, ¿por qué no enviaste una flota de naves de exploración de la Nueva República? —preguntó Luke—. Podrías haber enviado un grupo de búsqueda... ¿Y si realmente está perdido en algún lugar de las Fauces?

Leia suspiró.

—Vamos, Luke, piensa... —dijo—. Si movilizara una fuerza oficial, podría crear un incidente galáctico precisamente cuando estamos intentando conseguir que Kessel se una a la Nueva República... Y además, ya conoces a Han —añadió—. Existe una probabilidad muy real de que no le haya ocurrido nada y de que meramente esté haciendo travesuras por ahí. Se olvidó de que sus hijos iban a volver a casa... Quizá se tropezó con una partida de sabacc y no pudo resistir la tentación, o puede que empezara a hablar de los buenos y viejos tiempos con alguno de esos amigotes suyos que se dedicaban al contrabando de especia... Para empezar, ésa fue precisamente la razón por la que quiso encargarse de la misión.

—Iremos en su busca —dijo Lando.

La expresión de alivio que apareció en el rostro de Leia al oír aquellas palabras hizo comprender a Luke que eso era justo lo que su hermana había pretendido conseguir desde el principio.

—Sí, iremos a echar un vistazo —dijo—. No habrá ningún mensaje ni registro oficial concerniente a nuestra misión.

—Será mejor que vayamos en la
Dama Afortunada
—dijo Lando—. Es un yate de propiedad particular, y tiene unos motores muy potentes.

Leia dio un paso hacia adelante, levantó a Jaina del regazo de Luke y la sostuvo en sus brazos.

—Yo cuidaré de Gantoris y Streen mientras estás fuera.

Luke asintió y extendió las manos hacia ella.

—¿Ves? Por eso eres diplomática... Siempre piensas en ese tipo de detalles. No permitas que se metan en ninguna clase de líos, ¿de acuerdo?

—Deberíamos llevarnos a Erredós —dijo Lando—. Ese pequeño androide me ayudó muchísimo en las carreras de amorfoides.

Luke ya había oído hablar de la aventura que Lando había vivido mientras andaba detrás de Tymmo, el genio del fraude.

—Podrás contármelo todo durante el viaje. Leia ya ha esperado más que suficiente.

—Bien, pues vayamos a Kessel —dijo Lando.

15

Consiguieron robar la segunda lanzadera.

Han y Chewbacca desperdiciaron un tiempo precioso en la primera nave de carga posada sobre la pista de la fábrica de atmósfera, intentando provocar un cortocircuito en los controles mientras Kyp Durron montaba guardia en la escotilla abierta. El roce del aire era gélido sobre su piel desnuda, y no sabían qué cantidad de radiación residual procedente de las Fauces lograba llegar a atravesar el escudo atmosférico. Los sonidos de la respiración eran como siseos ahogados detrás de sus máscaras. Nadie les había visto..., todavía.

Sólo llevaban unos minutos trabajando cuando Han activó los sistemas de bloqueo automático de la lanzadera sin querer.

—¡Tendría que haber sabido que no hay forma de engañar a una interconexión de seguridad de alto nivel! —exclamó mientras golpeaba el panel con el puño.

Chewbacca sacó una placa de acceso y la arrojó al compartimiento de atrás haciendo tanto ruido como un vehículo de superficie al estrellarse. Después empezó a arrancar cables de los controles y los fue metiendo en las conexiones de anulación mientras lanzaba rugidos en wookie, pero las pocas luces que seguían encendidas sobre los paneles continuaron siendo de color rojo.

Other books

Death Under Glass by Jennifer McAndrews
Bad Taste in Boys by Carrie Harris
Paradise 21 by Aubrie Dionne
The Forgetting by Nicole Maggi
Brutal Vengeance by J. A. Johnstone