Judy Moody Está De Mal Humor, De Muy Mal Humor (6 page)

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Authors: Megan McDonald

Tags: #Infantil y juvenil

BOOK: Judy Moody Está De Mal Humor, De Muy Mal Humor
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—¿Dónde está? ¿Se te ha caído en un charco? ¿Se ha meado encima Ranita?

—No. No es eso.

—¿Entonces?

—Papá está en el lavabo de chicos secándolo.

Judy se fue allí corriendo, empujó la puerta y entró muy decidida. Había papel higiénico por todas partes.

—¡Papá!

—¡Judy!

—¿Se ha estropeado? Déjame verlo.

El padre le mostró el collage. Tenía una gran mancha morada en pleno centro, no del tamaño de un dólar de plata, sino del tamaño de un pastel. ¡Un gran triángulo irregular, un lago de color vino flotando en medio de su collage!

—¿Qué ha pasado?

—Estaba bebiendo zumo… —explicó Stink, que se había quedado en la puerta— con una pajita y… Lo siento.

—¡Stink! ¡Lo has destrozado! ¡Papá! ¿Cómo le has dejado beber zumo en el coche?

—No es para tanto. Parece que forma parte del collage. Ya hablaré yo con el señor Todd para que te deje arreglarlo el fin de semana. Ahora tápalo como puedas.

—A lo mejor podemos borrarlo… —dijo Stink— con una goma gigante.

—Déjame ver —Judy sostuvo en alto el collage, mirándolo de arriba abajo. La mancha morada no impedía que se viera a la doctora Judy Moody en el bosque tropical. Tampoco se había caído ninguna tirita.

—No importa —dijo Judy.

—¿Que no importa? —preguntó su padre.

—No. Peor hubiera sido lo del tornado o el autobús.

—¿De verdad? —preguntó extrañadísimo Stink—. ¿Ya no vas a meterme en la cama un pie de goma ni nada de eso?

—No —dijo Judy a su hermano con una sonrisa—. Pero es una buena idea.

—Mira, cariño. Sé lo que te ha costado hacerlo. Lo arreglaremos.

—Ya sé lo que vamos a hacer. Stink, déjame tu rotulador negro.

Salieron al pasillo y Stink sacó el rotulador de la mochila. Judy extendió el collage en el suelo y rodeó con una raya negra el gran triángulo morado.

—¿Estás chiflada? —le preguntó su hermano—. Así se va a notar más.

—Eso es lo que quiero. Así parecerá que lo he hecho aposta.

—Me gusta mucho cómo has sacado partido a un accidente así —la felicitó su padre.

—¿Qué es? —preguntó Stink.

—Virginia. El estado de Pocahontas y Thomas Jefferson. El sitio DONDE VIVO.

Tiritas y helado

Cuando Judy volvió a clase, se puso la bata de médico, se plantó en medio de sus compañeros y sostuvo el collage en alto. Estaba muy orgullosa, como si su hermano no hubiera estado a punto de arruinarle su obra maestra con el zumo. Procuró hacerles ver que quería ser médica y mejorar el mundo; y que también podía controlar su mal humor.

Habló de ella y de su familia, sin olvidar cuando Stink vendió polvo lunar, lo cual explicaba por qué su hermano era un puñado de tierra. Siguió con el dedo las fronteras de Virginia para indicar dónde vivía. Habló de su mejor amigo Rocky y de su nuevo amigo Frank. Señaló una tapa de un frasco de cola de pegar que había puesto en una esquina y contó a la clase que una vez Frank se la había comido por una apuesta.

—¿Ésa es Mandíbulas? —preguntó Brad—. ¿La que come insectos?

—Sí. Tengo una gata, pero Mandíbulas es MI MASCOTA FAVORITA. Cuando sea médica de mayor, quiero ir al bosque tropical para buscar nuevas plantas medicinales y así curar enfermedades raras.

Judy señaló la mesita de la pizza que le había dado el señor Todd y otras cosas que había puesto en el apartado de AFICIONES. Contó que era miembro del club RM, pero que no podía decir lo que significaba.

Explicó por qué eso era LO PEOR QUE LE HABÍA PASADO. Lo que más gustó de su collage fue la mano de la muñeca saliendo de una foto de un váter. Judy les contó cómo lo peor se había transformado en LO MÁS DIVERTIDO.

—¿Alguna pregunta? —se dirigió a la clase.

—¿Quién es la señora mayor? —preguntó Frank.

Judy explicó que era Elizabeth Blackwell, la primera mujer médica, y luego hizo una demostración de sus habilidades profesionales: puso a Rocky el brazo en cabestrillo y le vendó la rodilla a Frank. Sacó del maletín la sangre de juguete y utilizó de modelo a Sara Secura para explicar cómo poner tiritas.

—Eso es todo. Ésa soy yo, Judy Moody.

—Buen trabajo, Judy —la felicitó el señor Todd—. ¿Algún comentario?

—Me gusta cómo has pintado Virginia en medio del collage para mostrar dónde vives —dijo Jessica—, en vez de poner una foto de tu casa.

—Esas tiritas con tatuajes molan —añadió Dylan—. Tengo una ampolla. ¿Me das una?

—¡Y yo un padrastro!

—¡Y yo me he cortado con el papel!

—¡Y a mí me ha picado un mosquito!

En un abrir y cerrar de ojos, toda la clase llevaba tiritas de tatuajes.

—Judy Moody, eres una agitadora —dijo el señor Todd.

—¿Ah sí? ¿Qué significa?

El señor Todd se rió.

—Digamos que significa que tienes imaginación.

El temible viernes de malos humos se había convertido en un día espléndido.

Y aún no había terminado.

Cuando iba hacia el autobús por la tarde, su padre y su madre estaban esperándola a ella y a su hermano para tomar un helado.

—Yo quiero ese helado azul. Niebla del Bosque Tropical. ¡Como vosotros!

Stink no paraba de saltar, sujetándose el bolsillo donde guardaba a Ranita.

—¿Le ha gustado Ranita a tu profesora? —preguntó Judy.

—Sí, pero por poco entra en el club de la Rana Meona.

Judy soltó una carcajada.

—Papá, mamá, ¿puedo invitar a Rocky y a Frank?

—Una buena idea —contestaron.

Judy Moody se tomó un Niebla del Bosque Tropical con chocolate por encima, su favorito. Estaba de un buen humor como no había estado nunca.

Stink sacó a Ranita del bolsillo y la puso sobre la mesa de la terraza. Ranita dio un salto hasta una gota azul que había chorreado del cono del helado de Rocky.

—¡A Ranita le gusta el Niebla del Bosque Tropical! —exclamó encantado Rocky.

—Oye, Frank —preguntó Judy—, ¿cuándo vas a terminar tu collage?

—El señor Todd me ha dicho que puedo llevarlo el lunes.

—¿Todavía no lo has hecho? —preguntó Rocky.

—No puedo poner nada en CLUBES. Según el diccionario, hacen falta tres o más personas.

Judy, Rocky y Stink se miraron a la vez y después Judy le propuso a Frank:

—Si sujetas a Ranita, entras en un club.

—¿De verdad?

—De verdad de la buena —contestaron a la vez Judy y Rocky.

Frank arrugó la nariz.

—No lo pillo.

Rocky se rió.

—Ya verás como sí.

Frank levantó a Ranita con una mano.

—Hazlo con las dos —aclaró Judy.

—Así —Rocky hizo un hueco con ambas manos.

—Cógela un rato —dijo Stink.

—Sigo sin pillarlo.

—Seguro que lo pillas —aseguraron los tres. Un segundo después, Frank sintió algo cálido y húmedo. Se puso bizco y todos se tiraron por el suelo de la risa.

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