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Authors: Frank Herbert

Tags: #Ciencia ficción

Herejes de Dune (14 page)

BOOK: Herejes de Dune
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La Honorada Matre barrió la habitación con su mirada.

—¿Estamos equivocadas confiando en los ixianos? —preguntó.

Waff contuvo el aliento.

—No creo que vosotros confiéis plenamente en ellos —dijo ella—. Vamos, vamos, hombrecito. Te ofrezco mi buena voluntad.

Tardíamente, Waff empezó a sospechar que ella estaba intentando ser amistosa y sincera con él. Evidentemente, había puesto de lado su anterior pose de irritada superioridad. Los informantes de Waff procedentes de los Perdidos decían que las Honoradas Matres tomaban decisiones sexuales muy a la manera de la Bene Gesserit. ¿Estaba intentando ser seductora? Pero ella había
comprendido
con toda claridad y había expuesto las debilidades de la lógica.

¡Era todo muy confuso!

—Estamos hablando en círculos —dijo él.

—Completamente al contrario. Los círculos rodean. Los círculos limitan. La humanidad ya no está limitada por el espacio en el cual crecer.

¡Allí estaba de nuevo! Waff se esforzó en hablar pese a su reseca lengua:

—Se dice que uno debe aceptar lo que no puede controlar.

Ella se inclinó hacia adelante, sus ojos naranja brillando intensamente en su rostro.

—¿Aceptas tú la posibilidad de un desastre final para la Bene Tleilax?

—Si tal fuera el caso yo no estaría aquí.

—Cuando la lógica falla, es preciso utilizar otra herramienta.

Waff sonrió.

—Eso suena lógico.

—¡No te burles de mí! ¡No te atrevas!

Waff alzó defensivamente las manos y adoptó un tono apaciguador:

—¿Qué herramienta sugeriría la Honorada Matre?

—¡La energía!

Su respuesta lo sorprendió.

—¿La energía? ¿En qué forma, y cuánta?

—Tú pides respuestas lógicas —dijo ella.

Con una sensación de tristeza, Waff se dio cuenta de que, después de todo, ella no era Zensunni. La Honorada Matre solamente jugaba con juegos de palabras en los límites de la no–lógica, trazando círculos, pero su herramienta era la lógica.

—La podredumbre que se inicia en el núcleo se expande hacia afuera —dijo Waff.

Fue como si ella no hubiera oído su afirmación de prueba.

—Hay una energía desaprovechada en las profundidades de todo ser humano que nosotras nos dignamos tocar —dijo. Extendió un esquelético dedo hasta unos pocos milímetros de la nariz de él.

Waff se echó hacia atrás en su silla hasta que ella aferró su brazo.

—¿No es eso lo que decía la Bene Gesserit antes de producir su Kwisatz Haderach? —dijo él.

—Perdieron el control de sí mismas y de él —se burló ella.

De nuevo, pensó Waff, había empleado la lógica pensando en la no–lógica. Cuánto le había dicho a él en esos pequeños lapsus. Podía vislumbrar la probable historia de aquellas Honoradas Matres. Una de las Reverendas Madres
naturales
de los Fremen de Rakis había partido con la Dispersión. Gente muy diversa había huido en las no–naves durante e inmediatamente después de los Tiempos de Hambruna. Una no–nave había sembrado a la loca bruja y sus conceptos por algún lugar. Esa semilla había regresado en la forma de aquella cazadora de ojos naranja.

Una vez más le gritó con la Voz, preguntando:

—¿Qué es lo que habéis hecho con ese ghola?

Esta vez, Waff estaba preparado y apartó la Voz de sí. Aquella Honorada Matre debía ser apartada o, si era posible, eliminada. Él había aprendido mucho de ella, pero no tenía ninguna forma de saber cuánto había aprendido ella de él con sus insospechados talentos.

Son monstruos sexuales
, habían dicho sus informantes.
Esclavizan a los hombres con los poderes del sexo.

—Cuán poco conoces los goces que puedo proporcionarte —dijo ella. Su voz se enroscó como un látigo en torno a él. ¡Cuán tentadora! ¡Cuán seductora!

Waff habló a la defensiva:

—Decidme por qué vosotras…

—¡No necesito decirte nada!

—Entonces no llegaremos a ningún trato. —Habló con tristeza. Las no–naves, efectivamente, habían sembrado aquellos otros mundos de podredumbre. Waff sintió el peso de la necesidad sobre sus hombros. ¿Y si él no conseguía eliminarla?

—¿Cómo te atreves a sugerir un trato con una Honorada Matre? —exigió ella—. ¡Tú sabes que
nosotras
hemos establecido el precio!

—No conozco vuestras formas de actuar, Honorada Matre —dijo Waff—. Pero capto en vuestras palabras que os he ofendido.

—Aceptadas las disculpas.

¡No me he disculpado de nada!
La miró imperturbable. Podían deducirse muchas cosas de su actuación. Basándose en su experiencia de milenios, Waff revisó lo que había aprendido allí. Aquella mujer de la Dispersión venía a él en busca de una pieza esencial de información. En consecuencia, no tenía otra fuente. Había captado desesperación en ella. Bien enmascarada, pero definitivamente presente. Necesitaba confirmación o refutación de algo que temía.

¡Cuánto se parecía a un ave de presa, sentada allí con sus manos como garras apoyadas tan ligeramente en los brazos de su silla!
La podredumbre que se inicia en el núcleo se expande hacia afuera
. Él había dicho aquello, y ella no le había oído. Claramente, la humanidad atómica continuaba estallando en sus Dispersiones. La gente representada por aquella Honorada Matre no había encontrado una forma de rastrear las no–naves. Eso era, por supuesto. Ella perseguía a las no–naves del mismo modo que lo hacían las brujas de la Bene Gesserit.

—Buscáis la forma de anular la invisibilidad de una no–nave —dijo.

Obviamente, la afirmación la aturdió. No había esperado aquello del
maniquí
parecido a un elfo sentado frente a ella. Waff vio miedo, luego cólera, luego resolución, cruzar sus rasgos antes de que reasumiera su máscara predadora. Ella, pensó. Ella sabía que él había visto.

—Así que eso es lo que hacéis con vuestro ghola —dijo ella.

—Eso es lo que las brujas de la Bene Gesserit buscan con él —mintió Waff.

—Te he subestimado —dijo ella—. ¿Habrás cometido tú el mismo error conmigo?

—No lo creo, Honorada Matre. El esquema procreador que os produjo a vosotras es a todas luces formidable. Creo que vos podríais lanzarme una patada y matarme antes de que yo pudiera parpadear. Las brujas no están en la misma liga con vos.

Una sonrisa de placer ablandó los rasgos de la Honorada Matre.

—¿Se convertirán los tleilaxu en nuestros sirvientes voluntariamente o por la fuerza?

El no intentó ocultar su ultraje.

—¿Nos ofrecéis la esclavitud?

—Esa es una de vuestras opciones.

¡Ahora ya la tenía! Su debilidad era la arrogancia. Dócilmente, preguntó:

—¿Qué me ordenaríais que hiciera?

—Llevarás de vuelta como huéspedes tuyas a dos jóvenes Honoradas Matres. Vivirán contigo y… te enseñarán nuestras formas de éxtasis.

Waff inhaló y expelió dos lentas bocanadas de aire.

—¿Eres estéril? —preguntó ella.

—Sólo nuestros Danzarines Rostro son híbridos. —Ella ya debía saberlo. Era del dominio común.

—Te llamas a ti mismo Maestro —dijo ella—; sin embargo, no eres maestro de ti mismo.

¡Más que tú, zorra Honorada Matre! Y me llamo a mí mismo Masheikh, un hecho que aún puede destruirte.

—Las dos Honoradas Matres que envíe contigo efectuarán una inspección de todo lo tleilaxu y volverán a mí con su informe —dijo ella.

El suspiró como resignado.

—¿Son atractivas las dos muchachas?

—¡Honoradas Matres! —corrigió ella.

—¿Es ese el único nombre que usan?

—Si ellas eligen darte a ti otros nombres, es su privilegio, no el tuyo. —Se inclinó hacia un lado y frotó un huesudo nudillo contra el suelo. El metal brilló en su mano. ¡Ella tenía una forma de traspasar el blindaje de aquella habitación!

La compuerta se abrió y dos mujeres vestidas de un modo muy parecido a la Honorada Matre entraron. Sus oscuras capas llevaban menos decoración, y ambas mujeres eran más jóvenes. Waff las miró. Ambas eran… Intentó no mostrar excitación, pero supo que había fallado. No importaba. La más vieja pensaría que admiraba la belleza de aquellas dos. A través de signos conocidos únicamente por los Maestros, vio que una de las recién llegadas era un nuevo Danzarín Rostro. ¡Se había efectuado con éxito un intercambio, y aquellas Dispersas no podían detectarlo!¡los tleilaxu habían superado con éxito el obstáculo! ¿Sería la Bene Gesserit tan ciega con esos nuevos gholas?

—Te has mostrado muy cooperativo acerca de todo esto, por lo cual serás recompensado —dijo la vieja Honorada Matre.

—Reconozco vuestros poderes, Honorada Matre —dijo Waff. Aquello era cierto. Inclinó la cabeza para ocultar la resolución que sabía no podía impedir que surgiera por sus ojos.

Ella hizo un gesto hacia las recién llegadas.

—Esas dos te acompañarán. Su más ligero deseo será una orden para ti. Serán tratadas con todo honor y respeto.

—Por supuesto, Honorada Matre. —Manteniendo la cabeza inclinada, alzó ambos brazos como en saludo y sumisión. Un dardo silbó en cada una de sus mangas. Mientras soltaba los dardos, Waff saltó hacia un lado en su silla. El movimiento no fue sin embargo lo suficientemente rápido. El pie derecho de la vieja Honorada Matre salió disparado, alcanzándole en el muslo izquierdo y derribándolo hacia atrás junto con su silla.

Fue el último acto en la vida de la Honorada Matre. El dardo de su manga izquierda la alcanzó en la parte de atrás de su garganta, entrando por su boca abierta, que se quedó abierta por la sorpresa. El veneno narcótico cortó en seco cualquier grito. El otro dardo alcanzó al no-Danzarín Rostro de las recién llegadas en el ojo derecho. Su cómplice Danzarín Rostro cortó cualquier grito de advertencia con un rápido golpe en su garganta.

Los dos cuerpos se derrumbaron muertos.

Dolorosamente, Waff se extrajo de la silla y la enderezó mientras se ponía en pie. Su muslo pulsaba. ¡Una fracción de metro más y le hubiera roto la cadera! Se dio cuenta de que la reacción de la mujer no había sido mediada por su sistema nervioso central. Como con algunos insectos, el ataque podía ser iniciado por el sistema muscular apropiado. ¡Aquel desarrollo tenía que ser investigado!

Su cómplice Danzarín Rostro estaba escuchando junto a la abierta compuerta. Se echó hacia un lado para dejar pasar a otro Danzarín Rostro disfrazado de guardia ixiano.

Waff se masajeó el muslo lastimado mientras sus Danzarines Rostro desnudaban a las mujeres muertas. El que había copiado al ixiano puso su cabeza contra la de la vieja Honorada Matre muerta. Las cosas se sucedieron con rapidez a partir de entonces. Ahora ya no era un guardia ixiano, sino una perfecta copia de la vieja Honorada Matre, acompañada de una Honorada Matre ayudante más joven. Otro pseudo–ixiano entró y copió a la otra joven Honorada Matre. Muy pronto sólo había cenizas allá donde había yacido la carne muerta. Una nueva Honorada Matre recogió las cenizas en una bolsa y la ocultó bajo sus ropas.

Waff examinó cuidadosamente la habitación. Las consecuencias de su descubrimiento le hicieron temblar. Una arrogancia como la que había visto allí procedía obviamente de sorprendentes poderes. Aquellos poderes debían ser sondeados. Detuvo al Danzarín Rostro que había copiado a la vieja.

—¿La has imprimido?

—Sí, Maestro. Sus memorias estaban aún vivas cuando las copié.

—Transfiérelas a ella. —Hizo un gesto hacia el que había sido un guardia ixiano. Los dos se tocaron las frentes durante unos breves latidos de corazón, y luego se marcharon.

—Ya está hecho —dijo el más viejo.

—¿Cuántas otras copias de esas Honoradas Matres habéis hecho?

—Cuatro, Maestro.

—¿Ninguna de ellas ha sido detectada?

—Ninguna, Maestro.

—Esas cuatro deben regresar al centro neurálgico de esas Honoradas Matres y averiguar todo lo que se sepa acerca de ellas. Una de esas cuatro debe volver a nosotros con lo que haya averiguado.

—Eso es imposible, Maestro.

—¿Imposible?

—Se han desgajado de su origen. Esa es la forma en que actúan, Maestro. Son una nueva célula, y se han establecido en Gammu.

—Pero seguramente podemos…

—Os pido disculpas, Maestro. Las coordenadas de su lugar en la Dispersión estaban contenidas tan sólo en los archivos de una no–nave, y han pasado eras desde entonces.

—¿Sus huellas han quedado completamente cubiertas? —Había desánimo en su voz.

—Completamente, Maestro.

¡Desastre!
Se vio obligado a refrenar sus pensamientos tras un arranque prometedor.

—No deben llegar a saber lo que hemos hecho aquí —murmuró.

—No sabrán nada de nosotros, Maestro.

—¿Qué talentos han desarrollado? ¿Qué poderes? ¡Rápido!

—Son lo que vos esperaríais de una Reverenda Madre de la Bene Gesserit, pero sin las memorias de la melange.

—¿Estás seguro?

—No hay la menor alusión a ello. Como sabéis, Maestro, nosotros…

—Sí, sí, lo sé. —Hizo un gesto para que callara—. Pero esa vieja era tan arrogante, tan…

—Disculpadme, Maestro, pero el tiempo apremia. Esas Honoradas Matres han perfeccionado los placeres del sexo mucho más allá de lo que ningunas otras han desarrollado.

—Entonces es cierto lo que dijeron nuestros informantes.

—Volvieron al Tántrico primitivo y desarrollaron sus propias formas de estimulación sexual, Maestro. A través de esto, aceptan la adoración de sus seguidores.

—Adoración. —La palabra surgió como un suspiro—. ¿Son superiores a las Amantes Procreadoras de la Hermandad?

—Las Honoradas Matres creen que sí, Maestro. Deberíamos demos…

—¡No! —Waff dejó caer su máscara de elfo ante aquel descubrimiento, y adoptó la expresión de un dominante Maestro. Los Danzarines Rostro asintieron con sus cabezas en señal de sumisión. Una expresión de regocijo asomó en el rostro de Waff. ¡Los tleilaxu que habían regresado de la Dispersión habían informado verazmente! ¡Y él, con una simple impresión mental, había confirmado aquella nueva arma de su pueblo!

—¿Cuáles son vuestras órdenes, Maestro? —preguntó el más viejo.

Waff adoptó de nuevo su máscara de elfo.

—Exploraremos esos asuntos tan sólo cuando hayamos vuelto al cuartel general tleilaxu en Bandalong. Mientras tanto, ni siquiera un Maestro debe dar órdenes a una Honorada Matre. Vosotros sois
mis
maestros hasta que nos hallemos libres de ojos curiosos.

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